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La izquierda no sabe comunicar

TintaLibre

JORDI GRACIA.- A la vista de la primera ronda de las elecciones presidenciales de Rumanía donde TikTok ha tenido un papel determinante, o al constatar la asociación estratégica de Elon Musk, el propietario de Twitter, con Trump o incluso el resultado de las elecciones europeas (donde descubrimos que 800.000 votantes se fueron al agitador digital Alvise), ¿estamos condenados a la derrota total?

ESTHER PALOMERA.- Yo creo que resignarse nunca es bueno, creo que no podemos resignarnos, pero ciertamente y por desgracia, la afirmación que tú planteas es cierta. Lo demuestra la conversación política, el discurrir de esa conversación y la falta de credibilidad que tenemos los medios de comunicación. Creo que ya pronto se va a cumplir una década desde que Steve Bannon dijo que la oposición, la verdadera oposición, eran los medios de comunicación y que para combatir eso había que esparcir basura en el terreno de juego y, diez años después, lo ha conseguido.

JG.- Lo ha recreado Elon Musk con esa frase tremenda de: “ahora los medios sois vosotros”.

EP.- “Ahora los tuiteros sois los medios de comunicación”. Yo creo que esta estrategia ha tenido éxito. Los medios de comunicación atravesamos una crisis de negocio, pero también una crisis de credibilidad, desgraciadamente y muy a nuestro pesar. Nosotros intentamos seguir haciendo periodismo con las reglas básicas del periodismo, que son la honestidad, el rigor, la búsqueda de la verdad, pero siempre hay quien reinventa la mentira. Lo que hoy prima es la mentira, el bulo, el odio y van ganando, van ganando ellos desgraciadamente. Van ganando quienes no respetan los derechos humanos, quienes no respetan a las minorías, quienes no respetan, por supuesto, a las mujeres y quienes no respetan en definitiva a la democracia.

Lo que hoy prima es la mentira, el bulo, el odio, y van ganando, van ganando ellos desgraciadamente

Esther Palomera

JOSÉ MIGUEL CONTRERAS.- En realidad, el fenómeno de la llamada comunicación política ha pasado a convertirse más en una auténtica fusión que en la unión de dos fenómenos, o en su coexistencia. Es imposible entender la política sin la comunicación: son lo mismo. Hay una serie que se llama The Morning Show [Apple TV], que cuenta con cierto aire folletinesco las relaciones entre política, poder, fenómenos sociales, la fama y la televisión. Hay un momento en el que el máximo ejecutivo de una cadena pronuncia esta frase para explicar lo que ocurría: “los medios de comunicación son política con otro nombre”. Esta es la realidad de lo que tenemos hoy en día cada vez más. La vinculación de los medios de comunicación con la política es absoluta, es prácticamente total y ha pasado a ser, por tanto, un elemento inseparable que conforma un nuevo fenómeno de cara al futuro. Quien sea que diga los medios son el enemigo, a la vez está diciendo: salvo aquellos medios que son mis amigos.

No es sólo un problema de los medios, es un problema que ha arrastrado a la sociedad y tiene que ver con la tecnología, con la economía y con una nueva manera de entender el mundo. Cuanto antes entendamos que estamos hablando de esto, no de un problema coyuntural de un medio o de otro, sino de una nueva manera de entender el comportamiento de la política y su relación con los ciudadanos, antes podremos poner, de alguna manera, remedio al deterioro que, en muchos casos, se está produciendo. Este no es un deterioro natural o accidental, es un deterioro intencionado, motivado, buscado y justificado por la acción política de, fundamentalmente, los grupos conservadores en las últimas décadas. Han descubierto que vivían una lucha desigual de cara a los medios porque lo que ellos contaban normalmente era menos atractivo. Ir por la vida diciendo a la gente: “vamos a dedicarnos cada uno a lo nuestro y no nos preocupemos por los demás”, vendía menos que un discurso tradicional de la izquierda de: “vamos a ser solidarios, vamos a intentar salvar el mundo todos juntos”. Han empezado a utilizar a los medios para otra cosa, una confrontación abierta social, la creación de estados de caos, de confusión, en los que ven que sus intereses quedan preservados y justificados.

No podemos legitimar como medios de comunicación a determinadas páginas webs, ni a determinadas plataformas o redes sociales

Esther Palomera

EP.- No podemos legitimar como medios de comunicación a determinadas páginas webs, ni a determinadas plataformas o redes sociales. Me niego a legitimar como un medio de comunicación a una página web que se dedica sistemáticamente a mentir. En periodismo, el error es asumible y además se reconoce el error, se corrige, pero la utilización sistemática de la mentira busca otra cosa. Ese debate lo estamos teniendo en España en el Congreso de los Diputados con la acreditación de determinadas webs o provocadores digitales. Quién es medio de comunicación y quién no. La política no ha sido capaz de determinar qué es un medio de comunicación y qué no lo es a la hora de acreditar a este tipo de personajes en el Congreso de los Diputados. Creo que en algún momento esta profesión debería hacer ese ejercicio. No todos somos lo mismo, un tuit no es una información, no está contrastada, no está hecha desde el rigor, no utiliza datos, no tiene un relato certero de lo que está ocurriendo.

JMC.- Sí, lo comparto pero me parece que hay un problema trascendental que está por encima de este. Lo que tú planteas es ya el colmo del deterioro al que se puede llegar, que es equiparar lo que algunos llaman eufemísticamente pseudomedios a medios tradicionales. Seguramente es más fácil entendernos si hablamos de formas de comunicación, porque ahí, en formas de comunicación, desgraciadamente sí que estamos equiparados. Los medios ahora mismo están en inferioridad, porque en formas de comunicación, en formas por las cuales la gente accede a la información...

