La 'tormenta' de Trump en el banquillo: sin jurado aún y con su reeleeción como candidato en el aire
Hacia las 14.30 horas del lunes 15 de abril, los abogados de Donald Trump tuvieron que rendirse ante los hechos. Tras presentar durante cuatro largas horas una serie de recursos destinados a paralizar el proceso, no pudieron, a pesar de varios meses de esfuerzos, impedir la apertura del juicio oral de su cliente en el tribunal penal de Manhattan.
Los futuros miembros del jurado encargados de decidir sobre el caso hicieron finalmente su entrada bajo la atenta mirada del acusado, que estaba presente en la sala. Sin embargo, del primer centenar de ciudadanos convocados, casi la mitad presentaron inmediatamente la renuncia.
En el interior de la sala, con paredes descoloridas, luces pálidas y sin lámparas de araña, muchos de los miembros del jurado declararon que no podían ser imparciales con el ex presidente, el primer presidente estadounidense de la historia que comparecía en un proceso penal.
Donald Trump está acusado de comprar por 130.000 dólares el silencio de Stormy Daniels, una actriz porno de 45 años con la que supuestamente mantuvo una breve relación, y de falsificar documentos contables para ocultar ese pago. El multimillonario de 77 años, candidato a la reelección en noviembre, es sospechoso según el fiscal de Manhattan Alvin Bragg, de intentar influir ilegalmente en las elecciones presidenciales de 2016.
"Buena suerte", ha deseado el juez Merchan, que preside el tribunal a uno de los miembros del jurado, en una frase educada que podría resumir la primera jornada de un juicio tenso. La vista oral se celebra en plena campaña, a solo seis meses de las elecciones presidenciales americanas, con el foco puesto en un acusado que, a pesar de las órdenes del presidente del tribunal, no deja de lanzar improperios e insultos a los testigos.
Los reveses judiciales como argumento de campaña
Sólo la selección de los doce miembros del jurado podría llevar hasta dos semanas, de entre más de 500 neoyorquinos convocados. A cada uno de ellos se le harán unas cuarenta preguntas, precisamente para garantizar su objetividad ante un Donald Trump silencioso pero muy gesticulante y que no duda en mover la cabeza en señal de desaprobación.
Donald Trump, que ya ha sido condenado en Nueva York en otros dos casos civiles, e imputado en otros tres casos –dos de ellos relacionados con sus intentos de revertir el resultado de las elecciones presidenciales de 2020–, ha hecho constantemente de sus reveses judiciales su principal argumento de campaña, logrando hasta ahora enardecer a sus bases.
El año pasado, su imputación en Manhattan le permitió recaudar 4 millones de dólares en donaciones de campaña en apenas veinticuatro horas, todo un récord. Incluso hoy, sus equipos intentan sacar provecho del asunto presentando al ex presidente como "víctima de una caza de brujas" orquestada por el financiero George Soros y los demócratas. Por 36 dólares, por ejemplo, puedes comprarte un pedazo de historia adquiriendo una camiseta con la fecha de la acusación de Donald Trump en Manhattan.
Trump, que se enfrenta a hasta cuatro años de cárcel por este caso, niega los hechos y acusa a su vez al fiscal Alvin Bragg y a la justicia neoyorquina de "injerencia". "Él ha manipulado la ley para poner en marcha un procedimiento que interfiere en las elecciones de 2024", afirmó Donald Trump en una serie de comunicados de prensa enviados en las horas previas y posteriores a la apertura del juicio. Lo que le está ocurriendo "no es más que una conspiración [...] de los demócratas radicales", añadió finalmente el lunes por la mañana durante un nuevo intento de recaudación de fondos. "¡Soy el único que puede detenerles!”
Es una comunicación agresiva, con entrevistas concedidas sobre la marcha al finalizar las audiencias, que puede alejar a los votantes independientes o indecisos en Estados clave. El impacto de esta campaña presidencial llevada a cabo desde las salas de audiencias –las vistas se celebrarán cuatro días a la semana durante más de un mes– se refleja en las encuestas por una gran incertidumbre y señales contradictorias.
Aunque el 58% de los votantes, según un sondeo del New York Times, considera que las acusaciones del fiscal Bragg son muy graves o bastante graves, sobre todo entre las mujeres, sólo uno de cada cuatro votantes afirma estar prestando actualmente mucha atención a los problemas judiciales del ex presidente, que está codo con codo en intención de voto con Joe Biden, éste ligeramente por encima (46% a 45%). El juicio se celebra en un contexto político sombrío, con los americanos rechazando una repetición de las elecciones de 2020.
Manifestaciones en torno al tribunal
En Manhattan la importancia del juicio se midió sin embargo por la magnitud de la presencia policial y mediática. Había varias calles acordonadas alrededor del tribunal. No lejos de allí, manifestantes pro-Trump que habían acudido a apoyar a su presidente desplegaban enormes pancartas de "Trump o muerte". Otros, activistas anti-Trump, llevaron una flauta y empezaron a tocar, como si quisieran ilustrar las mentiras del expresidente tocando simbólicamente ese instrumento.
Dentro, decenas de periodistas que cubrían el caso llegaron de madrugada para ver la retransmisión de los debates desde una sala aparte. Algunos esperaron más de cinco horas antes de encontrar un asiento libre.
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En cuanto al fondo del asunto, los miembros del jurado tendrán que determinar el grado de implicación de Donald Trump. ¿Sabía que se habían emitido una docena de facturas falsas para ocultar el verdadero motivo de los pagos realizados a la actriz Stormy Daniels por su ex abogado Michael Cohen? Condenado por las mismas transacciones en procesos separados, Cohen aseguró ante el Congreso de EEUU: "Lo sabía todo". "Todo tenía que pasar por Donald Trump y ser aprobado por Donald Trump...".
Traducción de Miguel López