Las elecciones se presentaban como las más inciertas de la democracia, desde 1985. Pero Lula, condenado en segunda instancia el 24 de enero, incluso corre el riesgo de no poder volver a presentarse. Y, en un país sacudido por sucesivas crisis, el juicio en que se ha visto inmerso el candidato favorito en los sondeos ya ha cambiado mucho las cosas.
El pasado viernes 22 de marzo el expresidente lograba una victoria sorpresa. Ese día, el Tribunal Supremo sentenciaba que Lula no podría ser encarcelado antes del 4 de abril, fecha en la que el Alto Tribunal debe pronunciarse sobre un habeas corpus que le protegería eventualmente de la cárcel. De no haber sido así, Lula habría podido ser arrestado el lunes 26 de marzo. No obstante, Lula todavía no las tiene todas consigo. El Partido de los Trabajadores (PT), después de negarse durante mucho tiempo a plantearse siquiera un plan B, ya parece considerar el arresto de su líder. Y el 35% de los votos que le otorgan los sondeos despiertan la codicia de la oposición.
Para el PT, la celebración de elecciones presidenciales y legislativas sin Lula sería una catástrofe, en opinión de Maurício Santoro, profesor de la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ): “Sin Lula, de quien depende exclusivamente, el PT no sólo tendrá pocas posibilidades de ganar las elecciones, sino que también perderá escaños en la Asamblea Nacional”. Con la enorme derrota en las elecciones municipales de 2016, el partido ya ha perdido numerosas alcaldías, puntos estratégicos que le van a faltar para las elecciones presidenciales.
En un país tan grande el apoyo de los alcaldes permite garantizarse bases electorales sólidas. Y el resto de nombres barajados no tienen ni la capacidad de movilización de Lula ni su carisma. “Por encima de sus problemas electorales, ya es una derrota de la izquierda. Después de su condena, asistí a una manifestación de apoyo a Lula. Estaban las bases históricas del partido, los sindicatos, pero ya no moviliza al pueblo. Hace unos años, lograba reunir a cantidades ingentes de personas en cada aparición”, subraya Esther Solano, profesora de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp).
El debilitamiento del principal partido abre un espacio para nuevas candidaturas en la izquierda. Algunas pequeñas formaciones, que componían el Frente Popular de Brasil (FBP), aliados históricos del PT, ya han anunciado que presentarán a sus propios candidatos. “Todos ellos han militado juntos y se disputan ahora el espacio político apostando por el debilitamiento del PT”, explica Lucio Rennó de la Universidad de Brasília (UnB), que añade: “Estas elecciones pueden suponer una enorme derrota para el PT y para la izquierda en general. Es muy posible que ningún candidato de izquierdas pase a la segunda vuelta”.
La pulverización de la izquierda brasileña está en marcha ya. Y pese al shock del asesinato de Marielle Franco (Psol) que habría podido servir de catalizador, la izquierda puede no conseguir unificarse, explica Esther Solano: “Al contrario que los movimientos sociales, que se movilizan juntos después de este asesinato, los partidos de izquierdas son prisioneros de la lógica electoral”.
Para Lucio Rennó, “algunos son competitivos, como Ciro Gomes (PDT) o Marina Silva (Rede). Otros no tienen ninguna posibilidad, como la candidata del PCdoB, pero luchan por conseguir el voto ideológico de la izquierda”. Mientras que el Psol tiene posibilidades de reforzarse en Río, donde la ejecución de Marielle Franco ha causado una enorme conmoción, el partido tiene problemas para estructurarse en el resto del país. Los mejores situados, como Marina Silva, pese a la salida reciente de importantes cargos que la fragiliza, pueden adoptar el discurso del voto útil si el candidato estaba mal situado en los sondeos.
Si bien Lula consiguió en 2010 la elección de Dilma Rousseff, entonces una persona desconocida para el electorado y de carisma limitado, nada indica que pueda volver a conseguir semejante hazaña hoy. Su popularidad ya no es tan elevada como entonces, cuando dejó el Gobierno con un apoyo del 87%. Diferentes estudios indican que también puede conseguir traspasar a cualquier candidato entre el 30% y el 50% de los votos que, a día de hoy, se le adjudican.
“Pero la estrategia del PT, que se presenta como víctima de persecución política, puede revelarse contraproducente a largo plazo. Mientras Lula sea el candidato, su sucesor no estará presente y cada vez tendrá menos tiempo para darse a conocer”, advierte Lucio Rennó. Para el investigador, esta estrategia funciona de momento porque el expresidente todavía puede contar con el recuerdo de los años de bonanza. Pero una vez empiece la campaña, Lula va a concentrar las críticas del conjunto de sus adversarios en unas elecciones que, todo apunta, serán muy violentas para el PT. Claro que como político astuto que es, Lula ya ha digerido la candidatura de Guilherme Boulos, por el Psol, un partido habitualmente muy crítico con el expresidente: “Ya le ha dado su bendición a Boulos, próximo a él, al asegurar que no le atacará. Es como un pacto de no agresión para protegerse de algunas críticas a la izquierda. Lo mismo ha hecho con Marina Silva”.
