La batalla política había conseguido desplazar al movimiento feminista del debate sobre su ley más paradigmática, la del sólo sí es sí, pero un millar de colectivos han dado un paso hacia adelante para reivindicar lo que un día nació de su lucha en las calles. Más de mil organizaciones y expertas han suscrito este lunes un manifiesto contrario a la propuesta socialista en torno a la reforma de la ley y favorable a las tesis del Ministerio de Igualdad, partidario de mantener el consentimiento en el centro. Las entidades feministas que han alzado la voz llaman a concentrarse este miércoles a las 19:00 horas frente al Ministerio de Justicia. Creen, coincidiendo con el primer acuerdo rubricado entre socialistas y conservadores, que es hora de recuperar las calles.
Feministas, juristas y expertas en violencia contra las mujeres llevan tiempo reflexionando sobre su papel en un debate que no deja de ocupar titulares. Entre rebajas de penas, propuestas de reformas y efectos indeseados de la norma, las feministas se preguntaban dónde estaba su voz. El contexto no es, tampoco, el idóneo: la división del movimiento feminista es una realidad palpable y la unidad de acción se ha convertido en un reto casi de otra época. Ante esta coyuntura, no pocas voces se debatían entre pasar a la acción y mantener la cautela.
Muchas han decidido este lunes dar un golpe de timón en defensa de la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual. Además de "establecer un nuevo marco jurídico integral", la norma "ha supuesto un cambio de paradigma importante colocando el consentimiento como único elemento definitorio de la violencia sexual", ponen en valor. Es eso, opinan las firmantes, lo que está en juego esta semana.
"Verbalizar el 'no' para conquistar el 'sí"
El eco del "no es no" en las calles, especialmente sonoro tras la agresión de La Manada, devolvió otra consigna: que "sólo sí es sí". "Verbalizar el no, dotarlo de contenido político, posibilitó visibilizar las violencias sexuales y establecer un límite a un derecho que se concebía como natural por parte de los hombres", subrayan las feministas en el manifiesto. El sí, por su parte, "supone comprender la sexualidad como una relación entre personas libres que consienten, con capacidad de elección y en igualdad de derechos". En otras palabras, "fue necesario verbalizar el 'no' para conquistar el 'sí".
Ahí es donde pone el acento la feminista y exparlamentaria Teresa Sáez, una de las firmas estampadas en el comunicado. "Lo que hay en juego está claro: el consentimiento", dice en conversación con infoLibre. La cofundadora de la Plataforma de Mujeres contra la Violencia Sexista de Navarra no puede olvidar el camino recorrido desde que en 2008 Nagore Laffage fue asesinada en los Sanfermines: "Hemos estado desde Nagore explicando lo importante que era visibilizar la violencia sexual e insistir en que sólo sí es sí". Una vez conseguido, añade, la reforma planteada en los términos que proponen los socialistas es "un retroceso" que interpone "barreras e impedimentos para las mujeres".
La proposición del Grupo Socialista, sostienen quienes han suscrito el manifiesto, echa por tierra las conquistas del feminismo. La iniciativa "se revela ineficaz", argumentan, porque introducir un subtipo basado en la violencia e intimidación tiene por objetivo elevar la pena "en la parte alta de la horquilla", pero mantiene el mínimo intacto. "El grueso de las revisiones se ha producido en casos" calificados como abuso y en los que la pena impuesta era "la más baja de la horquilla", por lo que endurecer las penas máximas no solo no resuelve el problema, sino que evita "centrar el debate en la praxis judicial que ha originado la mayor parte de las decisiones de rebaja".
Nerea Barjola, doctora en estudios de género y experta en violencias sexuales, cree firmemente que este es el "momento de hacer algo" para evitar "volver al Código Penal anterior". Encaja la propuesta del Partido Socialista en un retroceso cuyo coste pagarán las víctimas. "Ya sabemos lo que significa para las mujeres: volver a demostrar que nos hemos resistido y que ha habido violencia", caer de nuevo en un "círculo de responsabilidades" que redunda en "no creer la palabra de las mujeres".
