Biden se pone firme con Netanyahu, pero el voto demócrata peligra por su apoyo a Israel
Esta semana, el muy cauto Joe Biden se hartó finalmente. El lunes 1 de abril, el mundo se enteraba de que siete cooperantes de la asociación de ayuda alimentaria World Central Kitchen (WCK) habían muerto en vehículos marcados con el logotipo de la ONG americana por fuego israelí en la Franja de Gaza. La tragedia desató la indignación en Estados Unidos, donde el grupo fundado por el famoso chef José Andrés, amigo del presidente, goza de gran prestigio por su labor.
Al día siguiente, mientras continuaba el Ramadán, la Casa Blanca invitó a varios líderes musulmanes a romper el ayuno en compañía de Joe Biden. Pero a petición de los invitados, deseando no enviar un mensaje equivocado en un momento en que la hambruna amenaza Gaza, se decidió convertir el encuentro en una reunión. El Dr. Thaer Ahmad, único invitado de origen palestino, abandonó la reunión (y así lo hizo saber a los medios de comunicación) para protestar contra la política del gobierno americano hacia Israel.
Al mismo tiempo, a mil kilómetros de Washington, el presidente recibía otro tipo de revés, esta vez en las urnas. Más de 48.000 personas votaron en blanco en las primarias demócratas de Wisconsin, uno de los “Swing States” (Estados pendulares) que determinarán el resultado de las elecciones presidenciales del próximo noviembre. Fue el resultado de una campaña de protesta organizada por activistas pro-palestinos bajo la bandera del llamado movimiento “Uncommitted” (no comprometidos). En un Estado donde Joe Biden ganó por 20.000 votos a Donald Trump en 2020, hay motivos para alarmarse.
Por eso, cuando habló por teléfono con Benjamin Netanyahu el jueves 4 de abril, Biden no se anduvo con rodeos. Durante una conversación de treinta minutos descrita como tensa, pidió un "alto el fuego inmediato" y dijo al primer ministro israelí que el apoyo de Estados Unidos dependería de que Israel tomara medidas "concretas" e "inmediatas" para proteger a los civiles y a los trabajadores humanitarios, según un comunicado de prensa de la Casa Blanca. Pocas horas después, el Estado hebreo aceptó reabrir un puerto y el paso fronterizo de Erez, en el norte de Gaza, para facilitar la entrega de ayuda y "evitar una crisis humanitaria", pero "garantizando la continuación de los combates".
Vacilaciones presidenciales
Un ultimátum así era impensable hace seis meses, cuando ambos se encontraban cogidos del brazo en la pista del aeropuerto de Tel Aviv, pocos días después del ataque terrorista del 7 de octubre de 2023. "Cuando comenzó esta guerra, se negaba o denigraba la existencia del pueblo palestino. Hoy, está en el centro de los debates en todos los niveles de la política americana, desde las elecciones municipales hasta las presidenciales. Esto no habría sido posible sin el movimiento de masas que se ha organizado en todo el país", afirma encantado Manolo De Los Santos, co-director del People's Forum, una asociación progresista neoyorquina que ha participado muy activamente en las manifestaciones, como recuerdan las banderas palestinas que adornan su despacho en Manhattan.
"Por fin", podríamos decir. La falta de firmeza de Joe Biden empezaba a ser difícil de justificar. Dividido entre, por un lado, el ala izquierda de su partido que pide un alto el fuego permanente y, por otro, el apoyo histórico del Tío Sam al aliado israelí y sus afinidades personales, el presidente demócrata emitía señales cada vez más contradictorias.
Por un lado, denunciaba públicamente el catastrófico balance humano de la ofensiva en Gaza (33.000 muertos y 75.000 heridos, según el Ministerio de Sanidad gazatí), pero se negaba a suspender o condicionar la ayuda de casi 4.000 millones de dólares que Estados Unidos concede cada año a su socio en Oriente Próximo, principalmente en forma de subvenciones para la compra de material militar. Y ello a pesar de las exhortaciones de varios demócratas, desde Bernie Sanders hasta el senador centrista Chris Coons, miembro del círculo íntimo de Biden.
Para aumentar la confusión, el Washington Post reveló a finales de marzo que la administración Biden seguía aprobando discretamente el envío de bombas y aviones como parte de transferencias de armas que habían sido aprobadas por el Congreso hace varios años pero que no se habían llevado a cabo. Uno de esos envíos fue incluso autorizado por el Ejecutivo el mismo día de la tragedia de la World Central Kitchen (el Departamento de Estado asegura que se había dado luz verde con anterioridad).
