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Por qué fascina (también a los republicanos) la monarquía británica en nueve películas y series

Póster oficial de The Crown Season 5 de Netflix.

Con la coronación de Carlos III, la gran ficción que es la monarquía británica añade un nuevo capítulo. La entronización del primogénito de Isabel II, que tiene lugar hoy, reaviva una fascinación latente por los royals que, más que con la querencia por la institución y lo que representa, tiene que ver con una pulsión instintiva en los humanos: el gusto por las buenas historias. Y sucede que, desde hace siglos, la Corona es vehículo e inspiración de algunas de las mejores.

Innumerables libros, películas y series de televisión han contado las historias de la realeza británica a lo largo de los años, desde dramas fundacionales hasta retratos hagiográficos y lavados de cara, pasando por incisivas parodias y hasta comedias animadas. Pero la monarquía de las islas es también, en sí misma, toda una leyenda armada a través de los milenios, versada en los mismos mecanismos narrativos por los que lleva fascinando al mundo desde Shakespeare.

“No es que fascine desde Shakespeare, es que fascina por Shakespeare”, corrige Javier Olivares. El guionista, creador de ficciones como El ministerio del tiempo e Isabel, que algunos denominan la The Crown española —aunque a él no parece convencerle del todo el paralelismo—, está justo en medio de ese cruce entre monarquía, historiografía y relato de ficción en el que se encuentra también la realeza británica. “Shakespeare sienta las bases de una narrativa, de un fenómeno cultural en el que se humaniza la figura del rey”, explica. “Forma parte de una metáfora yo diría que hasta nacional. Esa humanización, la calidad de la escritura y que los ingleses no tienen el miedo que en España se tiene a hablar de su propia historia son los factores esenciales que generan esa fascinación”.

Aunque los ejemplos son profusos y variados, es imposible hablar de la relación entre la realeza británica y las ficciones sin mencionar The Crown. La serie de Peter Morgan para Netflix, que cuenta la vida de la difunta reina Isabel II desde el momento de su boda con Felipe de Edimburgo, en 1947, es un éxito rotundo en todo el mundo. De acuerdo con Olivares, el triunfo de esta y otras narraciones sobre los royals es ajeno a la propia Corona: “Como dijo Shakespeare, los temas esenciales mientras exista la humanidad son el amor, el sexo, el poder y el dinero. Y ellos [los británicos] hablan de sus reyes sin obviar ninguno de estos grandes temas. Por eso son éxitos globales. Y por lo bien que escriben y producen”. 

The Crown no fue el primer proyecto de Morgan sobre la familia real británica. Años antes de que comenzara la serie, el guionista escribió La reina, una película sobre los días posteriores a la muerte de Lady Di que le valió a Helen Mirren un premio Oscar por su papel como una Isabel II presa de las circunstancias. Ahora mismo, la cinta se puede ver en Movistar Plus+ y RTVE Play.

En concreto, la Princesa de Gales, protagonista de algunos de los volantazos narrativos más poderosos de ese extenso libreto que es la vida de los Windsor, ha inspirado historias de todo tipo: películas de ficción, documentales, bochornosos telefilmes directos a vídeo y hasta un musical. El último ejemplo es Spencer, la película del director chileno Pablo Larraín donde Kristen Stewart da vida a Lady Di —disponible en Amazon Prime Video—.

Las narraciones sobre la Corona inglesa pueden fascinar incluso, por qué no, a los republicanos: como tantas otras cosas, el consumo cultural contribuye a armar pedazos de nuestra identidad, pero no tiene por qué definirnos enteramente. Disfrutar de un domingo de maratón de The Crown no equivale a besarle la mano al nuevo monarca.

En Netflix se encuentra Los Windsor, una delirante comedia de 2016 que se ríe sin ambages de todos los miembros de la casa real. Otra ácida parodia, The Prince, llevó a la animación el retrato burlesco de Buckingham desde el infantil punto de vista del príncipe George, el hijo mayor de Guillermo. Tristemente, en 2022, HBO Max la canceló después de una sonada controversia y en España ni siquiera ha llegado a estar disponible.

