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Solo el regadío legal en Doñana consume cada año un 9% más de agua de la que reponen sus acuíferos

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La organización ecologista WWF estima que cada año se extraen de las reservas subterráneas de agua de Doñana el equivalente al 109% del agua que se filtra a sus acuíferos solo con los cultivos de regadío legales, un cálculo hasta ahora desconocido que demuestra que, a este ritmo, el secado del parque natural es irremediable. Pero es que, además, a estas estimaciones hay que sumar las extracciones ilegales de agua que se realizan desde hace décadas para la cosecha de frutos rojos, un cultivo extremadamente intensivo en regadío, por lo que el vaciado de las reservas es todavía más agresivo.

En concreto, los agricultores de la zona con permisos de riego de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) tienen dotaciones anuales para usar 106 hectómetros cúbicos (hm³) de agua subterránea al año porque hasta ahora, el órgano dependiente del Gobierno central, calculaba que entraban en los acuíferos 109 hm³ al año a través de las lluvias y otras aportaciones superficiales. Es decir, había una pequeña diferencia que permitía recuperar poco a poco su nivel freático. Pero ahora, WWF ha actualizado esas cifras y estima que anualmente solo se filtran a los depósitos subterráneos 97 hm³, por lo que hay una tasa negativa de relleno. A esto hay que sumar todos los regadíos ilegales, que no están contabilizados de manera oficial, pero que se estiman en unos 9 hm³, según los ecologistas.

Rafael Seiz, del programa de Agua de WWF, valora que su nuevo estudio demuestra que el problema de Doñana no es solo el regadío ilegal, sino que los derechos de riego otorgados por la Confederación están muy sobredimensionados. "Simplemente con el agua legal que se distribuye, la agricultura es insostenible a largo plazo. Las reservas se agotan poco a poco y por eso el nivel del acuífero es cada vez menor", afirma este profesional. "Pero es que además nuestras investigaciones han demostrado que hay cientos de hectáreas ilegales de frutos rojos que hay que sumar", añade Seiz.

La discrepancia entre los datos oficiales y las nuevas cifras calculadas por la organización radica en que la CHG considera la red de cuevas acuáticas que nutren Doñana como seis acuíferos independientes, mientras que WWF reclama que se cuenten estas reservas como un todo. "Nosotros siempre hemos considerado que las cifras de la Confederación son erróneas porque ellos consideran que los movimientos de agua entre las seis masas son aportaciones adicionales de agua, pero nosotros decimos que el sistema es continuo y que si un acuífero gana agua, otro lo pierde", explica el ambientalista.

En todo caso, añade que los cálculos hidrogeológicos son extremadamente complejos, y hace falta mejorar la medición de riegos en la superficie para afinar las cifras, porque en el momento que se desconoce si los regantes legales riegan lo que oficialmente les corresponde, y además hay otros tantos ilegales, los cálculos de los movimientos de agua subterráneos pasan a ser estimaciones. "Además de acabar con el regadío ilegal, queremos que se haga una medición precisa de cuánto riegan los legales, porque creemos que algunos exceden los permisos que realmente tienen", explica Seiz.

Otra propuesta de WWF es que la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, que depende del Ministerio de Transición Ecológica, empiece a medir los acuíferos de Doñana como una sola unidad. En este momento, de manera oficial solo se consideran sobreexplotadas tres de las seis masas de agua que componen la reserva subterránea, pero los ecologistas quieren que el acuífero entero se considere en riesgo para que las medidas preventivas se apliquen sobre toda la zona.

En todo caso, la investigación de WWF solo empeora unas cifras que ya de por sí eran pésimas. Según los datos oficiales, hasta ahora se entregan permisos para regar equivalentes al 97,25% de las aportaciones medias de agua que tiene el acuífero de Doñana (106 hm³ sobre un total de 109 hm³), un porcentaje que solo permite una cierta recuperación de las reservas en los años lluviosos. Pero para unas reservas que ya están muy mermadas, el porcentaje de regeneración debería ser mayor. En WWF calculan que una cifra lógica sería unos permisos de riego equivalentes al 60% de los ingresos medios anuales, unos 60 hm³ al año, lo que supondría reducir alrededor de un 40% los permisos actuales. El porcentaje que dan los ecologistas proviene de la Agencia Europea de Medioambiente, que estima que una explotación aceptable de aguas subterráneas ronda el 60% sobre su recarga anual.

Un verano seco, pero algo mejor que el del año pasado

El estudio de WWF llega en pleno verano, cuando los humedales temporales del parque natural se secan y el ecosistema se pone en modo "descanso" por las altísimas temperaturas, según afirma Javier Bustamante, uno de los vicedirectores de la Estación Biológica de Doñana, dependiente del CSIC. El experto explica que en este momento el parque se encuentra muy seco, como cada verano, aunque en una situación mejor que la del año pasado, cuando sufrió las temperaturas medias más altas del registro y una sequía muy dura. En estas fechas, en 2023, las tres lagunas permanentes de Doñana —Santa Olalla, Sopetón y Dulce— estaban secas, aunque este año tienen algo de agua. "Pero seguramente se sequen a finales de julio o principios de agosto", apunta Bustamante.

El biólogo explica que este invierno hubo unas lluvias abundantes en marzo, pero tardías, y con el calor primaveral se evaporó buena parte de esa humedad. "En general está siendo un año seco y las aves acuáticas han tenido un periodo corto de reproducción. Todavía no hemos recogido los datos de la temporada, pero no esperamos que vaya a ser un buen año", añade Bustamante. Sobre el estado de la flora, confirma que en 2024, como ya ocurrió en 2023, continúa el proceso de mortalidad de árboles que ya se registró el año pasado, como la de alcornoques centenarios, pinos y sarinas. Estos dos últimos casos son especialmente sorprendentes, porque se trata de especies que soportan bien la sequía.

La organización ecologista WWF estima que cada año se extraen de las reservas subterráneas de agua de Doñana el equivalente al 109% del agua que se filtra a sus acuíferos solo con los cultivos de regadío legales, un cálculo hasta ahora desconocido que demuestra que, a este ritmo, el secado del parque natural es irremediable. Pero es que, además, a estas estimaciones hay que sumar las extracciones ilegales de agua que se realizan desde hace décadas para la cosecha de frutos rojos, un cultivo extremadamente intensivo en regadío, por lo que el vaciado de las reservas es todavía más agresivo.

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