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La izquierda italiana después de Renzi

Renzi en una imagen de archivo

Amélie Poinssot (enviada especial de Mediapart a Roma)

No da su brazo a torcer. En el seno de la sección Aurelio Cavalleggeri del Partido Demócrata (PD) de Italia, en el distrito XIII de Roma, Angela Fanara asegura: “Matteo Renzi podría haber impedido todo esto”. El hombre que simultaneaba la dirección del PD y del Gobierno italiano tendría que haber hecho “todo lo posible” por impedir que, a finales de febrero, dejasen el grupo parlamentario unos 40 diputados. Mantener el diálogo, en vez de enfadarse. “Las diferencias que ahora salen a la luz han existido siempre en el PD. Esta escisión muestra, una vez más, que Renzi es un liberal con convicciones que no tienen nada que ver con la izquierda. Las reformas que ha puesto en marcha en los tres últimos años, sean buenas o malas, son de inspiración liberal”.

Cavalleggeri no solo piensa en la Jobs Act, la ley laboral italiana, votada dos años antes de la polémica reforma francesa, y sin duda la más controvertida del Gobierno de Renzi por favorecer la liberalización del mercado del trabajo. Cavalleggeri cita, en particular, una medida fiscal votada al principio de su mandato: la abolición del impuesto sobre la vivienda habitual de los contribuyentes italianos “sin distinción entre ricos y pobres”. “No somos unos nostálgicos”, advierte la activista. Y puntualiza: “Queremos ser un partido de izquierdas moderno, que se enfrente a la globalización y a los desequilibrios en la distribución de la riqueza, a escala mundial y en Italia, donde la brecha ha aumentado en estos últimos años”.

A pesar de este balance crítico, Angelina se aferra al partido. Como muchos otros, piensa que el PD es la única formación que puede impedir el ascenso de la extrema derecha en Italia y con capacidad de hacerle frente al Movimiento Cinco Estrellas, tildado de “populista” pero que no ha dejado de ganar apoyos estos últimos años hasta imponerse en el Ayuntamiento de Roma en las últimas elecciones municipales. El partido, sí; Renzi, no. “Tenemos que dejar atrás estos personalismos y centrarnos en el PD, contrariamente a lo que se ha venido haciendo, en toda su diversidad”. Angelina votará por Andrea Orlando [candidato en las primarias del PD] en el congreso que se celebrará el próximo 30 de abril. Matteo Renzi, en un último gesto táctico, habitual en él, dimitió a finales de febrero como secretario general de la formación, después de haber presentado su renuncia a la Presidencia del Consejo y de su fracaso en el referéndum constitucional de diciembre. Su objetivo era forzar un nuevo congreso del partido inmediatamente para recuperar su legitimidad. No es el único aspirante; también han dado un paso adelante Andrea Orlando y Michele Emiliano. El primero llegó a formar parte del Gobierno de Renzi –fue nombrado ministro de Justicia a principios de 2014–, mientras que el segundo, exmagistrado, preside la región de Apulia, al sur del país.

En el seno de la sección Aurelio Cavalleggeri, la militancia se encuentra dividida. De los seis miembros que se han dado cita esta tarde, cuatro votarán por Orlando y dos a Renzi. Salvatore Sperenza forma parte de este segundo grupo: “Renzi es para mí un socialista liberal. Fue él quien permitió que el PD se aliase al Partido Socialista Europeo. ¡No me puedo creer que alguien como él sea un liberal puro!”. Para Salvatore, esta escisión del ala izquierda del partido no tiene nada de trágico. Al contrario, la considera una “crisis de crecimiento” para una formación nacida hace apenas diez años y donde “sólo una pequeña minoría discrepó con las decisiones tomadas. Sin embargo, en una formación, hay que saber tomar decisiones. No podemos permitirnos que una minoría bloquee a la mayoría...”. Efectivamente, el Partido Demócrata nació como tal en 2007 de la fusión de varios grupos surgidos de las dos grandes corrientes que vertebran la vida política italiana desde la posguerra: el Partido Comunista (PCI) y la democracia cristiana. “Creo que esta fusión se hizo mal. No fuimos hasta el final y ahora estamos pagando las consecuencias”, asegura Salvatore.

