Los activistas propalestinos intentan que Kamala Harris les oiga: "Si no hay embargo de armas, no hay voto"

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y la vicepresidenta, Kamala Harris, saludan a la audiencia tras el discurso de Biden en la noche inaugural de la Convención Nacional Demócrata.

Alexis Buisson (Mediapart)

Chicago (Illinois, Estados Unidos) —

¡Eh, demócratas! No podéis esconderos. Sois culpables de genocidio”. No todos los días se oye un eslogan así en los campos de béisbol de Union Park, cerca del centro de Chicago. Bienvenidos a la “March on the DNC” (Convención Nacional Demócrata), la “mayor movilización propalestina de la historia de la ciudad”, según su portavoz, Hatem Abudayyeh. La marcha coincidió con la apertura de la Convención Demócrata, el lunes 19 de agosto, un gran evento de cuatro días durante el cual Kamala Harris aceptará la nominación de su partido como candidata a la Casa Blanca.

Tras citarse en el parque, portando innumerables banderas palestinas (y egipcias y libanesas...), los dos mil manifestantes presentes para la ocasión –muy lejos de las decenas de miles anunciadas– marcharon hasta las puertas del recinto de la convención, unas horas antes de que el hombre al que llaman Genocide Joe tomara la palabra. Su objetivo es obtener un alto el fuego permanente y el fin de la ayuda militar americana a Israel.

Un pequeño grupo de manifestantes intentó entrar en el perímetro de seguridad, pero fue detenido por el imponente contingente de policías y militares desplegados para el acto. “Esperamos que los dirigentes demócratas escuchen el mensaje y dejen de armar al Estado judío. Es duro para nosotros ver cómo masacran a nuestro pueblo todos los días por televisión. No puedo soportarlo más”, explica Yusef, originario de Jerusalén Este, uno de los 85.000 palestinos que viven en la zona de Chicago. “Para mí, ambos partidos, demócrata y republicano, han perdido mi voto. No hay nada peor que apoyar el genocidio”, continúa.

Además de las asociaciones palestinas locales, la marcha reunió a decenas de grupos de diversa procedencia (feministas, anticapitalistas, grupos de defensa de los inmigrantes, personas LGTBI+, etc.), que comulgan con un rechazo común a toda forma de opresión, simbolizada por el conflicto de Gaza. El jueves 22 de agosto, último día de la convención, habrá una segunda marcha cuando Kamala Harris tome la palabra.

Para los manifestantes, el veredicto está claro: el partido ha abandonado Gaza. Y no es la vicepresidenta quien va a hacerles cambiar de opinión, aunque se la considere más sensible con la causa palestina que el presidente saliente. “El abandono de Biden no es suficiente, exigimos el fin de las masacres y de la venta de armas. No lo conseguiremos si nos alineamos detrás de Kamala”, dijo uno de los intervinientes.

“Si no hay embargo de armas no hay voto”, resumió Jeremy Dareluz, un joven americano descendiente de supervivientes del genocidio armenio de 1915. “Esto vale tanto para Kamala Harris como para los republicanos”.

700.000 votantes

De momento, la candidata no les ha dado mucho donde hincar el diente. Durante un reciente viaje a Michigan, donde reside una importante comunidad árabe y musulmana, dijo a dos activistas propalestinos que estaba abierta a proseguir el diálogo sobre dicho embargo, pero su asesor de seguridad nacional, Phil Gordon, indicó a continuación en la red social X que no era cuestión de reconsiderar la ayuda militar de varios miles de millones de dólares que Washington concede cada año a Israel.

Tras una reunión con Netanyahu en julio, unos días después de la retirada de Biden, la candidata declaró a la prensa que no permanecería “callada” ante la crisis humanitaria de Gaza, pero que también seguiría proporcionando a Israel un apoyo firme”. “Desde luego, ha mostrado más empatía y simpatía por el pueblo palestino que Joe Biden, pero tenemos que seguir presionando”, afirma Lexis Zeidan, una activista pro-palestina de Detroit (Michigan).

Esta treintañera cristiana de origen palestino forma parte del movimiento Uncommitted (No comprometidos), una campaña nacional nacida en Michigan que pidió a los votantes demócratas que votaran en blanco durante las primarias del primer semestre del año. Su objetivo es demostrar que una parte de la base no está de acuerdo con el apoyo de Biden a Israel y empujarle a cambiar de política. En total, la iniciativa ha llevado a más de 700.000 personas en varios Estados a optar por ese voto de protesta.

