La Comisión Europea presume de una Ley del Clima que los activistas tachan de "rendición"

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La Comisión Europea ha presentado este miércoles su nueva Ley del Clima Europea. Teniendo en cuenta el complejo proceso legislativo de la UE, aún faltan meses para su aprobación, que debe contar con el visto bueno y las aportaciones de los Estados miembro. No hay grandes novedades, y precisamente por ello ha levantado amplias críticas de ecologistas y activistas a lo largo y ancho del planeta, que esperan más y mejor liderazgo por parte del club comunitario contra el cambio climático. Se trata de una propuesta que funcionará como la norma principal del llamado Pacto Verde Europeo, un paquete de medidas mucho más amplio y para el que también este miércoles el Ejecutivo comunitario ha abierto un periodo de consulta pública. La principal propuesta de la ley presentada es la de "consagrar en la legislación el compromiso político de la UE de ser un bloque climáticamente neutro para 2050", es decir, que para dicha fecha lo poco que emitan en cuanto a gases de efecto invernadero los países de la Unión se compense con lo absorbido por las tecnologías disponibles para ello, así como por la tierra y los árboles.

"La Ley del Clima es la expresión jurídica de nuestro compromiso político y nos marca irreversiblemente la senda hacia un futuro más sostenible. Es el elemento central del Pacto Verde Europeo. Ofrece previsibilidad y transparencia a la industria y los inversores europeos, orienta nuestra estrategia de crecimiento ecológico y garantiza que la transición será gradual y justa", declaró este miércoles la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen. La neutralidad climática para 2050, si la ley sale adelante, será "jurídicamente vinculante" y los Estados miembro estarán "colectivamente obligados a adoptar las medidas necesarias a nivel nacional para alcanzar el objetivo", según ha explicado el Gobierno europeo en una nota de prensa.

Para conseguirlo, la Comisión Europea podrá hacer un seguimiento de los avances de cada país y en caso de que no sean suficientes, emitirá "recomendaciones" que los Estados miembro estarán obligados a seguir o a justificar el motivo de no haberlo hecho. También se exigirá a los Estados "que formulen y apliquen estrategias de adaptación para reforzar la resiliencia y reducir la vulnerabilidad ante los efectos del cambio climático", según explica el Ejecutivo. Cada cinco años se revisará el progreso global de la UE y se podrán aplicar medidas adicionales de inmediata aplicación si no se están cumpliendo los objetivos. "Esta es la mejor aportación de la ley climática europea, ya que en las negociaciones continúa un evidente bloque entre aquellos que quieren avanzar más y los que paralizan sistemáticamente los acuerdos", juzga Ecologistas en Acción.

Y aquí acaba el visto bueno de ecologistas y activistas. Han generado especial rechazo, incluso dentro de un grupo de países pertenecientes a la Unión Europea, los plazos que prevé la Comisión Europea para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en 2030, claves para llegar a la neutralidad climática en 2050 y claves para frenar el cambio climático; la atmósfera tiene inercia y un gramo de CO2 evitado ahora es mucho más valioso para frenar el fenómeno que dentro de dos décadas. En la pasada cumbre del clima de Madrid, la Unión Europea prometió aumentar sus esfuerzos del 40% al 50 o 55% de reducción de emisiones para 2030 con respecto a los niveles de 1990. El problema es cuándo lo hará. Así lo explica el Ejecutivo comunitario: "A más tardar en junio de 2021, la Comisión revisará, y en su caso propondrá revisar, todos los instrumentos políticos pertinentes para lograr las reducciones adicionales de las emisiones para 2030".

Los países más ambiciosos se oponen

"Alentamos a la Comisión Europea a que presente el plan de objetivos climáticos para 2030 tan pronto como posible y para junio de 2020 a más tardar, a fin de avanzar en las discusiones de manera oportuna". No es la petición de una ONG, sino de 12 ministros de Medio Ambiente europeos, los considerados más ambiciosos en materia de acción climática, entre ellos Teresa Ribera. En una carta al vicepresidente de la Comisión, Frans Timmermans, publicada este martes, solicitan que el Ejecutivo comunitario no deje para junio de 2021 la revisión de los objetivos, sino que lo haga a ser posible antes de septiembre, cuando está agendado un encuentro UE-China y donde sería positivo, explican los analistas, que el club comunitario acudiera con sus metas reforzadas para poder presionar al gigante asiático. Y, sobre todo, una Unión Europea con nuevos esfuerzos ya confirmados en la COP26 de Glasgow tendría más poder de negociación. Además: en términos estrictamente climáticos, y no tanto geopolíticos, el tiempo aprieta. La norma será debatida en el Consejo Europeo de Medio Ambiente, con todos los ministros del ramo, el próximo jueves.

Ecologistas en Acción ha sido, por su parte, la ONG española más crítica con la Ley del Clima Europea. "El texto que se presentó este miércoles dista enormemente de ser el instrumento necesario para afrontar la lucha climática. De hecho, una lectura detenida del texto muestra con claridad como pospone muchas de las decisiones necesarias para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero", aseguran. Muestran su acuerdo con los ministros ambiciosos que este martes escribieron a Timmermans, pero van más allá. Las metas en sí, y no solo los plazos, les parecen insuficientes. La ciencia les respalda: cumplir con el horizonte del Acuerdo de París de un calentamiento global de 1,5 grados a finales de siglo exige, como recordó el último informe del IPCC, "cambios rápidos, de largo alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad". La reducción de las emisiones de CO2 y otros gases tiene que ser del 7% anual en todo el mundo de ahora en adelante, y los cálculos de Ecologistas arrojan que la Unión Europea debería recortar un 65% los gases de efecto invernadero en 2030 y alcanzar la neutralidad climática en 2040, no en 2050 como se pretende.

