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Crisis de los refugiados: el drama de los menores que viajan solos

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Cerca de 300.000 personas se han jugado la vida en lo que va de año cruzando el Mediterráneo en embarcaciones sobrecargadas para buscar una vida mejor de la que tenían en sus países, asolados por conflictos y falta de libertades en su inmensa mayoría. Entre ellos, cada vez son más los que viajan en familia pero también ha aumentado de forma preocupante el número de menores que viajan solos.

De acuerdo con los últimos datos del Gobierno italiano, hasta la fecha han llegado al país 111.000 inmigrantes y solicitantes de asilo. Según los datos de los que dispone la ONG Save the Children, entre ellos figuran al menos 7.600 menores no acompañados, que cada vez llegan en peores condiciones.

"Desde principio de año han llegado al menos 7.600 menores no acompañados, en su mayoría eritreos, somalíes y de otros países del África subsahariana u occidental, en condiciones casi siempre críticas a causa de la violencia y los abusos de todo tipo que han sufrido y a los que han asistido", explicó la directora del programas Italia-Europa de Save the Children, Raffaela Milano.

"En las últimas semanas, estamos constatando con mayor frecuencia en los menores no acompañados que encontramos en los puertos de desembarco y en las instalaciones de primera acogida, condiciones de particular privación física, con signos evidentes de malnutrición, moratones y heridas graves", precisó en un comunicado.

Violencia, abusos y explotación

Los testimonios recogidos por el personal de Save the Children Italia hablan de violencia, abusos y explotación durante el largo viaje desde los países de origen de estos menores, algunos de solo 11 o 12 años, y su paso por Libia antes de subir a un barco con destino a Europa.

A., un adolescente senegalés de 16 años, relató su periplo a través de Malí, Burkina Faso y Níger hasta llegar a Libia, donde tuvo que trabajar durante seis meses para pagar su pasaje. Por el día, explicó, trabajaba en el campo y "por la noche nos encerraban y nos pegaban para que no nos escapáramos". "Me pegaron tan fuerte que me rompieron un brazo", añadió.

Su compatriota I.B., también de 16 años, también fue detenido poco después de llegar a Libia y sus guardias le pegaban con un palo en los pies dos veces al día y le pedían un rescate de 1.000 dinares para liberarlo.

A M., de 15 años y nacido en Gambia, le aplastaron dos dedos con un martillo el día que se le ocurrió pedir que le pagaran por el trabajo que realizaba en una tienda en Libia, por lo que tuvo que escapar, como también tuvo que hacerlo D., de 15 años y natural de Costa de Marfil, después de que tras trabajar de forma inagotable en la construcción nunca le pagaran.

Ante esta situación, Milano defendió que "es indispensable sobre todo que estos menores sean acogidos, asistidos y protegidos con la máxima atención y que reciban el apoyo necesario para curarse, restablecerse y superar los graves traumas sufridos por meses o años durante su terrible viaje".

Vulnerabilidad de los menores

En Médicos Sin Fronteras (MSF), que trabaja en Italia a distintos niveles y en distintos puntos con refugiados e inmigrantes, también coinciden en la "vulnerabilidad" de los menores no acompañados y en la necesidad de una atención especial para ellos.

El coordinador general de MSF Italia, Stefano di Carlo, ha explicado a Europa Press que "desde principios de 2014 se ha producido un aumento de llegadas de los menores no acompañados y otros grupos vulnerables" como son embarazadas, discapacitados o ancianos, siendo los primeros el grupo más numeroso.

Como ejemplo de ello, ha indicado que en el centro de primera acogida de Pozzalo, en Sicilia, el personal de MSF ha atendido en consultas ambulatorias a 1.500 personas en los primeros seis meses de este año, de las que el 11 por ciento eran menores no acompañados. De estos, el 20 por ciento más o menos eran eritreos.

Di Carlo subrayó que los menores "están más expuestos a los riesgos y los peligros" que supone el viaje desde sus países de origen, pasando por Libia y por último la travesía por mar hasta Europa.

En cuanto a las dolencias y problemas sanitarios detectados en los menores a los que MSF ha atendido tras su llegada a Italia, principalmente se trata de infecciones dermatológicas, sobre todo sarna, una enfermedad que "aparece cuando se ha vivido en condiciones higiénico sanitarias muy malas".

Asimismo, explicó el responsable de MSF Italia, también se atienden casos de infecciones respiratorias y traumas, como por ejemplo piernas rotas. En este sentido, Di Carlo subrayó que los menores no acompañados requieren "un apoyo más cuidado y planificado".

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Respecto a la respuesta que las autoridades italianas están dando a la crisis de refugiados en general, el responsable de MSF lamentó que se trata "un poco de una estrategia de respuesta de emergencia y esto tiene que cambiar porque estamos ante un contexto crónico y por tanto tiene que haber planes y estrategias que tomen en consideración esta circunstancia".

"Esto requiere un nivel constante de servicios" pero actualmente hay "dificultades" tanto en la primera acogida, cuando se produce la entrada de los inmigrantes y refugiados, y en los centros secundarios, añadió Di Carlo.

A nivel europeo "se tiene que adoptar una política más integradora y que acoja a los inmigrantes y no los ve como un problema", defendió. "Se tienen que buscar soluciones a largo plazo" lo que incluiría la "integración de los inmigrantes y refugiados en la sociedad", remarcó.

Cerca de 300.000 personas se han jugado la vida en lo que va de año cruzando el Mediterráneo en embarcaciones sobrecargadas para buscar una vida mejor de la que tenían en sus países, asolados por conflictos y falta de libertades en su inmensa mayoría. Entre ellos, cada vez son más los que viajan en familia pero también ha aumentado de forma preocupante el número de menores que viajan solos.

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