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Militares franceses comprometen la seguridad de las operaciones que llevan a cabo al exhibirse en las redes sociales
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Al acabar la jornada laboral, a Alexandre (nombre supuesto) le gusta subirse a su bicicleta de carreras, con un cuadro negro de carbono que cuida con mimo, para volver a casa. Después de atravesar las puertas de su lugar de trabajo en el centro de Bayona, gira a la derecha por la calle Maubec, accede a la plaza de la estación, a su rotonda florida y sus cafeterías, y a continuación gira a la izquierda para coger el puente Saint-Esprit, que se extiende sobre el río Adur. Luego pedalea durante una hora; un viaje de veinte kilómetros hasta su casa en un pueblo tranquilo del País Vasco. Alexandre tiene un hijo, demasiado joven para pedalear, pero al que a veces lleva a hacer excursiones por el interior.
Alexandre es soldado de las fuerzas especiales. El lugar de trabajo al que va en bicicleta es la ciudadela de Bayona, donde el 1er Regimiento de Paracaidistas de la Infantería de Marina (1er RPIMa) tiene sus cuarteles. Por ello, para protegerlo, los elementos relacionados con su vida privada y las operaciones que lleva a cabo no deben ser accesibles a la mayoría. Mucho menos a los potenciales terroristas que podrían hacer de él un objetivo.
Sin embargo, gracias a la aplicación de fitness Strava, que registra sus proezas ciclistas, no sólo hemos podido encontrar el perfil de Alexander y seguir sus viajes en Francia. En noviembre de 2019, el soldado también se geolocalizó durante un partido de fútbol en Erbil, Irak. La conectividad de su reloj Garmin Fenix 3 permitió registrar todos sus desplazamientos. En agosto de 2018, Strava lo detectó haciendo ejercicio en bicicleta en una base de las fuerzas especiales francesas al norte de Uagadugú (Burkina Faso). Dos meses después, estaba ejercitándose en las proximidades del aeropuerto de Tombuctú, en Malí.
Estos tres países están entre los teatros de operaciones más sensibles para los soldados franceses. Los grupos yihadistas que operan en esas zonas los consideran objetivos prioritarios. El pasado 30 de noviembre, tres bases del ejército francés en Malí eran atacadas por una filial local de Al Qaeda.
Consciente de estos riesgos, el Ejército francés prohíbe a sus soldados desplegados en operaciones exteriores, y más aún a los miembros de las fuerzas especiales –unidades de élite comprometidas en primera línea contra los grupos yihadistas en el Sahel–, dejar en línea datos personales o sensibles. Sin embargo, en pocas horas pudimos recabar (y sólo mediante el cruce de datos públicos) un número impresionante de detalles sobre el soldado: dirección, rutas favoritas para ir en bicicleta y a pie, lugares donde ha sido destacado en operaciones en los últimos dos años y también su nombre, el de su pareja y de su hijo y fotos de los tres.
Cinco años de prisión
Esto es, si cabe, todavía más sorprendente porque desde hace algunos años, en Francia, el anonimato de estas tropas de élite está recogido en el Código Penal. La ley n.º 2016-483, de 20 de abril de 2016, castiga con cinco años de prisión y una multa de 75.000 euros “la revelación o divulgación, por cualquier medio, de cualquier información que pueda conducir, directa o indirectamente, a la identificación de una persona como miembro de las unidades de fuerzas especiales”. Es posible que el legislador no previese que esa información considerada sensible fuese ampliamente compartida... por los principales interesados.
Porque Alexander no es una excepción. En total, Mediapart (socio editorial de infoLibre) ha hallado más de mil perfiles de Strava que podrían pertenecer a soldados franceses. De estos mil perfiles, casi 200 probablemente pertenecen a miembros de las fuerzas especiales. Para encontrarlos, realizamos un listado con los perfiles de los deportistas geolocalizados en dos bases de sendos regimientos de las Fuerzas Especiales francesas, el 1º Regimiento de Paracaidistas de Infantería de Marina (RPIMa) de Bayona y el 13º Regimiento de Dragones Paracaidistas (13º RDP). Tras sus carreras en Francia, solían efectuar, de manera habitual, desplazamientos a teatros de operaciones en el exterior, sobre todo en el Sahel.
