"Una familia que no ama, trae droga", rezan las letras en negrita al pie de la foto de una bolsa para cadáveres. Un eslogan estremecedor que anuncia el registro corporal que están a punto de hacernos. En el vestíbulo de la prisión de Estremera, a 70 kilómetros de Madrid, un gentío disperso se reúne por familias. Se abre la primera puerta en dirección a las salas de visitas. El protocolo es estricto. Apenas se nos permite llevar unas hojas de papel metidas en un bolsillo para tomar notas.
Tras atravesar varios muros perimetrales, un largo pasillo cubierto suspendido y un gran patio rodeado de torres de vigilancia, nos instalamos en uno de las pequeñas cabinas acristaladas. Es un cubículo anticuado parecido a un acuario, y desde él se ven en fila las demás salas de visita del mismo tipo. En algunas de ellas hay hasta diez personas esperando a un familiar.
En el último momento, un guardia nos entrega un lápiz. Entonces suena un timbre y se abre la reja de los reclusos. En el tumulto de un grupo apresurado, destaca una silueta pequeña y lenta. Hugo Carvajal se sienta frente a nosotros, con su cabeza calva y una chaqueta azul abrochada sobre una impecable camisa blanca.
Su ademán y sus gestos enérgicos son muestra de la rigidez de sus funciones pasadas, como militar de carrera que llegó a general y luego fue destituido en 2019. Entre 2004 y 2011, y de nuevo en 2013-2014, Hugo Carvajal dirigió la DGCIM, la inteligencia militar de su país, Venezuela, antes de ser nombrado diplomático y luego elegido diputado en 2016.
"Qué jóvenes son ustedes", dice a modo de saludo. Parpadea cada poco y rara vez nos mira a la cara. Cuando le hacemos preguntas, se apoya en el auricular que sostiene en una mano, juguetea con un Bic que pega en la ventanilla y mira mientras habla. "Les advierto que no voy a hablar de nada sobre mi caso, nada que pueda alimentar o añadir valor al proceso de los Estados Unidos".
El ex jefe de espionaje accedió a reunirse con nosotros el pasado diciembre, tras meses de negociaciones con sus abogados. Hasta ahora, ningún periodista había podido sentarse en la cabina frente al hombre que guarda tantos secretos sobre su país.
Estados Unidos solicita su extradición desde hace cuatro años. Pero no es la única dificultad a la que se enfrenta: desde que Hugo Carvajal se unió al bando de Juan Guaidó, que intentó desbancar a Nicolás Maduro en 2019, el presidente venezolano también ha querido encarcelarlo.
En un momento en el que Estados Unidos, gracias a la guerra de Ucrania, ha comenzado a descongelar sus relaciones con Caracas, este hombre de 63 años no puede refugiarse ni del lado de sus aliados ni del de Venezuela. Una situación inextricable. Un destino enmarañado entre el chavismo, el narcotráfico de las Farc y el papel de Estados Unidos en Sudamérica.
Aval a la extradición
El jueves 13 de julio, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) ha fallado en su contra: "El Tribunal considera que el Sr. Carvajal Barrios no ha demostrado que corra un riesgo real de ser condenado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional". Se elimina así el último obstáculo para su extradición a Estados Unidos.
Olivier Peter, abogado de Carvajal en Estrasburgo, se mostraba preocupado de antemano: "Mi cliente corre el riesgo de ser encerrado para el resto de su vida, lo que puede constituir un trato inhumano y degradante según la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos".
Último vestigio del chavismo, Hugo Carvajal era el hombre que manejaba todas las conspiraciones del Estado Profundo de Hugo Chávez. Los dos fueron encarcelados juntos tras el fallido golpe de 1992, una compañía que catapultó al hombre que había sido militar desde adolescente a lo más alto del sistema de seguridad de un país autoritario. Hugo Carvajal tampoco va a hablar sobre los excesos autocráticos que han sido ampliamente documentados por ONG independientes. "Le decían que hiciera algo y lo hacía", dice el familiar con el que nos reunimos.
Aún conserva el orgullo del hombre fuerte que fue. Pero frente a nosotros está la realidad de un hombre impotente y resignado a esperar. En el centro de un embrollo judicial y diplomático entre Estados Unidos y Madrid, el hombre apodado "El Pollo" por su aspecto desplumado está condenado a la inacción. Rodeado de presos comunes, debe, como ellos, esperar una decisión judicial.
