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Cuando los demócratas despertaron, Trump seguía allí: ¿Se está diluyendo el 'fenómeno Harris'?

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Los globos caían incesantemente del techo del United Center de Chicago. Ese pabellón, antaño casa de los míticos Bulls de Michael Jordan, cambiaba su tradicional rojo por el azul claro del Partido Demócrata. Entre esas cuatro paredes se concentraba la ilusión de un partido que unos pocos meses antes parecía condenado a perder las elecciones pero que, en tan solo unas semanas, había recuperado la esperanza. Todo ello gracias a un solo movimiento: la elección de Kamala Harris como su candidata en sustitución de un anciano Joe Biden que había caído estrepitosamente en su debate contra Donald Trump. Los incesantes vítores, aplausos y sonrisas en la Convención Nacional de Chicago contribuían a la gran catarsis colectiva de los demócratas, que se veían capaces de ganar de nuevo a la némesis que en 2016 hizo tambalear los cimientos de la formación y de todo Estados Unidos. 

Fueron tres días de una esperanza desatada, que tuvieron su cumbre en el discurso de aceptación de la actual vicepresidenta ante un público entregado. Tras varios minutos sin poder empezar por los aplausos, y constantemente interrumpida durante su intervención por el público, Harris llegó ese 23 de agosto al pico de un fenómeno que parecía llevarla en volandas a ser la primera mujer de la historia en llegar a la Casa Blanca. Sin embargo, dos meses después de la convención, todo indica que el impulso social de Harris se está desinflando en el peor momento, justo cuando quedan 3 semanas para las elecciones presidenciales del 5 de noviembre.

Desde hace algo menos de un mes, se percibe en las encuestas una progresiva remontada de Donald Trump en los llamados swing states, es decir, los Estados que decidirán las elecciones. Si en plena celebración de la Convención Nacional Demócrata, la actual vicepresidenta lideraba en casi todos esos lugares, en algunos por más de dos puntos, ahora es el republicano quien está resucitando y consiguiendo empatar o incluso poniéndose por delante en muchos de esos Estados clave. 

Un dato puede resumir bien el retroceso demoscópico de Harris: este pasado miércoles, por primera vez desde que la vicepresidenta sustituyó a Biden, el mercado de predicciones Polymarket colocaba a Trump por delante de ella en todos los swing states. Aunque últimamente los mercados de predicción están favoreciendo enormemente al expresidente (mucho más que los sondeos), la situación se refuerza si miramos la media de encuestas del agregador 270towin, la cual muestra que Trump está liderando en 4 de los 7 Estados clave, empata en 2 y pierde en tan sólo uno. Hace poco más de un mes, Harris ganaba, según la misma media de encuestas, en 5 de ellos.

La historia para Harris se repite casi de forma idéntica en la mayoría de los swing states, pero es especialmente sangrante en Wisconsin y Michigan, donde la demócrata lideraba el mes pasado por unos márgenes relativamente amplios teniendo en cuenta lo ajustado de las elecciones. En el primero, la vicepresidenta superaba a Trump por 3,7 puntos en el momento álgido de su popularidad a finales de agosto, pero según la evolución de la media de encuestas recogida por FiveThirtyEight, ahora ambos candidatos están empatados. En Michigan pasó de liderar por un 3,4% a hacerlo por 0,6% y en otros, como Nevada y Pennsylvania, las diferencias siguen siendo mínimas, aunque también Harris ha perdido terreno. 

En Georgia, a su vez, ha pasado de competir bien con Trump (pese a estar casi siempre por detrás) a que el expresidente se distancie este último mes en dos puntos. Quizás las únicas buenas noticias para la vicepresidenta estén en Carolina del Norte, un Estado que lleva siendo republicano desde la primera victoria de Obama y en donde algunas encuestas recientes la han colocado incluso por delante de Trump.

“No estamos viendo grandes fugas de votos para ninguno de los candidatos durante la campaña, de hecho, el cambio más reseñable fue cuando Harris sustituyó a Biden. Eso sí se notó en las encuestas y reflejó el entusiasmo de las bases demócratas, dando fuerza a la candidatura. La vicepresidenta supo aprovechar la convención, el debate y el foco mediático para mantener el momentum, pero las últimas encuestas recogen que ese impulso se ha reducido", explica Carlota García Encina, investigadora principal de EEUU y Relaciones Transatlánticas del Real Instituto Elcano. Una subida de Harris que, según la experta, no trajo aparejada una bajada de Trump, sino que el expresidente logró mantenerse bien en las encuestas pese a la ilusión de los demócratas.

A Harris se le escapan los votos de las minorías

Para Alex Maroño, analista de El Orden Mundial especializado en Estados Unidos, los factores para la bajada de Harris son múltiples, pero si algo parece preocupar a la campaña demócrata ahora mismo es movilizar los votos de dos minorías que tradicionalmente eran baluartes de los demócratas: los latinos y los hombres negros. En el caso de los primeros, las encuestas más recientes indican que Harris está ganando a Trump por 14 puntos en ese electorado, el margen más bajo para un candidato demócrata en las últimas 4 elecciones (Obama llegó a tener hasta 44 puntos de ventaja en 2012 y Biden 33). Y en el caso de los afroamericanos, el apoyo por los demócratas ha caído del 90% en 2020 al 78% en estas elecciones.