La trayectoria no difiere a la vivida en el seno de Syriza durante el verano de 2015 en Grecia. El partido, que nació en 2004 de una coalición de diversas formaciones de la izquierda radical, una vez en el Gobierno y enfrentado a un pulso –sin precedentes en un Estado miembro– con la Comisión Europea, ha llevado a cabo una delimitación total. La línea de Tsipras, más centrista, se ha deshecho del ala izquierda, que terminó por desaparecer en los siguientes comicios: no logró ni un solo escaño en el Vouli, el Parlamento griego. ¿Se encuentra PD en una situación semejante? “Me parece que la fusión original del partido puede llevarse a cabo ahora. La formación necesitaba homogeneización”, asegura Salvatore.

En este distrito del oeste de Roma, como en los otros 12 de la capital, el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) ganó las elecciones municipales del año pasado. El PD solo se impuso en dos distritos: los del centro, es decir los barrios que no tienen nada que ver con el electorado popular... El distrito XIII, donde residen unas 150.000 personas, forma parte de los más extensos y de los más heterogéneos socialmente hablado de la capital italiana. Abarca los barrios elegantes limítrofes con el Vaticano hasta las áreas naturales de Castel di Guido. Esta zona jamás ha formado parte del cinturón rojo: hace años que se alternaban la derecha y la izquierda. Aquí, como en otros barrios de Roma, se pasó página durante las últimas elecciones. Y el Partido Demócrata solo consiguió siete representantes en el Ayuntamiento de Roma, frente a los 29 del M5S.

“Batalla antropológica”

De modo que, la composición del distrito es fiel a la imagen del partido: diversa y dividida en lo que al futuro político de Renzi se refiere. Enzo Cuozzo muestra su indiferencia al respecto: “Estoy cansado de hablar de personas. Renzi, Bersani, D’Alema… en lo fondo, me da igual quién toma las riendas de la izquierda; lo que me importa es el desarrollo del PD. Para mí, el partido debe seguir siendo socialista. En todas partes, nos estamos viendo rodeados por la extrema derecha. Europa debe convertirse en garante de la democracia en  el mundo, y estoy convencido de que solo una UE con una orientación social puede garantizarlo”.

El estilo Renzi también ha enfadado a muchos militantes durante estos tres últimos años. “No ha sido inclusivo”, espeta Emilio Gabaglio, decano de la sección del PD, que añade que “habría hecho falta una gestión más colegiada del partido, pero [Renzi] quería ir rápido. Claro que una sociedad compleja como la nuestra no se dirige así, sin tener en cuenta las fuerzas ciudadanas. No se trata sólo de un problema de comunicación, sino que es también un modo de implicar a la gente. Muchos italianos no se sintieron concernidos en absoluto por sus reformas”.

Sin embargo, estos militantes –la mayoría procede del ala comunista del PD– son muy críticos no apoyan la salida en masa de los diputados del ala izquierda en vísperas del congreso. Para Jana Filardi, otra militante del círculo y antigua concejala del distrito, es una lástima marcharse ahora: “Los que se han escindido ahora votaron todas las reformas de Renzi, incluida la Jobs Act. Están en un juego político. Tendrían que haberse quedado en el partido precisamente para abordar la línea de la formación de cara al próximo congreso”.

Todos miran ya a las próximas elecciones y se dicen que es necesario reconstruir alianzas para desquitarse frente al M5S. “La derecha puede reorganizarse y llegar a presentar una lista única. Es imprescindible que el centro izquierda esté unida, de lo contrario no lograremos competir con ella”, analiza Enzo, que cree en un “amplio espectro” o un “frente común” que abarcaría hasta la Sinistra Italiana [la izquierda italiana, la antigua Izquierda, Ecología y Libertad (SEL), que cuenta actualmente con una veintena de diputados en el Parlamento] y Giuliano Pisapia, el exalcalde de Milán, que a día de hoy intenta reconstruir un movimiento a la izquierda del PD. Un panorama poco probable, a decir de los diputados. Precisamente, el diputado Stefano Fassina de Sinistra Italiana, entrevistado precisamente coincidiendo con la cuarta cumple del plan B que se celebró en Roma el segundo fin de semana de marzo, trabaja en una alianza con los tránsfugas del PD de cara a las próximas elecciones que se celebrarán en 2018. Pero ni hablar, dice, de aliarse con el Partido Demócrata.

