Este 11 de julio se cumplen 20 años de la matanza de Srebrenica, en Bosnia, uno de los episodios culminantes -por decisivo y por atroz- de la llamada guerra de los Balcanes que asoló la antigua república de Yugoslavia entre 1991 y 1995.
"Srebrenica es también el nombre de un síndrome postraumático, experimentado por las mujeres, niños y ancianos que no murieron y que, desde julio de 1995 (...) no tienen noticia de sus maridos, hijos, padres, hermanos, tíos o abuelos. Millares de vidas (...) continúan mutiladas, privadas del afecto y el amor de sus seres queridos, los cuales han quedado convertidos en meros fantasmas que regresan para rondarlas día a día, noche tras noche...".
Así definía hace años Almiro Rodríguez, juez del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY), el drama que aún hoy en día viven las víctimas de una de las mayores atrocidades cometidas en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
La historia es bien conocida, pero quizás convenga recordarla para los más desmemoriados o los más jóvenes. La víspera del 11 de julio de 1995 se produjo la caída del "área segura" de la ONU en Srebrenica (así declarada por el Consejo de Seguridad el 16 de abril de 1993), en manos del Ejército serbo-bosnio, que tomó este enclave de 536 kilómetros cuadrados protegido por "cascos azules" holandeses donde se refugiaban miles de bosnios musulmanes.
Y desde el día 11 hasta el 19 de julio de 1995, el Ejército de la llamada República Srpska (la República serbia de Bosnia) separó a mujeres, niños y ancianos, para empezar a asesinar deliberadamente a más de 8.000 varones musulmanes de Bosnia, de edades comprendidas entre 16 y 60 años. Este hecho constituyó la mayor masacre perpetrada en Europa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y fue considerado en abril de 2004 por el TPIY como un acto de genocidio.
Al igual que ocurrió en otros sitios y con otros episodios de la guerra en la antigua Yugoslavia, la detención y el posterior procesamiento de los principales responsables de estos crímenes contra la humanidad ha sido –y continua siendo, en buena parte– una larga y tortuosa carrera de obstáculos.
Aunque algunos responsables de este genocidio y de otros graves crímenes de guerra fueron procesados por dicho tribunal en los años siguientes al fin del conflicto bélico, otros imputados como el líder serbobosnio Radovan Karadzic o el general Ratko Mladic –seguramente, los dos principales responsables de planificar y ejecutar el genocidio de Srebrenica– estuvieron huidos, y protegidos por autoridades militares y políticas en distintos lugares de Serbia y de la República Srpska de Bosnia y Herzegovina, durante muchos años.
Tras años de búsqueda infructuosa por comandos de la OTAN y otros organismos internacionales (el Gobierno de Estados Unidos llegó a ofrecer una recompensa de 5 millones de dólares por cualquier pista que condujese a su detención), Radovan Karadzic, ex presidente de la república serbia de Bosnia, fue detenido el 21 de julio de 2008.
La detención tuvo lugar en Belgrado donde ejercía como especialista en medicina alternativa en una clínica privada bajo identidad falsa, más de 12 años después de ser acusado de genocidio, crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra por su participación en el conflicto bosnio. Su juicio comenzó en octubre de 2009 y todavía no ha concluido.
Por otra parte, el general Ratko Mladic, quien fue el jefe de Estado Mayor del Ejército de la República Srpska (VRS) durante la Guerra de Bosnia, fue detenido aún más tarde, el 26 de mayo de 2011. Ese día, el entonces presidente de Serbia, Boris Tadic, anunció la captura de Mladic y su proceso de extradición a La Haya, sede del TPIY, para ser juzgado por los delitos de genocidio, persecuciones, exterminio y asesinato, ataques indiscriminados contra la población civil y toma de rehenes, entre otros. Al igual que en el caso de Karadzic, su juicio sigue todavía un lento proceso.
En la localidad bosnia de Potocari, unos 5 km al norte de Srebrenica y donde se hallaba el cuartel de las tropas holandesas, se erigió después de la guerra el Potocari Memorial Centre, donde el 11 de julio de cada año tiene lugar una ceremonia en el que se entierran las nuevas víctimas identificadas a lo largo del último año.
Veinte años después de que sus maridos e hijos fueran asesinados, las mujeres de Srebrenica todavía esperan a que los principales responsables sean juzgados. Y también siguen esperando a que las autoridades serbobosnias de la República Srpska les digan exactamente qué les sucedió a sus familiares que continúan "desaparecidos", y muchas esperan a que les entreguen sus restos para poder enterrarlos y así rehacer sus vidas.
Porque veinte años después del genocidio de Srebrenica en julio de 1995 y el final de la guerra en Bosnia en diciembre de ese mismo año, aún varios cientos de víctimas de Srebrenica siguen desaparecidas, y el destino de más de otras 8.000 personas en el conjunto de Bosnia y Herzegovina no ha sido aclarado.
Llamamiento de Amnistía
Amnistía Internacional continua instando a las autoridades actuales del estado de Bosnia y Herzegovina a redoblar sus esfuerzos para buscar e identificar a todas las víctimas de las desapariciones forzadas de la guerra y para proporcionar a los familiares acceso a la verdad y la justicia a través de la investigación y persecución de los delitos en los que sus familiares perecieron.
Además, en 2004, hace once años, Bosnia y Herzegovina aprobó una Ley de Personas Desaparecidas, que demanda al Estado que establezca un fondo para apoyar a las familias de las personas desaparecidas. Hasta la fecha, el fondo no se ha establecido y Amnistía Internacional le pide al Consejo de Ministros que tome medidas inmediatas para asegurar que el establezca dicho fondo sin más demora.
El Consejo de Ministros debe proporcionar apoyo financiero e institucional adecuado para permitir la ejecución de las actividades del fondo según lo prescrito por la ley. Este fondo es de importancia crucial en la garantía de los derechos sociales y económicos de las familias de los desaparecidos.
Las imágenes que producirán este 11 de julio los actos que conmemoren el vigésimo aniversario del genocidio de Srebrenica nos traerán recuerdos de dolor y perplejidad por aquel horror en el centro de Europa, pero también sentimientos de indignación por la lentitud y los obstáculos encontrados por la justicia tanto internacional como local, y que sufren especialmente los familiares y amigos de víctimas y desaparecidos.
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Porque veinte años es demasiado tiempo para esperar justicia.
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Miguel Ángel Ramos es experto sobre Balcanes de Amnistía Internacional España
Este 11 de julio se cumplen 20 años de la matanza de Srebrenica, en Bosnia, uno de los episodios culminantes -por decisivo y por atroz- de la llamada guerra de los Balcanes que asoló la antigua república de Yugoslavia entre 1991 y 1995.