Uruguay se encamina hacia un cambio histórico en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales que celebra este domingo, puesto que Luis Lacalle Pou parte como claro favorito gracias a la alianza que ha logrado tejer en el centro-derecha, tras quince años de gobierno de la coalición izquierdista Frente Amplio (FA), informa Europa Press.
Unos 2,7 millones de uruguayos están llamados a las urnas este 24 de noviembre para decidir a quién colocan en el Gobierno: a Luis Lacalle Pou y Beatriz Argimón, que compiten por la Presidencia y Vicepresidencia, respectivamente, en nombre del conservador Partido Nacional (PN), o a Daniel Martínez y Graciela Villar, del Frente Amplio.
Los uruguayos ya se pronunciaron en la primera vuelta del 27 de octubre, en la que dieron la victoria a Martínez (39%), pero no con la holgura suficiente para proclamarse presidente electo, por lo que este domingo tendrá que enfrentarse a Lacalle Pou, el segundo más votado (28%).
Todos los sondeos sobre intención de voto vaticinan un vuelco electoral. Lacalle Pou ganaría con entre un 49 y un 51%, mientras que Martínez quedaría relegado con en torno a un 44%.
La victoria del candidato del Partido Nacional se cimentaría principalmente en los votos arañados a los candidatos que fueron descartados el 27 de octubre, ya que –de acuerdo con la última encuesta de Radar– el 98% de los electores del FA y el 96% de los del Partido Nacional repetirán.
Conscientes de ello, tanto Martínez como Lacalle Pou tendieron la mano a los otros partidos la misma noche electoral, si bien solo han fructificado los esfuerzos negociadores del político conservador, que han cristalizado en una "coalición multicolor" integrada por los partidos Nacional, Colorado, Independiente y De la Gente, así como por Cabildo Abierto.
Sin embargo, el apoyo electoral a Lacalle Pou no ha sido gratis. No le daremos un "cheque en blanco", avisó el líder del partido colorado, Ernesto Talvi, incluso antes de la primera vuelta. Por ello, los cinco partidos han firmado un acuerdo programático –Compromiso por el País– que le ha obligado a ajustar su propuesta inicial. "La vida es ceder", ya sea "en la pareja o en un grupo de amigos", asumió.
De confirmarse los pronósticos de Radar, esta alianza de centro-derecha le catapultaría a la Presidencia de Uruguay, dado que, del 49 por ciento que concede a Lacalle Pou, 27 puntos porcentuales procederían de votantes nativos, es decir, del Partido Nacional, y más de 20 de otras formaciones –unos nueve de colorados, otros tantos de Cabildo Abierto, dos de otros partidos y medio punto del FA–.
El fin de una era
Así las cosas, Martínez carga sobre sus hombros la responsabilidad de dar otros cinco años de Gobierno al FA, tras los diez de Tabaré Vázquez, que gobernó en un primer periodo entre 2005 y 2010, cuando entregó la vara de mando a José Mujica, que presidió el país hasta 2015 para devolverle el cargo a Vázquez, cuyo segundo periodo acabará el 1 de marzo.
En estos quince años, el Frente Amplio ha sufrido un gran desgaste, debido al estancamiento económico y al aumento de la inseguridad ciudadana, que se ha traducido en la pérdida de apoyo en sectores tradicionales de la izquierda uruguaya. Eso se refleja en la popularidad de Vázquez, que en 2010 cedió el testigo a Mujica con un 62% de popularidad y ahora se despide con un 28%.
Este ingeniero industrial de 62 años inició su militancia en el Partido Socialista con 16 años y fue in crescendo hasta convertirse en uno de los fundadores del sindicato ANCAP en la última dictadura militar (1973-1985). Con el regreso de la democracia abandonó la lucha política y se refugió en el sector privado hasta que Vázquez le recuperó para el Ministerio de Energía, desde donde dio el salto al Senado y a la Alcaldía de Montevídeo.