Giuseppe Civati, un joven diputado elegido por la circunscripción de Lombardía, al norte del país, muestra todavía más reservas. La entrevista se produce después de ser sometida a votación una ley que impide que los demandantes de asilo presenten recurso tras ver rechazada su solicitud. El texto, al igual que todos los demás votados por la mayoría del PD tras la escisión, cuenta los votos favorables de los diputados tránsfugas. “Están en el umbral de la puerta”, protesta este diputado. “No sabemos si entran o salen”. Civati abandonó el barco de Renzi en 2015 por reformas como la Jobs Act. Actualmente, forma parte de un pequeño grupo bautizado por Possibile. “El debate durante los próximos meses va a girar en torno a la trayectoria de estos secesionistas. ¿Van a seguir apoyando al Gobierno o se nos van a unir? Dependerá en gran medida de la ley electoral que se vaya a votar. Si volvemos a un sistema proporcional, deberían situarse más próximos a nosotros. Si seguimos en un sistema mayoritario, como la la ley Mattarelum, la fuerza centrípeta será muy fuerte”.

La ley electoral, serpiente de verano dela política italiana, impide actualmente la celebración de nuevas elecciones: la última reforma fue rechazada por el Tribunal Constitucional. El desafío radica en el tipo de votación, proporcional o mayoritario. Pero más allá del juego político para conseguir con la mayor cantidad de escaños en la Cámara, Civati considera que las divisiones actuales esconden profundas divergencias políticas: “Es una lástima, porque estos diputados que acaban de romper con el partido lo han hecho muy tarde y por eso se percibe como un juego político...”. Por no decir un juego muy hipócrita. Eleonora Forenza, diputada en el Parlamento Europeo por la coalición La otra Europa con Tsipras, que vio la luz en 2014, recuerda que estos tránsfugas se habían adherido previamente a la socialdemocracia dominante. “Bersani votó a favor de las privatizaciones en 2013, D’Alema se posicionó a favor del bombardeo de Serbia por parte del Ejército italiano... No creo en la sinceridad de su reposicionamiento actual”, explica esta joven eurodiputada salida de las filas del Rifondazione Communista, un pequeño partido alternativo del GUE-NGL (Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea) en el Parlamento Europeo, que incluye, entre otros, a Podemos y a Izquierda Unida, así como al Frente de Izquierda francés y a Syriza.

El día que realizamos las entrevistas, guías turísticos llegado de todos los rincones del país se manifiestan delante del Parlamento. Protestan contra una nueva ley que quiere liberalizar el acceso a la profesión con la eliminación del examen ahora obligatorio para poder ejercer en los sitios turísticos italianos. Cinzia forma parte de los manifestantes. ¿Qué piensa de la escisión del partido en el poder? “Deben dejar sus disputas interminables. Son ridículos, parecen niños. Se olvidan de que tienen una gran responsabilidad: gobernar este país”.

Los sindicatos, afectados

“No estamos ante una batalla política, sino que es una batalla antropológica”, quiere creer Andrea Romano: “Para los secesionistas, Renzi no es de su familia. Esta separación era inevitable: habría llegado tarde o temprano. Este diputado, historiador de formación, es un renziano convencido. No parece particularmente afectado por el divorcio con el ala izquierda de la formación, al contrario. Este cambio podría simplificar las cosas para el Partido Demócrata. “Los que se han marchado nunca han aceptado a Renzi como jefe del partido. En cierto modo era una especie de pecado original: lo percibían como un invasor. Renzi no buscaba satisfacer el corazón tradicional de la izquierda, procuraba satisfacer las necesidades de la gente. El pensamiento tradicional de la izquierda, en lo que se refiere al mercado laboral, consiste en defender a los que ya tienen  empleo y no en ocuparse de los parados o aquellos con un empleo precario. Los jóvenes, por ejemplo, los más afectados por el paro en Italia, no están en absoluto representados en el seno de la principal confederación sindical, la CGIL”. La izquierda debe ser una izquierda “de cambio”, asegura este partidario declarado -al igual que Renzi- de Emmanuel Macron [el candidato centrista a las presidenciales francesas]: “No basta con agitar una bandera, hay que tomar responsabilidades para dirigir un país. Para mí, Benoît Hamon condena a la izquierda francesa a la oposición”.

