Qué hay detrás de las primas de la selección femenina de fútbol: “La brecha salarial ha venido para quedarse”

Jugadoras de la selección femenina española con la primera equipación para la Eurocopa 2022.

Los artífices del acuerdo anunciado esta semana no dudan en enmarcarlo en la categoría de histórico. "Se ha hecho historia", dicen desde el sindicato especializado en fútbol femenino, Futpro. La organización ha sido uno de los pilares en la consecución de lo que consideran un hito, un paso más hacia la igualdad retributiva en el fútbol. Con muchos matices: los salarios no se equiparan, sino que son los porcentajes de las primas que reciben los y las futbolistas. Un ejemplo de que la inequidad está todavía bien vigente en los bolsillos de los y las jugadoras: la UEFA decidió distribuir 16 millones en la Eurocopa femenina de este verano, mientras que de la Eurocopa masculina emanaron 371 millones en 2021. Por tanto, aunque los porcentajes se igualen, la cuantía final sigue evidenciando las muchas desigualdades que todavía anidan en el mundo del fútbol.

Algunos datos sobre la situación de las mujeres que quieren dedicarse profesionalmente al fútbol los recoge el autor David Ferrero en su libro Corres como una niña (Dos Bigotes, 2021). Por ejemplo: según la organización internacional de futbolistas FIFPro, el 87% de las mujeres abandonan su carrera deportiva en el fútbol antes de cumplir 25 años, por falta de remuneración económica. En torno a un 49%, casi la mitad, ni siquiera cobra por jugar. Y de las que sí lo hacen, sostiene el autor del libro, solo un 10% tiene un salario digno que le permite vivir de su carrera. 

Fue una huelga histórica, la primera entre las jugadoras, la que consiguió la creación del primer convenio colectivo para las futbolistas profesionales. Exclusivo para ellas, pues los jugadores ya contaban con uno propio desde 2015. Un convenio para cada género, algo impensable en cualquier otro sector. El convenio avanzó en derechos laborales, rozó la igualdad en las condiciones, pero quedaron por el camino muchas otras cuestiones pendientes, la mayoría en el centro de las negociaciones que se producirán en el marco de la renovación del convenio. Es, ilustra David Guerrero, "solo un pequeñísimo paso adelante". Para muestra, un dato: el convenio femenino establece un mínimo salarial de 16.000 euros anuales, el masculino lo sitúa en 155.000 euros al año.

Igualdad... en las primas

El último gran avance, jaleado desde no pocos frentes, hablaba en un primer momento de igualdad salarial, un término inexacto. Por partes. El acuerdo se firmó entre la Federación Española de Fútbol y los sindicatos, afecta por tanto a las jugadoras de la Selección. "No es igualdad salarial, porque no hay salario", explica, diligente, la presidenta del sindicato Futpro, Amanda Gutiérrez. El salario que cobran las jugadoras proviene de los clubes a los que pertenecen, sus empleadores, pero el paso que se ha dado esta semana no entra en ese terreno. "En la Selección, reciben una compensación económica: porcentajes de premios que provienen de la UEFA y la FIFA y también por derechos de imagen", expone Gutiérrez. En la negociación hacia la equidad, explica, se sopesó la posibilidad de establecer una cantidad fija en base a dietas y por partido jugado, pero finalmente se optó por seguir la misma lógica que la de sus compañeros hombres: ir a porcentajes. Es ahí donde entra, ahora sí, la palabra igualdad: son los porcentajes, las primas, lo que se ha igualado.

La cuantía de los premios es distinta, pero "se han equiparado los criterios de reparto", replica Gutiérrez. Y además, el valor de los galardones a las jugadoras va al alza, puntualiza. El fútbol femenino está "en auge, en un momento muy dulce, si los clubes invierten en ellas, irá a mejor", sostiene. Ese prestigio en aumento se traduce en algunos hitos, como la consecución del Balón de Oro 2021 por parte del FC Barcelona, mérito de la centrocampista española Alexia Putellas. La misma que, desde ese momento, consiguió vender el doble de camisetas que cualquiera de sus compañeros varones del Barça. O el debut del Real Madrid femenino en julio de 2020. O los 91.648 espectadores que el pasado abril llenaron el Camp Nou para asistir a un partido liderado por mujeres, batiendo récord mundial. 