EP.- Pero es que no es todo información.

JMC.- Es que información es todo, otra cuestión es que sea información veraz. Información es todo, es una información que alguien te lanza…

JG.- Polución informativa.

JMC.- Los americanos llamaban polución en el aire a todas estas, pero ya hace 30 ó 40 años, eran las campañas negativas, de publicidad negra, tan utilizadas en las guerras y que ahora se han trasladado a la vida cotidiana de una manera muy simple, haciendo un tuit que maneja, curiosamente, Elon Musk. Entendiendo ese debate y hecha esa declaración, el problema no es ese, el problema real es que ha cambiado la forma de acceso a la comunicación y eso no se puede obviar, porque no podemos vivir al margen de cómo, desgraciadamente, una gran parte de la población se informa. Para ellos es información e incluso es información más creíble en tanto en cuanto le viene a través de vías más cercanas. En España uno de los fenómenos más importantes de comunicación son las redes de WhatsApp, este es uno de los países del mundo donde más fuerza tienen. Las redes de WhatsApp se caracterizan porque son círculos voluntarios, en los que tú te apuntas y que conforman gente a la que consideras tus amigos, tu círculo más cercano. Este es el fenómeno al que tenemos que hacer frente, no resignarse sino pelear por la defensa de, sencillamente, algo tan complicado de defender hoy en día como es que los ciudadanos tengan acceso a saber la realidad, y a partir de ahí tomen la opción política que deseen.

JG.- La escala de la intoxicación política ha cambiado, y la penetración, la capilarización de esa toxicidad informativa es lo que parece que ha cambiado, pero ¿por qué sistemáticamente es de derechas o de ultraderecha? ¿O es una falsa percepción que tenemos nosotros porque vivimos en un gobierno de coalición por primera vez en democracia y eso ha activado, en términos nacionales, la proliferación de medios directamente tóxicos, de ‘ultramedios’?

EP.- José Miguel tiene razón en que hay que activar a la ciudadanía. O sea, no todo el que consume bulos o desinformación puede ser un ciudadano que no sabe lo que vota cuando vota a la extrema derecha. Ahí hay algo que ha fallado en la izquierda, evidentemente. Entonces, ¿qué podemos hacer? O, en términos coloquiales, ¿cuándo se ha jodido el Perú?, ¿cuándo dejamos de tener credibilidad los medios de comunicación? Hay muchos factores que determinaron la crisis de credibilidad a la que hemos llegado, pero efectivamente la izquierda tiene un trabajo pendiente. Tiene que aprender esas formas de comunicación que está utilizando en este momento la ultraderecha. Tiene que generar comunidad, que no existe en la izquierda y sí en la derecha y en la ultraderecha. Y luego lo que preguntabas, en España efectivamente en 70 años no había habido un gobierno de coalición, un Gobierno al que la ciudadanía no estaba acostumbrado y que genera descensos y ruidos internos. Pero luego hay otra cuestión, que yo creo que es fundamental en cómo este discurso está impregnando en toda la sociedad, y es la falta de proporcionalidad que hay entre los medios de izquierdas y los medios de derechas. Esto es un hecho y determina cómo están construidas las principales parrillas de televisión. No se construyen con los periódicos de referencia o con la prensa tradicional que conocíamos hasta ahora, sino con tuits. Las parrillas, las escaletas de los debates, de los programas de televisión, están construidas con informaciones de páginas webs que para la gente medianamente informada no tienen credibilidad. Con un tuit o con una plataforma de YouTube se construyen hoy las parrillas televisivas.

Uno de los datos más sorprendentes de las encuestas que se hacen en España es que prácticamente se considera por igual que las ‘fake news’, las mentiras, las campañas de desinformación, las hace la derecha y las hace la izquierda indistintamente, porque es manifiestamente objetivo que no es así

José Miguel Contreras

JG.- Pero, en la medida que es una televisión privada, ahí no puedes entrar.

EP.- No puedes entrar, pero la izquierda tiene que aprender a comunicar como comunican ellos y hacer comunidad.

JMC.- Se puede entrar opinando por lo menos, lo que no podrá evidentemente nadie es imponer a nadie lo que tiene que hacer, pero sí explicar lo que hay. Uno de los datos más sorprendentes de las encuestas que se hacen en España es que prácticamente se considera por igual que las fake news, las mentiras, las campañas de desinformación, las hace la derecha y las hace la izquierda indistintamente, y las hace el Gobierno y las hace la oposición, lo cual demuestra que realmente algo falla, porque es manifiestamente objetivo que no es así. España es realmente peculiar como ningún otro país del mundo en las relaciones entre política y medios. En Estados Unidos todos los grandes medios de comunicación son mayoritariamente demócratas, los grandes periódicos y las grandes cadenas, y hemos visto cómo ha ganado Trump utilizando otros medios y otras formas de comunicación. En Francia, otro ejemplo, los medios mayoritariamente son progresistas, mientras la población es mayoritariamente de centroderecha hacia la derecha. En cambio, en España las encuestas siempre tienden a decir que es mayoritariamente un país de centroizquierda, y sin embargo, el dominio absoluto de las voces de la derecha en los medios es abrumador, tremendo. Se cuentan con los dedos de una mano, y casi de media mano, los medios que defienden o que exponen puntos de vista progresistas en nuestro país. España es casi el único país que queda con un gobierno progresista, metido en una batalla de fuego a discreción contra él, que proviene de sectores económicos, mediáticos, políticos y judiciales como estamos viendo. Está resistiendo en una situación absolutamente anómala, que será digna de análisis pasado el tiempo, dada esta desproporción mediática tan enorme que existe. Y sin embargo, resiste, no sé si porque sociológicamente somos un país donde la izquierda o el centroizquierda ha tenido siempre un papel más preponderante, o por la capacidad de aguante de este gobierno o de la figura de Pedro Sánchez, que desde luego es bastante peculiar y original. No en vano es la principal figura de la izquierda ahora mismo en el mundo y es difícil encontrar otro personaje que haya resistido lo que él está aguantando.