Los más de 800 perfiles restantes son los de soldados desplegados en operaciones exteriores, geolocalizados dentro de bases del Ejército francés en Malí, Níger, Burkina Faso, Siria o Kuwait, sin que sea posible especificar si pertenecen a regimientos de fuerzas especiales o a unidades “convencionales”. Además de su geolocalización, la mayoría de estos soldados han dejado –como Alejandro– un cierto número de elementos sensibles en estas redes sociales: nombres, fotos, información sobre su entorno, incluso su dirección.
La lista de las cuentas de Strava identificadas por Mediapart fue transmitida al Ministerio dos semanas antes de la publicación de este artículo, con el fin de permitir a los soldados interesados eliminar datos personales y/o sensibles.
Contrario a todas las consignas y recomendaciones
Estas prácticas entran en contradicción con las consignas y recomendaciones del Ministerio de las Fuerzas Armadas sobre la materia. La Guide du bon usage des reseaux sociaux [Guía para el uso correcto de las redes sociales] que el Ministerio facilita teóricamente a todos sus empleados es inequívoca. “Toda difusión de contenidos (textos, fotos o vídeos) relacionados con la actividad profesional o la de la Institución en las redes sociales puede resultar una amenaza para la seguridad del personal de defensa, las operaciones y su éxito”, advierte el documento.
Por consiguiente, el Ministerio elabora una lista de recomendaciones, entre las que se encuentran: “No mencione su condición de agente de defensa” (con fotos en uniforme, por ejemplo), “no dé información privada (dirección postal, teléfono, etc.)”, “no utilice la geolocalización o la identificación en las fotos publicadas” y “no mencione sus misiones [...] ni su horario, ni siquiera parcialmente”.
En cuanto a los soldados destacados en operaciones, deben “desactivar la geolocalización de su smartphone” smartphoney se les recuerda que “está prohibida toda difusión de fotos y vídeos que informen sobre el campamento (entrada/salida, disposición, etc.) y las misiones (mapas, equipos, pantallas, programación, etc.)”. También en esta ocasión la consigna parece no haber calado.
Indagaciones efectuadas en la red social Instagram nos han permitido encontrar más de 1.500 fotos y vídeos tomados por los soldados que participan en la operación Barkhaneoperación Barkhane (que tiene como objetivo los grupos armados yihadistas en el Sahel) publicados entre 2017 y 2020. A veces revelan detalles sobre el equipamiento de las fuerzas francesas, la disposición del interior de sus campamentos o su ubicación.
Este es, por ejemplo, el caso de Miguel (nombre supuesto). A primera vista, su cuenta de Instagram es sobre todo una larga sucesión de selfies, vestido de servicio o de civil. Una vez reunidas y examinadas cuidadosamente sus cientos de fotos, hemos podido conocer su apellido, su regimiento (el 2º Regimiento de Infantería Extranjera), su compañía, su rango, su posición exacta, los lugares y fechas de casi todas las vacaciones disfrutadas desde 2017, así como las fotos de su novia y las familias de algunos de sus colegas militares.
Ejemplos de publicaciones de Miguel (nombre supuesto) en Instagram.
Aún más sensible: el soldado difundió un vídeo detallado del interior de un avión de transporte de tropas y de material, un vídeo de un Mirage publicado en la base militar francesa de Niamey (Níger) y fotos que muestran el sistema de guardia y protección instalado alrededor del campamento militar francés de Gao (Malí). Aunque a veces desactiva su geolocalización, los detalles fotográficos a veces delatan su presencia en zonas particularmente sensibles. Este es el caso de esta foto, publicada el 19 de mayo de 2020:
Publicación de Miguel (nombre supuesto) en su cuenta de Instagram.
El cartel de la tienda bajo el cual posa el soldado indica que se encuentra en la comuna de Tin-Akoff, en el norte de Burkina Faso. El 11 de noviembre, en esta misma comuna, el Estado islámico reivindicó la responsabilidad del asesinato de 14 soldados burkineses (aliados de los franceses en la lucha contra los grupos yihadistas) durante una emboscada.
