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La hora de la verdad para el clima: la UE debate ponerse en la senda del Acuerdo de París cinco años después de su aprobación

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Este jueves arranca un Consejo europeo clave para el futuro de la lucha contra el cambio climático. Acaparan los titulares las negociaciones sobre el fondo de recuperación post-covid: pero también se debatirá sobre el aumento de la ambición climática de la Unión Europea para 2030, del 40% actual al 55% "al menos" que defiende la Comisión Europea y la mayoría de Estados miembros. En realidad, ambos temas están vinculados: Polonia y Hungría, fuertemente dependientes del carbón, solo aceptarán objetivos más fuertes si tienen garantías de que fluirá el dinero para sus transiciones que ellos mismos bloquean, en medio de fuertes fricciones por sus políticas iliberales y contrarias al Estado de Derecho. Los ecologistas consideran que un 55% sería una noticia no demasiado mala, pero insuficiente: todas las organizaciones europeas defienden un 65%, que pondría al club comunitario en la senda de cumplir el Acuerdo de París firmado hace cinco años. No se esperan grandes éxitos en el aniversario del histórico pacto de la COP21, pero se aspira a, al menos, evitar el desastre. 

Los números del clima no mienten. Muchos países, y también la Unión Europea, se han comprometido a ser "neutrales climáticamente" para 2050: compensar todo lo que emitan. Si todos cumplieran, el mundo podría cumplir la meta firmada hace cinco años: dejar el calentamiento global en un aumento de 1,5 grados (como mucho 2) a finales de siglo. Pero es mucho más fácil llegar al largo plazo si las metas a medio plazo son ambiciosas. Y en ese sentido, muy pocas naciones, y desde luego no la UE, están en la senda correcta para 2030. Según Climate Action Tracker, el 55% "no es suficiente" para limitar el cambio climático a un escenario mínimamente manejable. "Un aumento de este objetivo al 65%, acompañado de financiación de la acción climática en el exterior, convertiría a la UE en la primera región con compromisos compatibles con el Acuerdo de París", asegura el think tank

El Parlamento Europeo, cuyos dictámenes no son vinculantes, apuesta por un 60%. Y los ecologistas creen que a partir del 65% pueden empezar a celebrar. "Europa tiene capacidad de hacer mucho más y tiene una responsabilidad histórica con respecto a sus emisiones de CO2", asegura Tatiana Nuño, responsable de Cambio Climático de Greenpeace. "Tenemos que ir mucho más allá. Todo lo que no sea eso está dando la espalda a las recomendaciones científicas para combatir el cambio climático, al cumplimiento del Acuerdo de París, y a una buena celebración", opina.

No es creíble pensar que Polonia o Hungría aceptarán más de un 55%. Pero, en este sentido, no están solos. Solo Suecia, Finlandia, Luxemburgo, Países Bajos, Dinamarca e Irlanda apuestan, al menos públicamente, por más de un 60%. Tampoco España, cuyo Ministerio para la Transición Ecológica, comandado por Teresa Ribera, devolvió al país a primera línea de la acción climática internacional tras años de desidia y aumento de emisiones. La vicepresidenta cuarta se sumó en marzo a estos países y a otros como Portugal, Eslovenia, Francia, Italia o Letonia para pedir a la Comisión Europea que, cuanto antes, actualizara su meta al 50%, al menos antes de la llegada del verano. El covid explotó y la atención internacional se dirigió a la emergencia sanitaria. Ahora, los países más ambiciosos se separan y solo seis de los 27 defienden más ambición. La cita de este jueves es el primer match point para recuperar el tiempo perdido.

Greenpeace, en todo caso, tiene un pero añadido a la propuesta de la Comisión Europea. "Pretende cambiar el modo en que se contabilizan las emisiones de forma que, en vez de mostrar una reducción real (como hasta ahora), por primera vez haga referencia a las emisiones netas, es decir, incluyendo los sumideros naturales de carbono y otras posibles falsas soluciones como la captura de carbono o los biocarburantes", explican en una nota de prensa. No solo contaría lo que se deja de emitir, sino también lo que se absorbe, rompiendo la serie histórica. Por lo tanto, la reducción real de la UE se quedaría, cifra Nuño, en un 50,5%. "Supondría una mejora muy pequeña con respecto al camino que ya tiene adquirido en renovables y en eficiencia, que la llevan al 46%. No está respondiendo a la urgencia que se necesita". España, explica la activista, no se ha posicionado tampoco en contra de esta modificación en el conteo.

"El liderazgo y la competitividad de la UE están en juego", resumió para Climate Home News un experto en negociaciones climáticas. Las discusiones serán intensas: la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y la canciller alemana, Angela Merkel, están absolutamente concienciadas: no lo consideran una batalla menor. Polonia y Hungría, junto a otros países como la República Checa, quieren que los fondos para la transición energética estén disponibles hasta 2027, total libertad para gastar el dinero, flexibilidad para apostar por tecnologías como el gas o los biocombustibles y un matiz importante en el redactado del objetivo: quieren eliminar la expresión "al menos", por lo que se bloquearía la capacidad para aspirar a una meta de 2030 realmente compatible con el Acuerdo de París. La cuestión de fondo siempre es la misma: ¿es mejor un mal acuerdo que ningún acuerdo?

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Una Cumbre de Acción Climática de la que se espera poco

Von der Leyen quiere asegurarse el 55% para acudir con capacidad de persuasión a la Cumbre de Acción Climática que, ante la ausencia de una verdadera COP por el covid-19, organizan Reino Unido y Francia junto a Naciones Unidas este sábado 12 de diciembre con la intención de animar a presentar nuevos compromisos de reducción de emisiones, cinco años después del Acuerdo de París. El Gobierno de Boris Johnson está haciendo muchos esfuerzos por escalar posiciones en la diplomacia climática: la semana pasada anunció que se comprometía a una meta del 68% menos de CO2 y otros gases de efecto invernadero con respecto a 1990. También ha prohibido la venta de coches de gasolina y diésel a partir de 2035. Por comparar, España ha prometido "al menos un 23%", está por ver que la nueva Ley de Cambio Climático endurezca el horizonte fijado y se formó un revuelo considerable cuando el Ejecutivo propuso abandonar los nuevos vehículos de combustión 15 años después, en 2050. 

Reino Unido acoge la próxima cumbre del clima real, en Glasgow, pero no ha querido esperar para posicionarse. Johnson está deseando recuperar una conversación fluida con un antiguo aliado, Estados Unidos: fue de los primeros mandatarios que felicitó al presidente electo, Joe Biden, por su victoria y en la misiva mencionó el cambio climático. En la Cumbre de Acción Climática solo tendrán voz los países que vayan a anunciar nuevas metas: nada de discursos vacíos. Puede ser un anuncio de emisiones neutras para 2050, un esfuerzo real en adaptación o el gran deseado: un objetivo para 2030. En la actualidad, solo 16 países, que representan el 4,6% de las emisiones globales, han presentado formalmente una nueva meta en este sentido. Solo han confirmado grandes presentaciones países menos desarrollados, y menos contribuyentes al problema global. Y en este encuentro no estará EEUU, ya que el presidente actual no quiere ni oír hablar del clima y el entrante aún no tiene plenos poderes. En cuanto a los grandes emisores, solo se espera algo de China, que quizá podría anunciar nuevos esfuerzos a medio plazo tras prometer la neutralidad climática. Pero no hay certezas.

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