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Los negacionistas de la victoria de Biden blindan Arizona, Estado clave de las elecciones de medio mandato

El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, habla durante un mitin en la Florida Memorial University.

Alexis Buisson (Mediapart)

Mesa, Arizona —

El sábado 29 de octubre, un pequeño grupo de voluntarios demócratas se reunió en un espacio de coworking en el centro de Mesa antes de salir a hacer campaña. Un grandullón en vaqueros y camisa habla para motivar a las tropas. Se trata de Adrián Fontes, candidato a las elecciones de medio mandato que se celebrarán el martes 8 de noviembre en Estados Unidos. Están en juego varios escaños locales y nacionales (diputados, fiscales, gobernadores...) en todo el país.

Este exmilitar se postula para convertirse en secretario de Estado de Arizona, es decir, la persona que supervisa las elecciones y certifica los resultados. Y quien sustituye al gobernador cuando éste se ausenta o ya no puede ejercer su cargo. 

Antes de 2020, la campaña de Adrián Fontes habría pasado seguramente desapercibida. Pero ahora su contrincante, Mark Finchem, es un notorio antisemita, cuya presencia en Twitter ha sido autorizada de nuevo por el reciente dueño de la red social, Elon Musk, que también es el patrón de Tesla.

Finchem, un ex policía que se convirtió en funcionario electo local, miembro de una milicia de extrema derecha, y que estuvo presente en el Capitolio durante el atentado del 6 de enero de 2021, es un election denier (negacionista electoral), una nueva especie de extremista inspirado por Donald Trump, que sigue afirmando que Joe Biden les "robó" el resultado de las elecciones presidenciales hace dos años

Si gana, el hombre del sombrero vaquero se encargaría de la infraestructura electoral de este Estado clave para las elecciones presidenciales, donde el demócrata Joe Biden ganó por los pelos (menos de 11.000 votos) en 2020. Una perspectiva de pesadilla para los que defienden la democracia.

Adrián Fontes, encargado de las elecciones de 2020 en el condado de Maricopa, el más poblado de Arizona, que incluye la capital, Phoenix, y su extrarradio, tiene un eslogan preparado para su sulfuroso rival: "Proteger la República". ¡Ni más ni menos! "Las implicaciones de esta campaña son nacionales, incluso internacionales, pero mi electorado está en Arizona y mi trabajo es movilizarlo. Estoy centrado en esa misión y dejaré que otros hagan las predicciones", dijo.

Trumpistas al asalto de los puestos de secretario de Estado 

En el pasado, los secretarios de Estado –no confundir con los ministros de Asuntos Exteriores federales, también conocidos como "secretarios de Estado"– eran figuras oscuras con poderes poco conocidos. Antes de 2020, la única de la que el público americano había oído hablar era Katherine Harris en Florida. El país la descubrió durante el recuento de las elecciones presidenciales del año 2000 entre Al Gore y George W. Bush en ese Estado.

Eso cambió en 2020, cuando el secretario de Estado de Georgia, el republicano Brad Raffensperger, destacó al enfrentarse a Donald Trump cuando le pidió ayuda para revertir las elecciones en ese Estado del sureste

El ala trumpista del Partido Republicano está ahora empeñada en ganar esos cargos uno a uno, aunque sea sustituyendo a los republicanos moderados, para garantizar que las futuras elecciones sean "transparentes y verdaderas". A pesar de que Trump y sus aliados no han aportado ninguna prueba creíble de que no lo fueran en 2020.

Los candidatos que niegan o cuestionan la victoria de Joe Biden se presentan en trece de los veintisiete Estados donde están en juego estos escaños este año. Si ganan, tendrán el poder, entre otras cosas, de negarse a certificar las elecciones que no vayan en la dirección de su partido, de presionar contra cualquier ley que amplíe el derecho al voto, o de actuar sobre la fontanería electoral (número de oficinas, horarios...) para limitar el ejercicio del deber cívico. 

