La industria solar en España logra exportar más de lo que compra pese a la feroz competencia china

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La industria española destinada a la transición energética también sufre el dominio chino. Hace dos semanas Estados Unidos anunció una batería de aranceles sin precedentes contra la entrada de vehículos eléctricos, paneles solares, baterías y microchips de este país. Europa ha dicho que no apostará por esa vía, pero la situación no es menos preocupante. La última feria fotovoltaica de Ifema celebrada en febrero estuvo dominada por fabricantes chinos como DMGEC, Aiko o Ginko Solar, mientras que las marcas españolas se publicitaban principalmente para la distribución y la instalación de placas fotovoltaicas, con algunas excepciones de fabricantes de inversores, seguidores solares o soportes.

España es el sexto país por potencia fotovoltaica instalada del mundo y hace una década albergó empresas que fabricaban paneles solares por completo, desde la extracción del silicio hasta el ensamblaje, pero la crisis del sector entre 2010 y 2018 y la competencia china hundieron a algunas empresas, como la valenciana Siliken, y obligaron a otras como Solaria a abandonar la fabricación. En este momento, la Unión Europea solo tiene capacidad para fabricar por completo un 5% de los paneles que necesita cada año, principalmente porque no tiene capacidad para producir células solares, la placa donde se genera la energía.

Xavier Cugat, experto en energía renovable con veinte años de experiencia, explica que la debilidad europea en este mercado no se debe a la falta de materias primas, sino al vacío de inversión en fábricas. Para producir paneles a un precio competitivo es necesario producir en cantidades muy grandes, y esa capacidad solo la tiene China. “La industria fotovoltaica está muy automatizada y el tamaño lo es todo. El fabricante número 1 de China produce cada año unos 40 GW o 50 GW de paneles, casi lo que consume Europa”, afirma. 

Sin embargo, Cugat también incide en que la industria solar en España es más potente de lo que podría parecer, aunque haya perdido fuerza y pese a que no tiene ni una empresa capaz de producir el 100% de las piezas de un panel. “Puede que no tengamos células solares, pero solo son una parte del proceso. España es muy potente en inversores (aparatos que cambian la corriente continua a alterna de una instalación) y en seguidores (dispositivos que mueven el panel solar para que siga al sol), y somos grandes exportadores de paneles”, señala. De hecho, por mucho que España importa módulos chinos, la balanza comercial del sector es positiva: se venden al extranjero 1.338 millones de euros más de los que se compran.

El problema es transversal en toda Europa desde hace años, pero Bruselas no logra revertir la situación. En diciembre de 2022, la Comisión montó una alianza con la patronal solar europea para producir en tres años paneles con una potencia equivalente a 30GW al año, el equivalente a todas las placas instaladas actualmente en España. Pero los propios fabricantes descartan ya cumplir con esa meta porque no es posible elaborar muchos de los componentes clave. “El objetivo original de alcanzar 30 GW para 2025 ya no parece factible. En su lugar, ahora se habla de un objetivo de 30 GW para 2030 a base de recuperar la industria europea que se ha deslocalizado fuera”, se lee en el informe de la patronal Solar Europe 2023-2027.

Los fabricantes europeos calculan que el objetivo de 30 GW de producción está realmente muy lejos en algunos componentes. Prácticamente, no se fabrica nada en lingotes ni obleas de silicio, mientras que la capacidad de producción de células fotovoltaicas apenas es de 2 GW al año. En otras piezas de los paneles la situación es más satisfactoria. La manufactura de silicio policristalino, un material que se emplea para fabricar otros componentes, es ahora de 26 GW al año en todo el continente y la industria de módulos fotovoltaicos, el panel, está 14 GW. El único producto que triunfa en el continente a gran escala es el inversor, puesto que se fabrican el equivalente a casi 80 GW. En contexto, el año pasado se instalaron en toda la Unión Europea 56 gigavatios de paneles solares.