JG.- Sumado seguramente al hecho diferencial español respecto a otros países que es la pluralidad nacional, que es la que, de hecho, garantiza la existencia de este gobierno de coalición. Pero me he puesto casi nervioso cuando Esther sugería que las izquierdas podían utilizar, en términos de comunicación política, las estrategias que ya tenemos muy visibles en la derecha, plagadas de demagogia y falsificación de la información, sesgadas, muy parciales, y donde juegan con la media verdad que acaba siendo una mentira. ¿Cuáles serían las estrategias reales de comunicación política de la izquierda?

EP.- Me refería a que la izquierda ha estado ante este panorama tan desolador y tan tóxico permanentemente a la defensiva. Yo creo que tiene que pasar a la ofensiva, es decir, llevo tiempo diciendo que, en España, y probablemente en el mundo, pero en España lo estamos viendo en esta legislatura y en la anterior con mayor nitidez, tener el Gobierno no ha significado tener el poder. Hay determinadas estructuras, no demasiado visibles del Estado, que son resistentes al cambio y que reaccionan con un gobierno progresista que intenta modificar las cosas o avanzar, transitar por otra senda en el camino del proyecto de país. Yo creo que el Gobierno o la izquierda en general, tiene que ser más valiente a la hora de plantear este tipo de reformas. Y cuando me refiero a estructuras no demasiado visibles del Estado, que son las que determinan por dónde tiene que ir el futuro del país, me estoy refiriendo al poder judicial, al poder económico, a determinado poder mediático, etcétera. El Gobierno ha tenido guardados proyectos de ley e iniciativas que iban encaminadas a romper ese poder de determinadas estructuras del Estado y no se ha atrevido a ponerlas encima de la mesa. Por eso digo que tiene que pasar a la ofensiva y no estar permanentemente a la defensiva. Debería de ser una manera de romper con la dinámica en la que estamos instalados.

JMC.- Además, por continuar tu pregunta, desde el punto de vista de los medios, de la comunicación, ¿se puede hacer algo? Se pueden hacer muchas cosas. No tiene ningún sentido que, si haces un análisis de los principales prescriptores que hay en redes dedicados al análisis político, por llamarlo de alguna manera, el 90% esté en la extrema derecha. Es una anomalía. Estaría bien animar desde luego a la gente joven, o la gente que tenga interés en promover valores progresistas, a que usen las redes también. En vez de huir de ellas tienen que ser elementos de participación, porque no puedes dejar esos espacios aislados, única y exclusivamente para uso de una determinada comunidad.

EP.- Eso es crear comunidad como han hecho ellos, efectivamente.

Que ahora mismo en un país como este se esté hablando de que hay corrupción por parte del Gobierno es una broma: estamos en el momento de menor corrupción de toda la historia que se haya conocido

José Miguel Contreras

JMC.- También desde el punto de vista del contenido hay importantes discursos que hay que hacer y el primero es intentar que se sepa la verdad. Que ahora mismo en un país como este se esté hablando de que hay corrupción por parte del Gobierno es una broma: estamos en el momento de menor corrupción de toda la historia que se haya conocido. Ha habido un caso mientras, a la vez, en la propia Comunidad de Madrid existen imputados de primer nivel de los que no se habla; hay casi una treintena de casos que vienen arrastrados del gobierno del Partido Popular todavía existentes, y sin embargo sale en todas las encuestas que efectivamente hay una percepción en una importante parte de la sociedad de que la corrupción desde el gobierno es un problema, cuando no existe como problema. Existe un caso detectado, que se está investigando y que está judicializado. Y, finalmente, también hay un problema de discurso. A mí hay uno que me importa y me parece trascendente, que es el de la normalidad, el de la alegría, el de la buena educación, el del respeto. La principal estrategia de los grupos ultraconservadores, y a veces no tan ultras, es la creación de una situación de caos, de odio, de desasosiego general, que no es real. No hay ningún motivo para que eso ocurra, cada uno puede tener las ideas que quiera tener, pero ahora ha adquirido un nivel de gravedad en el que gente con la que compartes espacio te mira ya de otra manera, y te miran de una manera diré que tensa, por utilizar una palabra medida.

