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Los 'fakes' de la educación

Ni la escuela privada es más eficiente que la pública ni invertir más es algo inútil: la mentira no cabe en las aulas

En educación importa cómo se invierta, pero también cuánto, para mejorar los resultados educativos

La inversión en educación en España creció en todos los niveles entre 2015 y 2021 y pasó del 4,4% del Producto Interior Bruto (PIB) al 4,9%, según el informe Panorama de la educación 2024. Indicadores OCDE –Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico–, el mismo del que se desprende que, no obstante, en las aulas quedan desafíos pendientes como el abandono escolar temprano, la tasa de repetición, que sigue siendo elevada en comparación con la de otros estados, o la carga laboral de un profesorado que a menudo se queja de estar atiborrado de burocracia.

En relación a la inversión algo se mueve. Durante años, expertos en la materia han repetido que a partir de unos niveles determinados, aumentarla no suponía mejores resultados educativos y han puesto el foco en cómo se tenía que gastar el dinero público. Pero este mantra comienza a ser rebatido. Así se refleja, por ejemplo, en el libro Economía de la Educación, que se ha publicado recientemente como colaboración de 22 investigadores y está accesible en la web de la Fundación Areces. Uno de sus coordinadores, Ismael Sanz, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) e investigador de Funcas, explica a infoLibre que “muchos trabajos, empezando por el informe PISA, mostraban que había un umbral a partir del cual los incrementos adicionales del gasto público en educación no siempre conducían a mejoras de aprendizaje de los estudiantes. Pero en otros que son metodológicamente más consistentes y científicos, que aíslan el impacto causal del gasto y el aprendizaje, sí que empiezan a encontrar esa relación”. Es más, señalan que “un aumento del 10% en el gasto en educación eleva las puntuaciones de los exámenes en 0,069 desviaciones estándar” o, dicho de otro modo, “el impacto promedio de esa alza en el resultado de los alumnos es de dos meses de aprendizaje”. “Las estimaciones causales revisadas por Handel y Hanushek sí marcan que un déficit en la financiación de la educación afecta negativamente a la formación del alumnado, si estos gastos en educación se invierten de forma efectiva”, sostiene Sanz.

El cómo se gaste esa ampliación adicional de fondos en educación podría influir en que los efectos fueran más o menos mayores. En relación a esto, el profesor de la URJC asevera que los trabajos más novedosos apuntan a que “reducir el número de alumnos por clase, entre otras cuestiones como tutorías en pequeños grupos o clases de refuerzo, sobre todo en asignaturas como matemáticas o lengua, mejora el aprendizaje”. “Pero es cierto que es muy costoso”, admite Sanz, para apostillar: “Quizá es una estrategia más inteligente hacerlo en los centros educativos situados en zonas desfavorecidas, en los que haya más estudiantes de colectivos vulnerables y disruptivos”. Lo que sí parece claro ya es que, rebajar la ratio de alumnos por clase, “tiene mayor impacto en Primaria”. ¿La causa? “En educación, si se tiene un déficit, una laguna, dificulta aprender las siguientes lecciones, es acumulativo”. Con todo, en Secundaria, “es importante hacerlo también, sobre todo si hay alumnos rezagados, que no siguen al profesor, o que interrumpen las clases, para que los docentes puedan gestionar mejor y crear un clima más propicio para la enseñanza”, enlaza Sanz. 

Para rematar, el investigador de Funcas indica que, de acuerdo a la información de la OCDE, España se sitúa por debajo de la media en gasto por alumno y “países como Luxemburgo, Dinamarca o Estados Unidos superan significativamente la inversión en la educación superior con respecto” a la nacional. En este sentido, plantea que “habría que aprovechar un fenómeno que en sí no es positivo, como es la bajada de la natalidad, porque precisamente en educación, si no se reduce el número de docentes, puede acabar aumentando el gasto público por estudiante”. El alumnado ha caído por ese motivo “en el segundo ciclo de Infantil, en Primaria, y este año el Ministerio de Educación ha previsto que pase por primera vez en la ESO”, cierra.

Mejor prevenir que curar

En línea con lo expuesto, una de las 50 mentiras y medias verdades sobre la educación española que se desmontan en el libro Educafakes, escrito por el profesor de la Universidad Autónoma de Madrid Jesús Rogero y el maestro Daniel Turienzo, es que “a partir de un mínimo de financiación, los recursos no influyen en los resultados educativos”. “Durante mucho tiempo, en especial la OCDE presentó un gráfico en el que se veía como la asociación entre rendimiento e inversión por estudiante era muy fuerte hasta cierto punto y luego desaparecía. Se hicieron además dos estudios con metodologías correlacionales que venían a decir que a partir de cierta cantidad de fondos no mejoraban. Entonces se produjo una falsa dicotomía entre si había que invertir más o invertir mejor que hoy sabemos que no es cierta, que son importantes las dos cosas”, resume Turienzo.

Es más, mantiene que “los brutales recortes que se hicieron en educación, partían de esa premisa: si a partir de cierta cantidad no influye cuánto invertimos, desinvirtamos, que no se va a notar. Pero estudios con bases de datos muchos más grandes que permiten detectar mejor los efectos y con metodologías causales, han probado que la inversión está fuertemente ligada con el rendimiento educativo y que es importante invertir más e invertir mejor, las dos cosas”, incide.

