Silencio, estamos jugando. La segunda entrega de los documentos de Football Leaks concluye entre un gran suspiro de alivio. Durante casi cuatro semanas, el mundo del fútbol no esperaba nuestras revelaciones, sino el fin de las mismas: no se vaya a romper el juguete.
Hace dos años, después de la primera temporada de Football Leaks, todavía cabía la duda, había lugar para la esperanza. Quizás esperábamos la reacción de las autoridades del mundo del fútbol, que impusieran sanciones, que endurecieran las normas o, simplemente, que las respetaran. Nada de eso. Sólo la Justicia penal, independiente, ha hecho algo de seguimiento a las informaciones publicadas.
¿Por qué? Los mandamases del mundo del fútbol están hasta el cuellomandamases. La salida de la FIFA de Sepp Blatter, salpicado por un enorme escándalo de corrupción, no cambió las prácticas actuales. Su sucesor, Gianni Infantino, no sólo ayudó a los grandes clubes europeos, como el París Saint-Germain y el Manchester City, a maquillar sus cuentas para que pareciera que cumplían las normas del juego limpio financiero, sino que también acabó con las autoridades de control interno independientes.
Gianni Infantino también contactó con un fiscal suizo que le proporcionó valiosa información a cambio de regalos, lo que llevó a la apertura de una investigación judicial contra Infantino y a una investigación administrativa por parte del Ministerio de Justicia contra el fiscal federal suizo Michael Lauber.
El presidente de la FIFA, a quien le gusta presentarse a sí mismo como Don Limpio, incluso silenció los casos de dopaje de los internacionales rusos antes de la Copa Mundial, para no disgustar a Vladimir Putin, anfitrión de la competición, o a Gazprom, principal patrocinador de la FIFA. Algo huele mal en las altas esferas.
Por ello, no es de extrañar que la FIFA no reaccionara a las investigaciones periodísticas, en particular en lo que respecta a los graves abusos cometidos en negociaciones en que hay implicados jugadores menores. En 2016, revelamos ya cómo los jóvenes futbolistas de todo el mundo, y especialmente en África, estaban siendo traspasados, revendidos, explotados y desatendidos, pasando por alto sus derechos. ¿Qué descubrimos ahora? Que no ha pasado nada. No hay nuevas sanciones. Aunque la situación no ha hecho más que empeorar.
Fiel a su política del avestruz, la FIFA no ha hecho ningún anuncio después de la publicación de nuestros artículos para combatir las prácticas incorrectas de los clubes africanos, ni para acelerar las investigaciones contra los clubes, a pesar de las graves infracciones (el Manchester City y el Chelsea pueden ser condenados a dos años sin traspaso de menores).
La callada por respuesta
La misma callada por respuesta se dio en la UEFA, que ocultó el dopaje financiero estratosférico del PSG, del Manchester City, de tres clubes rusos y del AS Mónaco (por un total de 6.000 millones). El presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, no se encuentra motivado a la hora de hacer limpieza, a pesar de que la mayoría de los hechos ocurrieron durante la era Infantino y Ceferin está en guerra abierta con él.
Hay que decir que en mayo de 2018, los colaboradores de Ceferin propusieron al PSG que se cerrara la investigación por “razones políticas”. No se ha abierto ninguna investigación interna en la UEFA para arrojar luz sobre los compromisos de Michel Platini y Gianni Infantino, entre otros.
Se dice que lo que hace que un equipo de fútbol tenga éxito es la solidaridad que mueve a sus jugadores. En este sentido, los líderes del fútbol europeo y francés forman un equipo magnífico. Una familia inquebrantable.
Muchos clubes han perdido en la Liga de Campeones contra el PSG, el Manchester City y el Zenit de San Petersburgo. Incluso más clubes compiten contra ellos cada semana en sus respectivas competiciones. Las víctimas de estos casos de dopaje financiero se cuentan, por tanto, por decenas. Y sus partidarios por cientos de miles. Sin embargo, ningún club se atrevió a denunciar a la UEFA. Todos guardan las formas y todos tienen miedo.
Lo que pasa en el vestuario, se queda en el vestuario. Pongamos por caso al Olympique de Lyon. Antaño Jean-Michel Aulas despotricaba contra el dopaje financiero del PSG. Cuando publicamos las pruebas, estaba satisfecho con lo mínimo. Lo mismo ocurrió cuando leyó que un cártel de grandes clubes europeos le había engañado en 2016 amenazando con crear una Súperliga privada para imponer a la UEFA su reforma de las competiciones europeas.
Tal vez porque reaccionar sería dar crédito a nuestras revelaciones. ¿Qué dicen nuestras informaciones? Que cuando luchaba contra las ventajas fiscales de las que disfrutaba su rival, el AS Mónaco, bajo un poco el tono –pura coincidencia–cuando el club monegasco le compró jugadores. Y volvió a rebajar el tono cuando el AS Mónaco firmó un contrato comercial con su empresa privada, CEGID.
El mismo silencio reina en la inmensa mayoría de los cerca de 200 clubes que componen la Unión Europea de Clubes: ni uno solo ha presentado un recurso, mientras que los clubes pequeños y medianos han perdido decenas de millones de euros al año y los líderes de la Unión Europea de Clubes también lo eran del cártel.
¿Y qué hay de la Liga francesa de fútbol? Anunció que había abierto una investigación, conjuntamente con la Federación, a raíz de nuestras revelaciones sobre los métodos utilizados por el AS Mónaco para reclutar menores.
Pero la Liga no hizo nada cuando revelamos las múltiples violaciones normativas cometidas por el AS Mónaco para pagar a los agentes o clubes, a través de contratos secretos o de un partido fantasma con el Manchester United. ¿No sería su función elevar el tono, investigar, ofenderse por los métodos inaceptables utilizados por el AS Mónaco?