Es importante defender que en España podemos hablar tranquilamente, y el humor tiene que tener su espacio, la buena educación no se puede perder, porque esta es la base fundamental del discurso. Si tú consigues generar un estado de inquietud extendido, y que todo el mundo sienta que no puede vivir en el actual momento de desasosiego, todo lo demás ya funciona solo. Entra el odio, entra la confrontación, ya no te importa acabar con el enemigo como sea saltándote todas las reglas que sean porque estás en un estado casi bélico de convivencia social, y en un estado bélico la verdad da igual, lo único que importa es cargarse al enemigo. Si aceptamos eso, estamos realmente aceptando el fin de la democracia tal como se ha entendido más allá del derecho al voto, y es con el derecho a convivir entre diferentes basado simplemente en el intercambio de opiniones y de proyectos, y sometidos finalmente a una votación. Sí, todo debería ser más divertido, como yo creo que hasta ahora no se ha hecho. Para mí, y a ver si se entiende la frase, la política es tan importante que no deberíamos tomarla tan en serio. Es decir, creo que es importante que sepamos distinguir que eso es muy grave y que, por favor, en ese tema aprendamos a convivir, a bajar el tono, porque nos estamos jugando en nuestra vida el futuro de nuestro país, de nuestros hijos y de todo lo que nos rodea.

Creo que estamos en el punto en el que se ha perdido el respeto en la conversación pública, lo vemos cada día en los debates del Congreso de los Diputados y en los discursos de los líderes políticos

Esther Palomera

JG.- Esta misma idea que transmites ahora es la que puede explicar la ausencia de comunicadores políticos progresistas y que ese porcentaje sea tan desaforado como el que estás contando. Puede tener explicación en el hecho de que esté gobernando la izquierda y que, por lo tanto, eso desincentive la participación en la medida en que la rebeldía está en el otro lado, y la necesidad de propiciar un cambio está más en el otro lado, y de ahí que haya una especie de, no diré invisibilidad, pero sí falta de protagonistas como comunicadores políticos en la izquierda.

EP.- Yo creo que, desgraciadamente, estamos en el punto que exponía José Miguel cuando decía: “vamos a tomarnos esto no demasiado en serio”. Creo que estamos en el punto en el que, efectivamente, se ha perdido el respeto en la conversación pública, lo vemos cada día en los debates del Congreso de los Diputados y en los discursos de los líderes políticos. Y eso, por primera vez al menos desde mi experiencia de los últimos 25 años, ha tenido una proyección en la calle, en la convivencia ciudadana. Si quienes consumen este tipo de discursos, o de memes, o de mensajes que circulan por las redes sociales o por WhatsApp, son nuestros amigos, nuestros familiares e incluso nuestros compañeros de trabajo a veces ¿cómo se rompe eso? Yo no sé cómo se rompe, pero efectivamente estamos en un punto en el que el problema ha sido desde el primer minuto que no se ha reconocido la legitimidad del resultado de las urnas. Y una vez que no se reconocen las reglas del juego de la democracia, la legitimidad de un gobierno que se elige por mayoría parlamentaria, ya se ha roto todo. No se respetan las instituciones, se practica la violencia verbal desde las mismas instituciones, se cuestiona la legitimidad del contrario, y en política, en el terreno de la política y de los medios de comunicación, vale todo, que es la destrucción del adversario. ¿Cómo retrocedemos a otro punto? No sé yo si con grandes dosis de educación podemos retroceder a un momento en el que la política era otra cosa y era algo serio que cambiaba la vida de la gente y que no se dedicaba solamente a esparcir odio y a combatir al que pensaba diferente, que es en el punto en el que estamos.

JMC.- Lo primero que hicieron los movimientos conservadores fue deslegitimar al Gobierno, que es lo mismo que hizo Trump en las elecciones que perdió. Es el primer paso de la técnica cada vez que gobiernan los progresistas. Seguramente para poder hacer ese cambio general lo tendrían que hacer todos, y es muy difícil, porque lo tendrían que hacer los políticos progresistas en el Parlamento, los periodistas que os toca discutir en las tertulias, y nosotros en nuestra vida cotidiana, en nuestro entorno social aprender a resistir ese ataque violento y empezar a introducir la idea de que esto es demasiado importante como para tomarlo demasiado en serio. Al final en la pregunta tuya planteabas un elemento clave, esto termina facilísimo es facilísimo solucionarlo…

EP.- Que ganen ellos.

La izquierda no tiene ahora mismo en ningún sitio una estrategia de funcionamiento, de comportamiento, de política de comunicación, ni siquiera ideológica mientras la derecha es de una uniformidad absoluta en todo el mundo occidental

Jose Miguel Contreras

JMC.- Es más, yo estoy seguro que la derecha no tendría ningún problema en que exista una oposición de izquierdas, estarían dispuestos a organizarla ellos, como organizan algunos medios de comunicación aparentemente de izquierdas, y de no te preocupes ya te hago yo un medio de izquierdas y no os preocupéis que no os va a faltar de nada, siempre y cuando os mantengáis en la oposición. Pasó en la anterior elección de Trump y acaba de pasar ahora, cuando Trump llega al gobierno después de Obama. Y acaba de pasar lo mismo otra vez, ha ganado Trump y la percepción en Estados Unidos es que la economía ya va de maravilla. En España tenemos el mayor fenómeno de crecimiento económico del mundo, somos la economía ahora mismo que está funcionando mejor, pero la percepción social evidentemente es que esto es un desastre. Si ganan mañana, por supuesto que no habrá ningún problema, ¿hay algún problema de percepción de la situación política en la Comunidad de Madrid? En Valencia porque Mazón se ha encargado de crear el mayor desastre, pero aún así su primera reacción es que es culpa compartida de otros. Por tanto, todo esto forma parte de unos esquemas absolutamente organizados, repetidos, marcados. La izquierda en cambio no tiene ahora mismo en ningún sitio una estrategia de funcionamiento, de comportamiento, de política de comunicación, ni siquiera ideológica mientras la derecha es de una uniformidad absoluta en todo el mundo occidental.

