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Si eres una mujer española y tienes un hijo en Países Bajos, te enfrentarás al caos burocrático del Consulado

Una madre junto a su bebé recién nacido.

"Es la sensación de que no te quieren escuchar, de que no te van a ayudar, de que estás desamparado completamente", se desahoga María al otro lado del teléfono. Como ella, son muchos los ciudadanos españoles —hasta 36.635 residentes— que sufren a diario la incompetencia del Consulado de España en Ámsterdam, encargado de la asistencia administrativa de los nacionales residentes en territorio neerlandés. DNI, pasaportes, certificados, servicios de registro civil, de gestión de la nacionalidad o del censo electoral. Todos estos procedimientos pasan inevitablemente por las oficinas del consulado. Un órgano —según denuncian sus propios trabajadores— infradotado, avejentado y sobresaturado por sus interminables listas de espera.

"Por fin hemos conseguido finalizar su registro. Ya tenemos su DNI y su pasaporte. Se acabó la pesadilla", comenta aliviada María, investigadora española residente en Países Bajos desde hace siete años. En septiembre, se convirtió en madre primeriza, una alegría teñida de preocupación al encontrarse de bruces con las trabas de un procedimiento aparentemente sencillo y habitual: inscribir a su hijo en el registro civil español.

"El primer paso es registrarlo en el Ayuntamiento del municipio o ciudad en el que nace. Después, tienes que solicitar el acta de nacimiento, documentación esencial para inscribirlo en el registro civil español, para que se le reconozca como ciudadano español de pleno derecho. Y solo el acta ya tarda unas tres semanas", comienza explicando. Pero el verdadero problema viene después, cuando se activan las competencias consulares. "No existe la posibilidad de hacer ninguna gestión presencialmente. Todo es por correo y la información sobre cómo proceder con los trámites la tienes que sacar de su página web, repleta de información contradictoria, a veces directamente incomprensible. ¿Los correos? Todavía los tengo sin contestar. ¿Las llamadas? Te cogen una de cada diez y te despachan de mala manera a los cinco minutos sin darte la información que necesitas".

Documentación enviada. Toca esperar con paciencia, mucha paciencia. "No te dan ningún tipo de plazo o fecha orientativa sobre cuánto puede tardar tu trámite. 'Va a tardar, eso tarda'. Vale, ¿pero cuánto?", protesta María. "Pasaban las semanas y no sabíamos nada". Con su documentación oficial, su libro de familia, desaparecido en combate. Y no termina ahí. Después del tedioso registro civil, llega la emisión del DNI y el pasaporte. "Como mínimo, y sin garantías, otras tres semanas".

La situación de María era todavía más complicada. Se reincorporaba al trabajo a principios de diciembre y, por motivos laborales, tenía que viajar a Suiza. "Quería poder llevarme a mi hijo conmigo. Pero claro, no tenía ni nacionalidad reconocida ni documento de identidad: no podía salir", relata. "Una mujer trabajadora, a la que le toca viajar, y que se reincorpora cuando el niño todavía está lactando o en casos en los que no hay otro progenitor con el que compartir los cuidados, de repente se encuentra atrapada en el país", recuerda con frustración. "¿Conciliación? Nos ponen a las familias, especialmente a las madres, en una situación de vulnerabilidad indignante".

Eso sin tener en cuenta a los propios niños, que se ven expuestos durante un tiempo indeterminado a una situación de absoluta indefensión: la apatridia. ¿La solución? Solicitar un salvoconducto para el menor —que solo le permite salir al país de origen de sus padres—, viajar a España y gestionar ahí la documentación. "¿Para qué hay un consulado, si luego te fuerzan a volver a España para que te solucionen el papeleo? Y porque teníamos los medios económicos, pero me pregunto qué pasa con las personas que no disponen de esa posibilidad".

Durante todo el proceso, María y su pareja tuvieron que personarse en un par de ocasiones en el consulado. "Está en un sótano, al que se le cae la pintura a cachos, en el que hace frío, sin ventilación, húmedo, sin un aseo… Una vergüenza. Con el carro escaleras arriba, escaleras abajo. Porque fuimos los dos, pero ¿una persona que va sola o con problemas de movilidad cómo hace para entrar ahí?", denuncia molesta.

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No todo es negativo. María contó con un apoyo fundamental: el Consejo de Residentes Españoles en los Países Bajos. "El CRE fue lo que nos salvó. Gracias a ellos, supimos a qué plazos atenernos y consiguieron acelerar nuestro trámite. Al final pudimos inscribirlo a los tres meses. Parece mucho, pero lo habitual es que tarde bastante más", reconoce. "También nos informaron sobre cómo proceder, animándonos a interponer una queja formal ante el Ministerio de Exteriores". Un queja que han ampliado al Ministerio de Igualdad y al Defensor del Pueblo. A día de hoy, no hay respuesta.

Tampoco es un caso aislado. Las reseñas de Google, calificando los servicios asistenciales del consulado, evidencian su degradación: apenas dos estrellas y cientos de comentarios cargados de críticas e indignación. "Es el peor trato que he recibido en mucho tiempo", comenta una usuaria. "Impresentables a más no poder", valora otro mensaje. "Pésimo servicio, prehistórico e inútil", se puede leer un poco más abajo. A medida que seguimos scrolleando, las quejas coinciden: emails sin contestar, una página web confusa y anticuada, una pésima asistencia telefónica, plazos eternos, un trato desagradable... "Es el peor consulado español: nunca responden a las llamadas ni tampoco a los correos, pésimo personal y servicio. El Ministerio debería tomar medidas ya", sentencia con exasperación otro cibernauta, que se identifica como ciudadano español residente en la capital neerlandesa.

La asistencia consular es un derecho sancionado por la legislación internacional, en concreto, en la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares. "El consulado, la embajada, son territorio español. Tenemos derecho a recibir la misma asistencia que cualquier ciudadano recibe en España", reivindica María. "Es la peor experiencia de ser migrante. Es cuando te das cuenta realmente de que no eres un ciudadano de pleno derecho".

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