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La Justicia británica rechaza la petición de extradición de Assange por motivos de salud

Manifestantes portan pancartas en apoyo al fundador de WikiLeaks, Julian Assange.

Jérôme Hourdeaux (Mediapart)

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La Justicia británica, en un fallo dado a conocer este lunes 4, rechazaba la solicitud de extradición de Julian Assange a Estados Unidos debido a las condiciones de detención a las que se vería sometido en ese país, incompatibles con los problemas psicológicos que sufre el fundador de WikiLeaks.

“El estado mental de Julian Assange es tal que sería abusivo extraditarlo a Estados Unidos”, declaraba la jueza Vanessa Baraitser en la audiencia celebrada en el Tribunal Penal Central de Old Bailey en Londres.

La magistrada recordó los numerosos informes psiquiátricos en los que se diagnostica a Julian Assange con el síndrome de Asperger y se le describe como “gravemente deprimido” por sus años de reclusión, desde junio de 2012 en la embajada de Ecuador en Londres y posteriormente, desde abril de 2019, en la prisión de alta seguridad de Belmarsh.

En este último recinto, Julian Assange permaneció en aislamiento y su salud se deterioró considerablemente. En noviembre de 2019, el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la Tortura, Nils Melzer, visitó a Assange y declaró que presentaba “todos los síntomas típicos de la exposición prolongada a la tortura psicológica”.

El periodista incluso llegó a ser incluido entre los prisioneros con “riesgo de suicidio”, según la jueza Baraitser. Como se mencionó durante las cuatro semanas de audiencias en octubre, entre las pertenencias del fundador de WikiLeaks se le incautó “media cuchilla de afeitar”.

Vanessa Baraitser ha subrayado que el fundador de WikiLeaks lucha contra “pensamientos suicidas y ataques contra su persona”, sobre todo con numerosos medicamentos, antidepresivos y antipsicóticos. A pesar de esto, el riesgo de que Julian Assange desarrolle un “proyecto suicida” es “muy posible”.

Y la magistrada está convencida de que el ex editor jefe de WikiLeaks podrá llevarlo a cabo “con determinación”. En la prisión de Belmarsh, recordó, los psiquiatras han señalado su capacidad para “ocultar sus pensamientos suicidas”.

Durante las cuatro semanas de la audiencia en octubre, la defensa presentó numerosos argumentos para pedir el rechazo de la solicitud de extradición de Julian Assange, a quien los tribunales de EEUU quieren juzgar por su papel como editor de WikiLeaks en la difusión en 2010 de documentos clasificados, incluidos los proporcionados en 2010 por Chelsea Manning y que detallan los abusos del Ejército de EEUU en Irak y Afganistán.

En su veredicto, Vanessa Baraitser ha desestimado casi todos ellos. En particular, rechazó reconocer la naturaleza periodística de las actividades de Assange, considerándolas potencialmente “delictivas”. Baraitser, haciendo prácticamente suyos, casi al pie de la letra, los argumentos de la acusación de EEUU, acusa a Assange de proponerle a Chelsea Manning que le ayudase a descifrar una contraseña y de hablar con ella “durante meses” para que le proporcionase nuevos documentos.

La jueza también se negó a aceptar el argumento de la defensa de que Assange corría el riesgo de verse sometido a un “juicio político” en Estados Unidos; aseguró “no haber encontrado pruebas de la voluntad del sistema de Justicia estadounidense para castigar a Assange con la mayor dureza posible”.

En su opinión, las disposiciones de la Constitución de EEUU son suficientes para garantizar el derecho de Assange a un “juicio justo”. Vanessa Baraitser asegura confiar en que “los derechos constitucionales del señor Assange se respetarán plenamente”.

La jueza también se negó a examinar las violaciones de los derechos de la defensa cometidas en el marco de la vigilancia de Julian Assange durante su estancia en la embajada ecuatoriana. Como publicó Mediapart (socio editorial de infoLibre), durante varios meses todos los movimientos del periodista fueron espiados y sus conversaciones grabadas ilegalmente por una empresa española que trabaja para un cliente estadounidense. A pesar de los numerosos documentos ya publicados y de la investigación abierta por las autoridades judiciales españolas, Baraitser mantiene que las pruebas están “incompletas” y no podían ser tomadas en cuenta.