EP.- Si repasamos la historia de la democracia, siempre ha sido así. Siempre que ha habido un gobierno de izquierdas se ha elevado la tensión de la conversación pública, por ejemplo, hasta hace unos cuantos meses, hablando del bloqueo en la renovación de los órganos constitucionales como el Consejo General del Poder Judicial. Los mayores bloqueos siempre se han producido cuando gobernaba la izquierda. Entre el 93 y el 96, ocurrió una situación muy parecida a la de ahora. En 1993, la derecha española pensaba que iba a ganar las elecciones, no ganaron las elecciones y por lo tanto dispararon los decibelios de la crítica política. Pasados los años apareció un periodista, Luis María Anson, que dijo: “rozamos la estabilidad del Estado porque no había otra forma de echar a Felipe González”. Años después, gobierna José Luis Rodríguez Zapatero y pasa lo mismo. La primera legislatura de Zapatero fue un infierno, también se produjo allí un bloqueo considerable de dos años y medio de la renovación del Consejo General del Poder Judicial, ¿Por qué digo que es similar?, porque en 2023 la derecha estaba convencida de que ganaba las elecciones generales. Como no ganaron dispararon la tensión: negaron la legitimidad del Gobierno, volvieron a bloquear la renovación de los órganos constitucionales… ¿Hasta cuándo? Hasta que gobierne la derecha, efectivamente. Una vez que gobierna la derecha se acabó la tensión social, se acabó la tensión política, la vivienda dejará de ser un problema, los precios de los alquileres no serán una cuestión que inquiete a los jóvenes y a las familias, dejaremos de hablar de las universidades públicas… Cada vez que ha gobernado la izquierda se han tensado todas las costuras de la convivencia, de las estructuras del Estado.

JMC.- Esta vinculación que decíamos al principio entre comunicación y política es clave y es fundamental. Porque tú, a través de los medios de comunicación o de las formas diferentes de comunicación, creas estados generales de opinión a los cuales la política da respuesta. Ahora se han puesto relativamente de moda las teorías de Joseph Overton, las llamadas ventanas de Overton, que consiste en la modificación de los estados de ánimo generales. Lo estamos viendo clarísimamente en dos casos de una extraordinaria gravedad, a mi juicio, en la Comunidad de Madrid con los temas de la sanidad y la educación. ¿Qué se ha hecho con las universidades? Yo soy profesor de universidad desde hace 40 años, y creo conocer el fenómeno. Ha habido un estado general, no solo en España, también en otros países del mundo con la idea de que la universidad tradicional pública es un lugar de adoctrinamiento de rojos y de izquierdistas. Quienes hemos pasado por la universidad pública durante años y hemos ejercido, hemos visto todo lo contrario. Si algo ha sido la universidad es un lugar de encuentro extraordinario donde tenías la oportunidad de tratar con gente de diferentes ideologías, gentes de clase alta, gente de clase baja, gente de clase humilde, que estudiaba gracias a becas. Fue mi caso, y podías encontrar realmente un reflejo de una sociedad absolutamente abierta, como era normal en un centro de miles y miles de personas, pero poco a poco se ha ido extendiendo la idea de que es un lugar de adoctrinamiento, con lo cual decidieron hacer varias cosas: primero, como es un lugar de adoctrinamiento, vamos a dejar de ayudarle y de financiarle; segundo, vamos a crear espacios donde el orden y una buena educación se legitime, por tanto, démosle universidades privadas a grupos eclesiásticos, a grupos económicos…

EP.- A gente de orden.

JMC.- En efecto: a grupos de orden se les traslada toda la ayuda del mundo y además se crea socialmente una especie de clasismo, estar ahí es que no mola, estás en un sitio donde no debes estar y para que tus hijos te reconozcan tienes que estar en una universidad privada, cosa que hace 40 años era imposible, impensable. Todo el mundo sabía que los mejores medios y profesores estaban en la universidad pública. No son fenómenos anecdóticos; responden a estrategias clarísimas de destrucción de la universidad pública para convertirla en un negocio privado y, curiosamente, también en aquello que inventaron, en lugares de adoctrinamiento ideológico y esta vez sin ningún problema en proclamarlo. Si la sociedad se arregla con hacer lo que ellos quieren y como ellos quieren, qué empeño seguimos teniendo algunos en negarnos a que las cosas vayan bien y empeñarnos en la confrontación, porque claro, no aceptamos su imposición.

JG.- Ese es un buen ejemplo de comunicación política de éxito, porque dice lo contrario de lo que es la realidad efectiva. La consecuencia implícita de vuestros dos discursos es el fracaso de la comunicación política de izquierdas y la tentación habitual de la izquierda a entrar en el marco de los debates que impulsa la derecha, aunque sea para combatirlos.