Por eso, la Asociación de Secretarios de Estado Demócratas ha invertido unos 25 millones de dólares en publicidad de campaña para apoyar a sus candidatos. Los republicanos también recaudaron decenas de millones de dólares para financiar su propaganda. Se trata de un hecho sin precedentes en campañas que normalmente generan poco interés.

Durante todo el día están consumiendo noticias falsas en la televisión y en Internet

Heath Mayo — Republicano moderado

La creencia actual en la Big Lie o Gran Mentira de la victoria de Joe Biden en 2020 tiene especial fuerza en Arizona. El Estado del Gran Cañón, caldo de cultivo de grupos antigubernamentales de todo tipo, fue uno de los focos del movimiento para impedir el "robo" de las elecciones presidenciales. Durante el recuento de votos se presentaron individuos armados en los colegios electorales, acosando al personal y a los voluntarios. 

En 2021, los líderes republicanos locales encargaron una auditoría a una empresa de ciberseguridad, Crazy Ninjas. Tras seis meses de investigación (y 9 millones de dólares del dinero de los contribuyentes), se descubrió que Joe Biden había recibido en realidad 99 votos más de los reportados en el condado de Maricopa y Trump había recibido 261 menos. No se encontraron irregularidades importantes.

"La población de Arizona está bastante envejecida. Hay mucha gente con tiempo libre porque no trabaja. Durante todo el día están consumiendo noticias falsas en la televisión y en Internet sin ver las cosas con perspectiva, porque no tienen conocimientos sobre los medios de comunicación. Por desgracia, no hay líderes para decirles que están equivocados", dice Heath Mayo, fundador de Principles First, un grupo de republicanos moderados que hace campaña contra los trumpistas. 

Como en el resto de Estados Unidos, donde la gestión de las elecciones es responsabilidad de los Estados y condados, los procedimientos de votación en Arizona son complejos y múltiples, sobre todo desde el Covid. Esto da a los conspiranoicos muchas oportunidades de manipulación. Su objetivo favorito son los drop box, casilleros seguros situados en algunos casos en el exterior de los edificios públicos, donde los votantes pueden depositar sus papeletas durante el periodo de votación anticipada, que dura varias semanas.

No sé si las elecciones de 2020 fueron robadas, pero hubo irregularidades. No vamos a permitir que se repita

James — Un votante republicano

Ampliamente utilizados durante la pandemia, esos casilleros permiten a la gente votar a cualquier hora del día o de la noche, desde la comodidad de sus propios vehículos. Sin embargo, los partidarios de Donald Trump dicen que no están suficientemente vigilados y piden que se eliminen por completo. Se basan en afirmaciones repetidamente refutadas, especialmente propagadas por el documental 2.000 Mules, que afirma falsamente que en 2020 las papeletas fueron metidas ilegalmente allí por "mulas" (gente contratada para traficar con las papeletas, ndt). 

Este año, varias organizaciones llamadas de "seguridad electoral" han animado a los voluntarios a vigilar esos casilleros que parecen buzones. En octubre, unos individuos enmascarados y armados, vestidos con trajes militares, decidieron apostarse cerca de uno de ellos en un suburbio de Phoenix, lo que desencadenó una denuncia por "intimidación de votantes" que llamó la atención del gobierno federal. Otros tomaron fotos de rostros y matrículas y las publicaron en Internet. El miércoles, un juez federal, nombrado por Trump, ha prohibido hacerlo.

En el aparcamiento del Tribunal de Menores del condado de Maricopa, en Mesa, James y su esposa, que no quieren dar sus apellidos, se ocupan de vigilar una de estas cajas. Su objetivo: grabar cualquier actividad sospechosa para alertar a la policía. Llevan un arma (que es legal en Arizona), pero la esconden bajo la ropa. "No vamos a hacer nada violento, pero queremos que nuestra presencia sea visible y que se respete la ley", afirma James, que dice no pertenecer a ninguna organización.

