Treinta años después de ser condenados y encarcelados por la violación y asesinato de una niña de 11 años de edad en las zonas rurales de Carolina del Norte, los hermanastros Henry McCollum, de 50 años, y Leon Brown, de 46, ambos discapacitados y afroamericanos, fueron liberados gracias a las pruebas de ADN, que demuestran su inocencia.
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Las pruebas apuntan a otro hombre cuya participación fue descartada por las autoridades, a pesar de que vivía en una zona muy próxima al lugar donde se encontró el cuerpo de la víctima y que admitió haber cometido violaciones y asesinatos de similares características en la misma época –por los que se encontraba en la cárcel–.
McCollum tenía 19 años y Brown 15 años cuando fueron detenidos por la policía en Red Springs, un pueblo de menos de 4.000 personas en el sur del estado, durante la noche del 28 de septiembre de 1983. Después de cinco horas de interrogatorio sin un abogado presente y sometidos a mucha presión –según denunciaron en varias ocasiones– acabaron reconocieron unos delitos que no cometieron.
La sala estalló en una ovación cuando el juez anunció la liberación de los hermanastros. Henry Lee McCollum, que pasó tres décadas en el corredor de la muerte, y Leon Brown, que estaba cumpliendo una sentencia de cadena perpetua, lloraron al oír la sentencia, según informó el diario estadounidense The New York Times.
Treinta años después de ser condenados y encarcelados por la violación y asesinato de una niña de 11 años de edad en las zonas rurales de Carolina del Norte, los hermanastros Henry McCollum, de 50 años, y Leon Brown, de 46, ambos discapacitados y afroamericanos, fueron liberados gracias a las pruebas de ADN, que demuestran su inocencia.