Las autoridades lo denominan "plan para el hiyab y la castidad". Entró en vigor el 15 de abril y es la respuesta represiva del régimen a la revolución cultural en marcha, que ahora ve a miles de mujeres iraníes sin un solo velo andando por la calle, cogiendo el metro, yendo a la universidad o comprando en supermercados, algo impensable antes de la muerte de Mahsa Amini el 16 de septiembre de 2022 en Teherán, cuando estaba detenida y después de sufrir varias palizas.
En la capital iraní, los vídeos también muestran cada vez más mujeres con falda en las principales avenidas e incluso algunos hombres con pantalones cortos, atuendos estrictamente prohibidos por el código de vestimenta y aún castigados con multas o incluso penas de cárcel en caso de reincidencia.
Ahora, con la nueva ley, negarse a llevar el velo se considera una amenaza para la seguridad nacional, cosa que antes no ocurría. A finales de marzo, el todopoderoso jefe del poder judicial, el ayatolá Gholamhossein Mohseni Ejei, anunció que todas las que fueran sorprendidas sin hiyab en un espacio público serían consideradas enemigas del Estado y de los valores islámicos, y "castigadas" en consecuencia. Y "castigadas" en consecuencia.
"Según las leyes vigentes, quitarse el hiyab se considera un delito", advirtió en un comunicado Hassan Mofakhami, jefe de seguridad de la policía.
Los parlamentarios impulsores de la nueva ley llegaron a subrayar que "el rechazo del velo formaba parte de un complejo plan preparado por los enemigos para desestabilizar el país y alterar el orden social". En ciudades de todo el país, durante la oración del viernes, cuya prédica está guiada por la Oficina del Guía de la Revolución Islámica, el ayatolá Alí Jamenei, los imanes invitan a agentes de paisano a arremeter libremente contra las mujeres que no lleven velo.
La nueva ley retoma la de 1983, que obligaba a las mujeres iraníes y a las extranjeras, independientemente de su religión, a llevar velo y ropa holgada en público. Fue reforzada por la ley de 5 de julio de 2022, presentada por el presidente Ebrahim Raissi, que impone nuevas restricciones a las mujeres. El pañuelo debe cubrir ahora, además del pelo, el cuello y los hombros.
Para ir más lejos en la represión, las autoridades han empezado a instalar "cámaras inteligentes" en plazas y vías de circulación para identificar a las infractoras. "Las personas que se quiten el hiyab en lugares públicos recibirán primero una advertencia y, en caso de reincidencia, serán llevadas ante los tribunales", declaró el jefe de la policía iraní, Ahmad-Reza Radan, en una entrevista en la televisión estatal.
Tolerancia cero
También se advertirá a los propietarios de vehículos si una pasajera infringe el código de vestimenta. Y en caso de reincidencia, añadió Ahmad-Reza Radan, se arriesgan a que les confisquen el vehículo. "No se tolerará ningún comportamiento individual o colectivo, ni ninguna acción contraria a la ley", insistió la policía en otro comunicado, en el que también se pedía "a los ciudadanos que sigan cooperando" con la policía.
Tras afirmar que la desobediencia de la ley empaña la imagen espiritual del país y propaga la inseguridad, instó incluso a los empresarios a hacer cumplir las normas realizando "inspecciones regulares". El velo también se describe como "uno de los fundamentos civilizatorios de la nación iraní".
Otras víctimas de esta guerra contra las mujeres son los comercios, grandes y pequeños. A mediados de abril, ya se habían cerrado 137 tiendas, incluso farmacias, y 18 restaurantes por admitir a mujeres sin velo, según un portavoz de la policía.
Aunque muchos especialistas apostaban por una flexibilización del régimen en la cuestión del velo, debido a la presión de las facciones reformistas y, sobre todo, de ciertos oficiales de los pasdaran (Guardias de la Revolución) que estaban preocupados por el deterioro de la situación interna, lo que se está viendo es, por el contrario, un verdadero endurecimiento. Evidentemente, el instigador es el Guía Supremo, mucho más que el Presidente Raissi, al que no se ha oído hablar mucho de este tema.
“La táctica del Guía es no cambiar nada", afirma un politólogo experto en Irán, que desea permanecer en el anonimato. “Cree que esto provocaría su caída, como ocurrió con el Sha en 1978, que quiso reformar su país desde una posición de debilidad. El resultado fue su hundimiento. Por eso existe actualmente un exceso de seguridad. La estrategia actual es hacer reinar el terror, aumentar el coste para los manifestantes y el riesgo para los que luchan contra el orden teocrático".
No volveremos a llevar el velo. (...) No cederemos.
De momento, la represión no ha frenado las ganas de las mujeres iraníes de vestir como quieran. Algunas de ellas replicaron inmediatamente publicando selfies con sus cabezas descubiertas. "Hola a todos, menos al jefe de policía y sus cámaras", tuiteó una de ellas.
Ahora se corre el mismo riesgo en los círculos artísticos. Hace unos días, la actriz iraní Pantea Bahram, de 53 años, acudió sin velo al Lotus Cinema-Theatre, en el sur de Teherán, al estreno de la nueva serie La piel del león. No se sabe si fue detenida a continuación, pero el director del teatro fue despedido poco después por el organismo iraní de control cinematográfico por "no controlar la situación y no expulsar del teatro a la infractora ". Otras actrices famosas de Irán, como Katayoun Riahi, han sido citadas a comisaría o privadas de pasaporte, al igual que algunos de los directores que las apoyan, como Hamid Pourazari.
"El nizem (sistema) no conseguirá hacernos retroceder. No volveremos a llevar el velo. Nos amenaza con multas de hasta mil quinientos millones de tomanes, (unos 25.000 euros) pero no cederemos", exclamó una residente en Teherán, contactada por teléfono.
Otro asunto que ha cabreado a las autoridades e indignado al clero es la aparición en los muros de las universidades y parques de Teherán de los primeros eslóganes pro LGTBI, como "La comunidad LGTBI se ha levantado" o como "Somos la voz de LGTBI: o liberación o incendiamos la noche".
Eso sí, parece evidente que la policía no hace nada contra los ataques químicos a las escuelas femeninas que se reanudaron tras las fiestas del Nowruz, el Año Nuevo iraní. Los días 16, 17 y 18 de abril, las escuelas de una docena de ciudades, grandes y pequeñas, fueron objeto de ataques químicos. Son envenenamientos con gas que no tienen la magnitud de los de meses anteriores, que afectaron al menos a 245 centros de secundaria y primaria atacados desde noviembre en 26 provincias, donde unas 13.000 niñas, y algunos niños, sufrieron diversos síntomas.
El Ministerio del Interior dice que ahora se trata sólo de "molestias fingidas" y "travesuras de los alumnos", mientras que las autoridades habían informado de un centenar de detenciones antes de las vacaciones. Para Amnesty International, "estos envenenamientos no reivindicados parecen formar parte de una campaña coordinada y organizada para castigar a las alumnas por su participación en las protestas que estallaron a mediados de septiembre de 2022", ha añadido la organización en un reciente comunicado.
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Por primera vez, el Guía Supremo, a quien está prohibido criticar bajo pena de cárcel, lo ha sido públicamente, y por su propia gente. El 18 de abril, durante una reunión con estudiantes miembros del Bassidj (la milicia islámica, de la que Jamenei es jefe, según la Constitución) elegidos a dedo, uno de ellos le interrumpió y acusó al gobierno de no "escuchar la voz del pueblo" y de "seguir sin transparencia". Este fragmento de la reunión ha sido retirado del vídeo publicado en la web oficial de Jamenei.
Traducción de Miguel López