Comparte con Sanz la idea de que las inyecciones económicas "más eficaces" se producen "en las etapas más tempranas, hablando en términos de retornos”. “En Educación Infantil, de 0 a 3 años, está comprobado que son grandes y una máxima que se debe aplicar es la de ‘más vale prevenir que curar’”, anima. Lo desarrolla: “Hay que intentar apostar por políticas pre distributivas y por la detección temprana de los problemas a través de programas de refuerzo, de desdoble, de tutorías en pequeños grupos, docencia fuera del horario escolar… Todo ello está asociado con mayores niveles de rendimiento”, enumera.

Otro fake educativo ligado al ámbito económico que desmontan en el libro editado por Capitán Swing es el de que “los centros totalmente privados no reciben financiación pública”. “En España estos tienen muy pocas responsabilidades y están sometidos a un control más laxo. Por ejemplo, tienen derecho de admisión o aplican medidas más extremas en cuestiones relacionadas con el adoctrinamiento o la defensa de algunos valores. Se asume que pueden hacerlo porque no reciben financiación pública y son independientes”, comenta Turienzo. Pero, ¿es cierto? “Los datos dicen que sí la reciben” a través de elementos como “las exenciones fiscales o las mal llamada becas de la Comunidad de Madrid”. “Hay trabajos que la cifran en 500 euros por alumno al año, pero creo que en la actualidad se llegaría a cifras incluso mayores. Si se les cede suelo público o se les reducen impuestos a las familias por pagar la cuota, es dinero que dejamos de ingresar todos y al final es dinero público”, defiende el coautor de Educafakes.

Escuela y desigualdad

¿Y es la educación privada o concertada más eficiente que la pública? Pues tampoco. “Es un mito”, asegura el maestro. Para combatirlo, parte de que para analizar la eficiencia, “hay que mirar los imputs, aquello que se pone en juego en el sistema educativo, y los resultados”. Respecto a los primeros, hace notar que el “único cálculo” sobre “cuánto cuesta una plaza en un centro público y uno concertado que se ofrece por parte del ministerio" es "bastante burdo", al "omitir que algunos gastos educativos se le imputan sólo a los alumnos de los centros públicos, cuando todos participan de ellos”. Se refiere a factores como el desembolso que supone “la inspección” o “la propia administración educativa”. A lo que suma que, “hay que tener en cuenta que gran parte del gasto educativo en España está asociado al índice de ruralidad: mientras más rural es un centro, más cuesta, no porque lo haga más en sí mismo, sino porque es igual gasto con menos alumnos. Y los centros en esas zonas son públicos”, condensa. Asimismo, “aunque están reguladas desde 1985, en España, la mayoría de los colegios privados cobran cuotas alegales o ilegales”. “Si se junta todo eso”, une, “la radiografía de cuánto se invierte en la pública y en la concertada cambia”. Y por lo que respecta a los resultados, “son mejores en los centros privados, pero porque básicamente atienden a un tipo de alumnado diferente, que tiene un mayor nivel socioeconómico y cultural”, arguye.

Preguntado sobre si las desigualdades académicas se deben en buena medida a las desigualdades sociales, responde que sí, “hablando de medias y en conjunto”. “El nivel socioeconómico de los niños que acuden a los centros públicos es más bajo porque segregan en menor medida y tienen un enfoque más inclusivo, es la escuela de todos”, manifiesta. Y aporta otros datos: “Si uno de los dos progenitores tiene estudios superiores, hay un 77% de posibilidades de que los hijos y las hijas los tengan. Sin embargo, si ninguno de los dos cuenta con ellos, se reducen al 31%. La diferencia es muy llamativa y pone de manifiesto las barreras o las dificultades que tiene que enfrentar una niña o un niño que proceda de una familia popular”.  

Considera, en definitiva, que la escuela española aún no ofrece las mismas oportunidades para todos. “Es una utopía por la que debemos luchar, pero es una utopía". En su opinión: "La educación pública es la mejor herramienta para garantizar la igualdad de oportunidades y favorecer el ascenso social y que los niños desarrollen competencias, pero hoy no garantiza la igualdad de oportunidades. Sabemos que elementos como el nivel formativo de los padres o la dificultad para llegar a fin de mes están muy vinculados a los desempeños escolares y todavía no somos capaces de compensarlo educativamente”. De hecho, pone de relieve que, “cuando se analizan pruebas internacionales, uno de los factores que sigue teniendo una capacidad predictiva muy grande del éxito escolar de los niños es el número de libros en el hogar, que está asociado al nivel de lectura”. 

Y hay otra realidad: España es el país de la OCDE que más segrega a los alumnos entre la escuela pública y la concertada según su situación socioeconómica, a la luz de lo plasmado en un informe de Save the Children. Una familia con dos hijos y unos ingresos anuales de unos 9.100 euros tendría que dedicar casi un 20% de éstos a la escuela concertada, teniendo que abonar unas cuotas de alrededor de unos 100 euros durante los nueve meses del curso. Se trata de cantidades inasumibles para muchos. 

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