Por qué España apenas investiga los ‘contaminantes eternos’ que alarman a la ciencia en Europa

Un grupo de investigadores demostró esta semana que los vinos europeos contienen altas cantidades de los llamados contaminantes eternos o PFAS, un grupo de sustancias químicas que se empezaron a producir a mediados del siglo XX y que han ganado peso en la última década. Aunque se ha demostrado que son tóxicos para los humanos, aportan tantas propiedades a los productos del día a día que la industria y los gobiernos se resisten a vetarlos.
En España hay un estudio muy limitado sobre los PFAS porque afortunadamente no ha habido grandes escándalos de contaminación, pero los expertos (las expertas, en este caso) insisten en que están por todas partes, que ningún umbral de consumo es seguro y que hay que reducir la exposición a ellos todo lo posible. infoLibre ha hablado con cuatro científicas españolas que llevan años buscándolos y analizándolos para proteger a la población, y en este artículo contestan a las dudas más habituales.
¿Que son los PFAS?
Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS) son compuestos químicos sintéticos que contienen flúor y que nos rodean en nuestro día a día. Descubiertos en 1938 por la empresa química estadounidense DuPont, fueron primero utilizados en el proyecto Manhattan para el desarrollo de armas nucleares por su extrema resistencia, y a partir de ahí se han creado cientos de sustancias derivadas: hay más de 10.000 PFAS diferentes.
Son imprescindibles para la industria porque aplicados sobre un textil, un plástico, un metal o una madera, convierten estos materiales en ignífugos, antiadherentes, antideslizantes, antimanchas, aportan dureza y evitan la corrosión. Es decir, dan a cualquier material cualidades que se necesitan en todas las industrias, desde la farmacéutica a la aviación, pasando por la alimentación.
Entre los años 90 y los 2000 se descubrió que los PFAS eran altamente persistentes, bioacumulativos y tóxicos, las tres condiciones que encienden las alarmas entre los reguladores porque suponen un riesgo para la salud durante siglos y a gran escala. Se han hallado restos de estos químicos en personas de todo el planeta.
¿Dónde se encuentran los PFAS?
La respuesta de los expertos es siempre la misma: "Están en todas partes". Su primer uso cotidiano fue en las sartenes de teflón, pero ahora han llegado a cientos de productos que manipulamos a diario. Como los PFAS son resistentes y duran siglos en el medioambiente, se acumulan en la tierra y se filtran a los acuíferos, de manera que terminan en el agua corriente y los alimentos, el mayor riesgo para los humanos.
También están en prendas de ropa técnica, pesticidas, cosméticos, pinturas, tuberías, juguetes, muebles… y hasta en el aire acondicionado. Begoña Jiménez, investigadora de Química Ambiental del Instituto de Química Orgánica General (IQOG-CSIC), los ha buscado incluso en la Antártida. "Allí trabajamos desde 2014 y los hemos encontrado en sus aguas y en la atmósfera. Si están en el punto más remoto del mundo, aquí los tenemos en varios órdenes de magnitud por encima", señala.
Su equipo también trabajó entre 2013 y 2019 en un análisis de las aguas del Duero, Tajo, Ebro, Cantábrico Oriental y Cataluña, y encontró PFOS y PFOA por encima de los niveles ambientales recomendados de la UE en el 51% de los 116 puntos analizados.
¿Cómo afectan a la salud?
Se ha demostrado ampliamente que los PFAS más antiguos y más utilizados son tóxicos para la salud e, incluso, han sido prohibidos en gran parte del mundo para evitar una crisis sanitaria. El problema es que hay miles de sustancias polifluoroalquiladas y es imposible abarcarlas todas porque analizar su impacto en el organismo es extremadamente complejo: cada una puede afectar de una manera al cuerpo y normalmente se acumulan varias de ellas al mismo tiempo, complicando todavía más el diagnóstico. A esto se suma que son sustancias persistentes y no se degradan dentro del cuerpo, de manera que solo se pueden expulsar por la orina y las heces.
Lara Cioni, investigadora de PFAS y plastificantes en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), explica que "el PFOA y el PFOS son las variantes más estudiadas, pero son dos de miles". "Uno de ellos es cancerígeno y otro está catalogado como posible cancerígeno. También hay evidencias de que dañan el sistema inmunitario y reducen los efectos de las vacunas", señala la experta. También se han relacionado los PFAS con problemas de fertilidad, con daños en los riñones y el hígado, o con alteraciones de tiroides.
¿Hay que preocuparse en España por los PFAS?
Sí, aunque menos que en otros países. En España no ha estallado por ahora ningún gran escándalo por contaminantes de PFAS —a diferencia de países como Italia, Bélgica, Francia o Dinamarca—, pero sí se han encontrado restos de PFAS en ríos de la península y en estudios poblacionales.
Ana Cañas, directora del Centro Nacional de Sanidad Ambiental (CNSA), trabajó en 2009 en el primer estudio en busca de químicos tóxicos en la población adulta española, y en 2017 ese mismo centro realizó otro en adolescentes. El primero arrojó concentraciones de PFOS de entre 6 y 10 microgramos por litro de sangre, con los niveles más altos en Cataluña; mientras que el segundo encontró una media de 5 microgramos por litro de sangre en los adolescentes.
Ambos análisis formaban parte de un estudio más amplio en la Unión Europea, y Cañas explica que España está mucho mejor que otros países. "La buena noticia es que estamos a la cola, tenemos la mitad de residuo que países como Suecia o Noruega", afirma la experta. "En esos estudios también medimos el mercurio… y ahí sí que estamos en el top mundial con Portugal y Japón porque comemos muchísimo pescado", añade.