La Comisión está preocupada porque la transición energética está ahora explotando, y si no se aborda, el dominio chino solo irá en aumento. El año pasado, la inversión que hizo el gigante asiático en expandir la fabricación de paneles solares representó el 91% del dinero gastado en todo el mundo. Y en otros sectores como baterías, tierras raras, metales, eólica y coches eléctricos va por el mismo camino. Ursula Von der Leyen, la presidenta de la Comisión, declaró esta semana a Financial Times que está preocupada por las ayudas de Estado que recibe la industria china, pero que no apostará por los aranceles salvajes de Estados Unidos. “Digamos que compartimos algunas de las preocupaciones de nuestros homólogos estadounidenses. [Pero] nuestro enfoque es diferente. Queremos competencia, queremos comerciar juntos, pero queremos que sea justo y respete las reglas”, dijo al diario británico.

En el mundo de los aerogeneradores, la entrada asiática es por ahora mucho más sutil y, por ahora, el 98% de la instalación de molinos chinos se hace dentro de su propio país. En España solo se conoce un parque eólico con molinos chinos, el de La Loma, en Teruel, con modelos de la marca Sinovel. Y dentro de la industria energética, la eólica china es la única para la que Estados Unidos no ha anunciado aranceles. No obstante, los fabricantes europeos de aerogeneradores están muy preocupados con la entrada de estas máquinas, que ya se extienden poco a poco por los países del este de Europa, y la patronal de fabricantes Wind Europe denuncia que están entrando con precios un 50% por debajo de los que puede ofrecer la industria local.

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Donde sí ha incrementado tarifas el presidente Joe Biden es en el mercado de las baterías. Este mismo año entrarán en vigor aranceles del 25% para los acumuladores de litio de los coches, y en dos años de esa cifra para las de almacenamiento de energía renovable, enfocadas al consumo de hogares y empresas, donde es demasiado pronto para poner barreras. En el sector de las baterías de coche, la industria europea se defiende por ahora. Según la Agencia Internacional de la Energía, el año pasado se fabricaron en Europa 2,5 millones de vehículos eléctricos (100% eléctricos e híbridos enchufables) y solo necesitó importar de China el 20% de las baterías que utilizó. El problema es que el 75% de la capacidad europea de fabricación de baterías para vehículos está en manos de empresas coreanas, principalmente LG, que solo con su fábrica de Polonia supone la mitad de la producción del continente.

No obstante, la Comisión ya trabaja para evitar que esta brecha se amplíe y en octubre inició una investigación sobre tres fabricantes de coches chinos, BYD, SAIC y Geely, para determinar si reciben ayudas de Estado que minen la competencia. También ha puesto en marcha en los últimos dos meses pesquisas sobre fabricantes de aerogeneradores y de paneles solares. En represalia, China amenazó este martes con imponer aranceles del 25% para los coches de combustión de gran cilindrada que importa de Europa y Estados Unidos, aunque por ahora solo son una idea sobre la mesa.

En el mercado de las baterías para almacenar electricidad para las ciudades, la industria europea está desaparecida, según afirma un ingeniero español que trabaja para una compañía china que fabrica baterías. “Es triste decirlo, pero no hay competencia de ninguna manera entre Europa y China en este sector. Hace falta una cantidad astronómica de inversión, y allí es el Estado quien promociona a las empresas. La mía lleva desde hace 15 años investigando las baterías y aquí Bruselas lleva tres años diciendo que hay que actuar, pero no se ha materializado en nada. Otro error es pensar que allí son más baratos porque tienen mano de obra barata, pero es porque allí fabrican robots, mientras que el 40% de mi plantilla se dedica al I+D”, explica el experto, que prefiere omitir su nombre porque comercializa en España.

La industria española destinada a la transición energética también sufre el dominio chino. Hace dos semanas Estados Unidos anunció una batería de aranceles sin precedentes contra la entrada de vehículos eléctricos, paneles solares, baterías y microchips de este país. Europa ha dicho que no apostará por esa vía, pero la situación no es menos preocupante. La última feria fotovoltaica de Ifema celebrada en febrero estuvo dominada por fabricantes chinos como DMGEC, Aiko o Ginko Solar, mientras que las marcas españolas se publicitaban principalmente para la distribución y la instalación de placas fotovoltaicas, con algunas excepciones de fabricantes de inversores, seguidores solares o soportes.

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