En resumen, la magistrada sólo atendió a la defensa en un único punto: las condiciones de detención a la que Julian Assange sería sometido en Estados Unidos. Durante las audiencias, varios expertos aseguraron al tribunal que los prisioneros detenidos por motivos de seguridad nacional eran sometidos sistemáticamente a las mismas medidas.

Mientras esperan el juicio, son enviados al centro de detención de Alejandría y una vez condenados, a “ADX”, la prisión de máxima seguridad de Florencia, Colorado. Estas dos instalaciones son únicas en el sentido de que tienen alas de alta seguridad y una organización dedicada.

Julian Assange se vería sujeto a “medidas administrativas especiales” (SAM, según el acrónimo inglés) especialmente severas. En estas alas, los prisioneros son mantenidos en el más estricto aislamiento, se les prohíbe hablar con sus compañeros de prisión y tienen acceso limitado a visitas o llamadas telefónicas.

Durante la audiencia del lunes 28 de septiembre, Yancey Ellis, abogado del Colegio de Abogados de Alejandría, describió unas celdas diminutas con un mobiliario mínimo, con sólo una ventana de plexiglás que no se puede abrir y una puerta de acero con una sola escotilla para pasar la comida a la hora de comer, que se cierra inmediatamente para que los detenidos no puedan comunicarse entre sí.

“No tienen que hacer nada. Pueden leer, pero su mundo se reduce a las cuatro esquinas de la celda”, testificó Joel Sickler, consultor de prisiones americano, otro testigo llamado por la defensa. Si fuese condenado a permanecer en aislamiento, “el señor Assange no tendría ninguna interacción social significativa. Ya puedes gritar, que nadie puede oírte”, afirmó.

Además, el acceso a la atención psiquiátrica de los reclusos sujetos a “medidas administrativas especiales” es “muy limitado”, afirmó Ellis. Por ejemplo, algunos presos pueden estar sin ver a su psiquiatra durante varias semanas. Y cuando uno de ellos corre el riesgo de suicidarse, los guardias le imponen un “traje especial” para evitar que se lesione.

Vanessa Baraitser admitió que existía “un riesgo real” de que Julian Asssange se viese sometido a este tratamiento debido a la naturaleza sensible de la “información clasificada” que publicó. Este temor se vio reforzado por varias declaraciones de funcionarios estadounidenses citadas por la magistrada, como la del director de la CIA Mike Pompeo, quien en abril de 2017 calificó a WikiLeaks de un “servicio de inteligencia hostil”.

Sin embargo, las condiciones de detención descritas por los expertos tendrían “un impacto perjudicial en la salud mental del Sr. Assange”, según Vanessa Baraitser, antes de rechazar la solicitud de extradición del sistema judicial estadounidense.

“El día de hoy Julian ha obtenido una victoria”, declaró Stella Morris, la esposa de Julian Assange, al salir de la sala. “Esta victoria es el primer paso hacia la Justicia en este caso. Nos satisface que el tribunal haya reconocido la seriedad e inhumanidad de lo que ha soportado y lo que arriesga. Pero no olvidemos que la acusación en Estados Unidos no se ha retirado. Estamos muy preocupados por el hecho de que el gobierno de Estados Unidos recurra y continúe buscando castigar a Julian y hacerlo desaparecer en el agujero más profundo y oscuro del sistema penitenciario de Estados Unidos”.

“Que este sea el final”, tuiteaba por su parte el denunciante Edward Snowden. El periodista Glenn Greenwald señaló la ambigüedad del juicio. “Esto no es una victoria de la libertad de prensa. Todo lo contrario, la jueza ha dejado claro que creía que había fundamentos para procesar a Assange por la publicación de 2010”, dijo en Twitter.

Estados Unidos tiene ahora 15 días para recurrir. Este miércoles 6 de enero, en nueva audiencia se dirimirá si Assange debe quedar en libertad bajo fianza. Mientras tanto, permanece detenido.

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Traducción: Mariola Moreno

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