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Marine Le Pen: diez años de apoyo a Putin que la candidata ultraderechista quiere ahora que se olviden

La candidata a las elecciones presidenciales francesas Marine Le Pen rinde homenaje ante el Monumento a los Caídos en el Este durante la Segunda Guerra Mundial.

Marina Turchi (Mediapart)

Una política exterior “equidistante” de Estados Unidos y Rusia. Esto es lo que repite Marine Le Pen para justificar los estrechos vínculos que mantenía con el Kremlin antes del estallido de la guerra en Ucrania. Desde hace un mes, no deja de alabar su “visión gaullista de Francia y de la diplomacia francesa”, caracterizada por “la independencia, la equidistancia y la constancia”.

¿El objetivo? Para que la gente se olvide de su lobby prorruso de los últimos años y de los millones rusos que su partido ha recibido para financiar sus campañas. Aunque eso signifique disfrazar los hechos.

Los primeros días de la guerra, Marine Le Pen señaló en BFMTV que Vladimir Putin había “cruzado la línea roja”. Los partidarios más acérrimos del régimen de Putin dentro de la Agrupación Nacional (RN) han pasado a un segundo plano; siguiendo el ejemplo del eurodiputado Thierry Mariani, prorruso indiscutible, que viaja regularmente a Rusia, pero también al Dombás y a Crimea, donde se reunió con Putin en 2019.

Aunque siguió publicando tuits claramente en apoyo de Rusia -como el 19 de marzo, cuando habla de una “operación de intoxicación” de Ucrania en relación con el bombardeo ruso del teatro de Marioupol- el exministro decidió “quedarse al margen mientras pasa la ola”, confirma una fuente de la RN. El 28 de febrero, canceló su aparición en el programa matinal de Laurence Ferrari en CNews, y luego se hizo el discreto. “Hay veces que es mejor no estar. Cuando se apoya a un candidato, lo primero que hay que hacer es no meterle en problemas. Así que, en estos casos, te tomas unas vacaciones”.

 La estrategia ha funcionado bastante bien. En la Agrupación Nacional, se alegran de que Marine Le Pen lo haya hecho “mucho mejor” que Eric Zemmour, cuyas declaraciones sobre la cuestión ucraniana han plagado la campaña de las presidenciales francesas. “Zemmour, con sus meteduras de pata, ha dado una imagen tan pro-Putin hoy en día que es casi imposible de superar, hasta las “Z” de los tanques rusos que no ayudan”, comentó un responsable de la RN. “Va a contracorriente de la opinión pública, no ha pillado que el público no reacciona de la misma manera cuando el refugiado es blanco, europeo, cristiano, que se parece a ellos”.

Marine Le Pen lo ha entendido. A diferencia de su posicionamiento sobre los refugiados sirios, afganos o kurdos, consideró, al día siguiente de la invasión, que los ucranianos debían ser acogidos “por supuesto”, por “solidaridad regional”, porque eran “refugiados de guerra” y no “migrantes económicos”. En Perpiñán, el alcalde, Louis Aliot, vicepresidente de la RN, apareció en los medios de comunicación y en las redes sociales, yendo a recoger a los refugiados a Polonia en autobús.

Esta estrategia de comunicación esconde la realidad bajo la alfombra. Desde la llegada de Marine Le Pen a la cabeza del Frente Nacional en 2011, el apoyo al Kremlin ha sido la línea oficial del partido. En octubre de 2011, en una entrevista con el diario ruso Kommersant, dijo que la crisis económica marcaba un “punto de inflexión” que “ofrece la oportunidad de dar la espalda a Estados Unidos y mirar a Rusia”. “Llevo mucho tiempo diciendo que debemos desarrollar las relaciones con Moscú, no con Washington, porque tenemos intereses civiles y estratégicos comunes con Rusia”, insistió. Antes de “admitir” “una forma de admiración por Vladimir Putin”.

En 2012, en su proyecto presidencial, la candidata abogaba por “una alianza trilateral París-Berlín-Moscú”, antes de realizar, en junio de 2013, su primer viaje oficial a Rusia, preparado desde hace dos años (y que debería haber sido su primer viaje al extranjero).