Para evitar acabar en la cárcel, en Venezuela o en Estados Unidos, Carvajal tenía un plan. Pero era un plan que parecía sacado de una mala película de espías. Algunos medios de comunicación le han descrito viajando con bigote falso; él lo niega. "Fui a España a toda prisa porque tenía que encontrar un país no demasiado cercano a Venezuela, sabiendo que Estados Unidos me quería muerto". Y confirma el resto de sus aventuras.
Como muchos agentes, Hugo Carvajal tiene varias identidades.
A principios de 2019, huyó de Venezuela por mar. Siguiendo los pasos de los migrantes económicos que han huido en masa desde la crisis chavista, viajó primero a Trinidad y Tobago antes de llegar por mar a República Dominicana. Sano y salvo, embarcó en un avión de Santo Domingo con destino a Madrid.
A partir de entonces, las versiones difieren. La prensa informó de que había sido localizado. Sus allegados juran que el CNI estaba al corriente de su llegada. Gracias a sus contactos y a su pasado de espía, aceptaron acogerle. Su pasaporte no está a su nombre. Como muchos agentes, tiene varias identidades. Lo que es seguro es que su falsa identidad no podía pasar desapercibida.
Lo que le hace sospechoso no es que el documento estuviera mal redactado –se trata de una verdadera identidad falsa recuperada por sus conexiones en los servicios– sino el nombre elegido: José Mourinho. Ex entrenador del Real Madrid y ganador de dos Champions, el técnico de fútbol es más conocido en Madrid que Shakira o Rafa Nadal. "No sabía quién era José Mourinho, para él era Juan Nadie o Perico de los Palotes", dice un familiar en el trayecto en coche hasta la cárcel.
Hugo Carvajal mantiene el misterio sobre el contenido de sus conversaciones con los agentes del CNI. "Por mi anterior trabajo, obviamente conocía a gente en España", dice.
Un breve encarcelamiento en 2019
Comenzó entonces un breve interludio de vida tranquila en Madrid junto a su familia. Se había vuelto a casar, tenía varios hijos pequeños y vivía en un piso de la capital española, sin trabajo ni sustento. “No tenía muchos medios, así que recurría a los amigos", cuenta este familiar en un café madrileño. “Para los gastos legales, nos vemos obligados a recurrir a benefactores". Preguntado al respecto, el ex jefe de la inteligencia militar se mostró impreciso sobre sus actividades durante este periodo.
EL 12 de abril de 2019 fue detenido a petición de Estados Unidos, que había puesto precio de 10 millones de dólares a su cabeza, acusado de narcotráfico vinculado a las FARC. Cinco meses después, la justicia española denegó su extradición, alegando que la petición era "demasiado vaga". En libertad, Carvajal aprovechó la situación para desaparecer.
Pero cuando te buscan tanto Estados Unidos como Venezuela, los países donde refugiarse son pocos. "Irán, China y Rusia son aliados de Caracas, todos los demás lo son de Estados Unidos", explica su familia.
Rodeado de un puñado de fieles seguidores que velan por su seguridad, Carvajal explica que pasó casi dos años encerrado en Madrid, en el piso de un familiar. En septiembre de 2021, fue detenido de nuevo y esta vez recluido en la prisión donde nos reunimos con él.
Mientras tanto, Venezuela también presentó una solicitud de extradición por sus nuevas posiciones políticas. En febrero de 2019 publicó un vídeo en el que apoyaba a Juan Guaidó, opositor al presidente Maduro, reconocido en su día como jefe de Estado por medio centenar de países, entre ellos Estados Unidos. Este discurso fue difundido en su cuenta de Twitter y en Facebook por periódicos de la oposición.
Muy formal, trajeado, Carvajal leyó un texto en el que se posicionaba a favor de Donald Trump. Pero sobre todo, leyendo su discurso en tono serio, atacó directamente a Nicolás Maduro: "Mataste a cientos de jóvenes que estaban en la calle reclamando derechos que tú les robaste. Y eso sin contar las muertes causadas por la falta de medicinas y de seguridad".