“Se han dado órdenes de prohibir el uso de ciertos dispositivos conectados”
De hecho, en el Sahel, los soldados franceses, al igual que sus aliados mauritanos, burkineses, malienses, nigerianos y chadianos, son objetivos. El 30 de noviembre, tres bases del Ejército francés en Gao, Kidal y Menaka, en el norte y el este de Malí, fueron objeto de ataques con cohetes (sin causar víctimas). Los ataques fueron reclamados por la rama saheliana de Al-Qaeda.
“Los franceses, y en particular los militares franceses, son objetivos permanentes de los movimientos yihadistas, que periódicamente emiten recordatorios contra la presencia francesa y presentan justificaciones teológicas para recurrir a la violencia en su contra”, explica Yvan Guichaoua, profesor de análisis de conflictos de la Brussels School of International Studies (Universidad de Kent), especializado en los movimientos armados en el Sahel. Aunque rara vez se enfrentan directamente debido a la asimetría de la relación de fuerzas, “utilizan técnicas de intimidación (como los cohetes lanzados recientemente en Gao, Kidal y Menaka), colocan dispositivos explosivos improvisados (IED) al paso de los convoyes y adoptan tácticas que les permiten atacar sin exponerse demasiado”.
En este contexto, ¿podrían utilizar la información proporcionada en las redes por los soldados franceses? “La mayor parte de la información que recogen, por ejemplo, para atacar las patrullas, proviene de informantes sobre el terreno. Ya saben dónde están las bases francesas”, añade Yvan Guichaoua. “Pero que publican en internet las identidades de militares que han podido encontrar en las redes, diciendo a sus seguidores: ‘Hemos identificado a estas personas en operaciones en Malí, ocupaos de ellos’, es bastante probable”, continúa el investigador.
En cuanto a la capacidad técnica necesaria para recuperar esta información personal a gran escala, no es necesariamente un problema. “Las competencias, el conocimiento probablemente existen. Y aunque no se encuentre en el núcleo duro del grupo quien va a cometer los ataques, sabemos que a veces se ponen en contacto con personas situadas más lejos (por ejemplo, en Oriente Medio) para pedir ayuda o subcontratar el trabajo de análisis de datos”, subraya Yvan Guichaoua. Así, en octubre de 2014, el Estado Islámico del África Occidental (EIAO) pidió a la Organización del Estado Islámico (EI) asesoramiento sobre cómo utilizar determinado equipo robado del ejército del Camerún (la anécdota la relata aquí, en francés, el investigador Vincent Foucher). En particular, el EI había proporcionado un vídeo tutorial sobre el funcionamiento de un dron.
Varias alertas
La aparente incapacidad del Ministerio francés de las Fuerzas Armadas para hacer frente al problema de los datos personales en la Red es todavía más incomprensible habida cuenta de que la institución ya ha recibido varias alertas. En 2018, tras una primera ola de revelaciones relativas al uso de Strava por parte de personal militar estadounidense y francés, el ministerio aseguró a la prensa que se habían hecho “recordatorios internos” sobre “la necesidad de respetar las normas elementales de seguridad de los sistemas de información” y, en particular, de “desactivar las funciones de geolocalización y GPS”.
Dos años después, los “recordatorios internos” no parecen haber sido particularmente eficaces y el Estado mayor sigue mostrándose poco preciso en cuanto a las medidas adoptadas para frenar el problema. Preguntado al respecto, no quiso decirnos si estaba al tanto de la existencia de los perfiles encontrados por Mediapart y las publicaciones de Instagram de los soldados de Barkhane, pero asegura que “los Ejércitos se comprometen a sensibilizar a los militares antes de cualquier despliegue”, a través de la famosa “Guía para el buen uso de las redes sociales”, pero también a través de “tutoriales”.
Además de esta “concienciación”, se han dado instrucciones más estrictas a los soldados, continúa el Estado mayor. Se han dado órdenes de prohibir el uso de ciertos dispositivos conectados, ya sea en instalaciones militares o fuera de ellas”, según se indica en un correo electrónico recibido el 3 de diciembre. “Paralelamente, estas mismas órdenes prohíben la publicación de cualquier material digital (fotografías, recorrido de carreras en concreto y de todos los metadatos en general) relacionado con las fuerzas desplegadas”. ¿Qué sanciones se han impuesto o se impondrán a los soldados que no cumplan estas órdenes? ¿Cómo se explica que no siempre se apliquen claramente? El Ministerio no respondió a nuestras preguntas sobre estos dos puntos.
