“El feminismo me ha cambiado la vida desde que nací pero sin saberlo”
En 2018, el movimiento feminista consiguió un hito histórico: una huelga internacional que secundaron cientos de países y una movilización que sacó a las calles a cientos de miles de mujeres. Este martes, las mujeres vuelven a salir. La importancia del feminismo se reafirma cada año en el 8M y a pesar de que interpela a todas las mujeres, en cada una ha calado de forma distinta.
El feminismo ha cambiado la vida de muchas mujeres, aunque cada caso parece único. Este movimiento está ligado al “aprendizaje”. Paula Vega, filósofa, docente y coordinadora del 8M de Madrid, asegura que el feminismo le ha explicado “un montón de cosas" que nadie le había explicado, sobre todo vivencias que creía individuales pero que "les habían pasado a otras mujeres”. Pero también ha cambiado la forma de pensarse a sí misma, añade, y la manera "de entender a los y las demás”. Rocío Cruz, estudiante de Periodismo y Humanidades, comparte esta idea y afirma que el feminismo ha afectado a su forma de relacionarse con los suyos.
Este movimiento también se caracteriza por “abrir los ojos” a las feministas, o más bien, ponerles unas “gafas moradas”. Estas gafas han hecho que muchas mujeres sean más críticas con su manera de pensar, sus actitudes, comportamientos o conductas. Irene Mira, de 22 años, cree que el movimiento “te cambia en todos los sentidos. Muchas veces es un jarro de agua fría porque hace que te des cuenta de la realidad y las desigualdades en las que todavía hoy seguimos envueltas, es un aprendizaje constante”. Paula Vega reconoce que el feminismo le ha hecho "mucho más feliz y mucho más crítica”.
Elvira Andújar, estudiante de Psicología, lo ejemplifica con un acto cotidiano y normalizado: la depilación. “Cuando me empezó a salir vello me sentía muy presionada a quitármelo, por lo que los demás pensaran, y porque yo misma había asumido la idea de que las mujeres no tienen pelo”, pero gracias a la “conciencia feminista” consiguió restarle importancia y sentirse “muy liberada”. Selene Serrano, una joven de 22 años, asegura que el feminismo le ha cambiado la vida desde que nació, "pero sin saberlo”. Sin embargo, señala, es el machismo lo que realmente "ha condicionado" su vida, pero "el feminismo ha arreglado lo que el machismo marcaba”.
Loli Núñez, funcionaria en el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 y madre, reconoce que con los años le ha dado la vuelta a muchas de las cuestiones que había interiorizado “desde pequeña”. Su hermana, Julia Nuñez, licenciada en Psicología y Magisterio, coincide: “El feminismo ha influido considerablemente en mi forma de pensar, ha hecho que derribe viejos estereotipos asociados al sexo femenino y me ha abierto los ojos ante situaciones que teníamos normalizadas”. Además, Julia asegura que han sido otras mujeres las que la han “empoderado” a viajar sola, algo que nunca se había planteado.
Por otro lado, el feminismo es capaz de cambiar vidas, o al menos de guiarlas. Es el caso de la poeta e investigadora Noemí Trujillo, quien afirma que este movimiento y sus aprendizajen han aterrizado especialmente en su trabajo. Ana Vargas, historiadora y profesora de Estudios de Género en la Universidad Carlos III de Madrid, reconoce que esta corriente le ha determinado: “Las propias decisiones que he ido tomando a lo largo de mi vida, también en el plano laboral, han estado marcadas por tener una conciencia feminista”.
El 8M no es la lucha de un solo día
La manifestación del 8M simboliza la lucha que las mujeres llevan a cabo durante todo el año. Lleva siendo así desde hace más de un siglo, cuando nació la primera reunión alrededor de un 8 de marzo. “El primer 8M fue en 1911 a propuesta de la revolucionaria Clara Zetkin y en solidaridad con unas trabajadoras en huelga en Estados Unidos. Ese es el espíritu del 8M”, destaca Irene Olano, activista del colectivo Pan y Rosas.
Hoy en día, sigue siendo un día significativo y emotivo para las feministas. Rocío Cruz admite haberse emocionado en varias ocasiones: “He llorado por sentir que la lucha es real, que estamos todas unidas reivindicando lo que nos merecíamos, que nadie ni nada nos puede parar”. A estas movilizaciones acuden mujeres de todas las edades. Concha Rodríguez, estudiante de Humanidades, asegura que todos los años va acompañada de sus hijas, mientras que Ana Vargas se alegra de ver que a su lado se manifiesten alumnas suyas.
Elvira Andújar destaca dos funciones principales del 8M: “Es un día para informar, educar acerca del feminismo y desmitificar creencias, y por otro lado es una forma de hacer ruido”. Esta manifestación anual logra llevar a la agenda mediática debates feministas. Selene Serrano incluso considera que “sin estos últimos 8M no tendríamos ahora un ministerio dedicado a la Igualdad”. Rafaela Pimentel, activista feminista y trabajadora de hogar y cuidados asegura que mediante estas manifestaciones se busca que las mujeres “tengan derechos todos los días”.
Al fin y al cabo, el 8M es un lugar de encuentro entre todo tipo de mujeres, que juntas ponen el foco en las demandas feministas actuales. “Es un momento emocionante porque se recogen los frutos de un trabajo duro que hacemos los 365 días del año”, destaca Irene Olano.
En definitiva, la construcción de una sociedad feminista depende en gran parte de la educación, y es por ello por lo que en estas manifestaciones se reivindica una enseñanza feminista. Ana Vargas recuerda que “hay que ser feminista dentro y fuera” del aula. Julia Núñez, licenciada en Magisterio, recupera uno de los clásicos lemas del movimiento al afirmar que “el futuro será feminista o no será”. Sin embargo, la educación no solo se da en las aulas, también en el ámbito familiar. Concha Rodríguez afirma que en cada casa debe reflejarse la “igualdad”, tanto en los matrimonios como en la educación de los hijos e hijas.