Noviembre de 2021. Barcelona acoge la presentación del primer sindicato especializado en fútbol femenino. Nace Futpro. Al frente, la jurista Amanda Gutiérrez (Barcelona, 1991). Dos años después, el nombre de aquel joven sindicato se convertiría en protagonista involuntario en la prensa generalista por defender a una de sus jugadoras, Jenni Hermoso. El motivo: la agresión sexual ejercida presuntamente por el entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales.
Este jueves, Amanda Gutiérrez recogerá el premio infoLibre concedido a la Igualdad, en reconocimiento a la labor de su organización. Si de algo presume la presidenta del sindicato, es de haber conseguido lanzar un mensaje inequívoco: las mujeres, las trabajadoras, las futbolistas, ya no van a tolerar ningún comportamiento que atente contra su dignidad. Tampoco, mucho menos, contra su libertad sexual. Gutiérrez defiende con uñas y dientes la organización colectiva como herramienta de cambio y el #SeAcabó no sólo como grito de guerra, sino como puerta hacia un modelo más justo que ya, inevitablemente, va más allá del campo de fútbol.
El beso no consentido a Jenni Hermoso sucedió en una final del Mundial y ante millones de espectadores. ¿Cree que habría tenido el mismo impacto de no haberse producido en estas circunstancias?
Nada de esto hubiera pasado, se habría tapado de alguna manera y se habría quedado ahí. Incluso por parte de los propios medios de comunicación, que cuando sucedió el hecho estaban haciendo memes de lo que había pasado. De hecho fueron los medios de comunicación de otros países los que reaccionaron primero diciendo que aquí estaba pasando algo. Si hubiera ocurrido en una competición nacional, dudo bastante que hubiera pasado todo lo que ha pasado.
Esto lleva a preguntarnos cuántas veces ha podido ocurrir.
Futpro estuvo meses peleando una situación parecida en el club Alhana El Pozo, debido al entrenador del primer equipo que tenía un comportamiento totalmente inapropiado con las jugadoras. Conseguimos una resolución de Inspección de Trabajo que nos daba la razón y hace dos días la propia Federación Española de Fútbol también nos dio la razón. Aun así, es entrenador y sigue en su puesto de trabajo. Estamos hablando de que es un hecho también muy grave y la Liga F no hace nada para proteger a las jugadoras.
Una de las primeras acciones tras el caso de Jenni Hermoso fue depurar la institución con el relevo de los puestos directivos. ¿El siguiente paso es trabajar también en la raíz del problema, cambiar dinámicas y formas de funcionar?
Nosotras pedimos un cambio estructural porque no fue un hecho aislado, pasa muy a menudo en más sitios de los que la gente cree. Por eso hay que cambiar las estructuras del mundo del fútbol y eso es lo que estamos haciendo ahora.
Desde el primer momento hubo una canalización del caso a través de la herramienta del sindicato. ¿Qué papel jugó la organización colectiva de las jugadoras a través del sindicato?
Si no hubiera estado yo en aquella reunión en Oliva, en València, no habría surgido la idea de una Comisión Mixta. El trabajo de las jugadoras al final es jugar al fútbol, no lo olvidemos nunca. Necesitan una institución que las apoye, las mantenga unidas, luche por el colectivo y que tenga esos conocimientos que a ellas quizás se les escapan. Futpro ha sido determinante en ese asesoramiento y en estar dialogando con las otras instituciones para intentar ser constructivos y que ellas no estén solas. Recordemos en el 2015 lo que pasó con el anterior seleccionador: a este señor al final se le sacó de su cargo, pero a qué coste, hay jugadoras que jamás volvieron.
Tener un sindicato detrás también tiene el valor de ofrecer seguridad y apoyo a nivel emocional.
Una de las cosas que me dicen mucho las jugadoras es: si no hubiera estado Futpro y me hubierais creído, habría estado totalmente sola. Eso es lo importante de un sindicato. Futpro siempre las va a creer, da igual cuántas instituciones nos llamen locas o pasen de nosotras. Siempre vamos a creerlas.
¿Estuvieron los compañeros, los hombres futbolistas, a la altura?
No, para nada. Entiendo que ellos quieran jugar, pero ellas también. Estaban sufriendo una situación en la que necesitaban el apoyo de sus compañeros. Para mí, salvo dos o tres casos aislados, no ha existido ese apoyo.
El caso de Jenni Hermoso ha servido para que nos demos cuenta de la cantidad de gente que aún no entiende lo que significa el consentimiento
¿En qué le habría gustado que se materializara ese apoyo?
Podía haber sido de muchísimas maneras. Tampoco estábamos hablando de que se plantaran en la puerta de la Federación. Simplemente haberlas ayudado en lo que fuera necesario, ofrecerse en lo que hiciera falta, incluso intermediar. No era necesario hacer algo público, pero es que de puertas para adentro tampoco se ha hecho nada.