"Son nuevamente las ausencias de numerosas medidas las que más destacan en el texto: entre otras, no se abordan cuestiones como la tasa de carbono en frontera, la mejora de los instrumentos de participación, o la plena adopción de los principios de justicia climática", incide la organización. La tasa de carbono es un impuesto que, defienden ecologistas y países como España, debería aplicarse a la electricidad importada de países con pocas o nulas obligaciones climáticas, y generada de manera sucia en centrales de carbón. Suele ser más barata, por lo que se cuela en el mercado de varios países de la Unión Europea y arruina en parte sus esfuerzos por descarbonizar el mix. Le pasa a España con Marruecos –entre otros afectados–, y Ribera ya ha pedido en varias ocasiones que se aplique para evitar la competencia desleal. La Comisión Europea ha confirmado que se incluirá en el paquete legislativo grande, el Pacto Europeo.

WWF, por su parte, ha exigido "realizar cambios en otras políticas de la UE, por ejemplo en infraestructuras de gas, subsidios agrícolas o bioenergía", poniendo el foco en una de las causas de las emisiones de gases de efecto invernadero de la Unión Europea y, en general, del mundo: su política energética. El Banco Europeo de Inversiones, tras años recibiendo críticas, anunció el pasado noviembre que dejará de financiar proyectos de gas natural, que cuando se utiliza para generar electricidad expulsa a la atmósfera tanto CO2 como metano. Sin embargo, la Unión Europea sigue considerando este combustible fósil como "de transición" hacia un futuro 100% renovable, dado su menor impacto ambiental en comparación con el carbón. Cuenta con la unánime oposición de las organizaciones ecologistas de todo el mundo, que aseguran que la urgencia de la situación no permite gastarse millones de euros en infraestructuras que quedarán obsoletas en unos años.

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"Es una rendición"

Más severas han sido las palabras de la organización juvenil internacional Fridays for Future. En un comunicado firmado por activistas de todas partes del mundo, entre ellos Greta Thunberg, tratan de "rendición" la ley climática europea. "Emisiones netas cero para 2050 para la UE equivale a rendición. Significa darse por vencido. No solo necesitamos objetivos para 2030 o 2050. Sobre todo, los necesitamos para 2020 y cada mes y año venidero", afirman. Centran sus críticas en el concepto del presupuesto de carbono: la cantidad fija de toneladas de CO2 equivalente que puede permitirse la atmósfera para permitir un calentamiento global por debajo de los 2 grados. El mundo podría rebasar pronto lo admisible y el objetivo del 50% de reducción para 2030 de la Unión Europea, en el hipotético caso de que se aplicara a todas las naciones del mundo, solo arrojaría un 50% de posibilidades de limitar el cambio climático a un grado y medio, explican los jóvenes. Añaden que, si se tiene en cuenta que los países más pobres en términos industriales necesitan, según las reglas de mercado que imperan en la mayoría, expulsar más dióxido de carbono a la atmósfera para mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos, "aún tendríamos que hacer mucho más de una reducción del 50% para 2030 para compensar a los países en desarrollo. Porque esto es lo que dice claramente el Acuerdo de París y esto es para lo que todos se han inscrito". En eso consiste la justicia climática.

"La mejor oportunidad que tenemos para mantenernos por debajo de un aumento de temperatura promedio global de 1.5 grados, según el IPCC, es un 67% de probabilidad. Para darnos esas oportunidades, tenemos un presupuesto de menos de 340 gigatoneladas de CO2 para emitir a nivel mundial para permanecer dentro de ese objetivo. Con los negocios actuales, ese presupuesto solo durará unos ocho años más", aseguran los activistas, que vuelven a apuntar al sistema económico. Sin un viraje radical en el modelo productivo las consecuencias del cambio climático serán desastrosas para las capas más desfavorecidas de la sociedad, para los países con menos recursos, para la clase baja, para mujeres, migrantes y desplazados: "Esta es la incómoda verdad de la que no puedes escapar, no importa cuánto lo desees y cuánto lo intentes. Y cuanto más sigas huyendo de esa verdad, mayor será tu traición hacia las generaciones futuras".

La Comisión Europea ha presentado este miércoles su nueva Ley del Clima Europea. Teniendo en cuenta el complejo proceso legislativo de la UE, aún faltan meses para su aprobación, que debe contar con el visto bueno y las aportaciones de los Estados miembro. No hay grandes novedades, y precisamente por ello ha levantado amplias críticas de ecologistas y activistas a lo largo y ancho del planeta, que esperan más y mejor liderazgo por parte del club comunitario contra el cambio climático. Se trata de una propuesta que funcionará como la norma principal del llamado Pacto Verde Europeo, un paquete de medidas mucho más amplio y para el que también este miércoles el Ejecutivo comunitario ha abierto un periodo de consulta pública. La principal propuesta de la ley presentada es la de "consagrar en la legislación el compromiso político de la UE de ser un bloque climáticamente neutro para 2050", es decir, que para dicha fecha lo poco que emitan en cuanto a gases de efecto invernadero los países de la Unión se compense con lo absorbido por las tecnologías disponibles para ello, así como por la tierra y los árboles.

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