El Gobierno español aspira a disuadir a China para que abandone su intención de imponer nuevos aranceles a la entrada de carne de cerdo europea, puesto que España sería el principal damnificado. Pero la Comisión Europea también se prepara para un escenario en el que las tarifas arancelarias se disparen en el sector cárnico, y ya ha avisado que analizará detenidamente los argumentos que entregue el Gobierno chino a la Organización Mundial del Comercio, el árbitro de las disputas comerciales internacionales. Se espera que China culpe a la Unión Europea de subsidiar al sector cárnico a través de la Política Agraria Común (PAC), una acusación que debería ser fácil de desmontar, según el Gobierno, que sospecha que solo se trata de una represalia por los recientes aranceles anunciados por Europa contra el coche eléctrico chino.
Las acusaciones de dumping comercial llevan meses sobre la mesa en el sector industrial, y podrían saltar al alimentario. Consisten en que un país, en este caso China, acusa a otro de inyectar dinero público en un sector productivo para abaratar su producción y vender así a pérdidas, de manera que otros fabricantes no puedan competir en igualdad de condiciones. En este caso, China cree que la Unión Europea utiliza subsidios para que el sector porcino inunde de carne a su rival asiático, vendiendo por debajo de coste. Europa es en este momento el principal exportador de carne a China, y España es el número uno, seguido de Dinamarca y Países Bajos. Por países, solo Brasil supera a España como principal vendedor al gigante asiático. Tienen una cuota de mercado del 26% y del 24%, respectivamente.
El ministro de Agricultura, Luis Planas, dijo este martes que si China espera acusar a la Unión Europea de subsidiar al sector a través de la PAC, el conflicto tiene poco recorrido, puesto que la PAC está incluida en la lista de ayudas de estado permitidas dentro de los acuerdos de comercio internacional. "La PAC está declarada en la OMC como parte de la llamada Caja Verde, que son las medidas compatibles. Todos los países aplican medidas de apoyo en el sector agrícola y ganadero, por eso creemos que la cuestión va evidentemente en otro sentido", afirmó.
El ministro sugirió que la amenaza es en realidad una represalia por los recientes aranceles anunciados por Europa contra el coche eléctrico chino de hasta el 38%, y dijo que el agricultor y el ganadero es siempre "la víctima o el instrumento" de los conflictos comerciales. En todo caso, Planas aseguró que "hay posibilidad para negociar e intentar evitar este conflicto comercial". También señaló que ha debatido el asunto con Carlos Crespo, el ministro español de Economía, que precisamente estuvo reunido hace dos semanas con el ministro chino de Comercio. Planas también se encontró a finales de mayo con el ministro chino de Aduanas en Pekín, pero ninguno advirtió a los mandatarios españoles de las inminentes represalias.
Los conflictos arancelarios entre estados miembros de la OMC son supervisados por este organismo, y todo apunta a que si China sigue adelante con su amenaza, la Unión Europea recurrirá la medida. José María García Álvarez, catedrático de Economía de Universitat Politècnica de València, explica que efectivamente la PAC está blindada por la OMC desde que el órgano se fundó en 1995, igual que Estados Unidos y otros países tienen permiso para dar ayudas públicas al sector primario, y China aceptó estas condiciones cuando se incorporó a la organización en 2001. "Si Europa abre un proceso de consulta, China tendrá que aportar cálculos precisos de a cuánto asciende el subsidio europeo del sector porcino, pero es que ni siquiera podrá justificarlo porque teóricamente la PAC está protegida por la OMC. Pero claro, mientras Europa trata de defenderse durante años, los aranceles serán efectivos y el daño ya estará hecho al sector", resume el experto. García pone de ejemplo el caso de antidumping que inició Estados Unidos contra la aceituna negra española. En 2018 impuso un arancel del 25% de manera unilateral, y la OMC lo desestimó en 2021, pero todavía hoy se mantiene vigente a la espera de que el país norteamericano cumpla con la resolución del árbitro internacional.