¿Cómo evito la exposición a los PFAS?
Realmente es imposible, resumen las investigadoras. El consejo más habitual es buscar la etiqueta 'libre de PFAS' en utensilios de cocina, envoltorios de alimentos o toda clase de objetos que tengan cualidades antimanchas o impermeables como alfombras, ropa o muebles. Pero la realidad es que hoy en día prácticamente ninguna etiqueta lo aclara, salvo en las sartenes.
Dolores Romano, encargada de Químicos de la Oficina Europea de Medioambiente (EEB, por sus siglas en inglés), matiza que en algunos productos, aunque se etiqueten como 'libre de PFOA', han sustituido esa sustancia —hora ilegal— por otra similar menos estudiada, como el PTFE, el que usa, por ejemplo, la marca Tefal en sus sartenes antiadherentes. "Los fabricantes te dicen que su producto es seguro, pero lo que han hecho es utilizar otro PFAS que no tenga un análisis detallado. Los polímeros como el PTFE no tienen riesgos conocidos porque la normativa europea REACH los dejó fuera de la legislación, y no se han estudiado", opina Romano.
La experta también recomienda prestar mucha atención a los envases de la comida, donde son habituales los PFAS. Por ejemplo, el papel antigrasa que envuelve las hamburguesas, las cajas de pizza o el papel de horno.
¿Son legales los PFAS?
Los dos más comunes del siglo pasado, el PFOA y el PFOS, están prohibidos por la Convención de Estocolmo —a la que está suscrita la Unión Europea—, por lo que ya no los verás en ningún producto. Sin embargo, todavía están presentes en el medioambiente porque tardan siglos en descomponerse, de manera que los europeos siguen expuestos a ellos. En 2023 la Unión Europea también prohibió el uso de PFHxS y ha restringido el uso de otros dos tipos de PFAS.
El problema, coinciden las investigadoras, es que cuando la industria pierde uno de estos productos, diseña un sustituto similar y lo introduce en el mercado sin saber si es también tóxico, porque estudiar su impacto y prohibirlo después puede llevar fácilmente una o dos décadas. Y mientras tanto, los fabricantes han podido vender toneladas de ese producto.
Dolores Romano, experta en legislación europea sobre químicos, explica que Bruselas se prepara ahora para endurecer los permisos sobre los PFAS con una reforma del reglamento REACH, el que legisla sobre los químicos legales en el continente. Sin embargo, el choque de intereses entre la industria, los activistas y la política podría resultar en una legislación descafeinada.
Para evitar que la industria se salga con la suya, Alemania, Dinamarca, Países Bajos, Suecia y Noruega presentaron en 2023 una propuesta para prohibir la fabricación y uso de todos los PFAS en Europa a partir de 2026, y la propuesta se está debatiendo en este momento. Paralelamente, explica Romano, se están intentando aprobar pequeños reglamentos para vetarlos en la producción de juguetes y en las espumas de los extintores de incendios.
En España, una ley establece desde 2024 un máximo de concentración de cuatro sustancias PFAS en el agua corriente (PFOA, PFOS, PFNA y PFHxS), y desde 2025 a controlar los niveles de otros 20 tipos más.
¿Por qué apenas se estudian en España?
Comparado con otros países europeos, España tiene un conocimiento muy limitado de la contaminación por PFAS. Por una parte, porque aquí no ha habido una industria de producción de PFAS a gran escala y no se han desatado escándalos de contaminación masiva, como sí ha ocurrido en fábricas del centro de Europa. Por otra, porque la investigación de los compuestos fluorados y su impacto en la salud es muy limitada en España.
Hay un equipo del CSIC que monitoriza la cuenca del Duero de manera continua en busca de PFAS, y otro equipo del Ciemat estudia la del Tajo, pero no hay análisis continuos de la situación global de estos contaminantes. Sobre la acumulación de PFAS en la población, no ha habido nuevos estudios desde 2017. Ni tampoco hay un organismo que analice sus daños sobre la salud.
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No obstante, Ana Cañas, del CNSA, adelanta que preparan con el Ministerio de Sanidad para 2026 el primer estudio de biomonitorización humana para medir contaminantes orgánicos, entre ellos los PFAS, en 4.000 españoles. "Será el primer estudio global en España y vendrá seguido de más ediciones para poder comparar cómo avanza la situación y cómo afectan las legislaciones que entren en el futuro".
La prueba más clara de la falta de información en España sobre los PFAS está en la mayor base de datos de Europa sobre la ubicación de estos químicos. El PFAS Data Hub, un mapa que recoge todos los puntos conocidos del continente donde se han detectado estas sustancias, apenas tiene registros en la península ibérica. Tiene casi medio millón de coordenadas donde se han recuperado PFAS, y la gran mayoría están en Francia (206.730), Reino Unido (48.909) Alemania (16.582) y Países Bajos (6.447), mientras que solo hay 591 puntos ubicados en España.
En general, las expertas creen que España está más atrasada que otros países del centro y el norte de Europa en el estudio de PFAS, pero no está a la cola de Europa. "Una cosa es que tengamos investigación, que la tenemos, pero necesitamos programas de seguimiento estrictos", apunta Begoña Jiménez. "Y para eso no basta con una financiación concreta, sino que necesitamos partidas presupuestarias continuas del Ministerio de Transición Ecológica y de Sanidad", resume.