¿Cómo contactar con tu familia si no tiene ni luz?: la angustia de los palestinos evacuados en España

Los evacuados de Gaza a su llegada a la Base Aérea de Torrejón.

El pasado 15 de octubre 139 hispanopalestinos llegaron a España por el cruce de Rafah a Egipto, desde donde fueron evacuados. Riad Ali El Aila, (71 años) fue una de las personas que pisó tierra peninsular después de pasar cuatro días en los bombardeos. Ali llegó con su familia y fueron destinados a un albergue en Badajoz con otras 60 personas. Él vino a Madrid en 1983 para estudiar un doctorado en Ciencias Políticas y era rector en Palestina, antes de que el ejército israelí destruyera las universidades.

Ahora agradece que infoLibre haya contactado con él porque contar su historia es de las pocas maneras que tiene de ayudar a su familia, la que todavía sigue allí. En Badajoz, según cuenta, están bajo el cuidado de la Cruz Roja. "Nos ayudan en todo", afirma, desde comida, ropa y todo lo necesario. Dentro del grupo de palestinos que llegó a Extremadura también están 25 niños: "Cruz Roja hace lo posible para que los niños estén bien" cuenta Ali, aunque denuncia que aún no tienen cartilla de Sanidad.

En el momento de esta conversación Alí está entusiasmado, según explica, porque acaba de hablar por teléfono con su sobrino con el que no hablaba desde hacía diez días. Hicham Alsayed (53 años), un palestino afincado en Valencia desde hace 23 años, también afirma que en la ciudad Jan Yunis (Suoeste de Gaza), donde está su familia, como en el resto de la Franja, la cobertura telefónica “viene y va” y los que sobreviven tienen miedo de responder a las llamadas que reciben.

Antes de que se reactivara el conflicto, la mujer de Alsayed, también palestina, fue a visitar a su familia al país. La guerra estalló en plena visita pero ella pudo volver junto con las otras 139 personas evacuadas, según cuenta Alsayed a infoLibre

Aunque Alsayed intenta hablar todos los días con su familia, no lo consigue desde hace ya más de 20 días, afirma. La acción cotidiana de coger el móvil es para los gazatíes un peligro más. Cuando la conexión funciona, a altas horas de la madrugada, temen que el ejército israelí sea el que esté al otro lado del teléfono diciéndoles: “Tenéis que salir de casa”, cuenta la familia de Alsayed. 

Hace dos semanas Alsayed mandó dinero a su familia en Gaza pero cuando fueron a recogerlo, las comisiones y el cambio de moneda mermaron la cantidad hasta “casi la mitad”. "El dinero no importa cuando no hay nada para comprar", lamenta Alsayed. La única ayuda que recibe su familia entra a través de los camiones de organizaciones como Médicos Sin Frontera o UNRWA y cuando los contenedores llegan, “la gente entra con fuerza y coge lo que puede”, afirma Alsayed. Ali El Aila también explica que esta ayuda cada vez es menor: "En días normales entraban mas de mil camiones y ahora cada día 20 o 30 camiones", afirma.

Pimiento verde para comer por la tarde, a mediodía y por la noche

“Comen pimiento verde por la tarde, a mediodía y por la noche” explica sobre los que están atrapados en la guerra. La cosecha de berenjena y patata les ha permitido sobrevivir este tiempo, pero eso, sostiene Alsayed, “ha terminado“. "La gente a la que le dan una ayuda, como una lata de carne, va a venderla para hacer pan porque llevan días sin una barra de pan, conseguir una es un milagro”, afirma.

Este año Alsayed no celebrará la nochevieja, “no tenemos ganas de ir a un restaurante cuando tu familia no encuentra nada para comer”, cuenta. “Cuando no hay comida la gente huye, pero salir del país es muy difícil”, sostiene Alsayed, que compara la situación con la Guerra que se originó en 1948 con la declaración de independencia de Israel. “Es la misma manera que cuando ocurrió en el 48, como me contaron mis padres”, afirma.

Placas solares

Israel dejó sin luz a Gaza a principios de octubre y paulatinamente ha ido racionando los recursos de Palestina, incluso el agua. Dejar sin electricidad a una población de dos millones de personas significa dejarlos también incomunicados. En esta situación se erige un nuevo privilegio, el de disponer de placas solares. La familia de Hassan Shalayl (74 años), un veterinario palestino jubilado en Valencia, es una de esas familias que agradece cada día al sol poder llamar por teléfono.

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Los familiares de Shalayl tienen placas solares y eso les permite disponer de electricidad y también poder tener internet unos minutos a la semana, "cuando viene", sostiene Shalayl. El pasado sábado 23 de diciembre fue la última que pudo contactar con ellos en una situación que describe cada vez más agónica: "De momento están bien pero en cinco minutos no sabemos", lamenta.

Shalayl también ha tratado de ayudar desde España a su familia, pero cuenta que es "imposible". "El Gobierno no te deja porque dice que mandas dinero a terroristas", denuncia. Mientras tanto, cuenta que allí la gente se está muriendo de hambre. "Quedarse sin comida es otra clase de matar a la gente".

En 1971 Shalayl llegó a España para estudiar veterinaria pero no puede volver. "Gaza esta bloqueada por Israel desde hace 17 años", cuenta Shalayl. "Lo que queremos los palestinos es volver a nuestra casa no vivir como refugiados", afirma.

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