El ocaso de Merkel sume a Europa en la incertidumbre

En el Congreso del Partido Popular Europeo celebrado la semana pasada, Angela Merkel fue la más aplaudida. Y con diferencia. Una multitud de alrededor de 600 personas, procedentes de todos los países de la UE y de fuera de ella, se puso en pie en el salón del centro de congresos de Helsinki para ovacionarla. La canciller, que todavía no había hablado en ese momento, ironizó, ante semejante reacción: “Esperad al menos a saber lo que voy a decir...”.

¿Esperaba semejante recibimiento? Desde el verano de 2015, tras anunciar su decisión de acoger a inmigrantes procedentes de Siria, entre otros lugares, una parte del partido no ha dejado de criticarla. Su figura divide, también en el seno de la derecha alemana. En la capital finlandesa esa mañana, la audiencia escuchó a una canciller muy pragmática, que esbozó las grandes líneas de un programa que todavía espera llevar a cabo al frente de la coalición que gobierna Alemania, en teoría, hasta 2021. Como si no hubiese pasado nada.

Sin embargo, desde que Merkel anunció su intención –tras el castigo que recibió la CDU en los regionales en la zona de Frankfurt– de dejar la Presidencia del partido, todo ha cambiado. En primer lugar, en Alemania, por supuesto: la coalición gobernante, respaldada por los conservadores de la CDU, sus aliados bávaros de la CSU y los socialdemócratas del SPD, parece más frágil que nunca.

Ahora los observadores tienen los ojos puestos en el congreso de la CDU que se celebrará en Hamburgo los días 7 y 8 de diciembre. Si la candidata que reclama el legado de Angela Merkel, Annegret Kramp-Karrenbauer –AKK– no resulta elegida presidenta y se impone el liberal Friedrich Merz, el Ejecutivo puede verse todavía más debilitado. Y resulta difícil imaginar cómo Merkel agotaría la legislatura en esas condiciones.

Pero el crepúsculo de la canciller, aunque se eternice hasta 2021, ya abre una nueva etapa en toda Europa. Llega en un momento muy particular, a unas semanas del lanzamiento de la campaña europea, prevista para finales de mayo de 2019. La mujer a la que Ulrich Beck denominó "emperatriz de Europa" en un panfleto de 2013, lleva 11 años reinando en las cumbres europeas.

A diferencia de Helmut Kohl, considerado uno de los padres del euro, y que podría jactarse de haber construido una parte de la actual UE, Merkel ha trabajado sobre todo para garantizar que el edificio no saltase en pedazos. Su nombre no está asociado a ningún texto europeo importante, excepto una serie de normas controvertidas que refuerzan los controles presupuestarios desde Bruselas (Two-pack, Six-pack, etc.).

Ha sido, al mismo tiempo, la dirigente europea más poderosa de la última década, pero también la que siempre se resistió a llevar a cabo grandes reformas, escuchando la reticencia de su mayoría en el Bundestag. Su principal objetivo era la supervivencia del euro, la piedra angular del éxito económico alemán. Es imposible prever los efectos de su ausencia en Bruselas. Pero las consecuencias de su debilitamiento ya son visibles.

  1. Golpe duro para Macron y su reforma del euro

Tan pronto como fue elegido presidente de Francia, Emmanuel Macron optó por el “coloquio íntimo” con Angela Merkel para reformar la zona euro. Pero su estrategia, a día de hoy, no ha dado resultado. Las elecciones legislativas alemanas de septiembre de 2017 abrieron un largo período de inestabilidad política: no fue hasta la primavera siguiente cuando Berlín logró formar gobierno. Otros tantos meses perdidos en el avance de los asuntos de Bruselas.

En junio de 2018, París y Berlín llegaron a un acuerdo, conocido como el acuerdo de Meseberg, que lleva el nombre de la ciudad alemana donde se firmó. La canciller asumió un riesgo político: se comprometió a apoyar un presupuesto específico para la zona euro que apoyaría a la economía en caso de recesión. El Consejo Europeo, que se celebrará los días 13 y 14 de diciembre, iba a ser este momento histórico en el que los dirigentes europeos retomarían las principales conclusiones de Meseberg sobre el euro.

Pero la salida de Merkel de la CDU tiñe de gris el horizonte para Macron. La canciller, debilitada, inevitablemente tendrá dificultades para defender posiciones que sabe que no son muy populares entre su mayoría. En septiembre, sus diputados le enviaron una primera advertencia: la desautorizaron al elegir, como portavoz del grupo parlamentario, a Ralph Brinkhaus, contrario al fortalecimiento de la zona euro, como líder del grupo parlamentario.

