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La farsa kafkiana del juicio político de Julian Assange

Juan José Torres Núñez

La transparencia y la responsabilidad son asuntos morales que deben ser la esencia de la vida pública y del periodismo. Julian Assange

En el último artículo de los dos que he publicado en este periódico, Julian Assange y el periodismo independiente y Julian Assange y la condena del periodismo, acabé con las palabras que leí en una pancarta que portaba una mujer en la manifestación frente al Tribunal de Woolwich en Londres, que resumía muy bien todo lo que escribí en mis dos artículos: Jail the war criminals [Encarcelar a los criminales de guerra]. En efecto, en este juicio político que estamos viendo, no se busca el encarcelamiento de los criminales, sino la condena del periodismo y de la libertad de prensa por haber sacado a la luz los crímenes de guerra que Assange ha expuesto al mundo en WikiLeaks. En las vistas orales que ahora estamos presenciando en Londres, vemos a un Assange enjaulado en una cabina de cristal a prueba de bala –como en el juicio anterior–, humillado, demacrado, con aspecto cadavérico y abandonado por la prensa internacional. El hombre que quiso que el mundo conociera la verdad, quieren presentarlo como un terrorista. El periodismo corporativo, el periodismo mainstreammainstream [tradicional, dominante, mayoritario] ya casi no habla de él. De aquí la necesidad imperativa de un periodismo independiente que destape la corrupción de las cloacas y la degradación moral de Estados Unidos, como señalé en el vídeo Collateral Murder [Asesinato colateral] en mi segundo artículo, en donde también hablé del coraje de Assange, sobre todo ahora que estamos viendo al capitalismo liberal encaminarse hacia “una dictadura corporativa”, como ha expresado el periodista australiano John Pilger.

En la parodia de este juicio político sobre la posible extradición de Assange a Estados Unidos, parece que asistimos a la negación de la Justicia, según han advertido varias organizaciones internacionales, como Amnistía Internacional (A I) y periodistas y académicos de todo el mundo. Aquí lo que de verdad está en peligro es la libertad de prensa. Han criticado la peligrosa gestión del gobierno estadounidense en este caso, “por criminalizar las actividades básicas de los periodistas”. Al constatar las “muchas violaciones de los derechos humanos, políticos y civiles”, han pedido su “puesta en libertad inmediatamente”. Inciden en que Assange se encuentra en la prisión de Belmarsh de alta seguridad, en el Reino Unido, con criminales y terroristas, simplemente por “exponer los crímenes de guerra y los abusos de los EE UU y sus aliados”. Su extradición a EE UU no permitiría que Assange tuviera un juicio justo, pero sí una posible sentencia de 175 años en una prisión, confinado, incomunicado, sin conocimiento del mundo exterior y sujeto a las Special Administrative Measures del sistema carcelario estadounidense, el SAMs, conocido como uno de los rincones más oscuros del sistema federal. Si todos mostramos nuestra más enérgica repulsa a esta posible extradición, quizá podamos poner fin a la acusación ilegal de Assange.

Amnistía Internacional ha dicho “no a la extradición” y también ha pedido “la retirada de los cargos de espionaje” contra Assange, así como otros cargos “derivados de sus actividades periodísticas y de investigación”. Para AI estas actividades las realizan los periodistas de forma habitual “en el ejercicio de su profesión”. Y consortiumnews.com ha manifestado que los medios de comunicación no están cubriendo el caso de Assange como es debido. Según ellos, el martes pasado The New York Times publicó en una nota de prensa en su edición en papel un informe sobre el estado de los puentes de Londres, que al parecer “se están cayendo a pedazos”. El comentario sardónico nos muestra el poco interés de este periódico por el caso Assange. Incluso predicen que lo más probable es que no escriban nada hasta que no se conozca el veredicto de la jueza Vanessa Baraitser. Y The Washington Post publicó una breve reseña al final de la última página de la sección de noticias internacionales sobre el primer testigo de la defensa de Assange, Mark Feldstein, quizá porque es profesor de periodismo en la Universidad de Maryland. Aunque “la democracia y la libertad de prensa están en peligro” no creemos que “el NYT o el Post o cualquier medio mainstrem vayan a dar detalles, noticias diarias, análisis o comentarios sobre el juicio”, advierte consortiumnews.com.

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El profesor Feldstein expresó su testimonio en un documento de 26 páginas que entregó a los periodistas, titulado US vs Julian Assange, dividido en 11 apartados. El apartado 2, La campaña de Trump sobre la prensa, comienza así: “Desde que el Presidente Donald Trump tomó posesión de su cargo, él y su Administración han hecho una campaña despiadada contra los periodistas y los medios de comunicación, como una institución que no tiene precedentes en la historia de América”. En sus ataques, Trump ha tildado a los periodistas de “enemigos de la gente” y “proveedores de noticias falsas”, y ha denunciado públicamente a los medios de comunicación, acusándolos de “enfermos”, “deshonestos”, “antipatrióticos” y “totalmente corruptos”. Trump ha amenazado a algunos medios que lo han criticado, con “una suspensión de la licencia de emisión”. Y presionó al director del FBI para parar las filtraciones a la prensa, “metiendo a los periodistas en la cárcel”, mostrando así “un desprecio a la libertad de prensa”. Según el documento de Feldstein, la Administración de Trump ha aumentado el número de investigaciones criminales sobre filtraciones de periodistas y ha indicado que “los periodistas pueden ser procesados”. Este juicio de Assange forma parte de una campaña contra los medios de comunicación, que “puede tener un efecto trascendental”, afirma Feldstein. Y termina su declaración resaltando que Assange es un editor protegido por la Constitución estadounidense. Según él, la Enmienda primera protege a Assange de “la criminalidad y el abuso de poder del gobierno”.

Al contrario de Trump, “Assange cree que los periodistas son los agentes de las personas”, escribe Pilger en su artículo The Stalinist Trial of Julian Assange. Nos cuenta que en los cincuenta años que ha trabajado como periodista nunca ha visto una campaña tan sucia como la que se ha orquestado contra Assange. Y todo porque “cree que el periodismo es un servicio para el público”. Hoy, en esta farsa kafkiana que estamos presenciando, “el Reino Unido se distingue por el abandono de su propia soberanía al permitir que un poder extranjero maligno manipule la justicia [por medio de un proceso] vicioso de tortura psicológica a Assange –una forma de tortura, como ha subrayado el experto de la ONU, Nils Mezer, que fue refinado por los nazis porque era muy efectivo para destruir a las víctimas”, observa Pilger. Y termina su artículo exhortándonos a defender a “un verdadero periodista con un coraje que debe ser una inspiración para todos los que creemos que la libertad es posible”.

Juan José Torres Núñez es socio de infoLibre

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