Merche ha pasado la noche en vela esperando a que llegara la hora de ser evacuada del Líbano, donde en los últimos días tampoco ha podido dormir por miedo a ser alcanzada por alguna de las miles de bombas israelíes que desde hace dos semanas han dejado unos 2.000 muertos en el país mediterráneo. “El primer día que empezaron los bombardeos cayó un misil detrás nuestro, a un metro, pero había un muro y gracias a dios no nos pasó nada”, dice a EFE la española, de 61 años y oriunda de San Sebastián, que hasta hace pocos días vivía en la ciudad sureña de Sidón.
Desde entonces, junto a su marido intentó por todos los medios encontrar un vuelo comercial para regresar a España y reencontrarse con sus hijos en Valencia, pero “fue imposible”, lamenta desde el aeropuerto de Beirut, el único operativo en todo el país.
Hace unos días fue notificada por Embajada de España en Beirut de que podrían ser evacuados en dos vuelos del Ejército que llegaron este jueves a la capital del Líbano: el primero de ellos que saldrá con más de 200 españoles y el segundo que de momento ya ha cubierto varias decenas de plazas.
Llegar al aeropuerto, un riesgo
Merche llegó a Beirut por carretera, un trayecto que le costó varias horas debido al atasco masivo en la vía principal que conecta el sur del Líbano con Beirut. Y es que, según el Gobierno libanés, más de 1,2 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares desde el estallido de la violencia.
Fátima, otra española residente en la localidad sureña de Tiro, asegura a EFE que mientras se encontraba en el atasco de camino a la capital un proyectil cayó a 500 metros de la carrera. “Y al llegar a Beirut también escuchamos los bombardeos. Tenemos mucho miedo, hasta aquí tengo miedo, hasta ahora”, dice desde el aeropuerto, esperando a embarcar.
Fuentes diplomáticas dijeron a EFE que unas pocas decenas de personas que pidieron ser evacuadas no se han presentado, en parte, por el temor a ser alcanzados por bombardeos. Por ello, el embarque se ha extendido ante la expectativa de que algunos nacionales españoles no lleguen a tiempo al aeropuerto.
Samir, otro evacuado, había conseguido incluso reservar plaza en un vuelo comercial, pero al enterarse de que la evacuación sería antes decidió no esperar. “Tenía un vuelo para el día 9 a Madrid, pero en estos seis días cualquier cosa puede pasar, nadie lo sabe. He preferido volver con esta evacuación”, asegura visiblemente nervioso para llegar cuanto antes a su casa de Valladolid.
Para él, el punto de inflexión fue el lanzamiento de decenas de misiles balísticos de Irán a Israel, algo que según el español podría desembocar en una guerra regional y el consiguiente cierre del espacio aéreo libanés. “Parecemos bestias hablando sobre guerra, hay que hablar de paz para ser seres humanos”, señala.
Una guerra más
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Acompañado por su mujer y sus hijos y cargado con varios carros de maletas, Alejandro asegura que no quiere volver a vivir una guerra en el Líbano como la que ocurrió en 2006 entre Israel y el grupo chií Hezbolá. Esa vez la vivió solo junto a su mujer y ahora no quieren que sus hijos pasen por lo mismo.
“Ya sabemos como va el tema un poco con Israel, siempre hay excusas para empezar la guerra e intentar invadir, y con eso nunca vamos a tener paz”, asegura el español de origen libanés, que se quedará en casa de unos familiares en Madrid.
Sin embargo, muchos se muestran optimistas de que la guerra terminará pronto y que podrán volver a sus casas, aunque algunos de los españoles que residían en el sur no saben si sus hogares seguirán en pie cuando regresen. “No sé nada de cómo está nuestra casa, sentimos impotencia de no saber, ya veremos a la vuelta cuando podamos volver. Estábamos muy contentos, pero la guerra nos obliga a salir”, lamenta Merche mientras se despide del que ha sido su hogar en los últimos cinco años.
Merche ha pasado la noche en vela esperando a que llegara la hora de ser evacuada del Líbano, donde en los últimos días tampoco ha podido dormir por miedo a ser alcanzada por alguna de las miles de bombas israelíes que desde hace dos semanas han dejado unos 2.000 muertos en el país mediterráneo. “El primer día que empezaron los bombardeos cayó un misil detrás nuestro, a un metro, pero había un muro y gracias a dios no nos pasó nada”, dice a EFE la española, de 61 años y oriunda de San Sebastián, que hasta hace pocos días vivía en la ciudad sureña de Sidón.