El Elíseo sabe que el Consejo de diciembre es probablemente una de las últimas oportunidades de Macron para cumplir una de las promesas clave de su programa. A principios de 2019 dará comienzo la campaña de la Unión Europea, que puede conducir a un fortalecimiento de la presencia de los opositores de la UE en el corazón de la maquinaria de Bruselas. Dará comienzo entonces el gran mercadeo de puestos al frente de las institucionesmercadeo que durará al menos hasta octubre de 2019. Una eternidad.

El presidente francés todavía puede consolarse apostando por la elección de AKK como dirigente de la CDU; de salir ésta elegida, la CDU podría adoptar una línea más claramente proeuropea que la de Angela Merkel, que siempre ha cultivado la ambigüedad sobre Europa.

  2. ¿Bulevar para nacionalistas de toda condición?

¿El debilitamiento de la canciller dará alas a los contrarios a la UE? Apenas dos días después del anuncio de la salida de Merkel, el canciller austriaco Sebastian Kurz decidió el 31 de octubre la salida de Viena del Pacto Mundial sobre Migración firmado el verano pasado por casi todos los miembros de la ONU y que cuenta con el respaldo de la UE. Kurz se unía así a Donald Trump y Viktor Orbán, ambos muy críticos con este texto.

El joven austriaco, que en teoría pertenece a la misma familia política que Angela Merkel, no habría corrido el riesgo de pisotear la posición oficial de la UE si Merkel no hubiera iniciado el final de su reinado. El momento europeo también es tenso, con la especulación de nuevas elecciones generales en varios de los principales Estados miembros desde ahora hasta las europeas, lo que podría reforzar el peso de las formaciones nacionalistas duras.

Por supuesto en Alemania, pero también en Italia –donde las diferencias entre la Liga y el Movimiento Cinco Estrellas en coalición son casi permanentes y el resultado de la batalla con Bruselas por los todavía lejanos presupuestos–, o en España, con un jefe de Gobierno socialista, Pedro Sánchez, que batalla por encontrar una mayoría en el Parlamento estos días para sacar adelante sus primeros presupuestos.

Por no hablar de las negociaciones del BrexitBrexit: si el acuerdo finalmente se alcanza en noviembre, deberá adoptarse en cada uno de los Parlamentos nacionales antes de marzo de 2019. Y, en Londres, no es fácil lograr una mayoría de diputados dispuestos a votar ese futuro texto.

  3. No es el fin de la Europa alemana

En octubre de 2017, Wolfgang Schäuble dejó su cargo de ministro de Finanzas alemán después de siete años. Ahora es Merkel quien está a punto de salir. Puede resultar tentador ver en ello el final de la “Europa alemana” que dirigió el destino de Europa en lo peor de la crisis financiera. Sobre todo porque Berlín compite ahora con otras capitales para tomar las riendas de Europa, en diferentes registros: París, por supuesto, pero también Roma, con Matteo Salvini, y Budapest, con Viktor Orbán.

Pero este análisis es engañoso. El nombramiento esta semana del bávaro Manfred Weber para hacer campaña por el PPE, el mayor partido europeo, el próximo año, y quizás para convertirse en presidente de la Comisión de Bruselas, después de Jean-Claude Juncker, confirma la influencia de los líderes alemanes en muchas instituciones de la UE.

Para convencernos de ello, basta con mencionar a los actuales secretarios generales del Parlamento (Klaus Welle, de la CDU) y de la Comisión (Martin Selmayr, también de la derecha alemana), o a los presidentes del Banco Europeo de Inversiones, Werner Hoyer, y del Mecanismo Europeo de Estabilidad, Klaus Regling.

Es sabido que esta Europa alemana se explica también por la debilidad de las posiciones francesas en la capital belga. Desde este punto de vista, no es el debilitamiento de Angela Merkel lo que acabará con la Europa alemana, sino más bien, por ejemplo, la renovación de los diputados franceses en el Parlamento Europeo –muchos de los cuales son ahora de la Agrupación Nacional de Marine Le Pen– después de mayo de 2019. _______________

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Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

En el Congreso del Partido Popular Europeo celebrado la semana pasada, Angela Merkel fue la más aplaudida. Y con diferencia. Una multitud de alrededor de 600 personas, procedentes de todos los países de la UE y de fuera de ella, se puso en pie en el salón del centro de congresos de Helsinki para ovacionarla. La canciller, que todavía no había hablado en ese momento, ironizó, ante semejante reacción: “Esperad al menos a saber lo que voy a decir...”.

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