A pesar de su estrepitosa derrota en el referéndum constitucional de diciembre, Renzi, según este diputado, aún está lejos de tirar la toallas. “El resultado de la votación nos sorprendió”, reconoce Andrea Romano, que explica que “Renzi encadenaba victoria tras victoria desde hace tres años. No esperábamos un debilitamiento así”. Sin embargo, este revés, seguido de la escisión del PD, ha cambiado a Renzi: “Renunció a su retórica provocadora y a su tono sarcástico. Y también comprendió la necesidad de trabajar más con los responsables del PD y dejar de querer decidirlo todo él solo. Es consciente de no haber prestado suficiente atención al partido, a pesar de que él era secretario general”. El resultado ya es visible: con motivo de una gran manifestación política convocada en Turín a mediados de marzo, Renzi apareció muy acompañado. Iba con una verdadera "panchina lunga”, parafraseando a Andrea Romano, un banquillo de suplentes bien nutrido que evidencia que Renzi ahora forma parte de "un equipo”. Si bien es cierto que la clarificación política de la formación corre el riesgo de provocar pérdidas entre las bases, a medio plazo, puede facilitar las maniobras del ex primer ministro.

Esta clarificación, en todo caso, tiene consecuencias en el movimiento sindical. La CGIL está en la misma situación que muchas secciones del PD: profundamente desconcertada. Desde la llegada al poder de Renzi, se ha distanciado del partido a pesar de sus lazos históricos. “Los tres años de Gobierno de Renzi fueron una oportunidad perdida”, afirma Michele Azzola, secretario general de la federación romana. “En un primer momento, se sostenía por el empuje de sus reformas, pero muchas han fracasado por las sentencias del Tribunal Constitucional o del Tribunal de Cuentas. Además, nunca dejó de repetir que Italia necesitaba reformas, pero nunca discutió públicamente en detalle las medidas. Renzi se ha negado ostensiblemente a entrevistarse con entidades sociales y sindicales. De modo que ¡ha terminado contrariando a todo el mundo!”

En particular la Jobs Act indignó a los sindicalistas. Esta ley –además de eliminar el famoso artículo 18 que protegía a los empleados contra el despido improcedente– refuerza la flexibilidad de las empresas con la consolidación de los contratos llamados de colaboración: un sistema de remuneración que no ofrece ninguna protección al trabajador en caso de despido. La ley también suprimió las cotizaciones de las empresas en los tres primeros años de contrato indefinido, una medida que a las arcas italianas le suponen 15.000 millones de euros, según la CGIL. “El Gobierno habla de 770.000 nuevas contrataciones gracias esta reforma”, explica Michele Azzola, que apunta que “en realidad, de estas contrataciones, la mayoría son solo renovaciones de contratos, es decir, las mismas que se habrían producido de no existir la nueva ley. El paro no ha bajado”.

Dicho esto, el secretario general sigue con mucha atención los conflictos en el seno del Partido Demócrata: “Acaba de abrirse una nueva fase, lo que permite volver a hablar del mundo laboral, tanto con los que se quedan como con los que se van. Los dos candidatos alternativos a Renzi para liderar el partido quieren renegociar las reglas del mercado laboral. Y eso es lo que queremos”. La CGIL precisamente abrió el debate hace algunos meses con una proposición de iniciativa popular que sentaba las bases de un “derecho universal al trabajo”. Y esta propuesta recogió las firmas necesarias para la convocatoria de un referéndum que reclama, entre otras cosas, la abolición del sistema de sellos fiscales. La consulta debería celebrarse el próximo 28 de mayo.

¿Puede la escisión en el PD hacer que aparezca un nuevo espacio a la izquierda en el panorama político italiano? Así lo quiere Michel Azzola: “En términos electorales, este espacio existe. El electorado que inicialmente votó al PD para defender a los trabajadores se abstuvo en estos últimos años o se decantó por el Movimiento Cinco Estrellas. Tan pronto como exista una nueva formación de izquierdas, volverán”. ________________

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Traducción: Alba Precedo

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