El Supremo valida la victoria de Maduro sin pruebas: el chavismo se queda cada vez más solo en Latinoamérica
El Tribunal Superior de Justicia (TSJ) ratificó el pasado jueves a Maduro como presidente dando por buenos los resultados que difundió el Consejo Nacional Electoral (CNE), sin aportar ni una sola prueba. Siguen sin aparecer las actas que debería presentar el gobierno, y las que han aparecido aportadas por la oposición, enviadas a Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos (OEA), y la Unión Europea (UE), entre otras entidades internacionales, dan por ganador a Edmundo González Urrutia. Esto hace que las negociaciones para la salida del poder de la cúpula del régimen entren en un nuevo estadio, poniendo más caro su exilio dorado. Si Maduro, los hermanos Delcy y Jorge Rodríguez, y Diosdado Cabello no obtienen grandes beneficios, no van a dejar el poder, aislando a Venezuela en una burbuja dirigida por Rusia, China e Irán.
Antonio Guterres desde la ONU, Luis Almagro desde la OEA y Josep Borrell desde la UE, han afirmado en diversas ocasiones su reticencia sobre los resultados ofrecidos por el gobierno desde hace días.
Pero hay otras fuentes internacionales que han ratificado su negativa a dar credibilidad a los resultados del CNE: las misiones de observación electoral del Centro Carter y la del Estado colombiano; las investigaciones realizadas por los medios de comunicación El País de España, The Washington Post, Associated Press, CNN, los tres de Estados Unidos, OGlobo de Brasil; especialistas electorales como David Torres Nunez, Raúl Pericchi, David Shor, Rob Farbman, José Morales-Arilla, Andrés Snitcofsky; académicos especializados dentro de la iniciativa AltaVista Parallel Vote Tabulation (PVT) como Fukuyama, Diamond o Levitsky; el economista también experto en elecciones Omar Zambrano; la iniciativa @cazamosfakenews; la profesora Dorothy Kronick de la Universidad de California en Berkeley. Quizá parezca demasiado detallado el listado, pero sólo es un ejemplo, porque hay más, y es necesario cuando se trata de afirmar que no es un capricho, o un producto de una conspiración internacional, afirmar que las actas presentadas por la oposición son verificables y creíbles.
El panorama se torna complejo, porque el poder actual en Venezuela está atado a los intereses rusos, chinos e iraníes, que no quieren que la actual cúpula desaparezca. Esta cúpula está formada por más personas que Nicolás Maduro. Delcy Rodríguez, vicepresidenta del gobierno, y su hermano Jorge presidente del parlamento (Asamblea Nacional), han ido adquiriendo cada vez más poder y peso en la toma de decisiones del gobierno venezolano, siendo él una pieza clave en las negociaciones con la oposición. Diosdado Cabello tiene un peso demoledor todavía en la cúpula militar, que también se ve favorecida económicamente por el actual gobierno como no lo ha estado en toda la historia venezolana. Según la organización Transparencia Venezuela desde 2014 a 2021 los militares han dirigido 8 ministerios diferentes, y han sido gobernadores de 7 estados de la República en 2017 y de 6 en 2021, además de haber tenido cargos de dirección en las empresas estratégicas clave para el país, por ejemplo 9 en Petróleos de Venezuela S.A.
Para entender mejor la situación no tiene sentido negar la legítima posición de cualquier país a enfrentarse a Estados Unidos y a combatir sus intereses en la región, aliándose con quien le venga en gana para ello. La cuestión debe enfocarse en exigir a cualquier país que cumpla con las reglas democráticas que él mismo establece en sus leyes, en este caso Venezuela, y éstas obligan al gobierno a mostrar los resultados electorales mesa por mesa, algo que se ha incumplido en tiempo y forma, y por lo tanto se puede afirmar que éste se ha saltado su propia ley claramente.
Las palabras que Lula Da Silva, presidente de Brasil, dijo antes de las elecciones, el 22 de julio, respecto a los posibles resultados son claras: "Maduro tiene que aprender que cuando uno gana se queda, y cuando pierde se va y se prepara para otras elecciones". Pero aquí nadie va a dejar el poder sin la autorización de Rusia, China e Irán, y obtener esa autorización es extremadamente caro y complejo, ya que sus intereses en Venezuela son profundos, diferentes y múltiples.
Se abren escenarios muy complicados, en todos ellos el papel de Estados Unidos es fundamental, y saber quién será su nuevo líder en noviembre también, porque una posibilidad es que hasta esa fecha se avancen pasos, pero no sean definitivos. EEUU puede presionar a China para que el apoyo que presta a Venezuela deje de ser tan firme, ya que la potencia asiática hasta este momento es la más defraudada en su relación con Venezuela. Según el think tank Stimson Center la relación que estableció Hugo Chávez con China tenía un pilar en la capacidad de influencia que Venezuela tenía en América Latina en esos momentos, algo que ahora se ha desvanecido. Y desde que en 2016 se redujesen las operaciones de las empresas chinas en el país caribeño el deterioro del interés chino, lento pero real, es un hecho.
Maduro huye hacia delante mientras gana tiempo para una posible transición
Ver más
Rusia tiene una guerra abierta, en la que la Ucrania invadida por las Fuerzas Armadas rusas está protagonizando una difícil incursión dentro del territorio de la Federación Rusa, causando una ofensa indescriptible a Putin. No va a eliminar su apoyo a Venezuela, pero en estos momentos pasa a ser un tema menor para él.
Lo que deja a Irán como máximo protagonista a la hora de seguir aumentando su relación con Maduro y mantener a toda costa su apoyo, logrando una coalición que ayuda a ambos países a contrarrestar en cierta medida su aislamiento de los mercados internacionales. No se puede olvidar que uno de los proyectos estrella entre ambos países ha sido el suministro iraní del dron Mohajer 6 a Venezuela, arma que puede transportar hasta cuatro misiles aire-superficie. Esto activó la alarma en Estados Unidos. Y si el escenario de que Irán fuese el país que mantuviese el mayor apoyo a Venezuela se consolidase, Estados Unidos tendría muchos menos problemas en tomar posturas mucho más firmes que las actuales con Maduro.
Ninguno de los panoramas posibles tiene fácil resolución, mientras la población venezolana observa los acontecimientos con una inquietud que se va haciendo insoportable.