La delicada cuestión del reclutamiento
Las dificultades del Estado mayor para mantener a raya a sus tropas se deben a una simple razón: su abrumadora plantilla (268.000 empleados dependientes del Ministerio de las Fuerzas Armadas en 2020). Y su rotación. “Los ejércitos han tenido en cuenta durante varios años la necesidad [de los militares] de estar digitalmente limpios. Pero no debemos olvidar que el Ejército francés tiene varios cientos de miles de personas”, observa Thomas Gassilloud, diputado y coautor de un informe sobre los desafíos de la digitalización de las fuerzas armadas publicado en 2018. “El esfuerzo pedagógico debe ser permanente porque hay nuevos reclutas cada año”.
“A algunos soldados les da exactamente igual, piensan que las cosas sólo les pasan a los demás y creen que son invencibles”, constata a Mediapart, más prosaico, un soldado francés que participó en la operación Barkhane.
En realidad, no se trata sólo de que los Ejércitos formen constantemente a nuevos reclutas. También se trata de no asustar a los recién llegados y a los posibles aspirantes. El mando de estos soldados sabe que si se adoptan medidas drásticas, como la restricción del acceso a internet, se correría el riesgo de perder algunos soldados por el camino. En un momento en que el Ejército francés tiene que reclutar de forma masiva (16.000 personas en 2020, sólo para el Ejército), sobre todo entre los jóvenes, la perspectiva de largos meses sin teléfono móvil no es necesariamente un buen argumento de venta.
En una entrevista [en francés] con periodistas especializados concedida en 2017, la ministra francesa de las Fuerzas Armadas Florence Parly lo admitió a medias, al decir que la existencia de WiFi en los alojamientos militares era necesaria para mantener el “atractivo” del trabajo del soldado. Un año más tarde, el acceso a internet fue uno de los principales proyectos del “plan familias” del Ministerio (más de 500 millones de euros destinados a mejorar las condiciones de vida de los soldados), con dos compromisos, proporcionar WiFi gratis en todos los cuarteles y mejorar el acceso a internet de los soldados desplegados en operaciones exteriores. En una primera evaluación de este plan, en junio de 2018, el Estado francés se mostraba satisfecho por pagar a sus soldados desplegados en el extranjero una tarifa plana de 2 GB de datos mensuales.
La cuenta pública de Facebook del subjefe de gabinete de la ministra
Sin embargo, los problemas que plantea el uso indebido de la internet no son exclusivos de los jóvenes reclutas que han crecido con Snapchat, TikTok e Instagram. También encontramos, en Strava, un centenar de perfiles que probablemente pertenecían a empleados del Ministerio de las Fuerzas Armadas en París –fueron geolocalizados en la sede del Ministerio en París en Balard–. Al cruzar esta lista con la base de datos del Journal Officiel (donde se publican los nombramientos y ascensos de ciertos oficiales), pudimos identificar a 23 oficiales presentes en esta red social con sus nombres reales, entre ellos dos coroneles, tres tenientes coroneles y siete comandantes. Como el resto, han dejado un número de elementos sensibles en Strava. De este modo, pudimos localizar las direcciones de los dos coroneles.
También encontramos el perfil público de Facebook del director adjunto de gabinete de la ministra [de las Fuerzas Armadas] Florence Parly, fotos familiares incluidas. Sin embargo, la “Guía para el buen uso” publicada por el Ministerio recomienda utilizar un seudónimo en las redes sociales y evitar que sea “público”. Preguntado al respecto, el gabinete del Ministerio respondió que, aunque el Ministerio insta a sus empleados a “una forma de discreción numérica”, los miembros del gabinete “están autorizados, como otros empleados públicos, a mantener cuentas a título privado en las redes sociales”. Días después de remitir nuestras preguntas, las fotos, junto con otra información personal, habían sido eliminadas del perfil en cuestión.
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Traducción: Mariola Moreno
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