Pierre-Jean Luizard es director de investigación en el CNRS (Centro Nacional de Investigación Científica). También es el autor de La trampa Daesh. El Estado Islámico o el retorno de la historia, publicado en febrero por la editorial La Découverte.
Los atentados cometidos en París este viernes, como los de Beirut hace tan solo unos días, el ataque contra el avión ruso en el Sinai y los de Ancara hace algunas semanas, ¿son una prueba de que Daesh está en auge o, al contrario, que está amenazado militarmente en el territorio bajo su control y, por lo tanto, decide trasladar la guerra a otros terrenos?
Dado que el Estado Islámico (EI) no deja de encontrarse con importantes dificultades en el terreno militar, el grupo terrorista ha decidido regionalizarse e internacionalizar el conflicto cometiendo diferentes atentados fuera del territorio que controla. Pero hay que relativizar la reciente derrota sufrida por el EI en la ciudad de Sinjar. El EI puede perder presencia en Sinjar, que fue una ciudad de habla kurda y mayoritariamente yazidí, conservando todo su poder y su fuerza, que no solo se basa en las armas, sino también en el hecho de que ha conseguido imponerse como el representante de las comunidades árabes sunitas en Irak.
Este acto terrorista en Francia no es, a mis ojos, una señal de debilidad. Ilustra una guerra que nos ha sido declarada. El Estado Islámico trata de hacer en Francia lo que ya ha conseguido hacer en Irak, multiplicando la violencia contra ciertas comunidades, hasta convencer a las diferentes comunidades de que no pueden convivir juntas.
¿Cuál puede ser la respuesta más adecuada a la trampa tendida por Daesh?
De cara al terrorismo en nuestros país, no veo como podríamos evitarlo, incluso decretando el estado de urgencia. Por tanto, debemos volver a la fuente del fenómeno que se encuentra en Irak y Siria. Y esto requiere una acción tanto política como militar. No soy un estratega y evito dar consejos, pero la cuestión de un despliegue sobre el territorio va a plantearse. No podemos seguir tratando de controlar una guerra con una intervención mínima a través de bombardeos aéreos y delegando la acción sobre el terreno al ejército iraquí, a los kurdos, o incluso al ejército sirio, en el caso de Rusia. Estos actores forman parte del conflicto y esto sólo puede agravar la situación.
En una guerra comunitaria, tomar partido por una comunidad en detrimento de otra es caer en la trampa del Estado Islámico. Esta organización trata de aparecer como la única defensora de los árabes sunitas de la región y tiene mucho interés en acentuar las divisiones y la violencia. Rusia ha caído en esta trampa y el EI ha podido decretar la yihad contra la Rusia Ortodoxa, aliados de los renegados chiitas. Por lo tanto, hará falta un despliegue sobre el territorio de las fuerzas que no están implicadas en el conflicto, bajo la bandera de la ONU, sin implicar a los países de la región (y evitar, entonces, el despliegue de tropas turcas, iranís o árabes), ni a los ejércitos semi-profesionales iraquís o sirios, ni kurdos. En este sentido estamos muy lejos.
Para intervenir contra el Estado Islámico se necesitaría la legitimación internacional pero también política, todo para proponer medidas concretas a la comunidad árabe sunita que vive bajo el control del EI y a la cual no se puede imponer ni el Gobierno de Bagdad ni el régimen de Bashar que son parte del problema y, por lo tanto, no pueden formar parte de la solución. Tenemos que ofrecer una propuesta política a la población árabe sunita sin demonizar el hecho de que han caminado muy cerca del monstruo de Daesh y entender las verdaderas razones de su lealtad masiva al EI por parte de estas comunidades. Si el Estado Islámico ha entrado en Mosúl sin emplear una sola bala en junio de 2014, es porque la mayoría de la población, poniéndonos en lo peor, no le era hostil.
¿Cómo Daesh ha conseguido reunir tan fácilmente a un equipo de al menos ocho jóvenes dispuestos a inmolarse matando al mayor número de personas posibles? Más allá de las cuestiones logísticas y materiales, ¿cuáles son los argumentos psicológicos empleados para movilizar a estos kamicaces?
Que ocho militantes yijadistas hayan sido capaces de alterar a todo un país está relacionado con el hecho de que no podemos combatir en igualdad de condiciones contra un grupo de personas que están dispuestas a morir como mártires. Es necesario entender este elemento central de la corriente del Islam radical yihadista, el martirio les permite ponerse al mismo nivel que las grandes potencias occidentales contra las que combaten.
¿Qué conclusión saca de la reivindicación oficial de los atentados por parte de Daesh?
Los objetivos, los forofos del fútbol y los jóvenes acomodados de los barrios de París, no fueron elegidos por azar. Encontramos en la reivindicación las diatribas tradicionales contra la idolatría, principalmente hacia los jugadores de fútbol, y en contra de los lugares de perversión que serían las salas de espectáculo. Pero es, sobre todo, una manera de hacer frente a los jóvenes más tolerantes hacia el Islam, a una población que reflexiona sobre la situación del mundo, a un público educado que trata de entender.
En los barrios que han sido atacados podemos ver a jóvenes con un cigarro y un vaso de vino en mano, socializar con aquellos que van a la mezquita local de manera rigurosa. Esto es lo que el EI quiere romper, empujando a la sociedad francesa al miedo frente al otro y al aislamiento, suscitando reacciones irracionales donde las explicaciones y la reflexión no tienen cabida, para conseguir lo mismo que han hecho en Oriente Medio, que cada uno considere al otro no en función de lo que piensa, sino de quien es en función de la comunidad a la que pertenece. Quieren involucrar a la sociedad francesa, incluyendo en la toma de rehenes a musulmanes franceses, en un proceso sin retorno de enfrentamientos entre comunidades, es el único escenario en el que pueden salir victoriosos.
¿Por qué Francia está más amenazada que Gran Bretaña o Estados Unidos, que, sin embargo, también golpearon a Daesh en Irak y Siria?
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Porque Francia es la encarnación de un proyecto universal rechazado por Daesh y también es un país colonizador que ha sembrado sus valores en sus prácticas coloniales, principalmente en Argelia. A la luz de la historia, no podemos sorprendernos de que los musulmanes tengan una imagen de la laicidad que no es la nuestra, pues las élites republicanas francesas han utilizado estos valores para defender una dominación imperialistas.
La otra razón es que Francia, considerado como un pionero ideológico a abatir, es también el país más frágil dado que su unidad fue obtenida gracias a la exclusión de la religión, considerada como una fuente de conflicto, mientras que en otros países este proceso se ha llevado a cabo paulatinamente. Francia tiene más problemas que Gran Bretaña o Estados Unidos para encontrar su identidad y asumir su pasado cristiano. Ser francés no puede resumirse en una adhesión a los principios republicanos. Esta fragilidad es conocida por aquellos que nos quieren destruir.
Traducción:Irene Casado Sánchez.
Pierre-Jean Luizard es director de investigación en el CNRS (Centro Nacional de Investigación Científica). También es el autor de La trampa Daesh. El Estado Islámico o el retorno de la historia, publicado en febrero por la editorial La Découverte.