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El ultraderechista Milei arrasa y pone a Argentina rumbo a lo desconocido

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Es el año 2018, un hombre despeinado, vestido de traje y con aires de grandeza se dispone a salir al escenario para impartir una conferencia. En la pantalla, sobreimpresionada, aparece una frase que reza "la aplastante superioridad del capitalismo". El hombre comienza a hablar: "Voy a hablarles de mi historia de amor con las ideas de la libertad, de cómo me enamoré del capitalismo". Esa persona libertaria, ultraderechista, aparentemente excéntrica que aseguraba estar enamorado del capitalismo, se ha convertido, cinco años después, en la madrugada de este lunes, en el presidente electo de Argentina.

Tras unas semanas donde las encuestas preveían una apretada carrera en la segunda vuelta de las elecciones entre Javier Milei y el candidato oficialista, Sergio Massa, el ultraderechista ha vuelto a romper todos los pronósticos, al igual que hizo en las primarias abiertas, para ganar con un amplio margen de más de 10 puntos al peronismo (56% de los votos frente al 44%). La derrota del oficialismo ha sido tan contundente, que Massa salió a reconocer su derrota incluso antes de conocers los resultados oficiales de un recuento que se ha realizado con suma rapidez y cuyos datos han sido anunciados mucho antes del horario previsto.

"Lo más importante que hay que dejarles a los argentinos es el mensaje de la convivencia, el diálogo y la paz ante tanta violencia y descalificación, es el mejor camino que podemos recorrer", ha asegurado Massa en su discurso asumiendo la derrota, donde también ha anunciado que deja la política. Su candidatura se alzó, también contra todo pronóstico, con la victoria en la primera vuelta con una apreciable ventaja de 7 puntos sobre Milei, algo que dio esperanzas de triunfo a un peronismo que temía incluso no estar en el balotaje final. Pero, finalmente, no ha podido con el frente común encarnado por el ultraderechista y la derecha tradicional de la coalición Juntos por el Cambio, partido del expresidente Mauricio Macri y cuya candidata, derrotada en la primera vuelta, era la exministra de seguridad Patricia Bullrich.

La unión de un frente antiperonista fue, desde el momento en el que se conocieron los resultados de la primera vuelta, el gran objetivo de Javier Milei. En su discurso después de quedar segundo por detrás de Massa, el libertario intentó atraer a los partidarios de la coalición de derecha moderada, pese a que el propio Milei había sido muy agresivo contra ellos durante la campaña. Sin embargo, en los días sucesivos, tanto Macri como Bullrich le prestaron un apoyo que finalmente ha sido clave para ampliar su base electoral y conseguir tumbar al peronismo.

"Gracias a los que trabajaron por el milagro que es tener un presidente liberal libertario", ha dicho Milei en su discurso de victoria. La elección del término "milagro" no es casual: es la primera vez que un candidato abiertamente libertario gana las elecciones en Argentina, y tras Mauricio Macri en 2015, el segundo que derrota al peronismo después de la presidencia de Néstor Kirchner en 2003. Milei ha conseguido hacerlo con una campaña centrada en recordar la situación económica tan crítica que vive Argentina y cuyo responsable es en buena parte Sergio Massa, hasta ahora ministro de Economía del Gobierno de Alberto Fernández. La inflación, problema estructural del país desde hace décadas, subió hasta más del 140% y la pobreza tampoco ha parado de aumentar bajo el Ejecutivo actual. Tampoco ha mejorado la situación de los servicios públicos como la sanidad y la educación, buques insignia del peronismo. Aunque Massa ha intentado por todos los medios alejarse del kirchnerismo tradicional de la vicepresidenta y expresidenta Cristina Fernández de Kirchner y del actual presidente, Alberto Fernández, finalmente su gestión e impopularidad le han terminado salpicando y sentenciando en el balotaje.

En estas difíciles circunstancias, los argentinos han decidido dar un golpe de timón sin precedentes. Pese a que Milei fue derrotado en el último debate electoral, siendo arrinconado por un Massa que constantemente aludía al "peligro" de que alguien como el economista fuera elegido, y a lo efectiva que pareció ser la llamada "campaña del miedo" del peronismo en primera vuelta, finalmente los argentinos le han dado el poder a Milei. Sus soluciones a los problemas de Argentina son bien conocidas: destruir a lo que califica como la "casta política gobernante" que empobrece a los "argentinos de bien", reducir de forma palpable el Estado, promover la dolarización de la economía y cerrar el Banco Central.