En estos últimos, García Encina pone el foco en los hombres jóvenes. “Se está viendo más una brecha de género que identitaria en las minorías. Los hombres jóvenes afroamericanos son cada vez más republicanos y las mujeres cada vez más demócratas”, defiende la experta de Elcano. Precisamente a ese voto de hombres afroamericanos se refirió Obama en un reciente discurso, donde les pedía que no pusieran excusas y salieran a votar a Harris. “Hay un factor de sexismo, pero también uno económico, ya que muchas veces los demócratas han dado por sentado el voto de las personas afroamericanas y muchos les han criticado porque luego, cuando gobiernan, su agenda suele ser olvidada”, recuerda Maroño.

Con la economía, coinciden ambos analistas, también están muy relacionadas las fugas por parte de los latinos. Todas las encuestas aseguran que la máxima preocupación de este grupo, una de las minorías en las que Trump ha ganado más terreno desde 2016, es precisamente esa. Y es en la economía donde radica una de las grandes debilidades de la campaña de Harris, ya que los votantes culpan masivamente a la gestión de la administración Biden de la inflación. Además, Trump es el candidato en el que los estadounidenses confían más en temas económicos, lo cual le favorece decisivamente en uno de los temas centrales de la campaña, lastrando a una Harris que tiene difícil distanciarse del legado de una administración de la que es vicepresidenta.

Tres semanas decisivas

Para García Encina, esa es una de las claves de la demócrata para recuperar terreno: tener un perfil propio y alejarse de Biden. “Tiene que arriesgarse más. Hay dos aspectos donde, por ejemplo, sí creo que puede hacer más para distanciarse del presidente: uno es en la guerra de Gaza, y el otro es en la economía. En este última debe proponer medidas que den razones a los indecisos para creer que ella puede cambiar esa situación de descontento con la inflación. Tiene mucho mérito lo que hizo en las primeras semanas tras su puesta en escena, pero es verdad que ahora pueden aflorar inseguridades por la cercanía de la fecha”, opina la analista del Instituto Elcano. 

¿Harris o Trump? Cara o cruz

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Durante estas últimas semana, Harris está dando un giro a su campaña, con apariciones más continuas en entrevistas (algo que se le reprochó mucho no hacer) y acudiendo a diversos lugares importantes para movilizar a votantes claves. Su aparición en Univisión para responder preguntas de latinos y la entrevista en la cadena ultraconservadora Fox News parecen ir en esta línea. “Acudiendo a Fox, Harris está buscando al votante más moderado, particularmente a las mujeres blancas, que han sido tradicionalmente muy republicanas pero que ahora con el aborto pueden girar a los demócratas. Sin embargo, eso le puede afectar en Estados como Michigan, donde le puede quitar votantes jóvenes y progresistas”, señala Maroño.

Lo que no cambia es Donald Trump, que continúa con su clásica estrategia de hablar para los ya convencidos, algo que, por otra parte, le está funcionando para remontar. “Estas últimas semanas está sin filtros, ha hablado de utilizar a los militares contra el enemigo interno, usando una retórica propia de líderes autoritarios. Está dando a su base más motivos para votar por él, mientras que Harris está intentando ampliar a sus votantes”, subraya el analista de El Orden Mundial. La estrategia de Trump, además, puede ser muy efectiva en un contexto como el actual donde, explica García Encina, todo está tan polarizado que existen mínimos movimientos de votantes y donde los electores se retroalimentan con los mensajes de sus propios partidos, algo que Trump sabe aprovechar muy bien.

Sumado a eso, continúa la experta, el expresidente se ha apoyado en un mejor equipo de campaña que el que tenía en 2016, el cual se ha centrado en insistir en dos de las grandes preocupaciones de los votantes en la campaña: la economía y la migración. Son dos aspectos en los que él es claramente mejor visto por los estadounidenses con respecto a la vicepresidenta, azuzando el descontento para lograr recortar distancias. “Harris ha logrado despertar a las bases para ser competitiva, pero el expresidente sigue teniendo a un 30% de americanos que le son siempre fieles, pase lo que pase”, insiste la analista. Cuando los demócratas despertaron, Trump seguía allí.

Los globos caían incesantemente del techo del United Center de Chicago. Ese pabellón, antaño casa de los míticos Bulls de Michael Jordan, cambiaba su tradicional rojo por el azul claro del Partido Demócrata. Entre esas cuatro paredes se concentraba la ilusión de un partido que unos pocos meses antes parecía condenado a perder las elecciones pero que, en tan solo unas semanas, había recuperado la esperanza. Todo ello gracias a un solo movimiento: la elección de Kamala Harris como su candidata en sustitución de un anciano Joe Biden que había caído estrepitosamente en su debate contra Donald Trump. Los incesantes vítores, aplausos y sonrisas en la Convención Nacional de Chicago contribuían a la gran catarsis colectiva de los demócratas, que se veían capaces de ganar de nuevo a la némesis que en 2016 hizo tambalear los cimientos de la formación y de todo Estados Unidos. 

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