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MALDITA DULZURA

La dictadura ‘cool’

Cuando los militares presionaban a Adolfo Suárez para que no legalizase el Partido Comunista, su jefa de Gabinete se hizo la encontradiza con Santiago Carrillo en una fiesta. La fotografía autoprovocada entre Carmen Díez de Rivera, una mujer a la que tildaban de “pijaprogre”, y el conocido como “el asesino de Paracuellos” se convirtió en la comidilla de la élite conservadora de la época. Y allanó el camino a la democracia.

De familia aristócrata, Díez de Rivera era también la hija ilegítima del cuñado y exministro de Franco Ramón Serrano Súñer. Jamás le importó de dónde venía. Siempre puso por delante la justicia y la libertad. Como otros políticos, incluso los que habían formado parte del régimen, dejó atrás sus prejuicios por una causa más grande. Me pregunto qué opinarían hoy al ver que entre algunos sectores hay equidistancia respecto a la dictadura franquista.

Lo cierto es que si comparamos España con otros países, nuestra memoria histórica tiene grandes causas pendientes en lo que se refiere a la educación. No tenemos un museo de la memoria como en Chile o Berlín. Tampoco una oficina de atención a las víctimas como en Argentina. Y el fin de curso siempre llega antes de que los profesores de Historia puedan abordar con profundidad y rigor la dictadura franquista, dejando un vacío de conocimiento en las nuevas generaciones.

Según una encuesta reciente de 40 dB, un 26% de los hombres entre 18 y 26 años prefieren el autoritarismo a la democracia. ¿Por qué se está poniendo de moda lo reaccionario entre los jóvenes? ¿De verdad no es necesario explicarles lo que supuso el régimen de Franco? ¿La memoria histórica no debería forjar un pacto de Estado que uniese, desde el respeto a los valores democráticos, a los principales partidos del espectro político?

Parece que, desgraciadamente, será otra vez un arma arrojadiza con la que seguir dividiéndonos. Por parte de unos y de otros. Las dos eternas Españas machadianas. El problema es que una de ellas corre el peligro de dejarse llevar por el fanatismo de una extrema derecha que no condena el franquismo, canta el Cara al sol frente a Ferraz, se codea con la simbología nazi o reza el rosario por la artificial polémica de la estampita de la vaquilla del Grand Prix.

¿Por qué se está poniendo de moda lo reaccionario entre los jóvenes? ¿De verdad no es necesario explicarles lo que supuso la dictadura franquista? ¿La memoria histórica y la defensa de nuestra democracia no deberían forjar un pacto de Estado?

Este 2025, y tal como está el mundo, puede ser un buen momento para encontrar por fin el consenso político en torno a este tema tan crucial para nuestra democracia. Aunque solo sea por honrar el legado de Carmen Díez de Rivera, Adolfo Suárez, Manuel Fraga, Santiago Carrillo y los que lucharon, de verdad, para garantizar unos derechos y libertades que no debemos dar por hechos. A pesar de esta absurda guerra cultural que tanto nos quita. Lo de siempre. Todo el rato. Porque la dictadura, lo siento mucho, no puede ser cool.

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