Pero mientras la igualdad no sea efectiva y los premios que reciban las jugadoras sean inferiores a los de sus colegas, el acuerdo firmado esta semana incluye un mecanismo de discriminación positiva: la Federación corregirá la diferencia "poniendo más dinero", explica Amanda Gutiérrez, como una suerte de plus que permitirá aproximarse a la igualdad en lo económico.

De la parcialidad a la maternidad: los otros frentes

"Ha habido avances, pero estamos en el siglo XXI", clama María José López, abogada y codirectora de la asesoría jurídica de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE). El contexto hace casi imposible que el fútbol se mantenga ajeno a los avances sociales: la igualdad está consagrada constitucionalmente, recuerda la jurista, pero además existe una Ley de Igualdad desde hace quince años. Y aun así la desigualdad persiste.

El convenio colectivo que sienta las bases de las condiciones laborales de las jugadoras, conseguido tras una ardua negociación de dieciocho meses en los que la AFE y la propia María José López fueron decisivos, despierta en sus artífices orgullo y recelo. Por un lado, reconoce la letrada, "es una aberración jurídica que haya un convenio por sexo", algo impensable en cualquier otro sector. Pero también hay luces. "El convenio supuso igualdad en las condiciones laborales, aunque no en las retributivas. La brecha salarial está para quedarse", sostiene López. Se consiguió la remuneración de la jornada laboral, sin matices, o la nulidad de cualquier despido motivado por un embarazo, porque la maternidad todavía "penaliza a las mujeres futbolistas". 

Patricia Gavira, jugadora de la Unión Deportiva Granadilla Tenerife, confía en los avances. Los ha experimentado en sus propias carnes, desde que comenzó a danzar con un balón hace más de diez años. Gracias al convenio colectivo, se ha "conseguido no tener que decidir ser madre o ser deportista profesional", dice a preguntas de infoLibre. Cree que aún hay margen de mejora para evitar que la maternidad sea una tarjeta roja para las jugadoras, pero la situación ha mejorado: "Antes las jugadoras que eran madres directamente se retiraban. Ahora, el staff está más preparado, los clubes y los sindicatos te respaldan... estamos en el camino correcto".

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De cara a la negociación del nuevo convenio, los sindicatos lo tienen claro: la prioridad es romper con la parcialidad. "No se va a admitir ningún contrato en tiempo parcial", señala López, quien calcula que en torno al 30% de las jugadoras tienen que compatibilizar su actividad con otro trabajo. La propia Gavira lo ha hecho así durante años. "Siempre he tenido que compatibilizar dos trabajo y el fútbol siempre ha estado en segundo lugar, porque no podía sobrevivir solamente con el sueldo de futbolista", reseña. Hoy, celebra, ser futbolista profesional es su sustento.

"Estamos preparados para empezar a negociar, pero la Liga ha ido tan lenta que estamos esperando", completa Gutiérrez sobre el convenio. Coincide en que "la jornada parcial es una línea roja", pero existen otras. Subir el salario, porque las jugadoras "se están yendo a ligas de otros países con condiciones que aquí no tenemos", mejorar la conciliación, las cantidades en casos de indemnización o las pruebas médicas con perspectiva de género, citan ambas. El objetivo, eso sí, es caminar hacia un convenio común. "No tiene sentido tener un convenio de hombres y otro de mujeres, utilizan tecnicismos para que sea posible, pero solo se hace para mantener los salarios por debajo", clama Amanda Gutiérrez. 

Los sindicatos también aspiran a modificar el real decreto por el que se regula la relación laboral especial de los deportistas profesionales. Un texto que data de 1985. "No habla de maternidad, ni de conciliación, ni de nada relacionado con el género femenino", critica López. Todo ello, claro, hay que pelearlo. "El elemento vocacional ha pesado mucho, las jugadoras no siempre tienen interiorizada la relación laboral", por lo que son excesivamente indulgentes con los clubes. "A veces hay que desmarcarse porque tienes que defender tus derechos", zanja la letrada. Para Gavira, la clave está en no buscar comparaciones con el fútbol masculino, sino concentrar todas las fuerzas en crecer. "Tenemos que ver dónde estábamos hace diez años, dónde estamos ahora y dónde estaremos dentro de otros diez. Ese es el verdadero reto del fútbol femenino".

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