'Grândola, Vila Morena' regresa el 25 de abril en su versión más indignada

En Portugal, el músico José Afonso (1929-1987) sigue siendo una figura de Estado. En la noche del 24 al 25 abril de 1974, varios oficiales portugueses que estaban en desacuerdo con la dictadura salazarista, consiguieron transmitir clandestinamente la famosa canción del compositor, Grândola, Vila Morena. Tras varias horas, el sistema dictatorial que dominaba el país desde 1926 cayó. Casi cuarenta años después, la sociedad lusa entona de nuevo la melodía de Afonso como un himno de lucha contra los recortes impuestos desde los organismos europeos.

El aniversario del levantamiento militar de 1974 que democratizó Portugal tras casi medio siglo de dictadura movilizará este jueves a muy diversos colectivos y organizaciones, desde la asociación de antiguos miembros de las Fuerzas Armadas al movimiento de los indignados. Centenares de manifestaciones recorrerán el país en las principales ciudades. 

El denominador común de todos es el rechazo a las medidas de ajuste y los recortes presupuestarios aplicados desde junio de 2011, con el programa del rescate financiero luso, y la demanda de soluciones a los graves problemas sociales del país. Los sindicatos y la izquierda parlamentaria, que piden al Gobierno conservador políticas para estimular el crecimiento y el empleo, se han sumado a esas críticas con el argumento de que la austeridad exigida por la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) es contraria a los principios del 25 de abril.

Los miembros de la Asociación del 25 de Abril, cuyo principal objetivo es consagrar el espíritu de aquel movimiento de liberalización de 1974, no asistirán a los actos oficiales convocados. En las últimas semanas el movimiento ha elevado notablemente el tono crítico con el Gobierno de Passos Coelho. Este mismo martes, la organización expresaba su indignación por la participación de personas con cargos públicos en materia de finanzas y economía en "procesos fraudulentos de miles de millones de euros". En las celebraciones del año pasado, los 'capitanes de abril', militares que tomaron el mando hace cuarenta años, se negaron a asistir a los actos oficiales en señal de protesta por la deriva política del país. La mayoría de integrantes de la organización comandada por Vasco Lourenço repetirá el gesto este año.

A su vez, el movimiento cívico Que se fastidie la troika, organizador de dos de las mayores manifestaciones realizadas en Portugal, se ha adelantado a la celebración del 25 de abril ya que el pasado fin de semana empezó a recoger firmas contra el Gobierno precisamente en el municipio de Grandola, a unos 100 kilómetros al sur de Lisboa. Su intención es someter al Ejecutivo a una "moción de censura popular" como la que votaron los partidos de izquierda en el Parlamento hace tres semanas, superada sin dificultades por la mayoría absoluta conservadora.

Al margen de las protestas, el principal acto oficial del aniversario de la Revolución tendrá lugar en el Parlamento, donde está previsto que el jefe del Estado, el conservador Aníbal Cavaco Silva, pronuncie su tradicional discurso ante los diputados e invitados de honor. Pero entre ellos ya hay algunos desplantes, como el del expresidente y antiguo primer ministro Mário Soares, un histórico dirigente del socialismo luso que por segundo año consecutivo ha anunciado que no participará en la conmemoración oficial, en señal de protesta por las políticas del Gobierno y la situación que atraviesa el país. En declaraciones realizadas a medios lusos este miércoles ha afirmado que las personas que actualmente están en el Gobierno “son lo contrario a los valores del 25 de Abril”.

En Portugal, el músico José Afonso (1929-1987) sigue siendo una figura de Estado. En la noche del 24 al 25 abril de 1974, varios oficiales portugueses que estaban en desacuerdo con la dictadura salazarista, consiguieron transmitir clandestinamente la famosa canción del compositor, Grândola, Vila Morena. Tras varias horas, el sistema dictatorial que dominaba el país desde 1926 cayó. Casi cuarenta años después, la sociedad lusa entona de nuevo la melodía de Afonso como un himno de lucha contra los recortes impuestos desde los organismos europeos.

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