La leve mejora de la situación económica gracias a las medidas de estímulo del Banco Central Europeo (BCE) y a la caída del precio del petróleo cubre de un manto de optimismo la realidad en un año electoral. Tanto que a menudo se olvida que España tiene que conseguir en dos años reducir el déficit público en unos 30.000 millones de euros, del 5,7% registrado en 2014 a menos del 3% en 2016. El Gobierno confía en que la dulce coyuntura, con previsiones de crecimiento del PIB de hasta el 3%, permitirá recaudar más y cumplir con todo: con los ajustes, con los acuerdos amarrados en Bruselas y con una clase media empobrecida tras seis años de crisis. Todo, con una reforma fiscal en marcha que tendrá un coste de 9.000 millones en dos años. En ese marco, PP y PSOE, con algunos matices según autonomías, se han lanzado a prometer rebajas de impuestos. La pregunta es: ¿hay margen para ello?
Francisco de la Torre, inspector de Hacienda y autor de Hacienda somos Todos, cree que no. "La crisis fiscal no ha terminado" asegura. En su opinión, recortar impuestos supondría incumplir los objetivos. Especialmente en las Comunidades Autónomas, cuyo desfase entre ingresos y gastos en 2014 llegó al 1,7% cuando en 2016 tiene que ajustarse al 0,7%. "Salvo creyentes acérrimos en la Curva de Laffer (teoría que defiende la relación entre menos impuetsos y más actividad económica)", sostiene de la Torre, "nadie puede creer que caben rebajas de impuestos en este momento". "Hay margen para no subir, pero no para bajar".Más gasto que ingreso
La razón fundamental, apunta De la Torre, está en que "pese a las políticas de austeridad, y pese a que se han subido impuestos como nunca, la Administraciones españolas gastaron 60.537 millones de euros más de lo que ingresaron en 2014".
La de De la Torre no es una opinión asialada. La Autoridad de Responsabilidad Fiscal Independiente (AIReF) también ha manifestado que el gasto de las Comunidades Autónomas es excesivo. Este hecho, sumado a la bajada de ingresos de la Seguridad Social por el paro y las menores cotizaciones, impedirá que se cumpla el objetivo de déficit del 4,2% impuesto para este año. Tampoco se cumplió el de 2014. Quedó en el 5,7%, dos décimas por encima del objetivo autoimpuesto por el Ejecutivo (5,5%), aunque dentro de lo negociado con la UE (5,8%).
Pero la realidad, en año electoral, cuenta menos que el afán por conseguir votos. Los guiños al bolsillo de los electores son un recurso tradicional. Ahora vuelve. El PP, de cara a las elecciones de mayo, aboga por reducir los tramos autonómicos del IRPF, medidas a favor de los emprendedores (léase autónomos) y recortes en los impuestos de sucesiones y de donaciones. El PSOE, con la presidenta de Andalucía en funciones Susana Díaz al frente, también ondeó la rebaja de impuestos para ganar en las urnas y lo mismo hacen otros barones socialistas, caso del asturiano Javier Fernández o del canditato a la alcaldía de Madrid, Antonio Carmona. Menos impuestos, más votos.
Poco margen
"El margen da sólo para no subir impuestos, quizá para hacer algún ligero retoque y mantener dos años de tranquilidad para aprovechar la bonanza si se mantiene y plantear reformas serias cuando se alcance el objetivo del 3%", asegura el economista José Carlos Díez. "Aunque es cierto que los tipos impositivos en España son altos, salvo en el IVA, hay poca base de recaudación y la situación que arrastramos no es buena. El cierre de ejecución de presupuestos de 2014 muestra que los ingresos (impuestos y SS) se quedaron 15.000 millones por debajo de lo presupuestado y eso lo arrastras a 2015, con una base imponible que no mejora porque el trabajo se reparte y la renta no crece".
Pero una cosa es la política y otra muy distinta los números. Juan Laborda, economista, profesor en la Universidad Carlos III, lo recuerda. "Las promesas de bajadas de impuestos no tienen credibilidad. El PP llegó al poder prometiendo bajadas y los subió". Lo peor, sostiene el profesor, "es que no saben qué hacer, si redistribuir o cambiar de modelo; en realidad carecen de modelo más allá del ladrillo y el consumo".
Laborda se refiere a las decisiones tomadas por el Gobierno de Mariano Rajoy desde su llegada al poder en 2011. Con el escudo de la herencia recibida por delante, el Ejecutivo olvidó el programa con el que ganó las elecciones y en tres ejercicios (40 reformas y 2.000 páginas del BOE) sacó del bolsillo de los ciudadanos, IRPF e IVA mediante, más de 30.000 millones de euros. En el otro lado de la balanza está la reforma ya aprobada y las promesas del año electoral.
Ajuste concentrado
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"Todo (el ajuste) se va a concentrar en 2016" advierte Juan Ignacio Crespo, estadístico y analista financiero, para quien creer en las promesas electorales de rebajas impositivas es "un acto de fe" en un contexto económico "más benevolente por parte de la UE" pero que no conviene excesivamente a un país cuya deuda pública supera el 97% del PIB.97% del PIB El mensaje de rebajas de impuestos "no es creíble en absoluto salvo milagro", concluye.
Creíble o no, la rebaja de impuestos es un arma tradicional en la política por más que la Historia esté plagada de ejemplos de que una cosa es decir y otra muy distinta cumplir lo dicho. Ronald Reagan, presidente de EE UU (1981-1989) prometió déficit cero y abandonó el cargo con el desajuste fiscal más alto de la Historia de EE UU, a pesar de que de sus ocho años de gobierno, seis registraron importantes crecimientos de la economía. Pero ganó y se convirtió en símbolo ultraliberal.
Las promesas que afectan a los impuestos, apunta el economista Bruno Estrada (Fundación I de Mayo), son difíciles de creer en un país como España, "con una diferencia en la presión fiscal respecto a los países más desarrollados de Europa de 7 u 8 puntos". Más aún cuando esos países, con más presión fiscal, "son los que mejor han aguantado el embate de la crisis".
La leve mejora de la situación económica gracias a las medidas de estímulo del Banco Central Europeo (BCE) y a la caída del precio del petróleo cubre de un manto de optimismo la realidad en un año electoral. Tanto que a menudo se olvida que España tiene que conseguir en dos años reducir el déficit público en unos 30.000 millones de euros, del 5,7% registrado en 2014 a menos del 3% en 2016. El Gobierno confía en que la dulce coyuntura, con previsiones de crecimiento del PIB de hasta el 3%, permitirá recaudar más y cumplir con todo: con los ajustes, con los acuerdos amarrados en Bruselas y con una clase media empobrecida tras seis años de crisis. Todo, con una reforma fiscal en marcha que tendrá un coste de 9.000 millones en dos años. En ese marco, PP y PSOE, con algunos matices según autonomías, se han lanzado a prometer rebajas de impuestos. La pregunta es: ¿hay margen para ello?