EP.- Sí, la izquierda ha ido a la defensiva de por dónde iba el debate de la derecha. José Miguel ha puesto un ejemplo muy concreto, que es el de las universidades, pero, ¿por qué la izquierda no habla de los motivos por los que está deteriorada la sanidad pública en comunidades como la Comunidad de Madrid o en Valencia en su momento? ¿Por qué no habla del deterioro de las universidades públicas en beneficio del negocio de las universidades privadas? ¿Por qué no habla de qué hay detrás de eso que es ideología pura y dura, sino que trata de asumir o de entrar en los marcos que establecen ellos, sin implementar o sin poner en el centro de la conversación pública, políticas o problemas que afectan directamente a la ciudadanía? El caso de la vivienda es otro muy claro, como competencia transferida a las comunidades autónomas, y una parte a los ayuntamientos. Sin embargo, el Gobierno se ha echado encima el problema de la vivienda, asumiendo que o es el Ejecutivo central el que determina cuáles pueden ser las soluciones al problema de los alquileres o la compra de vivienda, o las comunidades autónomas no van a hacer nada. En el caso de las universidades ha pasado hace semanas algo muy parecido; es la primera vez en muchos años que el Gobierno de España dispone un presupuesto para que las comunidades autónomas inyecten dinero a las universidades públicas y contraten investigadores. La Comunidad de Madrid dijo que renunciaba al dinero, a ciento y pico millones, para formar a mil investigadores. Oiga, ¿por qué? Porque justo ese mismo mes acababa de aprobar o conceder el permiso para la apertura de la decimocuarta universidad privada en la Comunidad de Madrid. La izquierda está obligada a poner estos temas encima de la mesa, a discutir sobre ellos, a ir a la raíz de los problemas y a concienciar a la ciudadanía de qué es lo que está pasando con las políticas sociales y con la forma que tiene la derecha de afrontar lo que es un proyecto de país.

JMC.- Bueno, esta pregunta que planteas es una de las clásicas discusiones y que tiene una difícil respuesta exacta, porque dices, ¿por qué los partidos de izquierda no se dedican a hablar de lo que realmente es importante y no caer en las trampas? Yo podía hacerte un juego muy sucio que no haré, pero de paso lo hago evidentemente, este juego de las tertulias, que es decir por qué no lo haces tú cada vez que sales, y yo te respondo: pues porque no tienes opción, porque las agendas que te ponen y los marcos que te colocan y a los que te obligan te impiden a ti misma poder hablar de estos temas en la mayoría de los casos. Está condicionado por el marco general que imponen unos medios de comunicación que siguen mayoritariamente la agenda de la derecha, y por tanto cada vez que los partidos intentan abrir nuevos temas no aparecen en los medios, y en la rueda de prensa no van a aparecer, y en el corte que le van a dar no sale. De hecho, a veces se critica a los políticos porque se niegan a atender a la prensa, ¿por qué?, ¿es que le tiene miedo a la prensa?

A lo que tiene miedo es a que no salga lo que quiere contar y lo que va a salir es justamente la pregunta que no tiene nada que ver con eso que quiere decir. Esto ha ocurrido y se ha derivado al dominio de las agendas mediáticas por parte de los dominadores de la opinión pública. Existen fórmulas, tampoco seamos tan pesimistas. Y el fracaso de la comunicación política no será tan grande cuando está gobernando. Por tanto, se puede luchar, estar activos en las redes, quien puede y quien deba estar en su edad. Quienes trabajamos en los medios de comunicación tenemos que luchar como sea por que haya espacios y por hacer medios importantes que salgan adelante. Vosotros, en elDiario.es, habéis conseguido una comunidad muy potente e importante haciendo un periodismo coherente, que no ha tenido miedo de pelear por los temas y ha conseguido una comunidad significativa. El País tiene 400.000 suscriptores que pagan todos los meses, y aquí la gran pregunta es por qué hay 400.000 que pagan y no conseguimos que 11 millones de progresistas no paguen por que haya periodismo, porque esta es la gran respuesta final a todo. No conseguimos trasladar a la ciudadanía la importancia que tiene su papel en todo esto, tendemos siempre a que la culpa la tienen que solucionar el gobierno y los políticos. En algún caso, lo tenemos que solucionar los medios, pero también la ciudadanía tiene que tener un proceso de concienciación de que hoy en día, la comunicación y los medios de comunicación son muy débiles porque no tienen viabilidad económica para salir adelante. Y la viabilidad económica únicamente se puede hacer gracias al sostenimiento de los propios ciudadanos, porque el capital no va a ayudar.

Desgraciadamente, como consecuencia de las redes sociales, los periodistas hemos perdido esa capacidad de hacer de intermediarios entre el político y el ciudadano

Esther Palomera

EP.- No pienso dar por bueno que las comparecencias sin preguntas son un formato válido desde el punto de vista periodístico.

JMC.- Sólo explicaba por qué se hacen en ocasiones.

EP.- En ocasiones se hace porque el político o el partido o el gobierno de turno lo que quiere, lo que intenta vender es propaganda, no información, y porque se niega a someterse a las preguntas de los periodistas por el temor a que se conozcan las cosas.

JMC.- Creo que hay ocasiones que sí y otras que no.

EP.- Pues yo creo que los periodistas no nos podemos rendir ante eso, que tenemos que exigirlo permanentemente. Desgraciadamente, como consecuencia de las redes sociales, los periodistas hemos perdido esa capacidad de hacer de intermediarios entre el político y el ciudadano.

JG.- ¿No estamos infravalorando esos 400.000, más los de La Vanguardia y algunos otros medios como infoLibre, etc? Todos los temas que citaba Esther están en esos medios, y el debate está y la reflexión está, sobre vivienda, sobre universidad pública… y sin embargo la percepción es que o no cala o no llega a convertirse en debate público.

EP.- Creo que está en los medios progresistas, sin ninguna duda, que son los que nos empeñamos en ponerlos en el centro de la conversación e informando a los ciudadanos de cuál es la situación por la que atraviesan determinados servicios públicos, pero no forma parte de la parrilla informativa ni de los medios de derechas, ni del despliegue informativo habitual. ¿Cuál fue el último debate en el Congreso de los Diputados al que hemos asistido sobre Universidad, sobre Sanidad, sobre Dependencia, sobre Derechos sociales? No existen ese tipo de debates.

