La mañana del miércoles, el productor argentino Bizarrap publicaba un mensaje en sus redes sociales, acompañado por una fotografía. En la imagen, una absoluta protagonista: Shakira. La cuenta atrás empezaba y medio mundo aguardaba expectante el producto de la colaboración entre ambos artistas. Durante la espera, sobrevolaba un nombre: el del exfutbolista y empresario Gerard Piqué, expareja de la cantante latina. Los términos de la pieza musical eran un secreto a voces: no cabía esperar nada que no fuera una respuesta de la colombiana a la infidelidad del catalán que propició la jaleada ruptura sentimental. La madrugada del jueves –a la 1:00 hora española– cientos de miles de personas pulsaban el play para escuchar el producto musical y, no podía ser de otra manera, analizar, interpretar y debatir su contenido.
Especialmente, desde el feminismo. Aunque a partir de ópticas muy diversas. Una de las preguntas que ha brotado, fundamentalmente en redes sociales, impugna el propio debate: ¿es realmente necesario un análisis en clave feminista de la pieza?
"¿Por qué no disfrutar de un producto cultural claramente diseñado para el contexto mediático de internet?", se preguntaban este jueves algunas voces, al tiempo que recordaban dos elementos clave: el sobreanálisis suele planear sobre las cabezas de las mujeres –las letras de artistas como C. Tangana o Bad Bunny, con numerosas referencias a sus relaciones de pareja, no habitúan a ser sometidas al escrutinio público–, pero además el beef –algo así como una suerte de ataque, respuesta, venganza, en clave musical– que construye la cantante colombiana es una práctica común en el mundo del rap y raras veces está marcada por el decoro o el respeto. De eso se trata, en parte: de reivindicar el despecho sin limitaciones ni ataduras. Todo está permitido.
"Es un poco agotador lo de buscar y exigir un mensaje feminista impoluto a absolutamente cualquier manifestación cultural (de una tía, claro)", señalaba la periodista Ana Requena.
La feminista María Murnau sostiene que las críticas a la compositora están atravesadas por sesgos morales que no tienen lugar cuando los protagonistas son hombres. "Diariamente salen canciones de cantantes igual de famosos que ella hablando de todo tipo de cosas y da igual lo ofensivas, violentas, denigrantes o poco éticas que puedan ser. A los hombres no se les pasa ese filtro, ni para su vida ni para su trabajo".
Otras miradas, sin embargo, sí han defendido la necesidad de analizar el contenido de la letra por tratarse de un producto cultural de peso con más de 34 millones de reproducciones en Youtube, el mejor estreno latino. Las expresiones culturales, al fin y al cabo, también cobijan mensajes políticos de gran impacto para quienes los consumen y tienen el poderoso privilegio de cimentar escenarios alternativos o bien apuntalar viejos modelos. Ahí es donde comienza el análisis en clave feminista.
La sororidad como requisito feminista
Quizá el fragmento que más críticas ha cosechado es aquel en el que Shakira apela a la actual pareja del exfutbolista. Las balas de la artista colombiana tienen una víctima colateral, inesperada para el público. "A ti te quedé grande y por eso estás con una igualita que tú", exclama. La abogada feminista Carla Vall señala en su cuenta de Twitter que el hecho de "culpar a la nueva" puede generar una "gran presión psicológica" difícil de soportar.
Shakira no se queda corta en el ataque y para ello no duda en empuñar las armas que sean necesarias. Algunas no solo cargadas de consignas patriarcales, sino también extremadamente clasistas –lo cual no resulta tan sorpresivo tratándose de una persona multimillonaria–. "Cambiaste un Ferrari por un Twingo / Cambiaste un Rolex por un Casio", lanza. "No te rebajes ni nos pongas a todas las mujeres a la altura de ser un objeto clasificado por su valor económico", responde Vall.
La palabra más repetida, en ese contexto, ha sido una: sororidad. "Decirle esto a una chavala que tiene cero capacidad de incidencia pública en la era de la sororidad está fatal", observa Vall. Un argumento que ha sido reprochado por otras muchas voces, en defensa de la cantante. "La sororidad no es una nueva y sofisticada mística de la feminidad que nos obliga al perdón y a la compasión de forma incondicional, tampoco es un concepto jaula en el que encerrarnos como seres abnegados e indulgentes", completa otra usuaria. "Shakira tiene derecho a sentirse despechada, dolida, traicionada, humillada y a explotar eso a través del arte. Tiene derecho a no empatizar con la nueva novia de su ex. La sororidad y la empatía no puede ser una exigencia de unas mujeres a otras por ser solo mujeres", agrega la sexóloga Loola Pérez.
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"De nuevo se esperaba de nosotras que seamos el ejemplo a seguir de ser perfectas, protocolarias y meticulosas ante el dolor. Si eres mujer: la rabia deberías controlarla, ser impoluta y respetuosa, aunque te hayan reventado personal y públicamente", esgrime la actriz Sara Sálamo.
En cualquier caso, sí han sido especialmente celebradas las referencias al exjugador catalán ("Mucho gimnasio, pero trabaja el cerebro un poquito también") y la decisión meditada de Shakira de dejar atrás el luto y dar pie a su revalorización como mujer ("Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan"). "Ya lo dijo Taylor Swift, los hombres llevan monetizando sus rupturas desde hace mucho tiempo sin que se les critique. Bien por Shakira que facture por todos los daños y prejuicios que recibió", zanja otra usuaria en redes sociales.
¿Es el discurso de Shakira feminista? ¿Pretende serlo? ¿Espera su público que lo sea? El debate no tiene una única respuesta y dependerá, como siempre pasa, de la óptica de quien lo aborde. Pero su éxito es ya incuestionable, en muchos sentidos. Uno de ellos tal vez tenga que ver con el inesperado diálogo que ha generado en torno al feminismo, la venganza y la sororidad, capitaneado, fundamentalmente, por cientos de miles de voces femeninas que han tomado la palabra.
La mañana del miércoles, el productor argentino Bizarrap publicaba un mensaje en sus redes sociales, acompañado por una fotografía. En la imagen, una absoluta protagonista: Shakira. La cuenta atrás empezaba y medio mundo aguardaba expectante el producto de la colaboración entre ambos artistas. Durante la espera, sobrevolaba un nombre: el del exfutbolista y empresario Gerard Piqué, expareja de la cantante latina. Los términos de la pieza musical eran un secreto a voces: no cabía esperar nada que no fuera una respuesta de la colombiana a la infidelidad del catalán que propició la jaleada ruptura sentimental. La madrugada del jueves –a la 1:00 hora española– cientos de miles de personas pulsaban el play para escuchar el producto musical y, no podía ser de otra manera, analizar, interpretar y debatir su contenido.