La abogada y militante feminista Nerea García coincide en que los planteamientos defendidos por los socialistas implican "cargarse el consentimiento" por el que el movimiento feminista ha estado "trabajando durante muchísimo tiempo". La ley que salió publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE) en septiembre de 2022 supuso una "apuesta muy interesante, un cambio de paradigma". Si la reforma ahora propuesta consigue superar los trámites parlamentarios, se estará consumando "un paso para atrás" de gran calado. La introducción de un subtipo basado en la violencia y la intimidación, aunque no interfiere en la redacción relativa al consentimiento, "cambia radicalmente" el escenario. "Una cosa es mantener el consentimiento y otra cosa es cómo se conceptualiza e interpreta", completa Barjola, e introducir la violencia y la intimidación vuelve a conceder protagonismo a dos elementos que se han revelado problemáticos para las víctimas.
Recuperar las calles
Miércoles 19 de abril a las 19:00 horas, frente al Ministerio de Justicia. Las feministas admiten el lastre de las prisas y la premura que impone la urgencia. Un acto simbólico, pronostican. Pero quizá el punto de partida hacia una movilización mucho más masiva. Como ocurrió tras la sentencia que calificaba de abuso la violación de La Manada, o como las huelgas ligadas al 8M.
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Barjola resta peso a cualquier previsión sobre el impacto más inmediato en las calles. Lo esencial, incide, es "resituar el debate en los justos términos y poner en valor lo importante". Los motivos son "los mismos" que empujaron a las feministas a las plazas en ocasiones anteriores y eso se mantiene intacto. "Sabíamos que iba a haber una reacción misógina, violenta y patriarcal, que ahora se traduce en la forma de hacer política. Hay mucha confusión, pero el movimiento feminista tiene muy claro que lo que vertebra la violencia sexual es el consentimiento", reitera.
Consciente de esa confusión, García cree relevante que el manifiesto esté precisamente avalado por juristas –lo han firmado más de un centenar–, profesionales y feministas. "No es una cuestión partidista, sino de responsabilidad y de atender en condiciones dignas a las mujeres que sufren violencia sexual". La abogada se reconoce optimista, aunque asume que el debate se ha desplazado al plano político y ha dejado al margen la reivindicación genuinamente feminista que dotó de sentido a la norma en un primer momento. "Los movimientos feministas llevan pidiendo un consentimiento afirmativo, positivo, reversible y no mediado por la intimidación y la violencia" desde hace años y es eso lo que se trata de defender ahora. Quizá, primero, a través de acciones simbólicas. Pero tal vez las calles se vuelvan a llenar. "¿Cuál va a ser el detonante? ¿La reforma u otro caso como el de La Manada?", se pregunta García.
Es la misma duda que plantea Sáez. Quizá ahora el debate técnico, político, electoralista haya acaparado los titulares, pero la feminista está convencida de que el potencial movilizador del feminismo sigue firme. "Hemos conseguido incidencia política y social. Si hay un retroceso, saldremos a la calle. Si vuelve a haber un juicio, ante un hecho concreto, volveremos a salir".
La batalla política había conseguido desplazar al movimiento feminista del debate sobre su ley más paradigmática, la del sólo sí es sí, pero un millar de colectivos han dado un paso hacia adelante para reivindicar lo que un día nació de su lucha en las calles. Más de mil organizaciones y expertas han suscrito este lunes un manifiesto contrario a la propuesta socialista en torno a la reforma de la ley y favorable a las tesis del Ministerio de Igualdad, partidario de mantener el consentimiento en el centro. Las entidades feministas que han alzado la voz llaman a concentrarse este miércoles a las 19:00 horas frente al Ministerio de Justicia. Creen, coincidiendo con el primer acuerdo rubricado entre socialistas y conservadores, que es hora de recuperar las calles.