Con Louis Aliot, Marine Le Pen realizó una gira de diez días por Crimea y Rusia, donde fue recibida a alto nivel por el presidente de la Duma, Sergei Narychkin -antes en el KGB e íntimo de Putin-, por el jefe de la comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento, Alexei Pushkov, pero también por el viceprimer ministro, Dmitri Rogozin

Ante las cámaras, se jactó de ser “quizás la única en Francia que defiende a Rusia”. Detalló los “valores comunes” que dijo compartir con los rusos y recordó su oposición al matrimonio entre personas del mismo sexo, así como a “cualquier intervención en Siria”, país en el que Rusia apoya a Bashar al Assad.

En Sebastopol, la recibió un empresario francés que lleva muchos años viviendo en Crimea. Durante una fiesta, posaba con una gorra soviética que le regalaron. Preguntada por Mediapart (socio editorial de infoLibre) sobre esta foto, Marine Le Pen dijo que “evidentemente no tiene otro significado que el folclórico” y que era “un guiño al hecho de que el FN siempre ha luchado contra el poder soviético desde su creación”.

En los meses siguientes, cuando las agresiones homófobas en Rusia fueron noticia, la presidenta del FN afirmó que los homosexuales no eran perseguidos en el país. Apareció en los medios de comunicación rusos y europeos para denunciar la “guerra fría” que la Unión Europea estaba librando contra Moscú.  

Varios personas de su entorno y sucesivos asesores son ardientes partidarios de Putin, entre ellos Emmanuel Leroy, Frédéric Chatillon y su antiguo asesor internacional, Aymeric Chauprade.

Su sobrina, Marion Maréchal, también ha multiplicado sus viajes a Rusia. En diciembre de 2012, siendo una joven diputada, era recibida por el presidente de la Duma, que le dio una “bienvenida especialmente honorable”. En ProRussia.tv, alabó la actuación de Vladimir Putin, con quien su partido comparte la “misma visión política internacional”. Posteriormente visitará Rusia al menos tres veces entre 2015 y 2019, cuando participará en el Foro Económico de Yalta, una reunión tradicional organizada desde la anexión de Crimea. 

Cada año, Marine Le Pen y su sobrina acuden a brindar con motivo del día nacional de Rusia, organizado en los salones de la embajada rusa en el distrito 16 de París.

El tropismo ruso del Frente Nacional no es nuevo. Ya en los años 60, Jean-Marie Le Pen estableció contactos con ultranacionalistas rusos. En 1996, tras el hundimiento de la URSS, apareció en Moscú con el líder ultranacionalista Vladimir Zhirinovsky, llamando a la federación de todas las fuerzas patrióticas desde el Atlántico hasta los Urales.

En 2007, en su programa presidencial, ya abogaba por abandonar la OTAN y, contra los “nuevos imperialismos”, reforzar los lazos con Moscú, “con vistas a desarrollar la esfera boreal desde Brest hasta Vladivostok”. Su hija ha hecho suya esta visión de Europa, al tiempo que se acerca a los círculos de poder de Putin. “Marine Le Pen ha establecido la línea prorrusa como política oficial en el Frente Nacional”, afirma la investigadora Marlène Laruelle, profesora de la Universidad George Washington y especialista en soft powerruso.

En 2014, en plena crisis rusoucraniana, se intensificó el lobby prorruso del Frente Nacional, y el partido se alineó completamente con la posición de Moscú. Prueba de ello son las numerosas visitas, vídeos propagandísticos, declaraciones públicas y votaciones a favor de los intereses rusos en la Asamblea Nacional y en el Parlamento Europeo, donde el partido, que acababa de obtener 23 eurodiputados, tiene ahora mayor influencia. Durante este periodo, los parlamentarios del FN votaron en contra de las resoluciones contrarias a los intereses del Kremlin en el 93% de las votaciones.

La cronología de esta aceleración no es insignificante. Ese año, el partido obtuvo dos préstamos de Rusia: dos millones pagados a través de un holding domiciliado en Chipre al micropartido de Jean-Marie Le Pen, Cotelec, que alimenta las campañas del Frente; nueve millones de euros de un banco checorruso para el Frente Nacional.

