La crisis en la UE

“Si yo fuera griego, no sé qué votaría en el referéndum”

“Si yo fuera griego, no sé qué votaría”

El primer ministro griego, Alexix Tsipras, anunció el viernes por la noche la celebración, el próximo 5 de julio, de un referéndum sobre el proyecto de acuerdo propuesto por los acreedores de Atenas, calificado de “ultimátum” contrario a los principios fundadores de Europa. El copresidente del Grupo Verdes en el Parlamento Europeo, el belga Philippe Lamberts, reacciona a este anuncio.

Pregunta: ¿Qué piensa usted de la convocatoria anunciada por Alexis Tsipras?

Respuesta: Existió la tentación, durante un tiempo, de darse la espalda entre Grecia y sus acreedores, ambos responsables del bloqueo de las negociaciones. Pero ahora no estamos ahí. Hemos visto a los acreedores, que son ideólogos, en una actitud casi religiosa a los ojos de Grecia. Es la batalla de la democracia contra la ideología ultraliberal la que se está jugando.

Los ingredientes para una solución a la crisis griega se conocen. Primero hay que liberar el último tramo de ayuda, que esté ligado a unas condiciones que sean a la vez supuestamente económicas –sin poner más austeridad a la austeridad existente– y socialmente justas. Luego hay que hacer todo lo posible para alentar la inversión en Grecia. Y por último, dejar de negar la realidad y reconocer que la deuda griega es insostenible: es necesaria una reestructuración.

Si comparamos las promesas electorales de Syriza y sus últimas ofertas a los acreedores, los griegos han hecho ya las mayores concesiones. Incluso han aceptado las condiciones económicas improductivas. Por su parte, la Comisión Europea presentó un plan de recuperación al comienzo de la semana que va en el buen sentido, con una ayuda técnica para asegurarse que el dinero europeo desbloqueado pueda ser, efectivamente, invertido.

Pero tenemos de otro lado al FMI, que tiene una responsabilidad aplastante en las discusiones sobre policy mix [equilibrio que debe encontrarse entre las políticas presupuestarias y fiscales]. ¡No es el FMI quien debe decir que Atenas pone demasiados impuestos a sus empresas! ¡No le concierne! En cuanto a la deuda, estamos de cara a una obsesión de los acreedores de no mencionarla. Es el signo de una gran incompetencia económica, de una negación de responsabilidades y de una obsesión ideológicamente motivada para aplastar a Grecia.

Son el FMI y los acreedores europeos los responsables del fracaso, por razones diferentes. Si bien Alexis Tsipras no tenía otra elección que convocar el referéndum.

P: ¿Cómo ve usted la alternativa?

R: En este caso, si yo fuese griego, no sé qué votaría. Hay una elección entre dos malas alternativas. El no conlleva el riesgo –aunque no es una certeza–de una salida de la zona euro. Y entonces el principio de la deconstrucción de la zona euro y de la Unión Europea. El sí, –es decir, aceptar las condiciones negociadas– vuelve a hormigonar un cartel ideológico neoliberal. Es una forma de cuestionar las ideas incluso sobre el origen del proyecto europeo.

Cuando comparo la situación de Grecia y la actitud de la UE sobre los refugiados de guerra [los jefes de Estado y de Gobierno se rebelaron ante la propuesta de la Comisión sobre el reparto de los refugiados por cuotas], resultante de la primera jornada del Consejo Europeo del jueves por la tarde, ambas son vergonzosas. La identidad europea es negada en cada uno de estos dos callejones sin salida.

P: ¿Qué espera usted del Eurogrupo este mediodía en Bruselas? [la pregunta alude a la reunión del sábado 27 de junio]

R: Espero que, vista la situación, los acreedores de Grecia vuelvan al sentido común. Son ellos quienes tienen el poder más grande para comportarse con la mayor responsabilidad. Deben retroceder en sus posiciones: el FMI debe dar marcha atrás en la cuestión de la policy mix y los acreedores deben aceptar avanzar en la reestructuración de la deuda. Si en las horas o en los días próximos ellos empiezan a dar marcha atrás, Tsipras debe volver a sentarse en la mesa de negociaciones y suspender el referéndum mientras que las discusiones no terminan. Y finalmente, sobre la base de un texto nuevo negociado, organizar de nuevo el referéndum.

P: ¿El referéndum no revela, también, la incapacidad del Parlamento Europeo, supuestamente la institución más democrática de Bruselas, para hacerse entender?

R: En un mundo ideal, el Parlamento Europeo debería poder votar el memorándum al final de las negociaciones para la asistencia de un país. Pero hoy no se puede más que ejercer magisterio moral. Nosotros no tenemos cabida en la mesa de negociaciones. Lo cual se entiende en parte: el dinero prestado a Atenas viene de los Estados miembros, no del presupuesto europeo… Ahora, no hay que hacerse ilusiones: encontramos en el Parlamento Europeo el mismo grado de irresponsabilidad y de ideología de ciertos elegidos que encontramos en algunos Estados miembros.

El Eurogrupo rompe las negociaciones con Grecia

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Traducido por: Marta Semitiel

Puedes leer el artículo original en francés aquí:

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