El problema es que su expresidente, Frédéric Thiriez, tiene un bufete de abogados, que captó al AS Mónaco como cliente en un momento en que el club había identificado al presidente de la Liga como el “último obstáculo” que había que eliminar para llevar a cabo con éxito sus negociaciones.
En Mónaco, el príncipe Alberto reaccionó finalmente, en las páginas de Mediapart [socio editorial de infoLibre], a la avalancha de revelaciones sobre el presidente del club, Dmitri Rybolovlev. Porque éste no sólo compró un club; con regalos y contrataciones, se aseguró la buena voluntad de todo un aparato de Estado. Una vez más, es la Justicia la que determinará las posibles consecuencias: Rybolovlev fue acusado durante los Football Leaks.
Agentes de jugadores
Football Leaks 1 reveló el escándalo de los agentes de jugadores, las estructuras offshore, las remuneraciones extraordinarias y la evasión fiscal de las estrellas del fútbol. Football Leaks 2 confirmó estas prácticas, estas remuneraciones dudosas en los traspasos de Neymar y Mbappé, las prácticas de Pini Zahavi, las asambleas de Jorge Mendes.
Pero Football Leaks 2 sobre todo confirmó que a nadie le importaba. Todos continúan operando. En el caso del traspaso de Paul Pogba del Juventus al Manchester United, la FIFA dio el visto bueno a la Juve y la Federación Inglesa ni siquiera consideró necesario abrir una investigación sobre Mino Raiola, el hombre que se embolsó 49 millones de euros en esta operación multiplicando los conflictos de intereses.
A falta de castigo de las estafas financieras que afectan al fútbol, se podría haber imaginado una forma de rectitud moral por parte de sus principales dirigentes. Este no es el caso.
Por ejemplo, en Francia, demostramos que el PSG realizaba fichajes étnicos mencionando el origen de sus potenciales jugadores, de 12 o 13 años. Y que al menos un adolescente, Yann Gboho, fue discriminado sólo por ser negro. ¿Qué no se habría dicho si, en otro sector, una empresa privada hubiera querido limitar el número de negros en su plantilla? Pero en el fútbol, todo es posible.
La Fiscalía de París abrió una investigación judicial y el caso hizo mucho ruido, por supuesto. Pero el intenso lobbying del club, los intereses compartidos, el deseo de ocultar la discriminación en un deporte que normalmente parece ser el lugar donde todos tienen una oportunidad, apoyado por unos pocos periodistas de renombre, hicieron posible enterrar rápidamente el caso.
La secretaria de Estado para la Igualdad entre Mujeres y Hombres y la Lucha contra la Discriminación, Marlène Schiappa, considera que “no hay razón para no confiar en el PSG”, y ve oportuno precisar que el expediente fue “aparentemente una iniciativa aislada”. Por su parte, la Comisión de Ética de la Federación Francesa de Fútbol afirma, tras haber oído únicamente a los dirigentes del PSG, que “no se han establecido presuntas prácticas discriminatorias”.
De modo que todo el mundo ha tenido una reacción muy tibia, se fía de la investigación interna del PSG, mientras que nosotros probamos que la dirección general del club, que supervisa la supuesta investigación, había ocultado estas prácticas discriminatorias.
Estos discursos relativistas y tranquilizadores acaban contaminando a los aficionados al fútbol. En Alemania, las revelaciones de los Football Leaks provocaron una ola de indignación. Desde el primer fin de semana, se multiplicaron pancartas en los estadios para agradecer al equipo de Football Leaks las revelaciones.
En Francia, el artículo más destacado fue el de Ngolo Kanté, que se negó a recibir parte de sus ingresos en el paraíso fiscal de Jersey. Nada nuevo, hace dos años ya había pasado lo propio con Benzema, un patriota fiscal. Parece que los aficionados sólo apoyan las buenas noticias, que se están volviendo sorprendentes de lo banales que son, porque nada gira en este mundo, excepto el balón.
Tras la publicación inicial de los primeros documentos en 2016, el pasado 2 de noviembre, 15 diarios europeos pertenecientes a la red de medios de comunicación European Investigative Collaborations (EIC), comenzaban a publicar nuevas informaciones en el marco de FootballLeaks,la mayor filtración de información de la historia del periodismo. Se trata de 70 millones de documentos obtenidos por Der Spiegel, es decir, 3,4 teraoctetos de datos, que han sido analizados durante ocho meses por casi 80 periodistas, infografistas e informáticos. Corrupción, fraude, dopaje, traspasos, agentes, evasión fiscal, explotación de menores, compra de partidos, influencia política: los Football Leaks documentan de manera inédita la cara negra del fútbol. Estas revelaciones de interés público, difundidas por Mediapart [socio editorial de infoLibre], versan sobre documentos auténticos.
Además de Mediapart, los medios de comunicación participantes en el proyecto son Der Spiegel (Alemania), Expresso (Portugal), L’Espresso (Italia), Le Soir (Bélgica), NRC Handelsblad (Países Bajos), The Black Sea/RCIJ (Rumanía), Politiken (Dinamarca), Nacional (Croacia), Tages Anzeiger/Tribune de Genève (Suiza), Reuters (Reino Unido), De Standaard (Bélgica), VG (Noruega), Premières Lignes/France 2 (Francia) y NDR Television (Alemania).
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Traducción: Mariola Moreno
Leer el texto en francés:
Silencio, estamos jugando. La segunda entrega de los documentos de Football Leaks concluye entre un gran suspiro de alivio. Durante casi cuatro semanas, el mundo del fútbol no esperaba nuestras revelaciones, sino el fin de las mismas: no se vaya a romper el juguete.