Si finalmente Lula no puede presentarse, cabe esperar que aumente el número de votos nulos y en blanco. Pero, en opinión de Lucio Rennó, las cosas deberían evolucionar a medida que se acercan las elecciones: “Habrá un aumento, sin duda, pero como estas elecciones se anuncian muy agresivas, es posible que los indecisos decidan volver a movilizarse en torno a un nuevo candidato”. Parte del electorado tradicional, el que apoya Lula por motivaciones ideológicas, debería dirigirse a otros partidos de izquierdas o seguir las consignas de voto, todavía preso del carisma de Lula.
Le extrema derecha y la derecha, al acecho
Sin embargo, la incertidumbre en torno a su candidatura puede acabar por cansar a otra parte de su electorado tradicional, “el más popular, el más pragmático, que puede inclinarse a un nuevo candidato, que proponga soluciones a los problemas que los afectan directamente. En la periferia, la violencia es un problema importante y muchos pueden apoyar una política extremista de tolerancia cero”, precisa Lucio Rennó. Y el diputado de ultraderecha Jair Bolsonaro, segundo en los sondeos, con su elocuencia y sus soluciones simplistas, puede atraer a exvotantes de Lula. En algunos reductos históricos del PT, este tipo de trasvase de votos ya se percibe.
La ausencia de Lula no es necesariamente positiva para Jair Bolsonaro, precisamente porque su candidatura se nutre en parte del sentimiento de rechazo que registra el expresidente, afirma Maurício Santoro. Es un punto en común con la derecha, para la que Lula es un espantapájaros político. Como en las manifestaciones a favor del impeachment de Dilma Rousseff, el antipetismo es extremadamente importante para estimular una parte de la población visceralmente opuesta al PT. “Pero si Lula logra cristalizar este sentimiento, el antipetismo va a ir más allá de su persona. Desde las primeras elecciones, después de la dictadura, PT y antipetismo van a la mano y esto no va a cambiar de un día a otro”, opina Lucio Rennó, quien considera que Bolsonaro no debería sufrir demasiado en caso de que el expresidente no concurra a las elecciones.
Para una parte de los políticos de derechas, más vale vencer a Lula en las urnas que impedirle ser candidato. Sin ello, su sombra planeará no sólo sobre futuros escrutinios, sino también sobre el mandato del próximo presidente. Declaraciones públicas que convencen sólo en parte al investigador de la UnB: “Es posible que exista preocupación sobre la legitimidad del proceso electoral que sería cuestionado por electores de Lula si no pudiera se presentarse. Sin embargo, estratégicamente nadie quiere a Lula como rival. ¡Es un animal político extremadamente eficaz!”. Para no importa qué candidato, si Lula no está, es una oportunidad más estar en la segunda vuelta.
¿Suerte para todos?
“Al margen de Lula, que se desmarca, hay muchos candidatos muy próximos unos de otros en intención de voto. El resultado va a depender de detalles, pequeñas frases, de los debates...”, analiza Lucio Rennó, que insiste en el lado imprevisible de la campaña. Con un tercio de los votos del electorado a favor de Lula, su ausencia dejaría un vacío significativo y el aumento de los indecisos haría las elecciones aún más abiertas. Una estrella de la televisión habría podido beneficiarse de ese espacio político gracias a sus capacidades personales importantes y a su fama, pero parece que definitivamente ha decidido descartar la posibilidad de presentarse. “De modo que, sin él, de momento falta un candidato fuerte en el centro”, subraya Rennó. Sin embargo, el centro puede contar con la potencia de su red en las municipalidades. Principalmente el PMDB de quien es el principal motor, lo que le ha permitido participar en todos los gobiernos de la nueva etapa democrática.
Para los pequeños candidatos y los outsiders, aunque la incertidumbre abre nuevas posibilidades, la campaña se anuncia muy compleja. sin el apoyo de los ayuntamientos, sin el tiempo de propaganda política y la financiación electoral (proporcionales a la presencia de los partidos en la Asamblea), sus posibilidades son reducidas. Bolsonaro puede sufrir y busca ya a salir de su aislamiento parlamentario. Con relación a los tres diputados con que cuenta el partido, obtenidos hace poco, dos se han distanciado de su candidatura. Pero el diputado de ultraderecha puede contar con su fuerza de impacto en las redes sociales donde suma 5,7 millones de seguidores, una cifra superior a los 3,7 millones de Lula. “Se trata de un factor que atenúa su fragilidad pero eso no sustituye a las máquinas electorales del PSDB, PMDB, ni siquiera a la fragilizada del PT”. _________
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Traducción: Mariola Moreno
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Las elecciones se presentaban como las más inciertas de la democracia, desde 1985. Pero Lula, condenado en segunda instancia el 24 de enero, incluso corre el riesgo de no poder volver a presentarse. Y, en un país sacudido por sucesivas crisis, el juicio en que se ha visto inmerso el candidato favorito en los sondeos ya ha cambiado mucho las cosas.