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"Es una zona de guerra": los comercios reabren entre el barro en Paiporta mientras esperan las ayudas

Varias personas trabajan en la limpieza de un comercio en Paiporta

Leo y Angie tenían una peluquería enfrente del auditorio del Paiporta, reconvertido en centro de distribución de alimentos y productos básicos. “Llevábamos 8 meses, acabábamos de pagar todo”, explican con resignación, “se inundó totalmente”. La riada del 29 de octubre arrastró todo lo que había en la peluquería excepto una silla, pero están convencidos de volver a abrir lo antes posible. Otros negocios del pueblo bajarán la persiana para siempre.

“No ha quedado absolutamente nada de comercio”, explica José Antonio Redondo, concejal de Economía, Comercio y Ocupación, que cuantifica en unos 400 los locales arrasados por el tsunami de agua y barro. En la primera semana tras la tragedia, el Consorcio de Compensación de Seguros recibió más de 4.600 solicitudes relativas a comercios y almacenes afectados por la dana. El día 6 de noviembre el Consorcio anunció el pago de las primeras indemnizaciones, pero los propietarios de negocios en Paiporta no tienen ninguna previsión de cuándo cobrarán las suyas ni de qué daños quedarán cubiertos exactamente. “Si nos atenemos a casos anteriores como el volcán de la Palma y el terremoto de Lorca, las ayudas llegan cuando llegan”, lamenta el concejal, “intentaremos que las ayudas del gobierno y de la Generalitat sean lo más rápidas posibles y veremos los presupuestos” para ofrecer ayudas propias.

José Antonio es el propietario de una papelería – también anegada – y presidente de la Asociación de Comerciantes de Paiporta. “La mayoría quieren volver a abrir. Si tuviesen otro trabajo no abrirían, pero tienen que abrir”, explica, agobiado entre los trámites para pedir ayudas y la limpieza de la casa de su suegra. Consiguió vaciar de barro su papelería gracias a la ayuda de voluntarios, pero fue solo el principio. “Cuando acabas la fase de limpiar tienes que empezar a ver lo que te hace falta. En mi caso he de cambiar el suelo, porque está destrozado. No he salido del pueblo, este fin de semana quiero acercarme a empezar a ver cosas que tengo que comprar, porque aquí no puedes comprar nada para reponer tu negocio, está todo arrasado”.

José Antonio y el resto de pequeños empresarios de Paiporta están comenzando este largo camino sin saber cuánto apoyo económico recibirán y cuándo. El día 19 de noviembre se abre el plazo para solicitar las ayudas para empresas y autónomos anunciadas por el gobierno estatal, que serán de entre 5.000 y 10.000 euros para compañías con una facturación menor de un millón de euros. “¿Cuánto tiempo tardarán en darnos algo de ayuda? No sabemos nada”, lamenta José Antonio, que advierte también de las dificultades para hacer cualquier trámite en la situación en que se encuentra el pueblo. “El ayuntamiento está saturado, es una zona de guerra”, describe, y mucha gente ha perdido la documentación.

Es el caso de Vicente, de 59 años, propietario de un taller en una calle cercana al barranco del Poyo que se desbordó el 29 de octubre. Como muchos otros, estuvo a punto de morir y casi todo su material de trabajo ha quedado inutilizado. “Maquinaria electrónica, un elevador, un compresor, cuatro cargadores de batería”, enumera, “estoy intentando salvar algo, pero me imagino que cuando quiera ponerlo en funcionamiento va a ser para tirar”. Él es uno de los que se ha resignado a cerrar el negocio. “Tengo ahorrillos para pasar 4 o 6 meses, porque el gasto ahora es mínimo, pero no puedo remontar esto con la edad que tengo”.

En una situación parecida está Palmira, propietaria junto a su hermano de una conocida panadería-pastelería en el centro del pueblo. “Es un negocio familiar heredado de mis abuelos, de mis padres. Yo no puedo rehacer lo que había aquí porque yo no he creado un negocio, lo he heredado. Esto era un obrador artesanal de pastelería, es imposible hacerlo todo nuevo con la edad que tenemos”. Su gestor está solicitando las ayudas, pero “¿qué ayudas tienen que llegar para un negocio como este?”. Mientras explica su situación, se deshace en elogios a las decenas de voluntarios que la han ayudado a limpiar el local. “Esta es vuestra casa”, les dice emocionada a los últimos, llegados desde Santander.

Optimismo entre el barro

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Los casos de Vicente y Palmira contrastan con el de Isa, que trabaja en una de las tres farmacias que ya han conseguido abrir, dos semanas después de la inundación, con las estanterías medio vacías y una infinidad de arreglos pendientes. “Es el primer día que entramos por la puerta, no había cristales. Había un coche dentro”, relata, “estamos vendiendo las cosas que se salvaron, una tercera parte. Hemos conseguido abrir con ayuda de muchísima gente, chavales jóvenes ayudaron a limpiar y farmacéuticos de todos sitios nos han dado mostradores, estanterías, cajoneras”. Entre la clientela, militares, voluntarios y vecinos, todos embarrados.

También está pensando ya en abrir Ali, el dueño de una frutería. Su local, bien abastecido, brilla como un oasis de limpieza y normalidad en medio del mar de barro que sigue siendo el pueblo. “Poco a poco está llegando producto del mercado, por ahora estoy colocando”, explica. La suya podría ser la primera tienda de alimentación en abrir en todo Paiporta.

Leo y Angie, la pareja de la peluquería, tienen tantas ganas de subir la persiana de nuevo que han decidido ofrecer este miércoles cortes gratis, con las paredes todavía manchadas de barro y con material donado por otras peluquerías. “Vemos el futuro oscuro pero tenemos esperanza”, afirma Leo, trabajador en el negocio de la pareja, resumiendo la ambivalencia en que viven estos días los comerciantes de Paiporta. “Si no se reactiva el comercio no se reactivará la población”, afirma el concejal, “la normalidad pasa por que los comercios estén abiertos”.

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