Para Jeffrey A. Friedman, profesor de la Universidad Dartmouth de Hanover (New Hampshire) y autor de un libro sobre la política exterior y la imagen de los presidentes, las posiciones de Joe Biden no son necesariamente contradictorias. "Es partidario de Israel desde hace mucho tiempo y tuvo una relación muy estrecha con Benjamin Netanyahu, pero al mismo tiempo expresa su desacuerdo sobre la escala de las operaciones militares", resume.
Votos blancos en las primarias demócratas
No obstante, reconoce que el inquilino de la Casa Blanca se encuentra en una posición "delicada" de cara a las elecciones presidenciales de noviembre. Durante las primarias demócratas, el movimiento Uncommitted ha calado notablemente en varios lugares, sobre todo en Michigan, donde nació por iniciativa de activistas pro-palestinos disgustados por el apoyo incondicional del "comandante en jefe" a Israel.
En este Estado crucial para las elecciones presidenciales, con una gran población árabe y musulmana que apoyó mayoritariamente a Biden en 2020, votaron en blanco más de 100.000 personas en las primarias del pasado febrero. Esto representa gran parte de los 154.000 votos de ventaja que Biden sacó a Trump hace cuatro años. Si los manifestantes se abstienen o se decantan por un "candidato menor" en noviembre, su reelección podría verse comprometida.
En este contexto, no es difícil entender la creciente frustración de la Casa Blanca con Benjamin Netanyahu, interesado en prolongar el conflicto para mantenerse en el cargo. A mediados de marzo se dio un paso importante cuando "Chuck" Schumer, la figura judía de mayor rango en el gobierno federal como líder de la mayoría del Senado, describió al primer ministro israelí como un gran obstáculo para la paz y pidió nuevas elecciones en Israel. El Presidente no lo criticó. "Fue un buen discurso, y creo que expresó una seria preocupación compartida por muchos americanos", dijo.
Si Biden se opone con demasiada firmeza al Estado judío, sus adversarios políticos podrían presentarle como blando con el terrorismo.
El 25 de marzo, Estados Unidos se abstuvo en la votación del Consejo de Seguridad de la ONU sobre una resolución que pedía el fin de los combates durante el mes de Ramadán. Fue un gesto diplomático importante, tras meses de bloqueo por parte de Washington, que llevó a Netanyahu a cancelar la visita de una delegación israelí a la Casa Blanca.
Por supuesto, el compromiso de abrir nuevos pasos humanitarios es una victoria para Joe Biden, pero no resuelve la espinosa cuestión de Rafá, la ciudad del sur de Gaza donde se han refugiado más de un millón de personas y que Netanyahu tiene en el punto de mira. Se puede asegurar que volverá a plantearse la cuestión del apoyo militar de Washington si Israel decide pasar a la ofensiva sin ofrecer garantías sobre la protección de los civiles y la ayuda humanitaria. El jueves 4 de abril no se hizo ningún anuncio al respecto.
Para la administración Biden, limitar o suspender la ayuda a su socio sería peligroso, aunque la ley americana lo prevea en caso de violación flagrante de los derechos humanos. Podría enardecer a los grupos terroristas de la región y arriesgarse a una escalada del conflicto. También tendría consecuencias políticas. "La mayoría de los americanos no apoyan a los enemigos de Israel, como Hamás. Si Biden se opone con demasiada firmeza al Estado judío, sus oponentes políticos podrían presentarlo como blando con el terrorismo y con autócratas como Bashar al-Assad en Siria", explica Jeffrey A. Friedman. “Distanciarse de Israel se ha vuelto aún más difícil para los presidentes americanos desde el 11 de septiembre. Por eso Biden se contenta con críticas verbales o gestos simbólicos, como abstenerse en la ONU, sin ir más allá.”
Biden pide a Netanyahu "discutir vías" para "atacar a Hamás" sin "una gran ofensiva terrestre en Rafá"
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Para Manolo De Los Santos, el presidente demócrata se equivocaría si pensara que va a recuperar a los votantes a los que ha decepcionado, "incluso después de las elecciones". "No olvidaremos este genocidio que se está cometiendo ante nuestros ojos. ¿Cómo podemos cerrar los ojos ante las imágenes de niños muertos, bebés y mujeres masacradas en los hospitales? Biden tiene las manos manchadas de sangre", afirma. “A la Casa Blanca le gustaría que dejáramos de manifestarnos, que nos calláramos, pero nuestra conciencia humana y nuestra responsabilidad nos exigen que sigamos luchando mientras dure la ocupación israelí de los territorios palestinos".
Traducción de Miguel López