JMC.- Además, da igual, si lo haces hablarán de Begoña Gómez.

EP.- Yo creo que estamos claramente en minoría y vamos perdiendo la batalla. No tenemos que resignarnos, pero estamos perdiendo claramente la batalla. Cuando me levanto por la mañana tengo esa sensación cada día.

JMC.- No tengo tanta sensación de derrota como sensación de que estamos en una batalla que me parece innecesaria, que me parece injusta, que me parece incívica y perjudicial para el país. Porque, al final, en estos procesos de deterioro de la vida política siempre acaba ganando la ultraderecha. Esto es lo que ha ocurrido en todos los países y es difícil de entender. En Estados Unidos, con el fenómeno de Trump, está más que demostrado que lo que ha ocurrido es que el Partido Republicano ha muerto y ha quedado en manos del trumpismo y se ha convertido en el partido de Trump. Los famosos profesores Ziblatt y Levitsky, que hicieron el libro sobre el deterioro de las democracias, han publicado este año La dictadura de las minorías, donde hablan precisamente de cómo las minorías conservadoras más radicales, gracias a este nuevo modelo que se ha construido por parte de la derecha para arrebatarle el poder a la izquierda, se estén adueñando del poder político conservador. Y con ello la desaparición por completo de la derecha moderada en buena parte del mundo, cosa que no está ocurriendo en la izquierda. Lo estamos viendo en España.

Estos días han circulado encuestas sobre el impacto de la dana o sobre la situación política y se ve cómo la ultraderecha española es un fenómeno de activistas que en principio no proponen nada, no forman parte del debate político habitual, no tienen mayores ideas alternativas, simplemente viven a rebufo de este deterioro político en el que lo que dicen es: ¿ven la que hay liada? Ya está bien, pegue un puñetazo en la mesa, y se acabó. Y ese puñetazo en la mesa es una manera de matar a la democracia, con métodos diferentes a lo que podía ocurrir hace 30 o 40 años. Seguirá habiendo elecciones, seguirá habiendo instituciones, pero esto no funciona ya como una democracia ordenada, organizada y realmente abierta y pública.

JG.- ¿Tenemos que aprender alguna cosa de Óscar Puente como contraejemplo, en términos de comunicación política, con respecto a Miguel Ángel Rodríguez?

La crisis de la dana nos ha descubierto a un Óscar Puente que es un auténtico comunicador político

Esther Palomera

EP.- Me parece apasionante el contraste entre ambos personajes. Yo creo que Óscar Puente ha sabido sacarle el jugo a las redes sociales, jugo informativo y saber exactamente al servicio de qué tienen que estar. Es verdad que ha mostrado en todo este tiempo su mejor y su peor cara en las redes sociales. Su peor cara porque a veces sucumbió a la tentación de entrar en un discurso agresivo, entraba en todos los trapos, y en alguna ocasión derrapó en alguna curva con el insulto o la descalificación, y eso le marcó como ministro de un Gobierno que tiene que estar obligado a respetar la institucionalidad. Sin embargo, la crisis de la dana nos ha descubierto a un Óscar Puente que es un auténtico comunicador político. ¿Por qué? Porque utiliza el dato, porque ha demostrado que el dato puede destruir el relato, porque está en la inmediatez, en la transparencia y sobre todo algo muy importante que no suelen utilizar los políticos en las redes sociales, y es la reivindicación de los equipos. Cuando él sistemáticamente daba imágenes de los trabajos que estaban realizando desde el Ministerio de Transportes sobre las carreteras, los puentes y toda la destrucción que había generado la dana, en muchas ocasiones reivindicaba el trabajo de su ministerio, de su equipo, algo que los políticos suelen obviar con demasiada frecuencia. Y en el otro extremo tenemos a un Miguel Ángel Rodríguez al que Ayuso ha concedido una segunda vida política, después de haber fracasado en los años 90 y que ha tenido la suerte de que sus formas y sus métodos, que en los años 90 no eran tolerados, son los que se estilan en este momento.

JG.- Fue un pionero.

EP.- Sí, pero en aquella época, a finales de los 90, aquello no funcionaba. Esa sociedad no toleraba la mentira, no toleraba la provocación, no toleraba el insulto, y Miguel Ángel Rodríguez siempre ha sido así. Él siempre ha entendido así los medios de comunicación. Hay una frase que le hizo célebre en los años en los que fue portavoz del Gobierno de Castilla y León, que decía algo así como: “a los medios de comunicación no hay que comprarlos, basta con que seas su mejor cliente”. Él utiliza en este momento los métodos que ha utilizado siempre de provocación, pero es verdad que le acompaña el ecosistema. ¿Y por qué le acompaña el ecosistema? Porque él está emulando las tácticas y las estrategias de esa ultraderecha faltona, en la que no es el dato, es el relato el que importa y las guerras culturales. A veces se habla de un modelo de éxito de Miguel Ángel Rodríguez, pero yo pongo en duda que un modelo de éxito sea financiar a los difusores de bulos o estar arremetiendo constantemente contra el adversario político. Ciertamente no hablaríamos de éxito de Miguel Ángel Rodríguez si no tuviera a su disposición, él e Isabel Díaz Ayuso, 30.000 millones de euros de presupuesto con el que riega permanentemente a esos medios que le acompañan y le hacen de clac para convertir a un personaje como fue Isabel Díaz Ayuso, que era una auténtica desconocida, en un icono pop de la política no ya madrileña, sino de la nacional. Creo que son dos personajes completamente distintos, uno ha demostrado que puede haber una buena utilización de las redes sociales, que la información y el dato son muy importantes, y para el otro los datos y la información son relativos. Los hechos no importan para Miguel Ángel Rodríguez, lo que importa es la confrontación e instalar una verdad alternativa, que es lo que está consiguiendo.