Este bloque está representado en la convención por una treintena de representantes Uncommitted, que están decididos a aprovechar la presencia de demócratas notables y de cientos de periodistas para hacer oír su voz y presionar a Kamala Harris.

En realidad, el Partido Demócrata está muy unido en la necesidad de un embargo de armas. La mayoría de las bases del partido están a favor

Yaz Kader — Delegado demócrata del Estado de Washington

No es fácil. Es cierto que han obtenido la posibilidad de organizar una conferencia sobre los derechos de los palestinos, pero al grupo le gustaría que una personalidad palestino-americana pudiera hablar ante toda la convención, el “premio gordo” en términos de visibilidad. De momento, esa petición se ha encontrado con una negativa. Y el programa oficial del partido, adoptado la noche del lunes 19 por los delegados y elaborado antes de la dimisión de Biden, no menciona el alto el fuego ni el fin de la ayuda militar a Israel.

Abbas Alawieh, delegado “no comprometido” de Michigan, quiere que Kamala Harris sea clara. “Queremos que nos diga cómo piensa apoyar una política que ponga fin a los envíos de armas para que Estados Unidos se ajuste a las leyes internacionales sobre protección de civiles. Sin eso, nos resultará difícil convencer a los cientos de miles de votantes que votaron en blanco para que la apoyen”, afirma.

Él y otros miembros del movimiento argumentan que sin ellos será más difícil que la demócrata llegue al Despacho Oval. En Michigan, uno de los Swing States que determinarán el resultado de las elecciones presidenciales, el voto de los No Comprometidos representó a más de 100.000 personas (en 2020, Biden ganó por unos 150.000 votos). “Queremos que nos ayude a ayudarla, pero tiene que dejar claras sus intenciones”, añade Abbas Alawieh.

Frente al entusiasmo por Kamala Harris

Este activista de origen palestino, que se ha convertido en uno de los pilares del movimiento, hablaba el lunes por la mañana en rueda de prensa junto a otra docena de delegados de Uncommitted, algunos con kufiyas rojas y negras y pins de “Ni una bomba más”. En los próximos días celebrarán nuevas ruedas de prensa en presencia de líderes progresistas y humanitarios que han viajado a Gaza.

Aunque el entusiasmo del partido por Kamala Harris no ayude a la pequeña delegación, no desesperan con hacer oír su voz. Yaz Kader, delegado del Estado de Washington, dice que desde que llegó a Chicago ha estado hablando con homólogos de todo el país que se muestran muy receptivos a la idea de un embargo de armas. “El Partido Demócrata está realmente muy unido en este tema. La mayoría de la base está a favor”, afirma. “Es verdad que sentimos la presión de ponernos detrás de Kamala Harris en nombre de la unidad contra Donald Trump, y que a veces somos objeto de ataques racistas dentro de nuestro propio campo, pero cuando hablamos con los delegados individualmente, la humanidad gana”.

Lilian Jiménez, una congresista de Illinois que apoya el movimiento, cree que el equipo de campaña de Kamala Harris y la dirección del partido “están escuchando”, pero que no obstante hay que “seguir luchando”. “Si el partido no cambia su postura, no seremos capaces de movilizar a muchos votantes, en particular a las poblaciones no blancas, que quieren un cambio de rumbo”.

Pero es difícil ver cómo podría cambiar su postura la candidata a estas alturas de la campaña. Animada por el entusiasmo popular y las encuestas favorables, no quiere arriesgarse a alienar a los votantes judíos o centristas, que ven algunas protestas pro-palestinas como focos de antisemitismo y violencia.

En las últimas semanas, los candidatos demócratas pro-palestinos en las primarias al Congreso han obtenido resultados tibios. Aunque la congresista por Minnesota Ilhan Omar aguantó el tipo, otras dos estrellas progresistas, Jamaal Bowman (Nueva York) y Cori Bush (Misuri), fueron derrotadas por oponentes financiados por el influyente lobby proisraelí AIPAC (American Israel Public Affairs Committee) con millones de dólares.

La polémica se adueña de la Convención Demócrata

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Barney Stever, un manifestante de la marcha de Chicago, se hace pocas ilusiones. “No es demasiado tarde para que cambie de postura y me convenza de que la vote, pero no creo”, afirma. “Me alegro de que Joe Biden haya tirado la toalla. Kamala Harris es más joven y habla mejor, pero los vientos en contra son demasiado fuertes”.

 

Traducción de Miguel López

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