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El feminismo exhibe músculo pese a las diferencias y el ruido por el 'solo sí es sí'

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Miércoles, 8 de marzo de 2023. Las mujeres vuelven a tomar las calles y a constatar el éxito del feminismo, un movimiento que sigue interpelando a la mayoría a pesar del ruido.

En la radio, un especial sobre educación sexual y en las tertulias de televisión, examen a la paridad. Líderes políticos de todos los colores comparten su meditado homenaje al feminismo en redes sociales. Y en Whatsapp, fotos de madres, primas, amigas con las uñas pintadas de morado. "Gracias compañeras por ser mi manada", mensajeaba para empezar el día una activista feminista a su grupo de la Comisión 8M de Vallecas, pasadas las 8.30 horas. "Nervios, sí. Pero bonitos", reconocía una de las feministas que componen la Comisión 8M de Madrid pocas horas antes de que la marcha arrancara en la capital. 

En Madrid, las líneas de metro que conectan con Atocha vuelven a estar saturadas poco antes de las 19.00 horas, esta vez sin apenas mascarillas en los vagones. En los alrededores de la glorieta de donde parten las dos convocatorias –la organizada por la Comisión 8M y la del Movimiento Feminista de Madrid –, comienzan a escucharse los gritos que salen de los megáfonos y se puede ver ya algún grupo de mujeres con sus prendas violetas. La marcha está a punto de empezar

A la cabeza, la Comisión 8M de Madrid se prepara para ver el resultado de meses de trabajo. La mirada de las organizadoras cifra la participación en 700.000 personas, aunque la Delegación del Gobierno marca distancia y la estima en 17.000. Si bien la marcha no puede ni soñar con replicar las movilizaciones masivas que inundaron las calles hace un lustro, lo cierto es que la foto fija retrata un centro de la ciudad colapsado de manifestantes. 

Somos más y no vamos a dar un paso atrás: vamos a conquistar todos los derechos para todas las mujeres

La estructura de la manifestación, perfectamente organizada por bloques, es fruto de un trabajo minucioso. Los colectivos feministas tienen prioridad absoluta. Después, partidos y sindicatos. Uno de los bloques que encabeza la marcha es el antirracista, configurado por quienes han abanderado el lema Regularización YA. Entre sus cánticos, algunos nombres propios: "Marlaska, canalla, salta tú la valla", gritan. 

Tras las pancartas se encuentra Darlen, una joven que forma parte del grupo Mexicanos en Madrid. "Pedimos que se regularicen los papeles que muchas de nosotras no tenemos", expone. Una reivindicación, defiende, genuinamente feminista: la regularización es la puerta de entrada a la consecución de derechos básicos para las mujeres más precarizadas. 

A Darlen no parece preocuparle la división que ha marcado al movimiento feminista, especialmente en el último año. Al contrario, la asume con naturalidad: "Las luchas feministas nunca son homogéneas y cuanto más grande es el movimiento, más diferencias habrá. Pero eso no deslegitima la lucha, sino que nos obliga a encontrar puntos de encuentro", reflexiona.

No es el primer año que el eco de la división atraviesa a un movimiento feminista que, en realidad, siempre ha sido plural. Inevitablemente, las dinámicas de la política institucional han tenido un impacto irreparable en el activismo: primero, con la ley trans como telón de fondo; después, con la ley del solo sí es sí. La pugna política se ha trasladado también a las calles, contribuyendo a hacer de la brecha una herida profunda. Autodeterminación e identidad de género, consentimiento, rebajas de penas, violencia e intimidación. Pero también prostitución, abolicionismo, trabajo sexual. No son debates nuevos, pero lo cierto es que en los últimos años han tomado las riendas.

"Somos más y no vamos a dar un paso atrás y vamos a conquistar todos los derechos para todas las mujeres". Con estas palabras se dirigía la ministra de Igualdad, Irene Montero, a los medios de comunicación que la rodeaban. La ministra ha dedicado su intervención a "las migradas, las racializadas, las que llegan a fin de mes o las madres que cuidan solas a sus hijos". A su lado, asentían con complicidad sus principales bastiones: desde la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez, hasta la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell.

A su alrededor, hombres y mujeres anónimas expresaban su incondicional apoyo a través de consignas muy diversas. "Con Carmen Calvo no estamos a salvo", canturreaban algunos. "Irene, valiente, aquí está tu gente", completaban otros. A varios palmos de la ministra, dos mujeres subrayaban, decididas, que "el futuro será feminista o no será" y una tercera se permitía afinar más el tiro: "¡Es el cambio! ¡El cambio será feminista o no será!".

En representación de las mujeres socialistas, la ministra de Hacienda y Función Pública y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero, ha defendido la idea de unidad: "La rivalidad no está dentro de las mujeres, sino fuera, entre los que niegan que haya machismo estructural o siempre ponen excusas para no permitir avances en materia de igualdad", ha lanzado. "Hay que trasladar que todavía hay una cuesta empinada por recorrer y es mucho mejor hacerlo todas juntas". Abrazadas por el lema "Mujeres libres e iguales" estampado en una pancarta, la acompañaban las ministras Pilar Llop (Justicia), Carolina Darias (Sanidad), Diana Morant (Ciencia e Innovación), Reyes Maroto (Industria, Comercio y Turismo) y Raquel Sánchez (Transportes, Movilidad y Agenda Urbana).