JMC.- Al final, Miguel Ángel Rodríguez es un ejemplo perfecto de todo lo que estamos hablando, que es una estrategia política y de comunicación basada fundamentalmente en la extensión de un estado general de desasosiego, de confrontación, de excitación, casi un relato belicista en el que tienes que elegir bando absolutamente y que no existe ni un solo punto de conexión. Y con una sociedad rota, contar con que a poco que trabajes, con un 1% pasas del 50 al 51, y ya has ganado las elecciones. Toda una tradición hay de estrategia política conservadora en esto, y ahora mismo es la moda en todo el mundo. Por tanto, no es más que seguramente el alumno más aventajado de esa corriente. En el caso de Óscar Puente, yo creo que tenemos un ejemplo muy bueno de algo que hemos estado hablando durante esta sesión, que es cómo se puede contrarrestar, porque Óscar Puente ha hecho las dos cosas: lo ha hecho mal, haciendo lo que mucha gente le pedía que hiciera, que es confrontar, pelear, dar caña. Se le ha dado muchas veces, se ha acusado al propio Pedro Sánchez o a otros líderes de falta de capacidad de confrontación directa y, curiosamente, cuando la izquierda hace eso fracasa porque no funciona, porque en realidad con eso lo único que haces es implementar la estrategia que busca la derecha. Estás creando exactamente el escenario que él quiere, y esto cuesta mucho hacerlo y muy a menudo, pues entre periodistas lo hablamos.

Mi buen amigo Jesús Maraña y yo hemos discutido muchas veces sobre nuestro papel en tertulias televisivas, de la importancia de aguantar, de ser amable, de no perder tu papel, y es muy difícil en ocasiones resistir sabiendo que cuando caes en la provocación, en el fondo es cuando has perdido, pero resulta complicado. Óscar Puente ha demostrado que, efectivamente, aplicando información con un poco de buen humor y evitando una gran agresión, simplemente desterrando todo ejercicio de búsqueda de la tensión y la confrontación, también se pueden ganar batallas. Pero es difícil resistir, muy complicado todos los días, somos seres humanos y cuesta en ocasiones responder ante un comentario maleducado, sea en las calles, en determinados escenarios o en lugares públicos. Cada vez que me ha ocurrido, siempre he intentado mantener la amabilidad, ser simpático entendiendo que es la base fundamental para poder ganar la batalla por la convivencia, la batalla por la democracia y la batalla por buscar un entendimiento entre diferentes, que es el elemento fundamental en que tenemos que apoyar si creemos en nuestro país y en el futuro de las generaciones que nos van a seguir.

Hay una barrera que hay que diferenciar, que es la firmeza y la fortaleza de tus argumentos frente al insulto o la descalificación. La izquierda tiene que ser firme, tiene que ser contundente, pero en las formas de expresarlo es donde está ese matiz

José Miguel Contreras

JG.- Espero que aceptéis que una parte del electorado progresista seguramente sí se sintió gratificado con el primer Óscar Puente.

Las trampas del miedo

Las trampas del miedo

EP.- Absolutamente.

JMC.- Hay una barrera que hay que diferenciar, que es la firmeza y la fortaleza de tus argumentos frente al insulto o la descalificación. La izquierda tiene que ser firme, tiene que ser contundente, pero en las formas de expresarlo es donde está ese matiz.

EP.- Yo creo que Óscar desempeñó ese papel en su primera etapa en el manejo de las redes sociales, incluso cuando era alcalde de Valladolid, no era un registro nuevo que él adquiriera por su llegada al Gobierno de España. Simplemente, en dos ocasiones efectivamente derrapó en una curva y utilizó el insulto, lo que le ganó infinidad de críticas, probablemente muy justificadas. Pero yo creo que en este nuevo Óscar Puente, la izquierda se ha sentido muy reconfortada, porque ve que hay alguien dispuesto a responder siempre a la ofensiva que viene del otro lado, a desmontar el bulo y el dato falso, y a hacer un ejercicio de transparencia y de información constante y permanente en las redes que yo creo que la ciudadanía y los medios de comunicación, a pesar de que nos obvia como intermediarios de ese mensaje que tenemos que hacer entre el político y el ciudadano, acaba agradeciéndolo mucho. El otro día hizo un ejemplo bárbaro, cuando Aldama en sede judicial dio un listado de obras, supuestamente preadjudicadas en la época de José Luis Ábalos, y él se molestó en hacer una investigación de todas las obras que había enumerado Aldama y dijo: “oiga, este señor está mintiendo”. Fotocopió los documentos, y no es habitual entre los responsables políticos que aporten documentación y que acrediten el relato o la explicación que están dando, y lo desmontó. Aquello no eran obras ni siquiera de la época del ministro al que se intentaba imputar un acto supuestamente irregular, sino que eran anteriores o posteriores al mandato de ese ministro. Si ese ejercicio lo hicieran tres ministros, igual al Gobierno le iría de otra manera.

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