Hasta ahora no ha encontrado nada anormal. "No sé si las elecciones de 2020 fueron robadas, pero hubo irregularidades. No vamos a permitir que se repita", dijo. “Arizona es un Estado tradicionalmente conservador. ¿Cómo podría girar a la izquierda? Es raro". Escéptico con los medios de comunicación convencionales, obtiene la mayor parte de su información de los influencers conservadores en YouTube, una guarida de desinformación sobre las elecciones de 2020.

Pleno en las primarias

Además de querer eliminar esos casilleros, el candidato Mark Finchem, que no respondió a nuestra solicitud de comentarios porque "da prioridad a la prensa nacional y local", está impulsando otros cambios. En 2021, propuso una ley para impedir la entrega automática de un kit de voto por correo a los votantes. Todo ello a pesar de que este sistema popular se ha utilizado sin problemas durante veinte años en Arizona: el 89% de los votos emitidos en el Estado en las elecciones de 2020 se emitieron a través del "buzón" o del voto por correo.

También quiere que se cuenten los votos manualmente, alegando, de nuevo sin pruebas, que las máquinas electrónicas utilizadas actualmente para esta operación pueden estar amañadas. En el sistema americano, en el que se votan docenas de candidatos y otras cuestiones sometidas a referéndum en una sola papeleta, el recuento manual podría llevar meses.

Apoyado por Donald Trump, Mark Finchem ya ha dicho que no concedería la derrota si tuviera la más mínima duda sobre la validez de la votación, que se prevé reñida. A la vista de sus publicaciones contra Google, que lo trataría desfavorablemente, o sobre el voto por correo, parece estar preparando el terreno. 

No es el único en Arizona, donde a los candidatos trumpistas les fue muy bien en las primarias de agosto. La candidata a gobernadora Kari Lake, la nueva estrella de los trumpistas, llegó a decir que ¡sólo aceptará los resultados si gana! Si ella es elegida, tendrá el poder de ratificar cualquier nueva ley electoral aprobada por el parlamento estatal.

Ninguno de los simpatizantes con los que contactó Mediapart cree que las elecciones de 2020 hayan sido limpias. Mencionan, sin ningún orden en particular, listas electorales que no están actualizadas, voto de personas muertas e inmigrantes sin papeles, manipulación de las máquinas electorales, etc ¿Sus fuentes? Redes sociales, Fox News, medios alternativos...

"El sistema electoral no funciona. Necesitamos gente competente para poner orden", dijo Bert Winemiller, a quien conocimos en una reunión de Kari Lake en Phoenix el sábado 29 de octubre. “Que no vengan a decirme que ella y Finchem son amenazas para la democracia. Ambos defienden nuestra Constitución.”

Como la mayoría de la gente en la sala, Winemiller esperará hasta el último momento para votar. Nada sorprendente. Tras escuchar a sus líderes cuestionar constantemente el voto por correo, los votantes republicanos han optado por acudir a las urnas el mismo día de las elecciones, en lugar de aprovechar el largo periodo de votación anticipada. El problema es que pueden encontrarse con largas colas y problemas logísticos.

El discurso del escepticismo electoral está creando ciertamente un clima tóxico. Como en otros lugares del país, funcionarios y empleados de los colegios electorales de Arizona han dimitido en los últimos meses por haber sido objeto de amenazas e insultos.

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Incluso si pierden, los "negacionistas del voto" no habrán perdido realmente. “Su retórica socava la confianza del pueblo en sus representantes legítimamente elegidos y fomenta la impugnación de las políticas que aplican", afirma Francisco Pedraza, profesor asociado de Ciencias Políticas de la Universidad de Arizona. “Se puede tener la mejor constitución del mundo, pero sin el acuerdo tácito de los ciudadanos para dar autoridad a sus representantes, no puede haber confianza en los líderes.”

Lorena Austin, una candidata demócrata con la que nos reunimos en Mesa, lo resume en una simple fórmula: "Nuestro sistema democrático está en juego en estas elecciones ide medio mandato".

Traducción de Miguel López

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