Hay que trasladar que todavía hay una cuesta empinada por recorrer y es mucho mejor hacerlo todas juntas

Un tramo más atrás, Ana baila sin soltar el carrito de bebé que parece seguir sus pasos. Muy cerca, sus movimientos eran replicados por tres niñas pequeñas. "Su primera 'mani' feminista fue cuando tenía un mes y medio", dice mirando a una de ellas. Ana reconoce las secuelas que provoca la división, pero observa el futuro con una mirada esperanzadora. "Separarnos hace que perdamos poder. Tenemos que escucharnos y ser críticas", reflexiona. Su cautela y su mesura se esfuman cuando habla de las generaciones más jóvenes. Ahí sí, ahí es tajante: "Hay un cambio claro a nivel generacional. Ellos no conciben el hecho de que existan diferencias entre mujeres y hombres", afirma.

Una de las manos que están ya cogiendo el testigo es la de Aitana. Entre la timidez y la emoción de estar viviendo su primera manifestación feminista, la adolescente de dieciséis años acierta a decir que se siente "contenta y concienciada con el futuro". Sostenida por sus amigas, confía en que los suyos estarán a la altura para "reivindicar todo lo que aún queda". 

También lo creen Piedad y María, dos hermanas que cuadruplican la edad de la adolescente y que destacan su veteranía en esto de salir a la calle por los derechos de las mujeres. Perfectamente acompasadas, las dos mujeres se turnan para complementar lo que la otra dice. Lamentan el "ruido" que algunos medios de comunicación contribuyen a generar para "desviar la atención" de lo importante, pero están seguras de que "queda mucho músculo". Ambas han llegado al madrileño Paseo del Prado desde Vallecas, en un bloque protagonizado por varias decenas de niños y niñas capaces de pronunciar la palabra "patriarcado" para clamar por su final.

La única forma de conseguir derechos es en las calles, las instituciones no tienen margen

A la cabeza del bloque que ocupa el colectivo de estudiantes universitarios Pan y Rosas, se deja la voz Boiko. La plataforma no se anda con rodeos: "La lucha está en las calles y no en los ministerios", rugen los más jóvenes. "La única forma de conseguir derechos es en las calles, las instituciones no tienen margen", explica Boiko. Pone de ejemplo la ley trans, una propuesta inicialmente cargada de medidas que se han ido perdiendo en el camino, como la inclusión de las personas no binarias. Si la derecha llega a gobernar, dice preocupada, la ley sencillamente desaparecerá. Por eso la resistencia, insiste, solo puede venir de las calles. Boiko no es más indulgente con Unidas Podemos: "Llegó con muchas promesas y nos ha traicionado", lamenta.

La división queda patente

Una vez más, decenas de ciudades han sido testigo de la división del movimiento feminista que desde hace un año queda patente en las calles. En la capital, el Movimiento Feminista de Madrid ha llamado a salir media hora antes de la convocatoria fraguada por la Comisión 8M. Las conocidas como feministas clásicas pedían la dimisión de Irene Montero y clamaban contra sus políticas, tildadas de "chapuzas" por las manifestantes. 

Sobre la mesa, su oposición sin titubeos a leyes como la del solo sí es sí y la ley trans. Las pancartas que portaban las feministas daban cuenta de los principales asuntos que preocupan a este sector: "Ser mujer no es un sentimiento", "la infancia ni se toca ni se hormona" y "el feminismo es abolicionista" eran algunos ejemplos. En declaraciones a Europa Press, la portavoz del colectivo, Ana de Blas, señala que "lo más importante hoy es hablar de la lucha contra la violencia machista que tiene indicadores muy preocupantes y la lucha contra la violencia sexual". Las organizadoras estiman la participación en 35.000 asistentes, pero la Delegación del Gobierno la rebaja hasta los 10.000.

A pesar de la tensión producto de la bifurcación de las marchas, la capital no ha sido testigo de ningún incidente. Salvo una pequeña anécdota: miembros de Nuevas Generaciones de Madrid han salido escoltados por la Policía Nacional tras aproximarse a la cabecera de la delegación del Partido Socialista portando una pancarta con el lema "Que te vote Tito Berni".

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En Andalucía, miles de personas han participado en las distintas manifestaciones convocadas por los colectivos feministas de todo el territorio, unas marchas que se han celebrado de manera unitaria en todas las capitales de provincia salvo en Sevilla y Almería, informa Europa Press. La división sí se ha escenificado en València, donde dos manifestaciones han recorrido las avenidas de la capital, convocadas de manera separada por la Coordinadora Feminista y la Assemblea Feminista. 

En Barcelona, la Guardia Urbana cifra la participación en 40.000 asistentes y los organizadores la elevan a 100.000. Al final del recorrido, las activistas feministas han leído su manifiesto para reivindicar la lucha feminista como respuesta al "sistema cishetero, patriarcal, racista y capitalista".

Más de 50.000 personas, según las organizaciones convocantes, han recorrido el centro de Zaragoza, convocadas por la Asamblea 8M y la Coordinadora de Organizaciones Feministas. Bajo un lema: "Con todas y a por todas, nadie nos silencia". En Bilbao, las cifras oficiales hablan de 20.000 asistentes que pusieron el foco en un "sistema público vasco comunitario de cuidados". Sobre trabajo precario, bajos salarios, pensiones desiguales y los déficits del sistema de cuidados ha hablado Miriam Couceiro, portavoz de la Plataforma Feminista Galega, arropada por miles de personas en las calles de A Coruña.

Miércoles, 8 de marzo de 2023. Las mujeres vuelven a tomar las calles y a constatar el éxito del feminismo, un movimiento que sigue interpelando a la mayoría a pesar del ruido.

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