Estas financiaciones fueron acompañadas de reuniones confidenciales durante 2014: Jean-Marie Le Pen se reunió en dos ocasiones con el oligarca ruso Konstantin Malofeev, sospechoso de estar detrás del primer préstamo; Marine Le Pen se reunió una vez con el empresario ortodoxo, pero también con Alexander Babakov, asesor de Putin en materia de cooperación con organizaciones rusas en el extranjero, que desempeñó un papel decisivo en el segundo préstamo.

Estos préstamos, mantenidos en secreto por el partido y revelados por Mediapart, plantean la cuestión de la injerencia rusa en la política francesa y la posible contrapartida política de estos fondos. Los sms revelados por los hackers de Anonymous International acreditan la tesis de una posible contrapartida.

En estos mensajes, que datan de marzo de 2014, en el momento del referéndum sobre la anexión de Crimea, hablan dos rusos: el jefe adjunto del departamento de política interior del Kremlin, Timur Prokopenko, y un bloguero pro-Putin muy influyente, Konstantin Rykov. Se trata de llevar a Marine Le Pen a Crimea como observadora del referéndum, luego de un futuro posicionamiento sobre el referéndum, pero también de la financiación y de cómo se le debe “agradecer” a cambio de su apoyo.

Simultáneamente, Aymeric Chauprade, asesor internacional de Marine Le Pen, viajó a Crimea a título personal como observador del referéndum, por invitación de una ONG prorrusa. Posteriormente, la propia presidenta del FN declaró, durante una rueda de prensa, que los resultados del referéndum eran “incontestables”. El primer préstamo ruso se firmó dos semanas después. El segundo, seis meses después, en septiembre de 2014. 

¿Influyeron los préstamos rusos en la línea política del partido? ¿Constituyen una devolución del favor, como agradecimiento a sus declaraciones? Preguntada por Mediapart, Marine Le Pen dice que no. ¿Siente hoy la candidata que el asunto es candente? Por primera vez, en cualquier caso, accedió a responder a algunas de nuestras preguntas.

Niega cualquier “contrapartida” política a estos préstamos y afirma que su posicionamiento sobre Rusia “no han estado en absoluto influido por peticiones de gobiernos extranjeros”. Que sus declaraciones sobre Crimea fueron simplemente el resultado de un “análisis geopolítico”: “Mi reconocimiento formó parte de una lectura histórica y jurídica. El referéndum celebrado allí dio como resultado una aprobación muy amplia a la adhesión de Crimea a Rusia, ilustrando el concepto de derecho de los pueblos a la autodeterminación”.

¿Y las múltiples visitas a Rusia, Crimea o al Dombás por parte de cuadros del partido? “Las realizaron diputados en el marco de su mandato, no por instrucciones de la RN”, dijo. ¿Sus propias reuniones con los empresarios Malofeev y Babakov en el momento de las negociaciones del préstamo? Meras “reuniones políticas”.

La candidata repite que “la falta de respuesta de los bancos franceses la obligó a buscar financiación en el extranjero”, lo que “ha vuelto a ocurrir en las actuales elecciones”, ya que es un préstamo húngaro de 10,7 millones de euros el que le permite financiar su campaña presidencial. Además, “estaría encantada de que una entidad bancaria francesa subrogara hoy este préstamo”, asegura.

Una cosa es cierta: las declaraciones políticas y la búsqueda de financiación fueron “concomitantes”, nos explicó en su día Emmanuel Leroy, antiguo asesor prorruso de Marine Le Pen, con quien nos reunimos a finales de 2016. Para este gran conocedor de Rusia, que conoce a los intermediarios del préstamo, estos créditos se obtuvieron “probablemente con un acuerdo desde arriba, está claro, es obvio”.

La profesora Marlène Laruelle explica a Mediapart que si bien “el dinero echa gasolina al sistema” y “acelera las cosas”, “no decide la línea” del partido, que ya tenía “una afinidad ideológica mutua” con Moscú.

Sin embargo, esta financiación tuvo efectos concretos en algunas declaraciones y viajes del Frente Nacional. Tres ejemplos lo demuestran.