Para Sebastiana Barráez, periodista venezolana especializada en temas de defensa, se trataba de una simple maniobra. "Carvajal nunca ha tenido realmente vínculos con la oposición. Fue un intento desesperado, una vez huido del país, de obtener clemencia de Estados Unidos", explica.
Una cosa es segura, este apoyo no dará sus frutos. En octubre de 2021, Estados Unidos consiguió su extradición por decisión de la Audiencia Nacional española.
Las FARC y Maduro en el punto de mira de un fiscal de Nueva York
A miles de kilómetros de Caracas o de la cárcel española, un expediente denominado "Cártel de Los Soles" acumula polvo en el despacho de Geoffrey S. Berman, fiscal federal del Distrito Sur de Nueva York. Berman, del Distrito Sur de Nueva York: "Estados Unidos de América contra Nicolás Maduro Moros". Además del presidente venezolano, están acusados tres altos cargos de seguridad, entre ellos Hugo Carvajal, así como dos altos cargos de las FARC.
En el documento de acusación que justificó la detención de Hugo Carvajal, entre los cargos contra el cártel de Los Soles, se relatan cinco episodios entre 2006 y 2013 que apuntan directamente a Carvajal: reuniones con altos mandos de las FARC y entregas que supuestamente se beneficiaron de su protección. Preguntados sobre ello, ni Carvajal ni su abogado americano Zachary Margulis-Ohnuma quisieron responder.
"El cártel de Los Soles es una vieja serpiente marina de la que Estados Unidos lleva hablando mucho tiempo. Acusan a un país donde el tráfico de cocaína es una realidad, pero es difícil saber qué es verdad y qué no", dice Mariano de Alba, especialista en Venezuela del International Crisis Group.
Hugo Carvajal presentó un recurso ante el TEDH en marzo de 2022 para que se suspendiera la extradición. Este procedimiento acaba de concluir. Antes de esta decisión del tribunal de Estrasburgo, los tribunales españoles habían reconocido ciertos argumentos jurídicos. Uno de los magistrados del tribunal, José Ricardo de Prada Solaesa, señaló que la petición americana no contenía "la más mínima especificidad jurídica en cuanto a su implicación criminal".
El mismo magistrado denunció también un intento de injerencia política. Expresó su "perplejidad, profundo malestar y desacuerdo" por la intervención en el procedimiento de un miembro de la embajada española en Washington, y añadió que tenía "la esperanza de que se tratara de un hecho puntual y que no tuviera influencia real en el resultado del proceso".
Maduro me tiene miedo, soy un adversario peligroso para él. Ha querido aislarse.
Nicolás Maduro no abandona a los suyos, le acusen de lo que le acusen. Recientemente, el presidente venezolano demostró su apoyo inquebrantable a sus allegados implicados en tráfico de cocaína. A principios de 2022, dos sobrinos de su esposa, detenidos en Haití en 2015 y juzgados en Estados Unidos en 2016 por tráfico de cocaína, fueron canjeados por siete presos americanos.
Cuando aún estaba en el sistema chavista, Hugo Carvajal pudo beneficiarse del apoyo del país. Así, pocos meses después de la muerte de Chávez en 2013, su fiel mano derecha fue enviado a un destino dorado. Nicolás Maduro le nombró cónsul en Aruba, una isla caribeña frente a las costas de Venezuela y bajo control holandés.
No duró mucho. "Le apartaron del poder porque se había convertido en una molestia para Maduro y su clan", dice nuestro contacto en el clan Carvajal. La experta Sebastiana Barráez coincide en eso: "Maduro no confiaba en él. Pero como dice el refrán, mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más cerca.”
Nada más llegar a Aruba, las autoridades de la isla holandesa se pusieron en marcha, basándose en la notificación de la Interpol norteamericana: Hugo Carvajal fue detenido a petición del Departamento de Estado de EEUU. Pero el asunto se convirtió en un incidente diplomático y sólo estuvo encarcelado cuatro días.
Hoy, Hugo Carvajal sabe que ya no puede jugar esa carta: "Maduro me tiene miedo, soy un adversario peligroso para él. Ha querido aislarse.”
