Un bulo sobre la boxeadora argelina Imane Khelif prende el pebetero de la transfobia en París
Imane Khelif no es trans. La polémica no existe. El Comité Olímpico Internacional (COI) zanjó el asunto este jueves a través de un comunicado en el que aseguró que se estaban publicando "informaciones engañosas" en torno a la argelina, así como sobre la taiwanesa Lin Yu-ting, de la que también se ha cuestionado el derecho a competir en la categoría femenina de boxeo de los Juegos Olímpicos de París. "Ambas deportistas son mujeres", zanjó el organismo. Compiten por ello "desde hace muchos años en la categoría femenina", añadió, criticando que lo que han sufrido ambas es una "agresión".
Pero, ¿qué origen tiene esta polémica? Fundamentalmente, quienes han alimentado lo que ahora se ha confirmado como un bulo han sido los sectores de la derecha, la extrema derecha y el feminismo contrario a la autodeterminación de género. Prueba de ello es que este jueves era el Consorcio Internacional del Deporte Femenino —de la que es socia fundadora la Alianza Contra el Borrado de las Mujeres— el que solicitaba explícitamente que no permitiera la participación de estas mujeres en las olimpiadas. "Consideramos que esta decisión de incluir a dos hombres (Khelif y Yu-ting) en el boxeo femenino es extremadamente preocupante, tanto para la seguridad como para el bienestar de las boxeadoras, contra las que competirán estos dos hombres", aseguraron. Y pidieron, además, que restablezca la prueba de determinación del sexo con hisopo en la mejilla para todas las atletas que participen en los Juegos Olímpicos de París (y en los futuros), con el fin de garantizar la equidad, dignidad e integridad en las competiciones olímpicas femeninas".
Se ampararon en algo que sucedió en 2023 y de donde precisamente radica toda lo ocurrido ahora. Y es que ambas deportistas fueron expulsadas del Mundial que se celebró ese año en Inida dspués de ser sometidas a unas "pruebas de verificación de sexo". Entonces, y según aseguró la agencia rusa de noticias TASS, el presidente de la Asociación Internacional de Boxeo (IBA, por sus siglas en inglés), Umar Kremlev, señaló que el resultado de las "pruebas de ADN" había verificado que tanto Khelif como Lin Yu-ting tenían "cromosomas XY", por lo que estaban "tratando de engañar a sus compañeras haciéndose pasar por mujeres".
Sin embargo, esta decisión es considerada por el propio COI de "repentina y arbitraria". De hecho, fue tomada —según las actas consultadas por el Comité— "inicialmente sólo por el secretario general y el director ejecutivo de la IBA", cuya Junta tardó en avalar la expulsión. Más tarde, el COI dejó de reconocer a la IBA por, argumentó, no ser una federación "fiable". "Para mantener el boxeo en el programa olímpico, el COI necesita una federación internacional reconocida y fiable como socio, al igual que ocurre con los demás deportes olímpicos", sostuvo en un comunicado publicado el pasado mes de abril. La IBA no reunía, a juicio del COI, ni las condiciones de "buen gobierno", ni de "integridad de las competiciones", ni de "transparencia".
"La actual agresión contra estos dos atletas se basa enteramente en esta decisión arbitraria, que se adoptó sin ningún procedimiento adecuado, sobre todo teniendo en cuenta que estos atletas llevaban muchos años compitiendo en competiciones de alto nivel", subrayó este jueves el COI.
Lo cierto hasta el momento es que no hay ninguna prueba que confirme que efectivamente Khelif tenga cromosomas XY, puesto que nunca llegaron a publicarse esos análisis que la IBA aseguró haber realizado. Sin embargo, lo que sí aseguró la agencia de noticias Algérie Football Média es que la boxeadora tiene hiperandrogenismo, es decir, un exceso de hormonas masculinas producidas de forma natural.
Ayuso, con Meloni y Milei
A pesar del intento del COI de zanjar la polémica, ha habido voces de la derecha y la extrema derecha que no han rectificado sus críticas a la deportista. En España por ejemplo lo ha hecho la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que publicó en su cuenta de X —antiguo Twitter— que "la abolición de la mujer es injusta y perversa". Desde Vox, la portavoz parlamentaria Pepa de Millán criticó que "la ideología de género ha destruido todo".
Se situó de este modo del lado de la líder italiana, la ultra Giorgia Meloni, que mostró su apoyo a la boxeadora Angela Carini que se retiró durante el combate con Khelif. "Sé que no te rendirás, Ángela, y sé que algún día ganarás con esfuerzo y sudor lo que te mereces. En una competición finalmente justa", señaló. Su partido, Fratelli d'Italia, mostró también su apoyo a la deportista: "Estamos a tu lado".
Del mismo modo, el presidente argentino, Javier Milei, también criticó la participación de la argelina en París. "Si seguía la mataba...", señaló, en relación a la italiana Carini.
Un debate complejo
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En cualquier caso, y a pesar de que en este caso se trata de un bulo, lo sucedido ha recordado a otros casos en los que sí ha habido deportistas trans participando en distintas competiciones. Fue el caso de Laurel Hubbard, primera persona trans en competir en unos Juegos Olímpicos, en Tokio 2020. O también Lia Thomas, nadadora trans que batió récords en Pensilvania y que despertó no solo el recelo de sus compañeras, sino también la crítica explícita de deportistas de la talla de Michael Phelps. Esto llevó inevitablemente a un debate: ¿cómo puede realizarse el encaje de las personas trans en el deporte de élite sin perjudicar a nadie?
Como publicó infoLibre, las reglas en torno a la división sexual del deporte vienen de lejos. En el libro Corres como una niña (Dos Bigotes, 2021), David Guerrero regresa a 1966, año en que la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) decide imponer a todas las deportistas pruebas de verificación de género. La razón, señala el autor del libro, no era otra que la excelencia soviética: la organización justificó la decisión "en las sospechas, todavía sin pruebas a día de hoy, de que algunas de las mejores atletas de la Unión Soviética y otros países comunistas eran en realidad hombres". Dos años después, aquellos certificados de feminidad fueron asumidos también por el Comité Olímpico Internacional (COI) como obligatorios para la participación de todas las mujeres en los Juegos Olímpicos.
Primero lo hicieron a través de pruebas rudimentarias en las que las mujeres debían desfilar desnudas. Después, con pruebas basadas en cromosomas. Y desde hace poco, el organismo decidió conceder todo el poder de decisión a las federaciones internacionales y priorizar la no discriminación, siempre que no exista una ventaja desproporcionada. Pero ahí está el quid de la cuestión: ¿qué significa eso? El consenso en torno a la respuesta todavía no ha llegado.