Es precisamente este último cargo, el de alcalde de la capital uruguaya, el que le ha conferido el prestigio suficiente para batir a los demás candidatos en las primarias que se celebraron a nivel nacional en todos los partidos políticos el pasado mes de junio, a pesar de que no está al frente de ninguna de las grandes familias del FA, a diferencia de Vázquez y Mujica.
"No puede dejar de ser un ingeniero", dijo el ex guerrillero tupamaro sobre Martínez en una reciente entrevista con BBC Mundo. "Su especialidad no es la dialéctica, sino la gestión y el compromiso concreto frente a los problemos, en eso es muy valioso", añadió.
El Pelado, como se le conoce popularmente por su calvicie, intentará hacer valer ese perfil moderado dentro de la coalición izquierdista para captar votos del centro e incluso del centro-derecha.
Cambio histórico
Lacalle Pou es el candidato presidencial más joven, de 46 años, pero también uno de los más conocidos. Proviene de una saga política que comenzó con su bisabuelo, el histórico dirigente Luis Alberto de Herrera, que llevó al Partido Nacional al poder, y siguió con su padre, el ex presidente Luis Alberto Lacalle (1990-1995), y su madre, la ex senadora Julia Pou.
Ya intentó conquistar la Presidencia de Uruguay en 2015, algo de lo que le privó Vázquez. Lacalle Pou confesó que eso lo "mató". Pasó meses "choqueado" hasta que retomó los mandos del PN desde el Congreso, donde ha desarrollado su carrera política, primero como diputado y después como senador. Su promesa de cambio frente al FA es su principal baza.
La entrada de Lacalle Pou en la Torre Ejecutiva supondría un cambio histórico, no solo por el giro ideológico después de tanto tiempo, sino porque rompería con el tradicional tripartidismo de Uruguay, donde hasta ahora el poder se repartía entre los partidos Nacional (derecha), Colorado (centro) y el Frente Amplio (izquierda).
Además, implicaría abrir la puerta del Gobierno a la extrema derecha, encarnada por el general Guido Manini Ríos, apodado el Bolsonaro uruguayo por sus similitudes con el presidente brasileño, que consiguió el cuarto puesto en los comicios del 27 de octubre con un 11% de los votos, un resultado nada desdeñable teniendo en cuenta que eran las primeras elecciones para él y para Cabildo Abierto.
Manini Ríos, de 60 años, creó Cabildo Abierto en marzo, un mes después de ser cesado como comandante en jefe del Ejército por criticar las sentencias contra militares por los crímenes cometidos durante la dictadura cívico-militar (1973-1985). Son condenados en base a "conjeturas o convicciones inadmisibles, sin pruebas fehacientes, fraguadas o inventadas", dijo.
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La influencia de Cabildo Abierto se verá en el Congreso, reconfigurado el 27 de octubre. En la Cámara de Diputados, el FA se mantiene como primera fuerza con 45 escaños, uno más de los que suman los partidos Nacional (31) y Colorado (13), por lo que la llave de la mayoría la tendrán Manini Ríos y los suyos (6). En el Senado, nacionales (10) y colorados (4) superan por sí solos al FA (13), de modo que no dependerían de la ultraderecha (3).
Con todo ello, Uruguay se adentraría en la senda ya explorada por otros países latinoamericanos donde se ha buscado una cara nueva o directamente un outsider para romper con el statu quooutsiderstatu quo en el contexto de una gran desafección por las turbulencias económicas y la corrupción política.
El analista Arturo Porzecanski, del think tank AS/COA, cree que "la uruguaya no será exactamente una carrera salvaje", a diferencia de algunos vecinos regionales. Sin embargo, Martínez ha avisado de que, si Lacalle Pou desahucia al FA del Gobierno aupado por la ultraderecha, habrá un "ajuste salvaje".
Uruguay se encamina hacia un cambio histórico en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales que celebra este domingo, puesto que Luis Lacalle Pou parte como claro favorito gracias a la alianza que ha logrado tejer en el centro-derecha, tras quince años de gobierno de la coalición izquierdista Frente Amplio (FA), informa Europa Press.