El último chavista
Los dos hombres nunca han sido cercanos. "Maduro no es un compañero histórico de Chávez, recuerdo una ocasión no hace mucho en la que Maduro hizo que su esposa, que era diputada, me llamara para recibirlo", dice el ex jefe del DGCIM. "Nunca se llevaron bien, pero cuando él dejó el Ejército o el servicio diplomático para entrar en política, ese fue el principio del fin", dice el familiar con el que hablamos.
El episodio de Aruba, que atrajo una gran atención mediática en Venezuela, catapultó a Carvajal a primera fila. Convertido en héroe nacional a su regreso, se le pasó una idea por la cabeza. "Fue muy positivo en términos de cobertura mediática. Me dije: ¿Por qué no dedicarme a la política?” En 2016 fue elegido diputado. Probó suerte como parlamentario, presentándose en traje sin corbata, muy lejos del decoro militar y las arengas en uniforme que practica Nicolás Maduro, tratando de imitar a Hugo Chávez. Pero para los especialistas, este esfuerzo tiene como principal objetivo ofrecerle protección adicional.
“Washington se ha vuelto mucho más pragmático con Venezuela y ha iniciado un periodo de intercambio de prisioneros y de negociaciones", observa Mariano de Alba. “Pero Hugo Carvajal ya no goza de la protección de Nicolás Maduro, que por tanto no intervendrá en su favor si es entregado a Estados Unidos".
Nos acercamos al final del tiempo permitido para la visita. Una hora frustrante. Impasible, todavía frotando sus bolígrafo contra el cristal, El Pollo no se ha quitado la careta. El hombre que guarda tantos secretos, partes enteras de la turbulenta historia de su país, no sale de su reserva. Se dice que compartimenta cada aspecto de su vida.
Ambiciones intactas
No importa cuántas veces le preguntemos por sus relaciones en el extranjero: se mantiene elíptico, limitándose a reconocer el importante papel que desempeñó en su país. "Yo estaba a cargo de los espías en todo el mundo, los de las embajadas, así que sí, se puede decir que estaba bien informado". Hugo Carvajal también era responsable de nombramientos y ascensos. Una función que le granjeó muchos celos, pero también una mezcla de respeto y miedo.
En 2002, cuando se produjo un intento de golpe de Estado contra Hugo Chávez, el militar estaba al otro lado del mundo. "En Rusia", dice, sin precisar por qué.
Entrevistado por el The New York Times en febrero de 2019, cuenta que diez años antes se había reunido con miembros de Hezbolá en Siria, a petición de Tareck El Aissami, entonces ministro del petróleo de Venezuela. Según Hugo Carvajal, este viaje diplomático debía servir para establecer vínculos entre Hezbolá y los combatientes de las FARC.
Hemos intentado saber más sobre ese eje geopolítico criticado regularmente por las capitales occidentales, pero el hombre es una tumba. Nos iremos sin conocer la naturaleza de las relaciones secretas de Venezuela con Siria o Irán. Tampoco sobre los intercambios entre bastidores en temas de seguridad que gestionó durante años. En cuanto a la realidad de sus vínculos con las FARC, a pesar de nuestra insistencia, tampoco sabremos nada: "No puedo arriesgarme a hablar del asunto", explica.
En cuanto a la figura de Hugo Chávez, al igual que Nicolás Maduro, El Pollo no se arredra ante la figura tutelar. "Yo sólo le respondía a él. Cuando quería que habláramos los dos solos, decía al chofer que nos dejara y conducía él". En cuanto a vulneraciones de derechos individuales o autoritarismo, sólo recuerda las cometidas por Maduro. Hasta ahora, ninguna asociación o colectivo de víctimas ha acusado a Carvajal de violaciones de derechos humanos o malos tratos durante una detención. Y en el proceso americano no se hace mención a ello.
Suena la campana. "Sigo teniendo ambiciones políticas, y si las cosas no funcionan me dedicaré a mis hijos, que aún son pequeños".
Caja negra
En previsión de la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) sobre su caso, nos reunimos con Hugo Carvajal en una sala de visitas el 17 de diciembre de 2022 en la cárcel de Estremera (España).
La visita fue organizada con sus defensores y un miembro de su familia.
Jean-Baptiste Mouttet, antiguo corresponsal de Mediapart en Venezuela, participó en esta investigación.
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Traducción de Miguel López