Primero, los viajes al Dombás, en Ucrania, para apoyar a los separatistas prorrusos. Desde el estallido del conflicto armado en esta región, ningún partido político francés se había arriesgado a ir allí. Un mes después de obtener el préstamo de nueve millones, su artífice, el eurodiputado Jean-Luc Schaffhauser, acudió allí en dos ocasiones, en octubre de 2014 y en mayo de 2015. Durante su primera visita, Nicolas Lesage -amigo de Louis Aliot y futuro director de gabinete de Marine Le Pen- viaja en secreto.

¿El objetivo? Dar legitimidad a las elecciones parlamentarias y ejecutivas organizadas en este pequeño Estado autoproclamado por los separatistas, con el apoyo del Kremlin pero la desaprobación de Kiev, de Estados Unidos y de la Unión Europea. Pero también para producir vídeos que transmiten propaganda prorrusa, como éste, gracias a un proveedor de vídeos del FN acreditado como “periodista” de Nations Presse Info, sitio satélite del Frente Nacional.

Este viaje “fue un quid pro quo para el préstamo”, nos dijo Aymeric Chauprade, exasesor internacional de Marine Le Pen, “porque ir al Dombás marcaba un fuerte apoyo a Rusia”.

La compra de los billetes de avión la había gestionado los contactos rusos de Schaffhauser. Y el viaje se hizo con la aprobación de Louis Aliot, vicepresidente del Frente Nacional, a tenor de un correo electrónico fechado el 16 de octubre de 2014, al que ha tenido acceso Mediapart, en el que Nicolas Lesage explica que vio a “Louis” la víspera “como estaba previsto”. Según Schaffhauser, Marine Le Pen también estaba “al tanto” de su llegada.

Louis Aliot admite que fue “informado del proyecto” pero afirma que “no estaba relacionado con él”. “Lesage es un amigo, Schaffhauser era diputado y yo seguía el asunto desde la distancia. En ese momento, yo supervisaba el sitio web Nations Presse Info, que publicó el informe de este viaje. Nada más. Rusia no estaba en mi área de conocimiento”.

Otro episodio dejó su huella: la visita de una delegación rusa al congreso del Frente Nacional en noviembre de 2014, y el virulento discurso en la tribuna del vicepresidente de la Duma, Andrei Issayev, aplaudido por Marine Le Pen.

Pero eso no es todo; varios intercambios de correos electrónicos fechados en julio de 2014 y a los que ha tenido acceso Mediapart muestran que los dos contactos rusos de Jean-Luc Schaffhauser intentaron dictar ideas al partido. En un correo electrónico, uno de ellos transmite un “ejemplo de declaración”, que el eurodiputado traslada a Marine Le Pen. Tres horas más tarde, escribió a su colaborador: “Marine está lista para enviar un comunicado de prensa a [la agencia internacional de prensa] Reuters, debemos preparárselo y ella lo acabará y darme una copia”.

Dos semanas después, en su primer discurso ante el Parlamento Europeo, Schaffhauser retomó las propuestas del comunicado enviado por los rusos sobre la situación en Ucrania. El texto fue remitido la víspera por correo electrónico a Marine Le Pen y a su asesor de asuntos europeos para su aprobación. En su respuesta, éste se congratula de una “bonita intervención”. Al mismo tiempo, el eurodiputado también dio garantías a su contacto ruso: “Esta es mi intervención, con mi propio texto. […] El vídeo aún no está en el sitio web del Parlamento Europeo, pero lo estará”, le escribió.

Cuando se le preguntó por estos correos electrónicos, Jean-Luc Schaffhauser no respondió. Marine Le Pen se limitó a replicar que no había hecho “ningún comunicado de este tipo”.

Dos años más tarde, cuando se acercaban las elecciones presidenciales, se reanudó la búsqueda de financiación, y la candidata del Frente Nacional volvió a recurrir a Rusia. En junio de 2016, firmó un proyecto de préstamo, revelado por Mediapart, que prevé el pago de tres millones de euros, para “financiar la campaña electoral presidencial”. Al final, el proyecto no llegó a buen puerto.

