La Onda Corta regresa 80 años después en plena era digital para informar sobre la guerra

3

En plena ofensiva de Putin contra Ucrania, uno de los más sensibles daños colaterales es la dificultad de obtener información veraz sobre lo que está ocurriendo. Como en conflictos anteriores, domina la propaganda, que se suma a la censura y persecución de medios y periodistas en determinados países que intentan ofrecer una visión libre e independiente de lo que está sucediendo. Desde la zona de conflicto, vemos a profesionales sobre el terreno poner en riesgo su vida para relatar la situación, y cómo se va limitando, día tras día, su presencia en los puntos de mayor tensión bélica. Recibimos, por tanto, una información fragmentada, sincopada, como flashes reales de lo que está ocurriendo, pero sin posibilidad de obtener una visión global y completa del conflicto. 

Mucho peor es la realidad informativa que se vive tanto en Rusia como en Ucrania. En la primera, la persecución de medios y profesionales ordenada por Putin, con largas penas de cárcel para quien ose dar noticias no oficiales, ha provocado la salida del país de los medios internacionales, desde la BBC a las grandes cadenas y agencias de Estados Unidos, a las que siguieron los enviados especiales y corresponsales del resto de países, como los de España, con TVE y RNE al frente de las coberturas en los primeros días de guerra. En este momento la población de la nación más extensa del planeta se ve, en consecuencia, sometida a lo que deciden contar los medios de propaganda oficiales, monopolizados por el Kremlin. Fuera de los medios tradicionales, Internet ve censurado cualquier contenido relativo al conflicto y se ha cortado progresivamente el acceso a las redes sociales.

Frente a este apagón informativo, la mirada se ha dirigido al medio más antiguo, prácticamente marginal en la actualidad: la Onda Corta, por la que emite Radio Exterior de España, el canal internacional de Radio Nacional de España, y llega a Ucrania y Rusia, según ha informado RTVE. La Corporación pública ha explicado que el ataque ruso contra la torre de comunicaciones de Kiev ha silenciado varios canales de televisión, e Internet y las redes sociales son "fácilmente controlables, y las infraestructuras de telecomunicaciones que proporcionan servicio de internet son muy vulnerables". De hecho, y aunque Radio Exterior se oye en Internet, en streaming o en los podcast de toda su programación, y existen además aplicaciones para dispositivos móviles, como teléfonos inteligentes y tabletas, es la Onda Corta tradicional el único modo de seguir sus emisiones sin que pueda ser detectada por las autoridades de ambos países.

Para Ucrania y Rusia se transmite en español de 17.00 a 1.00 hora española (16.00 a 0.00 hora UTC) y en ruso de 19.00 a 19.30, hora española (18.00 a 18.30 hora UTC). Tremenda paradoja, en pleno 2022, cuando nadie entiende ya las comunicaciones sin internet, redes sociales, ordenadores y teléfonos móviles, el único medio seguro para informarse en los países en guerra es la Onda Corta, una vía nacida en los principios del siglo XX. En España, los más mayores aún recuerdan cómo en la Guerra Civil y en la inmediata posguerra se sintonizaba Radio Pirenaica o Radio Andorra para escuchar una versión distinta y contrapuesta a la que difundía la Radio Nacional controlada por Franco.

Así se preparan los civiles en Lviv para entrar en combate contra las tropas rusas

Ver más

La actual Onda Corta está a punto de cumplir ochenta años, ya que nació el 15 de marzo de 1942, y fue perdiendo vigor según avanzaba la difusión convencional de radio. De hecho, en la última época del Gobierno Rajoy estuvo a punto de desaparecer, ya que la alta dirección de RTVE consideraba que solo daba servicio a unos cuantos misioneros y marineros españoles esparcidos por el mundo. El proyecto contó con la oposición frontal de la sección sindical de UGT en la empresa, tal y como recordaban en estos días: "Fueron muchas las hojas y vídeos que sacamos para evitar aquella barbaridad, y que podéis consultar en ugtrtve.net, pero entre todo ello os recomendamos visualizar el primer vídeo que publicamos por aquellas fechas, Salvemos la Onda Corta, donde queda claro que lo que se pedía no era otra cosa que poner el servicio público en el centro de la gestión de RTVE".

"Porque, aunque fuera solo para unos cuantos misioneros y pescadores, como se argumentaba desde la dirección, se trata de compatriotas que necesitan poder informarse a través de la Onda Corta de RNE. Conseguimos minimizar y mucho el disparate que se pretendía, pero a pesar de evitar el desmantelamiento se perdió una buena parte de nuestra cobertura y potencia en Onda Corta". Y es que en el proyecto inicial de la dirección estaba previsto desmantelar y vender como chatarra el centro emisor, situado en la localidad toledana de Noblejas, salvado in extremis por la oposición de los representantes de los trabajadores. 

Si volvemos al presente, UGT en RTVE destaca que "en la actual situación de guerra, con el centro de comunicaciones de Kiev destruido, resulta muy fácil ver el tremendo valor estratégico que puede llegar a tener la onda corta para informar a sociedades enteras que han sido aisladas informativamente. Y en efecto así está siendo, ya que solo las emisiones en onda corta de Radio Exterior de España llegan desde nuestro país a Ucrania y Rusia. Estamos hablando de unas emisiones que solo son posibles gracias a las instalaciones que se pretendió desmantelar sin más para ahorrarse los gastos más públicos, útiles y rentables de RTVE en materia de servicio público".

En plena ofensiva de Putin contra Ucrania, uno de los más sensibles daños colaterales es la dificultad de obtener información veraz sobre lo que está ocurriendo. Como en conflictos anteriores, domina la propaganda, que se suma a la censura y persecución de medios y periodistas en determinados países que intentan ofrecer una visión libre e independiente de lo que está sucediendo. Desde la zona de conflicto, vemos a profesionales sobre el terreno poner en riesgo su vida para relatar la situación, y cómo se va limitando, día tras día, su presencia en los puntos de mayor tensión bélica. Recibimos, por tanto, una información fragmentada, sincopada, como flashes reales de lo que está ocurriendo, pero sin posibilidad de obtener una visión global y completa del conflicto. 

Más sobre este tema
>