Elecciones en Israel
Netanyahu logra una ajustada victoria en las legislativas israelíes
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, fue reelegido este martes para un cuarto mandato logrando ampliar su ventaja respecto a la coalición opositora Unión Sionista, según los resultados correspondientes al 99,5% del recuento, que conceden 29 y 24 escaños a las formaciones, respectivamente.
Por detrás figuran la Lista Árabe Conjunta (LAC), con catorce escaños; Yesh Atid, con once; Kulanu, con diez; Habayit Hayehudi, con ocho; Shas y Judaísmo Unido de la Torá, con siete; Yisrael Beitenu, con seis; y Meretz, con cuatro, según ha recogido el diario israelí Haaretz.
Netanyahu compareció en la noche del martes ante sus seguidores para reclamar la victoria del Likud y anunciar que ha invitado a otros partidos de derecha a unirse a él "sin demora" en un gobierno de coalición.
"Hablé con todos los líderes de los partidos nacionalistas y pedí que se unan a mí en la formación de un gobierno de coalición sin demora, porque la realidad no tiene tiempo de espera", señaló Netanyahu, en unas declaraciones que publica el periódico israelí The Jerusalem Post.
Tras declararse vencedor de los comicios, al igual que hiciese horas antes su principal contrincante, el líder de la coalición de centro-izquierda Unión Sionista, Isaac Herzog, Netanyahu afirmó que va a tratar de formar "un gobierno fuerte y estable" que aborde "los desafíos de seguridad y socioeconómicos" a los que se enfrenta el país.
Por su parte, Herzog convocó a los partidos israelíes minoritarios a sumarse a una coalición con clara vocación "socioeconómica" que lideraría su formación, destacando que los resultados electorales permiten a su partido volver al Gobierno.
¿Cómo se reparten los escaños y se forma gobierno?
Los israelíes eligieron este martes a 120 representantes que componen el Parlamento unicameral israelí, la Knesset. Una vez repartidos los escaños en virtud del complicado sistema, se plantean varios escenarios para formar gobierno que podrían tardar días e incluso semanas en concretarse.
Para poder conseguir representación parlamentaria se ha elevado el umbral hasta el 3,5%, frente al 2% de los anteriores comicios de 2013. Los votos de aquellos partidos que no lleguen a este mínimo serán suprimidos del cómputo total a la hora de repartir escaños.
El número total de votos válidos recibidos por el resto de partidos se divide entre 120, el número de escaños, con el fin de determinar el número de votos que equivalen a un escaño. A esta cifra se le conoce como "indicador general". A continuación, se dividen los votos recibidos por cada partido por el "indicador general" obteniéndose así el número de escaños.
Esta división no arroja nunca el total de 120 escaños, sino que deja fracciones de escaño, conociéndose los escaños que quedan por cubrir como "votos de más". Para poder completar el reparto se recurre entonces a un cálculo conocido como método Bader-Ofer, así como a los acuerdos de voto compartido firmados por los partidos antes de los comicios. Este método toma en cuenta el tamaño relativo de los partidos, incluidos sus votos de más y sus acuerdos de voto compartido, y cuenta como un solo partido a aquellos que hayan firmado acuerdos pre-electorales. A continuación, se suman los votos válidos recibidos por los partidos y se dividen por el número de escaños recibidos en la distribución inicial, lo que arroja el "indicador de lista".
Aquella lista que reciba el indicador más alto recibirá el primer "voto de más" y luego el cálculo prosigue hasta que se hayan distribuido todos los escaños que quedan por repartir. Cada vez que una lista recibe un escaño adicional, se debe actualizar el cálculo.
Recomendaciones de los partidos
Una vez repartidos los escaños, los partidos pueden proponer al presidente, Reuven Rivlin, su candidato a ocupar el puesto de primer ministro. Por regla general, suele ser el líder del partido más votado, pero no hay ninguna norma escrita que lo estipule. En general, lo lógico es que se presente la candidatura de aquel que considere que puede conseguir el respaldo de 61 parlamentarios.
En estas elecciones, el Likud, liderado por el actual primer ministro, Benjamin Netanyahu, se sitúa ligeramente por debajo de la alianza de centro-izquierda Unión Sionista, que integran los laboristas de Isaac Herzog y Hatnua de la exministra Tzipi Livni, por lo que la balanza podría inclinarla el resultado que obtengan sus potenciales socios de coalición.