Pero en marzo de 2017, el hundimiento de la candidatura de François Fillon volvió a cambiar la partida. El Frente Nacional cuenta de nuevo con el favor del Kremlin. Marine Le Pen fue recibida oficialmente por Vladimir Putin. El apretón de manos con el presidente ruso dio la vuelta al mundo y contribuyó a darle una altura internacional. En esta ocasión, reiteró que su “punto de vista sobre Ucrania coincide con el de Rusia”, y calificó de “diplomacia de las amenazas” y “chantaje” las sanciones impuestas por la Unión Europea en el marco de este conflicto. Una posición muy alejada de la “equidistancia” que reclama hoy. 

Dos meses antes, la candidata también había declarado, al contrario que UE y Estados Unidos, que la anexión de Crimea no era “ilegal” y que “nunca había sido ucraniana”. 

A día de hoy, la Agrupación Nacional no ha devuelto la totalidad de los nuevos millones de préstamo ruso, a pesar de que el contrato estipulaba una fecha de vencimiento final en septiembre de 2019. El préstamo ha pasado de mano en mano: el banco ruso prestamista ha quebrado, su jefe ha sido acusado de malversación y la deuda ha sido asumida sucesivamente por varias estructuras misteriosas, entre ellas Aviazapchast, una empresa aeronáutica dirigida por antiguos militares cercanos a los servicios secretos del ejército. En 2020, el partido de extrema derecha llegó a un acuerdo extrajudicial con el acreedor en Rusia, lo que le permitió aplazar la devolución del préstamo hasta finales de 2028.

En Francia, este préstamo atrajo la atención de la Justicia. En 2016, la Fiscalía Nacional Financiera abrió una investigación preliminar -aún en curso- sobre las comisiones pagadas al intermediario Jean-Luc Schaffhauser y sus empresas.

Estos episodios sucesivos, y la opacidad que rodea a estos préstamos, han alimentado las preguntas sobre una posible donación disfrazada de préstamo. La Agrupación Nacional siempre lo ha negado, al tiempo que se ha negado a comentar la identidad de los intermediarios, las comisiones recibidas y el calendario de reembolso. “El préstamo está siendo reembolsado bajo la supervisión de la CNCCFP -la Comisión Nacional de Cuentas de Campaña y Financiación Política-, señala ahora Marine Le Pen, sin dar detalles de este reembolso.

En cuanto al fondo de su política, la candidata dice que sigue siendo “coherente”: ha “condenado sin ninguna reserva la invasión de Ucrania por parte de Rusia” y “siempre ha defendido la soberanía de los Estados”, ya sea Irak o Ucrania.

Sin embargo, sigue tratando con consideración al Kremlin. El 21 de marzo, declaró que no sentía “ninguna admiración especial por Volodymyr Zelensky”, e incluso anunció que “no estaría presente” durante su intervención en el Parlamento francés, antes de dar marcha atrás ante la polémica.

Se negó a llamar a Vladimir Putin dictador o criminal de guerra, como hizo Joe Biden. Estas “declaraciones peyorativas” son “irresponsables”, “en un momento en el que algunas capitales intentan encontrar formas de negociar su salida de la guerra”, dijo el 18 de marzo. Y aunque consideró que el presidente ruso se “equivocó” al invadir Ucrania, dijo que “no se arrepiente” de su posicionamiento pasado.

“Todo el mundo está de acuerdo en que Vladimir Putin ha conseguido sacar a Rusia de la exclusión de la comunidad internacional a la que la había arrastrado la URSS”, justificó la candidata a Mediapart. Y si pudo “admirarlo”, fue desde el punto de vista de su defensa de “los intereses de los rusos y de Rusia” y por la forma en que “consiguió desarrollar su país”. Hoy lamenta que la guerra esté empujando a Rusia “de nuevo a este aislamiento”.

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En France 2, el 31 de marzo, señaló que si la guerra terminaba, Putin podría “por supuesto” volver a ser un aliado de Occidente, especialmente “contra el fundamentalismo islámico, si vuelve a ser extremadamente brutal”. Lo confirmó en un tuit: “La historia ha demostrado que los enemigos de un día pueden convertirse en los aliados de mañana”.

Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

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