Salvo ayudas puntuales, la ganadería porcina no recibe de la PAC subvenciones directas cada año, como sí tienen los agricultores. El único apoyo que reciben es indirecto, ya que tienen acceso a un pienso más barato para cebar al cerdo debido a que la soja, el maíz o la cebada se benefician de ayudas de la PAC y se venden a un precio reducido dentro del continente. No obstante, los subsidios de la PAC forman parte de la llamada Caja Verde de la OMC, una serie de ayudas agrícolas que teóricamente no distorsionan el mercado internacional y que se dirigen, por ejemplo, a incentivar el desarrollo rural o la protección del medio ambiente. "De hecho, para mí el mayor condicionante de las reformas de la PAC de los últimos 20 años ha sido evitar conflictos con la OMC. Por eso cada vez se le da más peso a las ayudas ecológicas", añade García Álvarez.
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Desde el sector porcino español están realmente preocupados con la amenaza, puesto que China compró el 18% de la carne de cerdo que se exportó el año pasado. En 2020 llegó a representar el 40% de todas las ventas al exterior porque el gigante asiático sufrió una epidemia de peste porcina que acabó con la producción nacional, lo que demuestra que este país puede llegar a ser un auténtico socio imprescindible para el sector. La región que más sufriría con la imposición de aranceles es Cataluña, que el año pasado ingresó el 51% de todas las ventas de carne de cerdo a China, según el Ministerio de Agricultura. Allí se encuentran gigantes del sector como Grupo Batallé, Vall Companys o Jorge. El producto que más se exporta a este país es la carne congelada, seguida de despojos y grasas de cerdo.
Alberto Herranz, director general de Interporc, la patronal del sector porcino, afirma que no reciben subvenciones directas de la Unión Europea para producir más barata, salvo "ayudas muy concretas en casos determinados", como las los llamados almacenamientos privados, un dinero que se entrega a los ganaderos que lo solicitan a cambio de que congelen su carne en épocas de baja demanda. Por ejemplo, en 2022 se dieron estas ayudas en la UE porque debido a la caída de la demanda china de cerdo y a la inflación en los Veintisiete, se produjo un exceso de carne de cerdo que amenazó con hundir los precios. Herranz añade que para evitar malentendidos, ya están preparando toda la información que ha solicitado China de cara a la investigación que presentará ante la OMC, y que espera que, de aquí a 12 o 18 meses, haya una respuesta. Hasta entonces, en teoría no se impondrían nuevos aranceles.
Otro experto del mercado porcino, Pablo Resco, opina que el Gobierno chino tampoco se puede permitir poner unas tasas aduaneras excesivas a Europa porque necesita su carne de cerdo. Es un pilar en la alimentación nacional y China es el principal consumidor del mundo, por lo que una reducción de la llegada provocaría una subida de los precios en los supermercados. "La economía nacional china no crece a un ritmo óptimo en este momento para permitirse esa subida de precio y la ganadería nacional tampoco tiene la capacidad para compensar la caída de las importaciones, por lo que supondría un perjuicio para los consumidores", resume el analista de Mercados de Plataforma Tierra-Grupo Cajamar.
El Gobierno español aspira a disuadir a China para que abandone su intención de imponer nuevos aranceles a la entrada de carne de cerdo europea, puesto que España sería el principal damnificado. Pero la Comisión Europea también se prepara para un escenario en el que las tarifas arancelarias se disparen en el sector cárnico, y ya ha avisado que analizará detenidamente los argumentos que entregue el Gobierno chino a la Organización Mundial del Comercio, el árbitro de las disputas comerciales internacionales. Se espera que China culpe a la Unión Europea de subsidiar al sector cárnico a través de la Política Agraria Común (PAC), una acusación que debería ser fácil de desmontar, según el Gobierno, que sospecha que solo se trata de una represalia por los recientes aranceles anunciados por Europa contra el coche eléctrico chino.