Quizá el público antimonárquico pueda encontrar más jugosas las ficciones donde se aborda directamente el diseño cuidadoso que hace la propia realeza británica de la imagen que proyecta, como quien escribe un guion, y aquellas en las que esa fachada minuciosamente construida se viene abajo.

En ese cajón podríamos catalogar El discurso del rey, la película de Tom Hooper sobre las consecuencias del primer gran giro dramático de la casa de Windsor, constituida como tal en 1917 por el rey Jorge V para abandonar sus apellidos germánicos y acercarse más, por la vía de la sonoridad, al pueblo británico: la abdicación exprés de Eduardo VIII por amor y la ascensión al trono de su hermano pequeño, Jorge VI, tartamudo. Por el momento, se puede ver en Movistar Plus+, Disney+ y Filmin. A Netflix debería llegar pronto Scoop, una cinta de ficción sobre la entrevista que el príncipe Andrés concedió en 2019 a la BBC y las explosivas declaraciones sobre su amistad con Jeffrey Epstein.

Los documentales no son menos ficticios que todos los ejemplos mencionados, máxime tratándose de la familia real británica. En Netflix se encuentra la polémica docuserie Enrique y Meghan, de seis episodios, y Movistar Plus+ ofrece Carlos III: el hombre detrás de la corona, con entrevistas exclusivas con exnovias y viejos conocidos del recién coronado monarca. Tanta o más ficción todavía hay en la entrevista que concedieron los duques de Sussex a Oprah Winfrey tras cortar lazos con la casa real: una realidad manoseada —con montaje, puesta en escena, escaleta…— para presentarse como narración coherente ante un público es, por definición, una ficción.

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Los vínculos entre la casa Windsor y la ficción se extienden incluso por el sonido: Patrick Doyle, el autor de las bandas sonoras de la cuarta película de Harry Potter y El diario de Bridget Jones, es el encargado de musicar la ceremonia de la coronación de Carlos III. Antes, en los ochenta, el monarca ya le había pedido que compusiera una pieza para conmemorar el 90º cumpleaños de Isabel Bowes-Lyon, la reina madre.

¿Por qué no tenemos todavía una The Crown sobre la monarquía española?

En cuanto el éxito de The Crown en todo el mundo fue patente, surgió la ineludible duda: ¿cuándo se hará en España una serie así? En 2021, esa pregunta estuvo más cerca que nunca de responderse, cuando se anunció que Javier Olivares adaptaría para The Mediapro Studio Yo, el rey, la biografía de Juan Carlos I que escribió Pilar Eyre, convirtiéndola en serie de TV. Sin embargo, el proyecto lleva un tiempo parado. ¿Por qué? “Eso lo sabe mejor Mediapro que yo”, contesta el guionista. “Pero, evidentemente, avanza lento. Creo que es un proyecto serio en sus bases y muy entretenido en su desarrollo. Tengo una certeza que he tenido pocas veces: sería un éxito seguro”.

La explicación al problema que lastra el desarrollo de la serie podría estar en que la historia del emérito, en cierto sentido, admite menos ficción que la siempre espectacular monarquía británica, llena de iconos globales del siglo XX como Churchill, Diana o Thatcher. “No se pueden comparar”, sentencia Olivares sobre las dos casas reales. “En Inglaterra es una institución asentada y que lideró con su gobierno democrático una guerra contra Hitler. En España, a Juan Carlos lo elige un dictador saltándose la línea de sucesión y supervisando su educación. En cuanto a estilo de serie, siempre digo que Inglaterra tiene The Crown, una obra maestra hasta que ha cargado su peso en Lady Di, pero España tiene a Isabel y Fernando, a Carlos I, a Felipe II…, que son historia mundial. Pero nosotros no hemos tenido un Shakespeare”.

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