Encargo del presidente
Una vez realizados los contactos con los partidos y recibidas sus recomendaciones, Rivlin deberá encargar la formación de gobierno a aquel candidato que a su juicio tenga más posibilidades de conseguir el respaldo necesario. En todo caso, no tiene la obligación de encargar la tarea al que ha recibido más votos, algo que ya ocurrido en el pasado. Fue así como Netanyahu se convirtió en primer ministro de nuevo en 2009, después de que Livni, entonces al frente de Kadima, no consiguiera formar una coalición pese a que su partido se impuso por un estrecho margen en los comicios.
El presidente también tiene la potestad de recomendar un gobierno de unidad en el que dos partidos compartan el poder y se roten en la jefatura del Ejecutivo. Al parecer, según han publicado este fin de semana los medios israelíes, Rivlin estaría dispuesto a explorar esta vía con Netanyahu y Herzog aunque si ve que no es factible no forzará esta solución.
Posibles coaliciones
Así las cosas y dado que en Israel nunca ha habido un gobierno de un solo partido y tampoco ahora parece que vaya a ser el caso, una vez conocidos los resultados y tras la propuesta del presidente, comenzarán las negociaciones para la formación de una coalición de gobierno.
En los últimos días ha ganado enteros la opción de una coalición de centro-izquierda liderada por Unión Sionista. Ésta contaría con el apoyo garantizado de Meretz –formación que paradójicamente no tiene garantizada su presencia en la próxima Knesset de acuerdo con los sondeos–, mientras que es probable que Yesh Atid, de Yair Lapid, respalde a Herzog como primer ministro por su deseo de acabar con Netanyahu.
A estos se podría sumar el respaldo, aunque desde fuera, del nuevo partido Unión Árabe, que aglutina a las formaciones árabe-israelíes y al que los sondeos sitúan incluso como la tercera fuerza más votada en estos comicios. Según una estimación realizada por Brookings Institution, Herzog contaría a priori con el respaldo de 55 parlamentarios.
Frente a ello, Netanyahu cuenta con el respaldo garantizado de su partido así como del Hogar Judío de Naftali Bennet, su actual socio de coalición, y de Yachad, liderado por Eli Yishai, lo que suman 37 hipotéticos escaños. Además, los partidos ultraortodoxos –Judaísmo Unido de la Torá y Shas–se inclinarían más por la opción de un nuevo mandato de Netanyahu, lo que supondrían otros trece hipotéticos respaldos.
La clave para desequilibrar la balanza la tienen el actual ministro de Exteriores Avigdor Lieberman, cuyo partido Israel Beitenu, obtendría unos cinco escaños, y el nuevo partido de Moshe Kahlon, Kulanu. En cuanto al primero, lo natural sería que respaldara a Netanyahu, pero no se descarta que prefiera un gobierno de unidad y no dé su apoyo al actual mandatario.
Por su parte, Kahlon, un antiguo ministro del Likud, se encamina a convertirse en la sorpresa de estas elecciones y podría lograr nueve escaños. En su caso, según el análisis de Brookings, estaría más inclinado a respaldar a Herzog, dadas sus diferencias con Netanyahu, aunque también podría optar por esta última opción o incluso por forzar la creación de un gobierno de unidad.
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Una vez Rivlin encargue a un candidato, previsiblemente Netanyahu o Herzog, la formación de gobierno, éste contará con un plazo de 28 días, prorrogables otros catorce. Si pasados estos 42 días no ha conseguido el respaldo de al menos 61 parlamentarios, el presidente podrá encargar la tarea a otro candidato.
Este segundo candidato tendrá un plazo de 28 días para formar una coalición, un plazo que no se puede prorrogar. La legislación israelí contempla la posibilidad de que también este segundo candidato fracase –algo que no ha ocurrido hasta ahora–. Llegado el caso, una mayoría de parlamentarios pueden pedir al presidente que encargue a otro candidato la formación de gobierno, esta vez en un plazo de 14 días.
De no lograrlo, la Knesset se disolvería y se convocarían nuevas elecciones en el plazo de 90 días. En caso de lograr formar coalición, ésta deberá someterse a la votación en el pleno y recibir el respaldo de 61 diputados.