Unas recetas que no están exentas de riesgo y que en un país donde el peso del Estado ha sido tan intenso como en Argentina, podrían ser desastrosos. La dolarización significaría no solo una pérdida de soberanía monetaria por parte del país latinoamericano, que quedaría en manos de la Reserva Federal estadounidense, sino también asumir el peligro de no contar con dólares suficientes para lograr la transición, un escenario que en estos momentos es muy probable y que dificultaría aún más las condiciones económicas de los ciudadanos. Además, recortar "con una motosierra", tal y como promete Milei, el Estado, parece arriesgado en un país donde muchísima población depende de la ayuda estatal.

Por otro lado, todas estas reformas necesitarían la aprobación de las cámaras legislativas, en las cuales, el partido del candidato ultraderechista está en franca desventaja. Tanto el congreso como el senado están dominados por Juntos por el Cambio y Unión por la Patria (el partido de Massa), por lo que a Milei le resultará imposible realizar ninguna de sus medidas sin contar con estos partidos. En este contexto cobra aún más fuerza la figura del expresidente Macri y de su coalición, no solo por su apoyo sino también por ser absolutamente clave en la legislatura que arranca el presidente electo. Además, Milei tampoco cuenta con amplios apoyos regionales o de gobernadores, cargos igualmente en su mayoría en manos de los dos grandes partidos. Por ello, para llevar a la prácticas sus ambiciosos planes deberá negociar con esa "casta" que ha prometido destruir.

Otra cuestión que provoca dudas es la estabilidad mental de Javier Milei, la cual ha sido criticada repetidas veces por sus adversarios y utilizada por Massa durante el último debate electoral donde el oficialista intentó desquiciar al economista. Además, en este final de campaña hemos visto al ahora presidente electo cansado e incluso sobrepasado por las circunstancias en algunas de las entrevistas que ha dado en diferentes programas. A ello se suma otras excentricidades como la clonación de su perro Conan, al cual estaba muy unido y que falleció causándole mucho dolor. Incluso, Milei dice haberse llegado a comunicar con él por medio de una médium.

Durante toda su vida pública, el economista ha tenido intervenciones donde ha expuesto sus ideas más radicales, las cuales han corrido como la pólvora en las redes sociales y en TikTok, donde Milei se ha convertido en una auténtica estrella. El votante joven así, ha llegado a él gracias a vídeos virales, donde el ahora presidente aseguraba que permitiría la compra-venta de órganos, aseguraba que el papa Francisco era la representación del maligno en la tierra, o defendía la venta libre de armas y la prohibición del aborto. Algunas de sus ideas más ultraconservadoras le sitúan cerca de otros referentes de la extrema derecha a nivel mundial. El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, le ha felicitado al poco de conocer su victoria, y en España, es bien sabida su cercanía con Vox, el cual llegó a invitar al ahora presidente electo al festival organizado por el partido de Abascal, Viva 22, donde Milei dio un discurso en el que alabó la línea seguida por los ultraderechistas. Si bien el economista ha matizado y moderado muchas de estas propuestas en campaña, sus ideas radicales y ultraconservadoras en muchos ámbitos son evidentes.

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También lo son las de su ahora vicepresidenta, Victoria Villarruel, a la cual se ha acusado de negar los crímenes cometidos durante la dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1983. Villarruel ha tenido un rol preminente en la campaña en materia de seguridad, otra gran preocupación para los argentinos y de la cual Milei apenas ha hablado. La ya vicepresidenta electa se ha manifestado en varias ocasiones a favor de la liberación de algunos de los responsables del terrorismo de estado en Argentina y ha defendido a varios condenados por crímenes de lesa humanidad.

En política exterior, la incertidumbre también es manifiesta. El presidente electo ha repetido en varias ocasiones que es un firme defensor del libre comercio y que este debe ser gestionado por acuerdos privados sin intervención estatal, sin embargo, también ha expresado su negativa a establecer relaciones con países que él considera "comunistas", una idea sobre la que ha incidido en su discurso de victoria, asegurando que comerciará con los países del "mundo libre". Por ejemplo, relaciones clave como son las de Brasil o China, uno de los principales apoyos económicos de Argentina a nivel económico podría estar en peligro si Milei establece esta política exterior basada en la ideología.

El economista iniciará su gobierno el 10 de diciembre, desde esa fecha hasta dentro de cuatro años, hay pocas certezas y muchas preguntas para un país que lleva décadas sumido en el círculo de la inestabilidad.

Es el año 2018, un hombre despeinado, vestido de traje y con aires de grandeza se dispone a salir al escenario para impartir una conferencia. En la pantalla, sobreimpresionada, aparece una frase que reza "la aplastante superioridad del capitalismo". El hombre comienza a hablar: "Voy a hablarles de mi historia de amor con las ideas de la libertad, de cómo me enamoré del capitalismo". Esa persona libertaria, ultraderechista, aparentemente excéntrica que aseguraba estar enamorado del capitalismo, se ha convertido, cinco años después, en la madrugada de este lunes, en el presidente electo de Argentina.

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