Se repite habitualmente, los jugadores masculinos lo hicieron, que la labor de un futbolista es la de jugar al fútbol y nada más. ¿Qué consecuencias tiene este mensaje?
Te escudas en eso y al final no opinas. Cuando eres un referente, el mensaje es que tú tienes que ver, oír y callar, en vez de decir que hay que estar atento, luchar por tus derechos y decir las cosas. Así es como se cambian las cosas.
¿Cree que hay una falta de cultura de pelear por los derechos dentro del mundo del fútbol?
En el fútbol femenino hemos tenido que luchar por cada una de las cosas que tenemos. Ahí sí somos referentes. Hasta por tener una camiseta con nuestro nombre hemos tenido que luchar. Y hemos tenido que escuchar constantemente: no molestes, estás aquí porque eres una cuota. Hay cosas que los hombres, por el hecho de respirar, se les ha dado. Nunca se ha discutido que el salario mínimo de un jugador según convenio colectivo esté en 180.000 euros. Te aseguro que hay muchos jugadores que no valen eso. A ellas siempre se les ataca por el hecho de ser mujeres. Nosotras hemos tenido que lucharlo todo.
Muchas feministas han puesto el caso de Jenni Hermoso como ejemplo de lo que es el consentimiento. ¿Cree que ha servido para entenderlo y para saber de qué hablamos cuando hablamos de violencia sexual?
Creo que sí. Al menos ha servido para que nos demos cuenta de la cantidad de gente que aún no entiende lo que significa el consentimiento. A mí me ha sorprendido la cantidad de personas que no entienden la gravedad del asunto. No han entendido que eso fue algo grave y que no se puede hacer. Es revelador, pero por otro lado ayuda a darte cuenta de que todavía queda mucho por enseñar, por educar.
Se ha demostrado que juntas y unidas tenemos mucha más fuerza de la que nosotras mismas pensamos
Hubo una reacción muy fuerte cuando trascendió lo sucedido y fue especialmente virulenta aquella que justificó al agresor y auditó el comportamiento de la víctima. ¿Le sorprendió esa reacción?
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Sí que esperábamos que hubiera un sector de la población que lo justificara. Al final, si lo justifican es probablemente porque ellos también lo han hecho en algún momento. Pero no esperábamos ese ataque. Ahí te das cuenta de qué es lo que siempre han dicho de la culpabilización de la víctima: ella está sonriendo, está comiendo un helado… ¿Qué haces tú haciéndole fotos? ¿Quiénes somos nosotros para decir cómo tiene que estar una víctima? ¿Qué esperas de ella, que esté en su casa llorando en una esquina o que no salga de su habitación? ¿Por qué nos centramos tanto en ella y por qué no nos centramos más en él? Hubo un momento en que nos centramos más en la madre, que estaba en una iglesia, que en él. Yo tenía prensa en la puerta de mi casa todos los días y un montón de artículos hablando mal de mí. Y lo mismo a ella, pero mucho más grave: hostigando a su familia, viendo qué hacía, si reía, si lloraba, qué camiseta llevaba. Hubo muchas personas importantes, influencers que tienen a su alcance a personas muy jóvenes, blanqueando y justificando el comportamiento del agresor. Diciendo: todo está bien, estas están locas. A mí eso me chocó y creo que fue realmente grave.
Por ir a lo positivo. Hay quien habla del movimiento #SeAcabó como continuidad del #MeToo. ¿Qué lecciones saca de todo esto?
Dejar de normalizar este tipo de comportamientos y sobre todo dejar de justificarlos cuando eso pasa. Sabemos que si estamos aprendiendo a identificarlos, dejamos de normalizarlos y justificarlos, así que el siguiente paso es utilizar los mecanismos que tenemos para hacerles frente. Se ha demostrado que juntas y unidas tenemos mucha más fuerza de la que nosotras mismas pensamos. Ahora estamos haciendo un trabajo que no se ve ni se expone tanto: estamos construyendo una nueva Federación, revisando las leyes para ver qué está mal, para ver qué se está aplicando y qué no, para conseguir una perspectiva de género y que no vuelvan a suceder estas cosas.
Noviembre de 2021. Barcelona acoge la presentación del primer sindicato especializado en fútbol femenino. Nace Futpro. Al frente, la jurista Amanda Gutiérrez (Barcelona, 1991). Dos años después, el nombre de aquel joven sindicato se convertiría en protagonista involuntario en la prensa generalista por defender a una de sus jugadoras, Jenni Hermoso. El motivo: la agresión sexual ejercida presuntamente por el entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales.