Los jueces se dan un tiempo para decidir si extraditan a Assange (y si la libertad de prensa está en peligro)

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Marie Billon (Mediapart)

Londres (Reino Unido) —

Mucho antes de la cita de las 8.30 de la mañana, ya estaban coreando "Liberad a Julian Assange". Frente a los edificios neogóticos del Tribunal Superior de Justicia de Londres, había jóvenes, personas mayores, británicos, pero también de muchas otras nacionalidades, como alemanes, brasileños y suizos. 

Matti es uno de los que van vestidos con un pijama naranja, como los presos de Guantánamo. Lleva colgada una pizarra al cuello en la que figura el número de Julian Assange en el centro de detención de Belmarsh, y su delito escrito con tiza: "Publicar la verdad". "Debemos defender el periodismo, para defender nuestras democracias", dice este joven suizo, caminando entre la multitud con una gran sonrisa en la cara. 

Atados a las verjas del tribunal hay una lista de todos los premios periodísticos que ha recibido Julian Assange. Y alrededor, a lo largo de varios metros, colgando de algunos postes, hay también lazos amarillos (haciéndose eco de la campaña #YellowRibbons4Assange apoyada por Stella Assange, la esposa del fundador de WikiLeaks, en 2022 en Twitter). 

Había cientos de cintas, pero también cientos de personas delante del tribunal. La mayor concentración que jamás he visto hasta ahora, dijo Stella Assange al subir a una tarima el martes por la mañana. Enfundada en un abrigo verde esmeralda, Stella pidió a la gente que "siga mostrando su apoyo. Estén ahí por Julian, por nosotros y por ustedes mismos, hasta que sea libre". 

La esposa del fundador de WikiLeaks está visiblemente debilitada. Estuvo enferma a principios de año, hasta el punto de que faltó a una de sus visitas a la prisión de Belmarsh, pero asegura que "se encuentra mejor". Ahora no es el momento de bajar el ritmo, porque "lo que le ha pasado a Navalny le puede pasar a Julian", en referencia al opositor ruso asesinado en prisión. Katya, una joven rusa que vive en Inglaterra desde hace quince años, también hace la misma analogía: el Reino Unido, dice, "señala a Rusia diciendo: 'Mirad lo que hacen a los que dicen la verdad, les persiguen y son víctimas de las mentiras del gobierno'. Pero en realidad, aquí estamos haciendo lo mismo". 

Detrás de una pancarta de varios metros de largo con el nombre y el rostro del fundador de WikiLeaks, Katya sostiene un cartel en el que se lee: "La verdad no es un delito, es nuestro derecho". 

Un estado de salud preocupante

Para los partidarios de Julian Assange y su equipo de abogados, la línea de defensa es clara: Assange es un periodista y un editor. Hizo su trabajo publicando documentos que le envió Chelsea Manning, que a su vez fue sometida a un consejo de guerra y encarcelada por ser una denunciante. Luego, el presidente Obama conmutaría su pena en 2017. 

"Si es extraditado, Julian Assange será el primer periodista acusado en virtud de la Ley de Espionaje", ha declarado Fiona O'Brien, directora en el Reino Unido de Reporteros sin Fronteras. “Esta ley no permite invocar el interés público como justificación", ha alegado ante el tribunal. “Pero publicar información, a veces información filtrada, es la esencia del trabajo de los periodistas, por lo que esto sería muy preocupante para la libertad de prensa y para el derecho de los ciudadanos a la información". 

Dentro de la sala, los abogados de Julian Assange tomaron la palabra el primer día de la vista. Ante una sala repleta, hasta el punto de que la mayoría de los medios de comunicación tuvieron que conformarse con una conexión de vídeo o incluso de audio, el abogado de Assange, Ed Fitzgerald, tuvo primero que excusar a su cliente, que estaba demasiado enfermo para asistir a la vista. Sin embargo, como señaló la juez Victoria Sharp, había solicitado y obtenido el derecho a estar presente. 

Unos días antes, Stella Assange había declarado ante un grupo de periodistas que su marido quería estar allí para "consultar a sus abogados y hacerles preguntas". La última vez que se le permitió asistir a una de esas vistas fue el 6 de enero de 2021. Desde entonces, añade, "uno de los grandes absurdos de este caso es que haya tenido que seguir los procedimientos como espectador". 

Si le envían allí, le meterán en un agujero y no le volveremos a ver.

La salud de Julian Assange preocupa a sus partidarios. “Llevamos mucho tiempo preocupados por el deterioro de su salud", dice Gina, una mujer de Normandía vestida con un chaleco amarillo que ha venido a Londres para estos dos días. “Físicamente, lo ha pasado mal. Psicológicamente, cada vez está peor.” 

En enero de 2021, un juez británico bloqueó la extradición de Assange por el riesgo de suicidio y Estados Unidos recurrió con éxito esa decisión. Stella Assange sigue convencida de que si es extraditado, "morirá". “No os creáis las garantías que ha dado Estados Unidos de que le tratarán bien", advirtió a los periodistas la semana anterior. “Si le envían allí, le meterán en un agujero y no le volveremos a ver". 

Julian Assange está en peligro, según su esposa. Sus abogados subrayan los riesgos para la seguridad de su cliente, pero también apuntan a amenazas externas. "Existe un riesgo real de que la CIA y otras agencias emprendan acciones extrajudiciales contra él", afirman. Stella Assange y sus abogados afirman que los servicios secretos americanos, con la aprobación de Mike Pompeo, exjefe de la CIA y secretario de Estado con Donald Trump, pretendían secuestrar, o incluso asesinar, al fundador de WikiLeaks

Estas acusaciones son actualmente objeto de un procedimiento en España, debido a que una empresa de seguridad implicada es española. Otro de los abogados de Assange, Mark Summers, volvió a hablar por la tarde de "este increíble proyecto". 

Mientras tanto, durante la pausa de la comida, Stella Assange volvió a la tarima para dirigirse una vez más a los partidarios de su marido, que ambientaron la explanada con músicos, coreando "Siempre apoyaremos a Julian Assange." 

Cuando se reanudó la vista, los abogados desplegaron más argumentos para convencer al tribunal de que Julian Assange tiene derecho a recurrir su extradición. El fundador de WikiLeaks "está siendo procesado por un delito político", afirmó Ed Fitzgerald. Porque el tratado bilateral entre Estados Unidos y Reino Unido estipula que un sospechoso no puede ser extraditado por un delito de naturaleza política, alegó. "Es un abuso procesal solicitar la extradición por razones políticas", concluye el abogado. 

Al final de la primera jornada de la vista, Stella Assange compareció por tercera vez ante los seguidores para rogarles que volvieran al día siguiente, cuando le toque intervenir a Estados Unidos. El mensaje fue escuchado, porque el miércoles por la mañana, a pesar de la lluvia, seguían allí las mismas personas. 

Maniobras de hacker

Con capuchas o con un paraguas en una mano y una pancarta en la otra, el ambiente era menos festivo. Una bandera palestina ondeaba entre las pancartas de Julian Assange con los ojos vendados. “Es un hombre totalmente inocente", afirma Patrick, que ha viajado desde Irlanda para asistir a las vistas. “Los verdaderos criminales son los que apoyan el genocidio en Palestina". Para él, querer "extraditar a un ciudadano australiano del Reino Unido a Estados Unidos" es una prueba más del "imperialismo americano". 

Dentro de la sala, Claire Dobbin, representante de Estados Unidos, tomó la palabra. Julian Assange estaba "muy fuera del ámbito del periodismo o del periodismo responsable", dijo. Habló de "maniobras de hacker" e insistió en uno de los principales argumentos de Washington: las revelaciones de WikiLeaks habían puesto en peligro la vida de informadores y espías internacionales

"Tras la publicación de los cables desaparecieron varias personas [...]. Otras fueron detenidas después de que se revelaran sus nombres", afirma la abogada, pero añade que no se pudo "establecer ningún vínculo con la difusión de los documentos". Claire Dobbin quiso pasar "rápidamente" a abordar la cuestión del tratado bilateral mencionado la víspera, que excluye toda posibilidad de extradición por opiniones políticas. 

Según ella, la “Ley británica de Extradición” , que incorpora el tratado bilateral al corpus legislativo británico y regula las solicitudes de extradición presentadas al y por el Reino Unido, "reformó en gran medida" el tratado en 2003. La referencia a la excepción de las opiniones políticas fue entonces "omitida", argumenta, concluyendo que "La extradición no está prohibida por delitos políticos". 

Cuando, al final de la jornada, uno de los abogados de Assange, Ed Fitzgerald, volvió a tomar la palabra, fue sobre todo para señalar la contradicción entre la ley británica y el tratado bilateral: "No podemos ignorar el tratado [...], es la base de la solicitud de extradición." 

Los dos jueces se retiraron a considerar la decisión que tiene en vilo a los partidarios de Assange, convencidos de que una decisión rápida podría perjudicar al fundador de WikiLeaks. Pero también temen que el caso se alargue durante meses, lo que sería perjudicial para la salud del australiano de 52 años. Al final, los jueces volvieron a decir que no tomarían una decisión hasta al menos el 4 de marzo, a la espera de recibir ciertos documentos. 

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Los partidarios de Assange abandonaron luego el tribunal para marchar hacia el 10 de Downing Street, residencia oficial del primer ministro. Una forma de mostrar que creen que la solución no vendrá necesariamente del tribunal, sino quizás de la voluntad política, tanto en Londres como en Washington.

 

Traducción de Miguel López

Mucho antes de la cita de las 8.30 de la mañana, ya estaban coreando "Liberad a Julian Assange". Frente a los edificios neogóticos del Tribunal Superior de Justicia de Londres, había jóvenes, personas mayores, británicos, pero también de muchas otras nacionalidades, como alemanes, brasileños y suizos. 

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