En 2011, los Estados miembro de la Organización Mundial de la Salud (OMS) firmaron la iniciativa 25X25, un plan para atajar la mortalidad debida a enfermedades no contagiosas un 25% de cara al 2025. Sin embargo, los factores socioeconómicos no se incluyeron en el plan. Ahora, un estudio publicado por la revista médica The Lancet demuestra que la pobreza acorta la vida más que la obesidad o la hipertensión.
El estudio, llevado a cabo sobre una cohorte de 1,7 millones de personas, carga contra las estrategias globales de sanidad y la OMS por no considerar la desigualdad como uno de los factores de riesgo que pretende reducir para 2015: la alta ingesta de alcohol, el sedentarismo, el consumo de tabaco, la hipertensión, la diabetes y la obesidad. The Lancet sostiene que "un estatus socioeconómico bajo es un indicador fuerte de la morbilidad y mortalidad prematura a nivel mundial que, sin embargo, la estrategias sanitarias no consideran un factor de riesgo modificable".
El trabajo de la prestigiosa revista se centra en analizar cómo afectan a la salud los factores socioeconómicos en comparación a los otros factores de riesgo que sí recoge el Objetivo 25x25 de la OMS como la obesidad o el tabaquismo. El estudio se basó en 48 estudios con información sobre el estatus socioeconómico clasificada en cuanto a la categoría profesional, los factores de riesgo del 25x25 y la mortalidad para una población total de 1.751.479 personas de las que el 54% eran mujeres. Todos ellos provenían de siete países desarrollados miembros de la OMS.
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Los resultados fueron claros: los participantes más pobres tenían tasas de mortalidad más altas que los ricos. Exactamente, la pobreza estaba relacionada con una reducción de la esperanza de vida de más de dos años entre los 40 y los 85 años, mayor que por el consumo de alcohol, la obesidad o la hipertensión.
El estudio de The Lancet propone convertir la desigualdad en un objetivo de las estrategias de sanidad y de "política a nivel local, estatal e internacional" a través del desarrollo en la infancia, la reducción de la pobreza, la mejora del acceso a una educación de buena calidad o la creación de espacios seguros en el trabajo, los colegios y las casas.
"Durante la última década, los factores socioeconómicos han comenzado a abrirse paso en las agencias internacionales y en los informes globales, como muestra el informe de la Comisión de los Determinantes Sociales en la Salud de 2008 de la OMS. A pesar de que estos esfuerzos han aumentado la concienciación sobre el efecto de la desigualdad en la salud, las estrategias de prevención global aún se centran en los tratamientos de los factores de riesgo más próximos. Tal abordaje fracasa a la hora de crear una solución estructural como la inversión en programas de educación infantiles que podrían ser efectivos a la hora de reducir la desigualdad. Los resultados de nuestro estudio sugieren que los niveles socioeconómicos bajos tiene un efecto comparable sobre la salud a los de otros factores de riesgo graves", zanjan los autores.
En 2011, los Estados miembro de la Organización Mundial de la Salud (OMS) firmaron la iniciativa 25X25, un plan para atajar la mortalidad debida a enfermedades no contagiosas un 25% de cara al 2025. Sin embargo, los factores socioeconómicos no se incluyeron en el plan. Ahora, un estudio publicado por la revista médica The Lancet demuestra que la pobreza acorta la vida más que la obesidad o la hipertensión.